Cromberger, Jácome. Sevilla, c. 1525 – ¿América?, 1560. Impresor.
Hijo mayor del impresor Juan Cromberger, se hizo cargo del taller tras la muerte de su padre y después de que su madre, Brígida Maldonado, lo dirigiese durante quince años, hasta que Jácome alcanzó la edad suficiente para hacerse cargo del negocio.
Durante este tiempo, Brígida intentó hacer de su hijo un impresor en consonancia con su apellido, y ya en 1540, cuando Jácome contaba sólo quince años, le autorizó a representar a los herederos de Juan en algunos tratos comerciales. En 1541 le facultó nuevamente para solicitar una merced de la Corona para la renovación de los monopolios de la imprenta mexicana y la exportación de libros a Nueva España, al tiempo que conseguía acrecentar los negocios relacionados con los intereses mineros de la familia Cromberger.
En este período de minoría de Jácome, el nombre del difunto Juan se mantuvo en la impresión de los libros, aunque en los cinco primeros años de la década 1540-1550, el nombre de Jácome comenzó a aparecer gradualmente en los colofones. Fue por primera vez en el Tratado sutilisimo de aritmética y de geometría, de fray Juan de Ortega, y con la fórmula: se imprimió “en casa de Jácome Cromberger”, que se repitió en abril de 1543 en el pie de imprenta de la Silva de varia lección, de Pedro de Mexía. El nombre de Jácome apareció definitivamente en los colofones a partir de diciembre de 1545, en el libro de Los cuatro libros del valeroso caballero don Cirongilio de Tracia y, a partir de agosto de 1546, las ediciones salidas de la imprenta crombergiana contienen un colofón que dice claramente que han sido impresas por Jácome.
Todo en su futuro parecía prometedor. Aunque muy joven al heredar la imprenta, había pasado varios años formándose y probablemente su padre le había enseñado los rudimentos del oficio antes de morir.
Contaba también con experiencia en los negocios, especialmente en el comercio con América. Sus relaciones con los mercaderes alemanes e italianos establecidos en Sevilla eran extraordinarias y, como broche, se casó hacia finales de 1450 o principios de 1551 con la hija del impresor Juan Varela de Salamanca, Inés de Alfaro, matrimonio que le permitió reunir el material de las dos imprentas más importantes de Sevilla, ya que ninguno de los tres hijos de Juan Varela se interesó por continuar el negocio de su padre. La unión fue próspera, aunque como apunta Griffit, pudo ser “que la prosperidad creciente le llevó a descuidar la imprenta y a prestar mayor atención a otros negocios que producían mayores beneficios”, como sus empresas mineras en el Nuevo Mundo. Lo que resulta cierto es que esta decadencia, manifestada ya tras el fallecimiento de Juan, se hizo más patente. Disminuyó el número de ediciones impresas desde 1550 y los tipos, ya deteriorados, no se sustituyeron por otros. La apariencia de los libros que salieron del taller es de mala calidad, carente de cualquier rastro de la elegancia anterior, la imprenta adolece de inversiones y no cuenta con mano de obra cualificada.
Las impresiones de Jácome fueron escasas. Hasta 1550 sólo existe referencia de treinta y una, y de éstas, ocho eran reimpresiones de libros de caballería muy conocidos, por los que Jácome parece haber tenido predilección.
Entre sus ediciones se cuentan la Parte tercera de la crónica del muy valiente príncipe don Floristel de Niquea, impresa en 1551, la Vita Christi, de Ludolpho de Saxonia, y la Crónica troyana de Guido de Colonna, fechada en 1552.
A la falta de innovación y de capital se añadió la competencia de los mejores precios en las ediciones realizadas en Venecia o los Países Bajos. Pero la competencia no llegaba sólo de las importaciones extranjeras. El excesivo número de impresores establecidos en la ciudad de Sevilla hizo que el volumen de participación de la imprenta cromberguiana en el total de la edición sevillana fuera decreciendo progresivamente El final de la década acentuó los problemas económicos y parece que Jácome llegó a ser encarcelado por las deudas contraídas. Las noticias sobre Jácome en Sevilla desaparecen en 1558. Parece que embarcó hacia América acompañando a su hermano Tomás. A comienzos de 1560 su mujer, Inés, mantenía aún que su marido estaba en América, pero a comienzos del año siguiente se presenta como viuda. Es probable que Jácome muriese en América poco tiempo después de su llegada.
No se cuenta con documentación ni en Sevilla ni en México sobre algún testamento dejado antes de salir de España. Dejó una viuda que murió hacia 1590, dos hijas y un hijo, Juan Cromberger Maldonado, que en 1577 se embarca hacia las Indias como administrador de las indulgencias de la Santa Cruzada, pero del que no consta ninguna relación con la imprenta. Su padre fue el último de una dinastía dedicada a la impresión de libros durante más de cincuenta años.
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Isabel Moyano Andrés