Junta, Julio de. Florencia (Italia), c. 1549 – Madrid, 27.I.1619. Editor e impresor.
Miembro de la familia italiana de los Junta, creadora de una gran multinacional del libro, se trasladó a España donde ya se encontraba su hermano Lucas, para potenciar las actividades de la familia —ya iniciadas por su primo hermano Felipe de Junta, impresor en Burgos, y el citado Lucas— ante la gran necesidad y demanda de libros litúrgicos, consecuencia de la renovación promovida por el Concilio de Trento. De 1571 es la primera noticia documental de su presencia en España. Activó los contactos para lograr contratos de impresión en talleres españoles y extranjeros, hasta que el 7 de febrero de 1577, en sociedad con el burgalés Juan de la Presa, logró el asiento del suministro de libros litúrgicos del Nuevo Rezado, o sea, la exclusiva de provisión de estas ediciones en los reinos de Castilla, tanto de las impresas en esos reinos como fuera de ellos. En este último caso, se le iba concediendo autorización para la salida del país de las divisas necesarias para su pago. El fallecimiento de Juan de la Presa en 1582 dejó a Julio de Junta como único poseedor del asiento, o sea, de la exclusiva.
Julio de Junta fue heredero universal de su tío Filippo dei Modesti di Prato, según el testamento que éste dictó en 1590, que le obligaba a incorporar su apellido, por lo que cambió nombre y firma: de Julio de Junta pasó a ser Julio Junti de Modesti.
La nacionalización de la producción de los libros litúrgicos del Nuevo Rezado fue la principal causa del traslado de Salamanca a Madrid de las prensas que Julio de Junta había comprado al impresor salmantino Cornelio Bonardo, con lo que hizo efectiva la voluntad real de establecer una gran imprenta. El Monarca le hizo merced en 1594 del título de impresor del Rey para sí o la persona que nombrare, que fue su sobrino Tomás Junti. Aunque en 1594 inició sus actividades, hasta 1596 no figura en el pie de la portada la indicación En la Imprenta Real. Es preciso señalar que, a pesar del nombre, el taller era de propiedad privada de los Junta y sus sucesores. Hasta la segunda mitad del siglo xviii no se crea una nueva Imprenta Real, desaparecida la anterior, propiedad ya de la Corona.
La imprenta Real estaba técnicamente muy bien dotada —prensas, tórculos, letrerías— para realizar todo tipo de trabajo de alta calidad. Imprimió buenos libros litúrgicos y de otras materias, pero su producción no fue suficiente para impedir la necesidad de completarla con importaciones. Ya en el siglo xvii, la penetración de las ediciones litúrgicas de la Oficina Plantiniana se impuso, favorecida por el monasterio de El Escorial.
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Jaime Moll