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Nicolás Bernardo Estrada y Posada

Biografía

Estrada y Posada, Nicolás Bernardo. Valle de Peón en Villaviciosa (Asturias), 1746 – Cádiz, 18.III.1825. Marino, teniente general de la Armada.

Nació de una familia noble y acomodada, de origen asturiano y gran ascendiente marino y de la carrera de las armas. Su padre, Antonio Estrada Ramírez, fue regidor noble de Villaviciosa y sus tíos paternos, Miguel y Fernando, sirvieron a FelipeV hasta su fallecimiento, y su madre, María Pomposa de Posada Nava y Concha, natural también de Villaviciosa, y su tío materno, Antonio José Posada Nava y Concha, fue marino, alcanzando el empleo de teniente general; además cuatro de sus hermanos también siguieron la carrera de las armas, uno de los cuales, Antonio, ingresó como él en la Armada, incluso se les inscribió el mismo día (23 de septiembre de 1765) en el colegio naval del Departamento de Cádiz. Concluidos los estudios elementales, embarcó como guardiamarina en uno de los navíos de la escuadra de Cádiz, el Galicia, mandado por el capitán de navío Pedro Pablo Arrigoni (11 de abril de 1766) y, más tarde, por Antonio Balcázar; su destino era navegar al corso entre los cabos de San Vicente y Santa María, para proteger la recalada de los buques procedentes de América. Al año siguiente, desembarcó para estudiar la asignatura de Álgebra en el Colegio Naval de Cádiz (23 de septiembre de 1767), lo que sólo le llevó hasta ser promovido a alférez de fragata (12 de octubre de 1767).

Al finalizar sus estudios, embarcó en el navío Terrible (15 de diciembre de 1767), mandado por el capitán de navío Ignacio Ponce de León y destinado al corso entre los cabos de San Vicente y Santa María.

Navegó por el Océano y el Mediterráneo, visitando algunos puertos dependientas del Departamento, y haciendo un viaje redondo (ida y vuelta) a las islas Canarias; desembarcó el 14 de enero de 1769. No estuvo mucho tiempo en tierra, pues embarcó en la fragata Palas (25 de abril de 1769), mandada por el capitán de navío Juan Tomaseo, que tenía la misión de trasladar a Alejandro O’Reilly hasta La Habana, y regresó a Cádiz con caudales. Al regreso, desembarcó (12 de mayo de 1770).

Fue promovido a alférez de navío (13 de enero de 1771) y trasladado por tierra a Ferrol para embarcar en la escuadra de Andrés Reggio. Una vez allí, embarcó en el navío San Francisco de Asís (20 de marzo), mandado por el capitán de navío Francisco Magurra, donde prosiguió sus servicios hasta el desarme de la escuadra (1 de julio), aunque inmediatamente embarcó en la fragata Santa Catalina (15 de julio), mandada por el capitán de fragata Manuel Ruiz Huidobro, destinada a trasladarse a Montevideo. Por disposición del comandante del Río de la Plata, Josef Díaz Beanes, fue trasladado a la fragata Santa Bárbara (15 de febrero de 1772), de su mando, con la que salió en mayo siguiente para el puerto de la Soledad en las islas Malvinas y, al terminar la comisión, regresó a España en la misma fragata. Al llegar a Cádiz desembarcó (4 de septiembre de 1773) y en octubre del mismo año se trasladó en la fragata Dorotea de transporte a Cartagena de Levante, destinado a dicho departamento.

Allí se le nombró para una de las galeotas destinadas al corso en el Mediterráneo, la Concepción (12 de abril de 1774). Ascendió a teniente de fragata (28 de abril).

Desembarcó de la galeota (4 de octubre) para pasar al jabeque Pilar (26 de octubre), mandado por el teniente de navío Aníbal Casoni y destinado al corso, y, con dicho buque y en la escuadra de Pedro Castejón, se encontró en la expedición de Argel. El 23 de febrero de 1775, con el jabeque de su destino, batió las baterías y trincheras enemigas durante el sitio del Peñón.

En el de Melilla salió mandando una lancha para hacer con otras de la escuadra una maniobra de diversión cerca de la costa vecina a la ciudad y favorecer una salida de la guarnición, para clavar los cañones de una batería que la molestaba. En el desembarco que se hizo en Argel, mandó igualmente una lancha, y con el fuego de su jabeque protegió el reembarco del ejército. Con su buque regresó a Cartagena y desembarcó del jabeque (23 de julio) para embarcar en la fragata Santa Teresa (13 de octubre), mandada por el capitán de fragata Morales, con la que pasó a Cádiz y continuó desempeñando comisiones en las costas del Departamento gaditano, hasta que desembarcó por haber sido destinado al Departamento de Ferrol (7 de mayo de 1776) y pasó al navío Poderoso, que era de aquel departamento y mandaba el capitán de navío Josef Díaz Beanes.

Fue promovido a teniente de navío (6 de julio de 1776) y tomó el mando de la fragata Júpiter (7 de agosto), integrada en la escuadra del marqués de Casa-Tilly, que condujo al río de la Plata la expedición mandada por el general Ceballos. Con su buque asistió a la toma de la isla de Santa Catalina, colonia de Sacramento y demás operaciones que tuvieron lugar hasta la paz con los portugueses. A su regreso a Cádiz, cesó en el mando (28 de septiembre de 1778). Al año siguiente, embarcó en la fragata Gertrudis (12 de marzo de 1779), mandada por el capitán de navío Buenaventura Moreno y destinada a efectuar vigilancia en el Estrecho. En 10 de junio trasbordó al navío Santa Isabel, a las órdenes de Diego de Torres, capitán de bandera del jefe de escuadra Antonio Posada con el que se incorporó a la escuadra francesa del conde Guinche (4 de marzo de 1780). No permaneció mucho tiempo en este buque, pues pasaría al navío Santísima Trinidad (7 de junio), mandado por Fernando Davis capitán de bandera de Luis de Córdoba (comandante de su buque insignia); de donde, a los tres meses, pasó a mandar el jabeque Mallorquín, con el cual y llevando a sus órdenes al de igual clase Garzota, fue destinado al apostadero de Tánger, en cuyas aguas apresaron los bergantines corsarios ingleses Sali-Raquel, Poly y Delfín y los condujeron a Algeciras. Allí fueron comisionados ambos jabeques, en unión del Murciano, para recoger a los presidiarios de África, y a su regreso se les destinó para cruzar en vigilancia marítima el Estrecho. Después fue incorporado con su jabeque a la división del brigadier Francisco de Vera, y hallándose con ella en las inmediaciones de cabo de Palos (20 de octubre) divisaron tres jabeques argelinos de 34, 32 y 30 cañones respectivamente, y emprendida la caza, fue destinado con el suyo a perseguir a uno de ellos; serían como las cuatro y media de la tarde. A las nueve de la noche se le unió el jabeque Lebrel, y juntos continuaron la caza toda la noche, a pesar del fuerte viento y mar que por momentos se incrementaba, hasta las nueve de la mañana del día siguiente, que cercanos a África, perdieron de vista al enemigo. A esta hora eran tan fuertes los chubascos de agua y viento y tal la furia de la mar, que decidió a Estrada, de común acuerdo con el comandante del Lebrel, dar la vuelta y dirigirse a nuestra costa al rumbo oeste, lo que no pudieron conseguir hasta el 28, que después de intentar en vano entrar en Cartagena, tuvo que fondear al norte de la isla de las Palomas. Durante la travesía, tuvo, entre otras averías, la pérdida de los palos mayor y trinquete. A finales de ese año fue destinado, en unión del jabeque Gamo y la fragata Magdalena, a las órdenes del capitán de fragata Domingo de Nava, para escoltar desde Barcelona a Cartagena un convoy de maderas para el arsenal; pero tuvo que volverse al primer punto por haber sufrido su buque algunas averías. Entró en Cartagena una vez reparadas las averías en los primeros días de 1781 y volvió a salir con la división de Francisco de Vera en demanda de Barcelona (26 de febrero), con su buque y acompañando al jabeque San Sebastián. Más tarde, a las órdenes del capitán de navío José de Salazar, batieron y rindieron en las proximidades del cabo de San Vicente a la fragata corsaria inglesa Emperador, de 36 cañones y 188 hombres de dotación (17 de mayo). Esta fragata fue incorporada a la Armada con el nombre de Salazar. Después se unió otra vez a la división de Francisco de Vera, y con ella entró en Cartagena (28 de junio), convoyando un paquebote danés llamado La galera de Ámsterdam, que había represado de los corsarios mahoneses. En dicho puerto fue designado con su buque para el servicio de guardia de cuatro embarcaciones que se hallaban fondeadas en la ensenada de Escombreras con doce mil quintales de pólvora que debían conducir a Cádiz, pero al retirarse al puerto en la mañana del 24 de julio, en una revirada del buque, encalló sobre la cabeza del cantil de la laja del fuerte de Santa Ana, de donde pudo zafarse a las cinco de la tarde, gracias a las acertadas maniobras de Estrada, sin ningún daño de consideración. Sin embargo, al entrar en el arsenal para ser reconocido, se procedió, según costumbre, a la extracción de su pólvora, y en esta operación se produjo el incendio de parte de ella, con el resultado de un muerto y cinco heridos por quemaduras. Después de este incidente, fue destinado para incorporarse con su buque a la división del capitán de navío Baltasar Sesma, que había de unirse a la expedición de mar del brigadier Buenaventura Moreno para la toma de Mahón, y que salió de Cartagena en la mañana del 27 del mismo mes de julio; concurrió al bloqueo y rendición de la ciudad (29 de agosto) y del castillo de San Felipe (4 de febrero de 1782). En atención a sus méritos durante este hecho de armas, fue promovido a capitán de fragata (2 de marzo), confiriéndosele al mismo tiempo el mando de los batallones de marina del Departamento de Ferrol.

A pesar del nombramiento, continuó con el mando del jabeque, ocupándose en transportes de tropas del ejército y prisioneros ingleses entre Mahón y la Península, hasta finales de agosto, en que, continuando el sitio de Gibraltar por nuestras fuerzas de mar y tierra, pasó a mandar la batería flotante Tallapiedra, con la que se batió ejemplarmente hasta su pérdida en la noche del 13 de septiembre, que en el ataque general dado a la plaza, fue incendiada por las balas rojas inglesas. En la flotante iba el príncipe de Nassau, general de las tropas de desembarco, que fue testigo del valor con que Estrada sostuvo su puesto, siendo al final herido. Como consecuencia de los méritos en el combate, fue promovido a capitán de navío (21 de diciembre de 1782), a pesar de haber transcurrido tan sólo nueve meses de su anterior ascenso.

Pocos meses después se le confirió el mando del navío África (1 de abril de 1783), con el que realizó vigilancia marítima en las proximidades del cabo San Vicente para proteger la recalada de los barcos procedentes de América. Al terminar desembarcó y tomó el mando del navío Castilla (1 de septiembre) y de una división compuesta, además, del navío Miño y las fragatas Balbina y Biviana, con la cual transportó al Regimiento de Cantabria de Cádiz a Puerto Rico.

A continuación, solicita licencia, que es concedida (18 de febrero de 1786), para recuperarse de unas fuertes obstrucciones en Villaviciosa. La recuperación se alargó más de lo previsto y tuvo que pedir prórrogas hasta 17 de diciembre de 1787. Se le concede la Cruz de Marina pensionada (8 de noviembre de 1787). Mandó después la fragata Carmen (12 de marzo de 1789), incorporada a la escuadra de evoluciones de Félix de Tejada, pero tuvo que dejarla por nueva enfermedad (12 de mayo de 1790). Durante este mando, se le concede la Real y distinguida Orden de Carlos III (24 de julio de 1789), con opción a pensión. Una vez recuperado, releva al brigadier Juan Landecho interinamente como encargado de la llave del almacén e inventarios del navío América y de la fragata Santa Rosalía. No duró mucho tiempo en este destino, pues volvió a tomar el mando del navío Castilla (24 de junio de 1790), con el que salió para la América septentrional, visitando los puertos de Tenerife, Puerto Rico, Habana, Veracruz, La Guaira y Cartagena de Indias, regresando a Cádiz y cesando en el mando por desarme de su navío.

El 19 de enero de 1792 fue autorizado Nicolás de Estrada para casarse con Josefa González Guiral. Matrimonio del que tuvieron nueve hijos.

Al rompimiento de las hostilidades con la República francesa (26 de abril de 1793), se le dio a Estrada el mando del navío San Dámaso, con el que estuvo de vigilancia marítima durante 86 días en las inmediaciones de la isla de Santa María, y desembarcó en Cádiz (12 de febrero de 1794), al haber sido promovido a brigadier el 25 de enero anterior, tras once años en el empleo de capitán de navío (quizás pagó sus enfermedades).

En el nuevo empleo se le confirió el mando del navío Mejicano (1 de junio de 1795), en el que más adelante enarboló su insignia José de Córdoba, y en el que navegó en el Mediterráneo, siendo desembarcado en Cartagena y trasladado de transporte a Cádiz en el navío Gallardo. Allí tomó el mando del navío Príncipe de Asturias (10 de mayo de 1796) para participar en la expedición a Europa. Al finalizar, reorganizada la escuadra del Océano en Cádiz, después del combate de San Vicente, se le confirió al brigadier Estrada el mando del navío Guerrero (1797), perteneciente a la misma escuadra al mando de José de Mazarredo, con la que defendió el puerto del bloqueo y ataque inglés.

En 1798, salió con la escuadra en persecución de la inglesa que estaba sobre el puerto, y regresó a la bahía.

Repitió la salida, esta vez en demanda del Mediterráneo, y se incorporó en Cartagena a la escuadra del almirante Bruix, de donde salió para Cádiz y luego para Brest, donde Estrada desembarcó por enfermo, otra vez, y se trasladó a Cádiz por tierra, presentándose en el Departamento el 1 de febrero de 1801. Repuesto de su enfermedad, se encargó del mando del navío Santo Domingo (16 de febrero de 1802), con el que salió para Veracruz con azogues, regresando con caudales en septiembre del mismo año, y por su promoción a jefe de escuadra (5 de octubre), cesó en el mando y fue nombrado comandante principal de los tercios navales de Poniente (9 de julio de 1803).

En 1805, es designado segundo comandante general del apostadero de Algeciras, que estaba al mando de Bruno de Hezeta. Al año siguiente le conceden licencia sin límites al Departamento de Cádiz para el restablecimiento de su salud (22 de febrero de 1806), ya que padecía una gran fluxión y debilidad en la cabeza, originada por el mucho tiempo expuesto al sol y a los relentes sufridos en las continuas salidas hechas en el apostadero de Algeciras. Una vez repuesto de su enfermedad es nombrado comandante general del arsenal de Cartagena (21 de noviembre de 1807).

Al año siguiente, en el tumulto popular que causó la muerte al general Borja, capitán general del Departamento, Nicolás Estrada demostró una vez más su valor y arrojo. Con riesgo de su vida salió del arsenal, que mandó cerrar detrás de él, y adelantándose a los amotinados, los increpó duramente, por su proceder contra un indefenso anciano. Actitud noble que muy bien pudo costarle la vida, si no hubiera sido por la fijazón del populacho en la figura del capitán general Borja. El 23 de mayo de 1808 fue designado vocal de la Junta de gobierno de Cartagena, formada por la ausencia de Fernando VII de España. Al enterarse que tres tenientes generales, más modernos que él, han sido ascendidos por las juntas provinciales, pide su ascenso a la de Cartagena, pues tenía una real orden para ser teniente general en la primera promoción a consecuencia de un combate que sostuvo durante cuatro horas contra dos fragatas y cuatro cañoneras inglesas en el apostadero de Algeciras, y considera no tener inferiores méritos (18 de octubre de 1808). Pero al ser vocal de la misma, él mismo promueve que debía ser la central, que presidía el conde de Floridablanca, la que tomara la decisión.

Ascendió a teniente general (27 de febrero de 1809) y continuó con el mando del arsenal en comisión, en la que cesó el 21 de julio de 1810, siendo nombrado vocal de la Junta de asistencia del Departamento. Por enfermedad del capitán general del Departamento, Manuel Núñez Gaona, es designado capitán general interino por la Regencia del reino (19 de enero de 1812). Pero el general Estrada, honrado y pundonoroso, y acostumbrado a decir siempre la verdad al Gobierno sin disimulo ni reticencias, se vio en la necesidad de exponer la verdadera situación del Departamento y, como consecuencia de ello, presentó la dimisión (2 de marzo de 1812), por deberse veintiún meses de haberes, porque se estaba mendigando y había gente que no comía en veinticuatro horas. La regencia no le admitió la dimisión y Estrada tomó posesión del mando del Departamento (20 de mayo), y su firmeza, su honradez y la respetabilidad de su persona hizo frente a las calamitosas circunstancias que atravesaba la Marina de escasez y de miseria; a tal grado llegó, que el mismo general tuvo que vender el puño de su bastón de mando para que su familia comiese, única prenda de algún valor que poseía.

El 30 de octubre es nombrado ministro del Tribunal especial de Guerra y Marina en lugar del jefe de escuadra José Espinosa Bello, por dimisión, y, repuesto de su enfermedad, se hace cargo del mando del Departamento Manuel Núñez Gaona (14 de noviembre de 1812), y trasladándose a Cádiz, juró y tomó posesión de su plaza en el referido Tribunal. En 11 de junio de 1813, todavía se le deben treinta y dos meses de su sueldo. En 1814 se trasladó a Madrid con el Gobierno, y al año siguiente, instituido el Consejo Supremo del Almirantazgo, bajo la presidencia del infante don Antonio, fue nombrado ministro del mismo, y más delante de su cámara. A finales de 1818 se suprimió el Almirantazgo, y el general Estrada pasó de ministro al Consejo Superior de la Guerra, en la sala de Marina que se estableció en el mismo; nombrándosele, al mismo tiempo, director general interino de la Armada; cargo que ocupó hasta que se restableció el sistema constitucional y siendo incompatible con el cargo de ministro del Tribunal especial de Guerra y Marina que servía Estrada cualquier otro cometido, cesó en mayo de 1820 en el desempeño de la Dirección General de la Armada que con tanto acierto había ejercido. En esa época, tenía dos hijos sirviendo en la Marina y un tercero, que quería servir en el Real Cuerpo de la Guardia del Rey, tenía dieciocho años. En 1823 siguió al Gobierno, primero a Sevilla y luego a Cádiz, y al embarcarse en las orillas del Guadalquivir fue robado y maltratado, pasando finalmente a Cádiz, donde estuvo todo el sitio y bombardeo, demostrando en él el mismo ardor combativo que en sus anteriores campañas. Concluido el cual, anulado el sistema constitucional y declarado el Rey en la plenitud de sus soberanos derechos, el general Estrada continuó en Cádiz, sin ser repuesto en su plaza de consejero de la Guerra que legítimamente le correspondía, por haber sido nombrado antes de marzo de 1820.

Este golpe no pudo sobrellevarlo el general por su carácter impetuoso y honrado, y dirigió una exposición a S. M., a finales de 1823. A esta reclamación no se contestó, dejándola el ministro para mejor ocasión; pero ésta no pudo llegar, porque agravándose los males del general Estrada, física y moralmente, falleció en la propia ciudad de Cádiz a los setenta y seis años de edad y sesenta de honrosos servicios a su patria.

Para que sirva de lección, su viuda todavía solicitaba en 1844 la liquidación de los créditos adeudados a su difunto esposo.

 

Fuentes y bibl.: Archivo-Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/377, exp. personal, 1830.

F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. I, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 519-530; D. de la Válgoma y el barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, asiento 1431, págs. 208-209; C. Martínez- Valverde, “Biografía Nicolás Estrada”, en Enciclopedia general del mar, t. IV, Barcelona, ediciones Garriga, 1957, págs. 139-140.

 

José María Madueño Galán

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