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Pedro Ara Sarriá

Biografía

Ara Sarriá, Pedro. Zaragoza, 29.VI.1898 – Buenos Aires (Argentina), 16.IX.1973. Médico, catedrático, anatómico.

Realizó los estudios de Medicina en la Universidad de Zaragoza, obteniendo la licenciatura en 1916.

Desde un comienzo sintió una profunda atracción por la anatomía presentándose y obteniendo, por oposición, la plaza de alumno interno de Anatomía durante los tres últimos cursos. Muy inquieto y con ganas de realizar carrera universitaria se trasladó a Madrid en el año 1919, obteniendo una plaza de ayudante honorario en la Sala de Disección en la cátedra que dirigía Leonardo de la Peña y Díaz, que sería uno de sus maestros en Anatomía y al que sustituiría en la cátedra tiempo después. Ese mismo año de 1919 obtuvo el grado de doctor tras la defensa de la tesis Contribución a los estudios de los injertos óseos. Tremendamente estudioso, trabajador, muy minucioso e imaginativo, ya por entonces realizaba preparaciones en la sala de disección que causaban asombro a propios y extraños.

Para completar su preparación realizó cursos especializados de Anatomía en Alemania y Austria, trabajando en Viena con quien consideró siempre su mejor maestro, Ferdinand Hochstetter. Posteriormente fue designado profesor auxiliar de Anatomía y Técnica Anatómica de la Facultad de Medicina de Madrid.

En 1926, y tras haber realizado otras oposiciones antes que no ganó, obtuvo la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia. Su llegada allí le descorazonaría en cierta forma por los pocos medios con que contaba la cátedra. Sin embargo, y a pesar de la ilusión y trabajo que puso en su trabajo, pidió la excedencia para trasladarse a la Facultad de Medicina de Córdoba (Argentina), donde le habían ofrecido unas muy buenas condiciones de trabajo para organizar allí un Instituto de Anatomía. En esta ciudad realizó una enorme labor organizativa y creadora de escuela, dejando entre otras cosas una colección de piezas anatómicas de gran calidad y magnitud. Tres años después volvió a España y en 1932 ganó por concurso la cátedra de Anatomía de la Facultad de Cádiz, y a continuación, por oposición, la cátedra de Anatomía de Madrid, que había regentado su maestro Leonardo de la Peña y Díaz, el cual pasó a desempeñar la cátedra de Urología.

Pedro Ara fue, además de un anatomista, un consumado especialista en embalsamamiento, técnica a la que dedicó una buena parte de su vida y en la que realizó aportaciones de gran calado. Aunque inicialmente se negó a la práctica y a la divulgación de sus métodos de embalsamamiento, acabó haciéndolo con el gran convencimiento de que se trataba de una acción positiva. Su técnica, muy afamada, la presentó en 1929 en la Sociedad de Antropología de Madrid en una comunicación titulada Resultados estéticos obtenidos en la conservación permanente de la figura humana. Realizó innumerables trabajos de embalsamamiento, teniendo honda repercusión social, entre otros, los de Eva Perón y Manuel de Falla. Su técnica fue impecable siendo declarada en 1937 por la Asociación Internacional de Museos de Medicina como perfecta. Su capacidad de trabajo la demostraba continuamente en la sala de disección, siempre dispuesto a enseñar y a descubrir nuevas formas de enfocar los múltiples problemas que se suscitaban en relación al embalsamamiento de cadáveres. Realizaba personalmente todas las pruebas, que compartía, sin embargo, con sus discípulos. Formó una gran escuela de anatomistas, entre los que cabe destacar a algunos como Francisco Orts Llorca, Humberto Fracassi y Ángel Roque Suárez.

Fue siempre muy crítico con el sistema de formación y selección del profesorado de nuestro país y así lo manifestó en sus escritos en el diario El Sol en 1923 bajo el título “La enseñanza Universitaria”, lo cual le creó algún problema con las autoridades académicas, incluso con muchos de sus compañeros de claustro.

Bastantes años después, en 1970, en un homenaje que le dio la Facultad de Medicina de Madrid, y que tuvo honda repercusión por cuanto significaba el regreso a España de una institución mundial en el mundo de la Anatomía, insistió en que no quitaría ni una sola palabra de lo que escribió en aquellos artículos.

Igual comentaba con relación a su libro La enseñanza de la Anatomía, que consideraba vigente después de tantos años. Defendió con ardor algo no bien mirado en España por muchos médicos anatómicos, como era la figura del técnico en Anatomía, no necesariamente médico, pero muy bien formado, al igual que sucedía en las universidades germanas y él había conseguido en Argentina, hasta el punto de que en el año 1964 propuso la creación en Madrid de un Laboratorio Museo Escuela de técnicos anatómicos al servicio de los museos y para la formación del profesorado, sin encontrar eco alguno debido a su avanzada edad. De gran interés en este sentido es su artículo periodístico, escrito en Argentina, sobre “Anatomía y Burocracia”, en el que hacía una profunda crítica a la resistencia de muchos anatómicos y la administración dando soluciones a muchos de los problemas que tenía planteada la especialidad. En Buenos Aires el Museo por él creado fue denominado Museo Pedro Ara y en él se exponen multitud de piezas, entre ellas dos de sus obras, Cabeza de viejo, realizada por el proceso de parafinización, y otra de glándulas labiales mediante el proceso, también técnica original suya, de glicerinado.

Gran publicista, destacan además de sus múltiples libros sobre anatomía, sus publicaciones en revistas nacionales e internacionales, sus trabajos sobre conservación de cadáveres, los procesos de embalsamamiento, sus técnicas, los resultados que obtenía con la parafinización, y otros muchos muy técnicos y específicos sobre estos temas. Además profundizó en multitud de artículos en todos los aspectos de la enseñanza no sólo de la anatomía, sino también de la medicina legal, la cual conocía bien por las relaciones con la conservación de cadáveres. Su pasión por la anatomía le llevó a escribir algunas reflexiones históricas, como la medicina moderna y Vesalio, y la poesía y verdad en la anatomía. También, como queda dicho, se ocupó en multitud de artículos sobre la enseñanza de la anatomía tanto en los aspectos teóricos como prácticos.

En 1934 fue elegido académico de número de la Academia Nacional de Medicina, ingresando en 1936 con un discurso sobre Razón y alcurnia de la conservación artificial de la forma y de la fisiología humana, siendo contestado por su maestro Leonardo de la Peña y Díaz. Tomó posesión del Sillón número 11 que había sido ocupado con anterioridad por Florestán Aguilar y Rodríguez. Debido a que vivía en Argentina fue dado de baja, solicitando su reingreso en 1973, lo cual fue atendido.

 

Obras de ~: “Zur Geschichte und den heutigen Ergebnissen der Paraffinierungsmethode”, en Anatomischer Anzeiger, 78 (1934), págs. 117-127; Sistematización de la técnica anatomo-patológica de la tuberculosis pulmonar: nuevo método de montaje y conservación de los cortes anatómicos, normales o patológicos, Madrid, Museo Anatómico Español, 1934; La Anatomía en el siglo xviii y los anatómicos españoles, Madrid, J. Cosano, 1935; Razón y alcurnia de la conservación artificial de la forma y fisonomía humana, Madrid, Imprenta Góngora, 1936; El sentido de la conservación anatómica y del embalsamamiento humano, Buenos Aires, Tipografía de A. Guidi Buffarini, 1938; Nacimiento de la medicina moderna: Vesalio, Buenos Aires, Balmes, 1956; “Anatomía y burocracia”, en Revista de la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, 24 (1966), págs. 209-221; El caso Eva Perón, Madrid, CVS, 1974; Eva Perón; la verdadera historia contada por el médico que preservó su cuerpo, Buenos Aires, Editorial Sudamérica, 1996.

 

Bibl.: F. Orts Llorca, “Pedro Ara (1891-1973)”, en Archivos de la Facultad de Medicina de Madrid, 24 (1973), págs. 248- 251; J. Martín Allende, Homenaje al Doctor Pedro Ara, Córdoba (Argentina), Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), 1980, págs. 23-38; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo xx, Madrid, You & Us, S.A., 2000.

 

Manuel Díaz-Rubio García

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