Guzmán, Mencía de. Castilla, p. s. xv – Toledo, 1469. Noble, dama castellana.
Hija de Pedro Suárez de Toledo y de Leonor de Guzmán, por su propio testamento, dictado en la ciudad de Toledo el 26 de marzo de 1469, cabe reconstituir hasta una tercera genealogía ascendente, paterna y materna, de la propia Mencía de Guzmán y de su primer marido García de Cervatos, personajes todos pertenecientes a la mediana nobleza castellana.
La personal impronta de doña Mencía radica en su condición de esposa de su segundo marido, Lope Ortiz de Stúñiga (Estúñiga o Zúñiga), hijo a su vez de un mariscal regio perteneciente a un linaje oriundo de Estella (Navarra) y radicado en Castilla desde finales del siglo xiii.
Lope Ortiz de Stúñiga fue comendador de Guadalcanal y Trece de la Orden de Santiago; lugarteniente de Suero de Quiñones en la caballeresca empresa por éste promovida en el famoso Paso Honroso sobre el puente del río Órbigo (León) en 1434; y notable poeta encabezador del Cancionero renacentista español conocido precisamente por su apellido.
La memoria de Mencía radica pasivamente en la incidencia surgida en su relación matrimonial, un 2 de noviembre de 1462, día en el que el esposo, “con cierta gente suya armada”, quebrantó las puertas del monasterio toledano de Santo Domingo el Real y extrajo por fuerza de él a su mujer, allí refugiada bajo la protección de priora y monjas que la habían acogido, “por división que auía entre ella e el dicho Lope de Çúñiga su marido”.
El suceso causó sensación y escándalo en la ciudad, dado el nivel social y prestigioso de sus participantes, provocando la convocatoria por el asistente real y el alcalde mayor de Toledo, y aun de todas las autoridades judiciales y municipales, a sesión extraordinaria en la que se trató la consideración de tan singular evento. Habida cuenta, sobre todo, de la violencia cometida contra la institución religiosa clausurada: “Estando la dicha casa so guarda e amparo e seguro real del dicho señor Rey [...] contra Dios e contra toda justicia, auiendo justicia en esta çibdad, ansí eclesiástica como seglar, por donde cualquier acción e cualquier derecho que tenía lo pudiera demandar”.
Comparecido el causante y planteada por parte de las justicias superiores su prisión a “buen recaudo, sin posibles suelto nin fiado”, don Lope eludió su inmediata prisión y sentencia invocando su condición de caballero de la Orden de Santiago, con exención y privilegio de jurisdicción que no fuese la regia. Si bien sometiéndose a permanecer enclaustrado en su casa como prisión hasta que cualquier resolución al respecto fuese acordada por la Corona.
No consta la resolución definitiva del problema judicial ni familiar, pero el hecho es que, en alguna manera, pudo restablecerse al menos cierta concordia conyugal, ya que cuatro años después, en 1466, el marido manifestó su deseo de ser enterrado en su día junto con su esposa en la capilla por él patrocinada del monasterio toledano de Santa Catalina. Si bien tres años después, en vísperas de su propia muerte, doña Mencía dispuso señalar para su sepultura la de su padre, Pedro Suárez de Toledo, en el monasterio de Santo Domingo el Real, donde habrían de serlo también después sus hermanas doña María y doña Marquesa, profesas en dicho templo.
El testamento de doña Mencía constituye un perfecto especimen tipológico del género documental de su tiempo, con sus respectivas manifestaciones explícitas indiciales de profunda fe, devotas disposiciones fúnebres y litúrgicas, mandas familiares y caritativas.
Y, en su caso, transparenta la permanencia hasta el fin de sus días del desarraigo que hubo de perdurar en la vida de la pareja, con abstracción de transmisión de bien alguno al cónyuge superviviente, sino por el contrario, prevención frente a posible falsa invocación alguna por parte de éste.
Bibl.: E. Benito Ruano, “Testamento de D.ª Mencía de Guzmán, mujer de Lope de Stúñiga (Toledo, 1469)”, en Homenaje a José María Lacarra, Príncipe de Viana, año XLVII, Anejo 2 (1986), págs. 35-47; “Lope de Stúñiga, poeta y justador”, en Gente del siglo xv, Madrid, Real Academia de la Historia, 1998 (2.ª ed.), págs. 206-336.
Eloy Benito Ruano