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Eduardo Sánchez Solá

Biografía

Sánchez Solá, Eduardo. Madrid, 25.VI.1869 – Granada, 7.VI.1949. Pintor.

Desde muy joven, la formación artística de Sánchez Solá estaría bajo la tutela de Alejandro Ferrant, pintor que, tras su regreso a España en 1878 procedente de Roma, recibirá numerosos encargos de pintura decorativa para templos o mansiones, lo que no dejaría de influir en el futuro pictórico de su joven alumno. En 1887 éste obtuvo, además, el ingreso en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, entidad en la que permaneció durante siete años. Durante los dos primeros cursos en el centro prestó atención a una variada gama de asignaturas, desde Teoría e Historia del Arte a Paisaje, si bien más adelante se centró en Colorido y Composición con reiteradas y excelentes calificaciones. Sus últimos años en la Escuela los compaginó con sus primeros envíos a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, concretamente las de 1890 y 1892, evento este último en el que ya presentó cinco trabajos.

Una vez terminada su formación académica, logró mención honorífica en el certamen de 1895 con Regresando de la fuente, mientras que la Nacional de 1897 supuso su definitiva consagración con obras como Pájaro seas, donde funde con delicadeza el mundo infantil y el animal, y Tristes noticias, escena en al que unos ancianos reciben el comunicado de la muerte de su hijo en el frente. Tela con la que alcanzó tercera medalla, sería considerada por Francisco Alcántara, por su verismo y emotividad, como un acertado símbolo del conflicto bélico que en esos momentos mantenía España en Cuba y Filipinas. Otro de los títulos remitidos, Cabeza de monaguillo, supone su primer acercamiento a una temática que, ya tratada habitualmente por artistas andaluces o levantinos o, incluso, por su maestro Ferrant, en sus manos alcanzó especial fortuna. Así, posteriores lienzos como Travesura en la sacristía, Jugando en el patio o Buscando el ratón, donde casi nunca falta cierto aire de comicidad, fueron especialmente valorados en el mercado artístico barcelonés.

En la obra titulada El destete, presentada en la Nacional de 1899 y con la que logró otra tercera medalla, volvió a establecer una nueva y apacible relación entre jóvenes personajes, casi niños, y animales apenas recién nacidos, en este caso crías de gato. Inauguró, de esta forma, un nuevo apartado en su repertorio a base de escenas donde, siempre curiosas, las cabezas del citado felino se arraciman por encima de los tablones que les sirven de protección o intentan escapar de su refugio a través de un ventanuco. Asuntos en principio triviales, Sánchez Solá supo mostrarlos con depurada técnica y no escasas dotes de observación, logrando en este campo ser difícilmente superado. En este mismo evento también participó en el apartado de Artes Decorativas con su Despertar de Brunilda, trabajo sobre lienzo a imitación de tapiz que en esa época se había convertido en toda una moda para decorar comedores o antesalas de las clases adineradas. Precisamente, Luis Taberner, su maestro en estos últimos años, estaba considerado como consumado artífice en dicho campo.

En la Nacional de 1901, ya fallecido Taberner, presentó un tema de género a gran formato que alcanzaría cierto renombre: ¡Qué viene el guarda!, donde unos gitanillos, acompañados de algunos adultos, saltan apresuradamente la tapia de un huerto al ser sorprendidos por un vigilante. Óleo que, lleno de espontaneidad y verismo en las actitudes de los niños, parecía invitar a la sonrisa del espectador, fue recogido por las principales revistas gráficas del momento, como Nuevo Mundo o La Ilustración Artística, aparte de suponer para su autor una propuesta de condecoración.

Acto seguido intervino, junto a las principales firmas nacionales, en el certamen pictórico organizado por la Asociación de la Prensa en los salones de Blanco y Negro, mientras, dos años después, remitió a la Exposición del Círculo de Bellas Artes Las dos favoritas, escena costumbrista andaluza nuevamente alabada por Alcántara y donde el personaje femenino, como una constante en toda su obra, destaca por su juvenil vitalidad, baste citar posteriores títulos como Joven con abanico o La mujer de la rosa.

Por otro lado, todo invita a pensar en una visita del artista a la región levantina en estos primeros años del nuevo siglo, hecho probablemente favorecido por la raigambre valenciana de su segundo apellido, Solá. Al respecto, en uno de sus envíos a la Nacional de 1904, El regalo de los abuelos, ya aparecen personajes con vestimenta huertana, aunque la mención honorífica lograda en esta muestra vendría a través de una serie de bocetos para tapices presentados en la Sección de Arte decorativo. En todo caso, a partir de ahora abundarán sus asuntos protagonizados por jóvenes valencianas, como Pelando naranjas, Descanso campestre o Cantando en la terraza, obras caracterizadas por la frescura de los personajes y donde lo floral y vegetal siempre destaca por su presencia.

En 1906 comienza su colaboración como dibujante en La Ilustración Española y Americana, tarea en la que con su calidad de dibujante y su habilidad para captar la anécdota, reflejará durante varios años casi todos sus temas favoritos, como el mundo de los gatos en Los afinadores, los personajes levantinos en La favorita, o sus emblemáticos monaguillos en Gente menuda. Obras que, en opinión de Cuenca, ya bastaban para considerarle como artista de categoría, también elaborará alguna portada para Sol y Sombra, prestigiosa revista taurina de la época.

A continuación, ya en 1907, entró en el Escuela de Artes y Oficios de Granada como profesor auxiliar, aunque más adelante, en 1914, logró la plaza de profesor titular en la clase de escultura decorativa antes de alcanzar, en 1919, el mismo puesto en pintura decorativa, sin duda su auténtica especialidad. En esta actividad docente permaneció hasta su jubilación en 1939, formando a toda una generación de jóvenes artistas granadinos.

Mientras, la fama de sus trabajos había ya trascendido la esfera nacional, pues El Heraldo lamenta en 1910 que el madrileño no se hubiera presentado a la Exposición de Berlín de ese mismo año, certamen en el que, en opinión del diario, habría sido seguramente galardonado. No obstante, el mismo periódico señala que dos de sus típicas producciones, como Niños cogiendo nidos o Valencianas, habían alcanzado excelentes ventas en la capital germana. Como es lógico, también recibió numerosos encargos durante su larga estancia en Granada, destacando al respecto sus bodegones o los ya citados lienzos a imitación de tapiz, como los realizados para los Moreno Agreda o para el conde de Guadiana. De todos modos, en este apartado decorativo habría que citar en primer lugar sus paneles de las Musas para el Centro Regional, entidad de la que era socio fundador.

Sánchez Solá combinaría su tarea como profesor con la ocasional participación en alguna de las muestras pictóricas celebradas junto al Darro, como la Exposición Regional de Arte Moderno inaugurada a finales de 1929, a la que aportó tres óleos, o la organizada en el Centro Artístico en 1942, donde acudió con un óleo y una acuarela, ambos de tono anecdótico y cuidada realización. Fallecido en 1949, una placa de cerámica instalada en su casa granadina del Carril de San Cecilio evoca su figura al recordar la extensa labor docente realizada en la ciudad.

Obras de ~: Paisaje, 1890; El nido, 1892; Un nene, 1892; Regresando de la fuente, 1895; Pájaro seas, 1897; Tristes noticias, 1897; El destete, 1899; El despertar de Brunilda, 1899; ¡Que viene el guarda!, 1901; Las dos favoritas, c. 1903; El regalo de los abuelos, 1904; Gitana, 1904; Niños buscando nidos, c. 1905; Pelando la pava, c. 1905; Five o,clock, 1906; Valencianas, c. 1907; Cantando en la terraza, c. 1909; La Cirila, 1920; Buscando agua, 1925.

 

Bibl.: F. Alcántara, La Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897, Madrid, Centro Editorial Artístico, 1897, págs. 110 y 250; L. M. Cabello y Lapiedra, La Exposición de Bellas Artes de 1897, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1897, pág. 147; J. Ramón Mélida, “La Exposición Nacional de Bellas Artes. Pintura”, en La Ilustración Española y Americana, 22 de mayo de 1899, pág. 302; Nuevo Mundo, 29 de mayo de 1901, s. p.; La Ilustración Artística, 8 de julio de 1901, pág. 446; F. Alcántara, “Exposición del Círculo de Bellas Artes, II”, en La Ilustración Española y Americana, 15 de junio de 1903, pág. 363; R. Estévez de Perea, “Desde Berlín. Exposición de Arte”, en El Heraldo, 15 de mayo de 1910; F. Cuenca, Museo de pintores y escultores andaluces contemporáneos, La Habana, Rambla y Bouza, 1923, pág. 256; Enciclopedia Universal Ilustrada (Hispano Americana), t. LIII, Madrid, Espasa Calpe, 1924, pág. 1238; J. Torres Díaz, “La Exposición Regional de Arte Moderno”, en Granada Gráfica (enero de 1930), pág. 2; M. Antequera, “Exposición de pinturas en el Centro Artístico”, en El Ideal de Granada, 6 de junio de 1942; B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Jesús Ramón García Rama, 1948 (2.ª ed. corregida, 1980), págs. 165-166, 168-170 y 175-177; A. Arostegui Megías y J. López Cruz, 60 años de arte granadino (1900-1962), Granada, Aula de Cultura del Movimiento, 1974, pág. 236; N. Zumel, Colecciones particulares de pintura (siglos xix y xx), Madrid, Ed. Nelson Zumel, 1990, págs. 361-363; VV. AA., Cien años de pintura en España y Portugal (1830-1930), t. X, Madrid, Ed. Antiquaria, 1993, págs. 84-87.

 

Ángel Castro Martín

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