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Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta

Biografía

Vizarrón y Eguiarreta, Juan Antonio de. El Puerto de Santa María (Cádiz), 2.IX.1682 – Ciudad de México (México), 25.I.1747. Clérigo, canónigo, arzobispo de México, virrey de México.

Fue hijo de Pablo Vizarrón Alzuela, nacido en Ituren, Navarra, y de Ana Eguiarreta, nacida en El Puerto de Santa María, también de origen navarro. Se casaron el 7 de julio de 1677, siendo Ana, con veintidós años, ya viuda. Los Vizarrón eran hijosdalgo desde 1680. El padre era caballero de Alcántara. Juan Antonio fue el segundo de cuatro hermanos.

No se sabe cuándo Juan Antonio se ordenó sacerdote, pero sí que estudió en Roma y su primer destino fue capellán de la iglesia prioral de su ciudad natal, de donde, doctor en Cánones, pasó a canónigo en la Catedral de Cuenca y después a la Patriarcal de Sevilla, con la dignidad de arcediano. El Rey visitó en 1729 El Puerto de Santa María, conoció al Dr. Vizarrón (se alojó en “casa de los Vizarrones”) y le nombró “sumiller de cortina”. El 25 de enero de 1728 había fallecido el arzobispo de México, Juan Pérez de Lanciego y Eguiluz. Se propuso de entre la clásica terna (tres prelados de otras diócesis mejicanas) al obispo de Puebla, pero éste renunció alegando su edad. El Rey resolvió: “Vengo en admitir la dimisión del Obispo de Puebla de los Ángeles de la nominación para el arzobispado de México y nombro para este arzobispado a Don Juan Antonio Vizarrón, arcediano y canónigo de la Iglesia de Sevilla”. Se solicitó al interesado, el 14 de noviembre de 1729, su consentimiento. Vizarrón, en sentida carta terminaba así: “Confieso a V. S. que la singular honra que, sin mérito alguno, debido a la summa clemencia de S. Majestad ha sido de calidad que, omitiendo mi confusión, no me ha dexado libertad para otra cosa que venerar y aceptar su real resolución [...]” Salieron para Roma los pliegos firmados por el Rey el 30 de enero de 1730. Las bulas papales, de 24 de julio de 1730, pasaron al Consejo de Indias el 18 de septiembre de 1730. No se consagró en Sevilla, pese a pedírselo al Rey y éste aceptarlo, sino en México. Omitimos los preparativos del viaje, el avituallamiento, el séquito, las incidencias. Llegado a México, informó al Rey el 5 de enero de 1731. El 13 de mayo de 1731 se consagró. Fue en la Catedral de México el día citado, domingo. Actuó de prelado consagrante Juan Antonio Lardizábal Elorza, arzobispo de los Ángeles (México), asistido por José Félix Valverde, obispo de Caracas (Venezuela) y por Juan Casterena, obispo de Yucatán (México). La recepción oficial del arzobispo se hizo el 3 de febrero de 1732. Su solemne entrada se efectuó el 24 de dicho febrero.

El nuevo arzobispo publicó un edicto, 15 de septiembre de 1731, pidiendo a todos los clérigos, de cualquier clase, que presentaran sus títulos y licencias, lo que así se hizo, quedando en marzo de 1732 todo ejecutado en buena forma. Siguió con un “Sínodo para curatos” (“doctrinas” rurales); de cuarenta y dos religiosos solamente aprobaron cuatro. Llamó después al clero, con resultado muy favorable: de treinta y dos eclesiásticos, veinte se calificaron de muy aptos, los restantes “competente”. Después publicó una oposición a la canonjía doctrinal. Se presentaron dieciséis. La oposición fue muy reñida. Fue nombrado el doctor Antonio López de Velasco y Texada, sevillano, de treinta años. Las dos preocupaciones máximas del arzobispo fueron el seminario y la catedral. Encontrado el primero con “atraso y escasez de rentas”, procuró el arzobispo sanear su economía y renovar sus cátedras. Sobre la catedral recibió un memorial del deán y Cabildo, en el que, con antecedentes, se le informaba que su fábrica estaba todavía sin terminar. Consiguió que el virrey aplicase un fondo de 95.000 pesos, que desde lejanos tiempos parecía que se había perdido. Se construyó el Palacio Arzobispal y una casa de verano para los arzobispos. Muy devoto de la Virgen de Guadalupe empleó grandes sumas en la restauración de la basílica y, con motivo de la famosa epidemia, proclamó oficialmente a la Virgen de Guadalupe Patrona de México ciudad (1737) y de toda la Nueva España (1740).

En la mañana del 17 de marzo de 1734 falleció el virrey Juan de Acuña, marqués de Casafuerte. El arzobispo dio al virrey los últimos sacramentos. A las 8 de la mañana, el oidor decano de la Audiencia, marqués de Villa Hermosa, convocó a los otros oidores y en el aposento contiguo al que yacía el virrey muerto, procedió a la apertura del “pliego de mortaja” (costumbre borbónica: los virreyes nombrados llevaban consigo un pliego sellado en el que figuraba una terna, elaborada por el Rey, para su sucesión en caso de muerte o incapacidad). Abierto el pliego apareció en primer lugar el nombre del arzobispo de México. Fue confirmado en el acto como virrey, cargo que acumulaba el de capitán general y presidente de la Audiencia. Luego de unas horas “de respeto” juró el cargo por la tarde. El cadáver del difunto se enterró el día 21 en la iglesia de Recoletas Franciscas con los honores de rigor, presidiendo el solemne funeral el arzobispo y nuevo virrey.

Era costumbre hacer grandes festejos en la proclamación de un nuevo virrey, aunque el interesado estuviera residiendo ya en la capital. La Ciudad tenía 6000 pesos para este gasto. Vizarrón se negó a que se gastaran y solamente consintió actos de júbilo y regocijo. El nuevo virrey creyó que su cargo era puramente interino y así, poco después de su nombramiento, escribió a José Patiño para “ser removido quanto antes deste gran peso”. Pero su virreinato duraría seis años y cinco meses.

El nuevo virrey afrontó el problema del orden público, alterado en la capital, por costumbre añeja, los viernes y días de fiestas, con pedreas de bandas rivales. Reunió a los cabecillas y consiguió el fin de las peleas urbanas. Respecto a costumbres se encontró con el grave problema de “el pulque y sus consecuencias”. En la Biblioteca Nacional, de Madrid, el manuscrito 12.051 se dedica a “Ordenanzas de los Virreyes sobre bebidas prohibidas”; el virrey emitió dos edictos. Adecentó la ciudad, empedró calles, reparó calzadas, limpió acequias y canales el ingeniero militar Luis Díaz Navarro, y se atajó el riesgo de inundaciones. Terminó en diciembre de 1734 la Casa de la Moneda, empezada en 1731 y nombró a su arquitecto, Valenzuela, director de la entidad. Se inauguró con festejos (Gazeta de México, n.º 85, diciembre de 1734). Concluyó otros edificios: las iglesias de Santa Catalina y de San Hipólito, y la fachada principal del Real Colegio de San Ildefonso.

En 1735 una tormenta tropical inundó San Agustín, en la Florida. El virrey envió socorros. Pero la gran catástrofe de su virreinato fue la epidemia de “matlazahuatl”, que no fue fiebre amarilla como dicen muchos historiadores, sino tifus exantemático, epidemia que atacaba a los indios de forma recurrente desde antes de la conquista. La de los años 1736-1739 fue la más cruel y mortífera. Se calculan, sólo en Ciudad de México, más de carenta mil muertos. En zonas rurales murieron casi dos tercios de los indios. El virrey instaló tres hospitales, pagados de su peculio. Hasta vendió para ello “alhajas de su bajilla de plata”. Con motivo de la gran epidemia el arzobispo-virrey se ocupó de la proclamación de la Virgen de Guadalupe como patrona de la ciudad y, después, de todo el Reino, como ya dijimos. Esta cuestión y una extensa narración de la epidemia la mandó escribir el virrey al presbítero Cabrera y Quintero.

Otros aspectos de su gobernación se dirán de corrido, por brevedad. Reformó la Real Audiencia, que tenía la misma plantilla desde hacía doscientos años. Creó cuatro plazas más de oidor y dos de alcaldes del Crimen; subió los salarios de todos los empleados. El rey aprobó por Real Cédula de 13 de julio de 1739 el nuevo Reglamento de las Salas Civiles y Criminales. Incrementó tropas de las guarniciones. Fortificó los llamados “presidios”. Aumentó el real servicio de la Marina con quince nuevos buques y regaló una urca, La Vizarrona. Fomentó la minería, y hasta hubo un gran descubrimiento de plata nativa en Sonora. Hubo gran emigración de futuros mineros hacia esas tierras norteñas. Un indio, Agustín Ascuchul, dijo era profeta del “dios Moctezuma”; consiguió cinco mil indios adeptos en poco tiempo, que marcharon tras él. El gobernador de Sonora, Juan Bautista de Anza, tomó esto como una rebelión y mandó aprisionar y ahorcar al indio. Declarada la guerra en 1739 por Inglaterra, el virrey reforzó las guarniciones de Veracruz y San Juan de Ulúa, y envió soldados, armas, provisiones y dinero a los puestos militares de Florida, Puerto Rico, Santo Domingo y Cartagena. Ayudó a la Capitanía General de Guatemala contra los ingleses de Belice. Indios de California mataron a dos misioneros jesuitas; envió soldados e indios amigos y construyó el refugio de Loreto, en California Sur.

Vizarrón pidió siempre su relevo, “Sáqueme V.S. por Dios, deste continuo batallar con la sin razón” (carta al marqués de Torrenueva, consejero de Indias, 15 de septiembre de 1737). Atendida por fin su petición, el Rey nombró virrey a Pedro de Castro Figueroa y Salazar, duque de la Conquista (8 de febrero de 1739). Entró en la capital el 17 de agosto de 1740 y tomó inmediata posesión. Pero falleció en 1741 y en el “pliego de mortaja” aparecía de nuevo Vizarrón como virrey. Tan próxima estaba la prohibición real de duplicar los cargos de prelado y de virrey que la Real Audiencia tomó el mando.

Vizarrón no se libró del juicio de residencia, con ochenta y dos testigos, que contestaron a cuarenta y dos preguntas. Salió absuelto dignamente. Después de larga enfermedad, falleció el 25 de enero de 1747, según carta del nuevo virrey Juan Francisco de Güemes. Fue enterrado en la Catedral de México.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), México, 801; Indiferente General, 2949; México, 501; México, 501 y 1256; Escribanía de Cámara, 242 B 139, fol. 1.153; México, 536 A; México, 1256; México, 801.

Executorial de hidalguía de los Vizarrón, Pamplona, 1680; C. de Cabrera y Quintero, Viva copia del Magnanimo, Sagrado Macabeo Joan Hyrcano, el Ilmo Sr. Doctor Don Joan Antonio de Vizarron, y de Eguiarreta,...dignísimo Arzobispo de Mexico. Discurrida en el arco triumphal, que a su publica entrada erigiò la Santa Iglesia Metropolitana: por D. --- ---, Mexico, J. B. de Hogal..., 1732; Gazeta de México, enero de 1732; Panegyrica, metrica descripción de el Trimphal Arco, que la Santa Iglesia Metropolitana de Mexico erigio al Illmo Señor Doctor D. Joan Antonio de Vizarron, y Eguiarreta Dignísimo Arzobispo de Mexico, Mexico, J. B. de Hogal, 1732; J. A. Bustamante y Bustillo, Exposición de D. --- --acerca del descubrimiento y mérito de las minas del Real del Monte al tiempo de denunciarlas ante la superioridad del Arzobispo Virrey D. Juan Antonio de Vizarron y Eguiarreta, México, 1738; Carg os que resultan en la Pesquisa secreta de Residencias, que por Real Provision de siete de Marzo de mil setecientos y quarenta y uno està tomando el Señor Licenciado Don Juan Rodríguez de Albuerne, Marquès de Altamira, Oidor de la Real Audiencia de Mexico y Consultor del Santo Oficio, al Excelentísimo Señor Dr. D. Juan Antonio Vizarron y Eguiarreta, Arzobispo de esta Metropoli, por los empleos de Virrey, Gobernador, Capitan General, y Presidente de esta Real Audiencia, y Chancillería de Nueva-España..., Mexico, 89 hojas; C. de Cabrera y Quintero, Escudo de armas de Mexico: celestial proteccion de esta nobilísima ciudad, de la Nueva-España, y de casi todo el Nuevo Mundo, Maria Santissima, en su portentosa Imagen del mexicano Guadalupe...,Y Jurada su principal Patrona el passado de 1737. En la angustia que ocasiono la Pestilencia, que cebada con mayor rigor en los Indios, mitigò sus ardores al abrigo de tanta sombra: describiala de orden, y especial nombramiento del Ilustrissimo, y Excelentísimo Señor Dr. D. Juan Antonio de Vizarron, y Eguiarreta,... D. --- ---, Presbytero de este Arzobispado...., Mexico, Viuda de D. J. B. de Hogal, 1746; M. del Puerto, Oracion fúnebre a la feliz memoria del Excmo. Sr. Dr. D. Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta, Arzobispo de México, Virrey de la nueva España, etc., en las magníficas honras hechas por los Señores sus Sobrinos en la prioral de este Gran Puerto de Santa María en 15 de Julio de 1747, Puerto de Santa María, F. Rioja y Gamboa, 1747; D. García, Demonstración generosa de la más agradecida piedad. Sermón panegyrico (Ecclesiasticus. XXX, 4)... a la...memoria del... Sr. D. Antonio de Bizarrón y Eguiarreta.... Arzobispo de México y Virrey de la Nueva España, Sevilla, ¿1749?; J. M. Beristain de Souza, Biblioteca Hispano Americana Septentrional, vol. III, Amecameca, Tip. del Colegio Católico, 1883 (2.ª ed.), págs. 298-299; J. T. Medina, La Imprenta en México (1539-1821), Santiago de Chile, 1908, vol. IV, págs. 98, 215, 319, 327, 338-339, 347. 352, 368, 385, 386, 388, 390, 396-397, 407. 408, 434. 435, 456, 460, 475. 478, 483, 487, 500. 520, 531; vol. V, págs. 20, 22, 28, 74, 76, 77, 310, 386, 430, 591; vol. VI, 1909, pág. 355; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, vol. LXIX Madrid, Espasa Calpe, 1929, pág. 812; A. Palau y Dulcet, Manual del Librero Hispanoamericano..., vol. V, Barcelona, Librería Palau, 1951, pág. 208, n.º 84.989; vol. XII, 1961, pág. 249, n.º 201.381; vol. XIII, 1962, pág. 282, n.º 241.135; vol. XXVII, Barcelona-Oxford, A. Palau, The Dolphin Book Co, Ltd., 1976, pág. 452, n.os 272.250 a 372.254; The National Union Catalog Pre-1956 Imprints..., London and Wisbech, Mansell, vol. 88, 1970, pág. 54, vol. 379, 1975, pág. 276, vol. 380, 1975, pág. 216, vol. 640, 1979, pág. 422; J. I. Tellechea Idígoras, “Los Vizarrón. Una estirpe vasco-navarra injertada en Andalucía y México”, en Revista de Indias, XXI, 123-124 (enero-junio de 1971), págs. 330-349; Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto Enrique Flórez, 1972; F. Orozco Linares, Gobernantes de México, México, Panorama, 1985, págs. 129-130; The British Library General Catalogue of Printed Books to 1975, vol. 341, London, etc., K. G. Saur, 1986, pág. 195; V. Guitarte Izquierdo, Episcopologio Español (1700-1867)..., Castellón, Ayuntamiento, 1992, pág. 50, n.º 207; Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, vol. IV, México D. F., Ed. Porrúa, 1995 (6.ª ed.), pág. 3768; P. Castañeda Delgado e I. Arenas Frutos, Un portuense en México. Don Juan Antonio Vizarrón, Arzobispo y Virrey, El Puerto de Santa María, Ayuntamiento, 1998.

 

Fernando Rodríguez de la Torre