Sarriá, Teresa. Teresa Brígida Eduarda de Jesús María. Vitoria (Álava), 13.X.1685 — Ciudad de México (México), 8.IX.1765. Abadesa brígida, fundadora del convento de las brígidas de ciudad de México.
Hija de un caballero de la Orden de Santiago, José Tomás de Sarriá Paternina y Líquez, señor de la villa de Herenchun y de la Torre de Ascarza y de María Ana Tomasa de Inarra, residentes en la ciudad de Vitoria. Tomó el hábito de Santa Brígida, rama española de la Orden brigitina establecida en 1637 con la iniciativa anterior de la vallisoletana Marina Escobar, el 13 de octubre de 1699 en la segunda de las fundaciones de esta religión en España, en la ciudad de Vitoria. De todo ello, dio cuenta la escritura pública del escribano José de Aguirre, el día reseñado. Su profesión la pronunció el 16 de octubre de 1701, como religiosa de coro. Su dote alcanzó los mil ducados y cincuenta en alimentos, en cada año de los de su noviciado, además de los ajustes que se acostumbraban en este convento.
Fue el oidor en México, José Francisco de Aguirre, muy vinculado familiarmente con la Orden de las brígidas y con el convento de Vitoria, el que impulsó desde 1734 la fundación de una casa de estas monjas en la capital virreinal. Así se lo expuso a las religiosas de su ciudad natal. Pronto, la casa madre de Valladolid se sintió agraviada al no encontrarse en la vanguardia de este proyecto. El secreto del éxito de la empresa se hallaba en recurrir a monjas españolas para el establecimiento del convento mexicano de Nuestra Señora de las Nieves. Junto al mencionado pleito que habría de sucederse con el convento de Valladolid, la comunidad de Vitoria eligió a las fundadoras que habrían de iniciar viaje hacia las Indias. Recayó esta responsabilidad en seis monjas, el 14 de mayo de 1739. Como presidenta de todas ellas, se dispuso a la madre Teresa Brígida Eduarda de Jesús. La acompañaron Petronila del Patrocinio, Catalina de la Concepción, María Tomasa, Francisca de Jesús y la monja fuera de coro y de velo blanco, la hermana Jacinta de Santa Bárbara. La Congregación romana estableció la manera en que habría de hacerse el viaje. Cuando llegaron las oportunas licencias y se capituló la fundación, se trató de agilizar el viaje que el pleito de Valladolid había retrasado. Habría de acompañarlas una sobrina del fundador, recibiendo antes de la salida el “ábito por devoción”. El destino se encontraba en el puerto de Cádiz.
Que las monjas viajasen no quería decir que se hallasen fuera de la clausura y que pudiesen ser vistas por todo el mundo. Primero, en la isla de León fueron hospedadas en un palacio solicitado por el oidor Aguirre ante el obispo de Cádiz, el domino fray Tomás del Valle. Tuvieron que esperar cuatro años a causa del conflicto con los ingleses, en la conocida Guerra de la oreja de Jenkins, la cual se prolongó hasta 1748. Cuando ésta adquirió un carácter naval en el ámbito del Caribe, impidió las comunicaciones entre Europa y América. De Cádiz apenas salían barcos y los que lo hacían, no podían ofrecer garantías de alcanzar puerto seguro, pues la guerra había eliminado el sistema de flotas. Para las monjas, la situación se complicó pues económicamente no se encontraba previsto y tuvieron que vivir hospedadas en el Convento de la Purísima Concepción descalza de San Francisco. Una espera que las crónicas asemejaban a la fidelidad y constancia que exigía un martirio.
Finalmente, llegó el momento en mayo de 1743, en un navío llamado Nuestra Señora del Rosario, una devoción, por otra parte, muy gaditana. La ciudad y el obispo se hallaban muy pendientes de los preparativos de la travesía, contando las monjas en el barco con un espacio “en forma de combentico con su torno, puerta y balcón al mar”. El viaje fue más largo de lo habitual. La guerra continuaba, evitando los habituales ataques de los ingleses. Es verdad que, en Puerto Rico, en donde hicieron escala ante la necesidad de víveres, existía mayor peligro de naufragios. Su desembarco en Veracruz se produjo el 30 de julio de 1743. Habían alcanzado la “tierra prometida”.
El camino hacia la capital virreinal fue casi un paseo triunfal. En una de las haciendas les esperaban los fundadores del convento. Pasaron por el santuario de Guadalupe donde el agobio de la numerosa población congregada les impidió una adecuada contemplación de la Virgen. Alcanzaron, de nuevo, un convento concepcionista —como en Cádiz—, el de Regina Coeli, comenzando la vida comunitaria el 17 de septiembre de ese mismo año, prestando también su obediencia al arzobispo de México. La primera abadesa elegida fue la madre Teresa Brígida de Jesús. Aquella celebración de Santa Brígida fue muy festejada, con presencia incluso del virrey. Tomó el hábito la sobrina del fundador, Francisca Antonia de Mendibil y, en los días siguientes, entraban seis nuevas novicias, pertenecientes a las mejores familias mexicanas. En diciembre de 1744, las monjas brígidas abandonaban la casa de las concepcionistas, bendiciéndose la iglesia de su convento un año después, bajo la mencionada y deseada advocación de “Nuestra Señora de las Nieves”, en la entonces calle “San Juan de Letrán”, conocida hoy como de “Lázaro Cárdenas”, entre las actuales “
Fuentes y bibl.: Archivo Convento de las brígidas de Valladolid, Archivo casa Vitoria, A-1, fols. 290, 312, Historia de lo memorable que cada año se ofrece en este Santo Convento de la Magdalena extramuros desta ciudad de Victoria que es de la sagrada recolección de nuestra madre sancta Brígida, reformada en España por la esclarecida Virgen y madre nuestra la Venerable señora doña Marina de Escobar, enpieza esta historia y relacion desde los diez y siete de el mes de Marzo de mil y seiscientos y cincuenta y tres años en adelante = que fue el primer año de nuestra fundacion en esta ciudad y en el que vinieron nuestras madres fundadoras de la ciudad de Valladolid a poblar esta Santa Casa de la religión Sagrada de nuestra madre Santa Brígida, 1653-1758; Archivo Convento de las brígidas de Valladolid, Archivo casa Vitoria, Historia de lo memorable que cada año se ofrece en este Sancto Convento de la Magdalena extramuros desta ciudad de Victoria que es de la Sagrada Recolección de Nuestra Madre Sancta Brígida […] en pieza esta historia y relacion desde los diez y seis de el mes de marzo de mil y seiscientos y cincuenta y tres años en adelante [hasta 1758]; Archivo de Indias de Sevilla, Contratación 5486, N. 3, R. 4., Expediente de información y licencia de pasajero a indias de Teresa Brígida de Jesús, religiosa recoleta descalza de la Orden de Santa Brígida, fundadora de un convento, a México, con las siguientes personas.
J. Fernández, “Santa Brígida en México”, en II Congreso Internacional de Historia de América, Buenos Aires, 1938, págs. 438-454; L. Rosell, Iglesias y conventos coloniales de México, México, Editorial Santiago, 1946; J. Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España, México, Editorial Santiago, 1946; J. Fernández, “Santa Brígida de México”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas (México), vol. IX, 35 (1966); G. González Franco, “La orden del Salvador y su convento en México”, en Boletín de Monumentos históricos-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 3, 1979, págs. 25-32; A. S. Sifvert, The reception of the Birgittine in Mexico in 1743 – the 18th century nun Isabel Antonia, Estocolmo, Universidad de Estocolmo, 1992; Crónica de las monjas Brígidas de la Ciudad de México, Estocolmo, Universidad de Estocolmo, 1992; M.ª L. Martínez de Salinas Alonso, “La Fundación del convento de Santa Brígida de México”, en I Congreso Internacional de Monacato Femenino en España, Portugal y América, 1492-1992, vol. 1, León, Universidad, 1993, págs. 163-172; A. S. Sifvert, “Historia de la primera fundación brigidana en México”, en M. Ramos Medina (coord.), El monacato femenino en el imperio español: monasterios, beaterios, recogimientos y colegios: homenaje a Josefina Muriel: memoria del II Congreso Internacional, marzo 1995, México, Centro de Estudios de Historia de México Condumex, 1995, págs. 265-271; J. Burrieza Sánchez, Jesuitas en Indias: entre la utopía y el conflicto, Valladolid, Universidad, 2007, págs. 459-508.
Javier Burrieza Sánchez