Salazar de Mendoza, Pedro. Toledo, 1549 – 12.VII.1629. Canónigo penitenciario e historiador genealogista.
Hijo de Fernando de Salazar y Mendoza y de Catalina de Quintanilla, toda su familia llevaba varias generaciones establecida en la ciudad de Toledo, si bien su abuela materna, Ana de Espinosa, procedía del lugar de Burujón, próximo a Toledo, donde la familia tenía “casas y heredamientos de viñas y tierras y olivares y hartos tributos de maravedís y gallinas”. De familia hidalga, entre sus ascendientes figuran varios con hábitos militares, de Calatrava y Santiago, e incluso, por vía materna, aunque ilegítima, era descendiente del cardenal Pedro González de Mendoza, hijo del marqués de Santillana. Quizás la nobleza de su origen influyera en sus inclinaciones literarias y en que, con toda justicia, se le pueda considerar uno de los grandes genealogistas del siglo XVII o, como ha escrito Enrique Soria, un “linajudo”, es decir un individuo en todo el sentido de las diferentes acepciones que se dan al término: jactancioso de su nobleza de estirpe, estudioso de genealogías o persona que comercia en juicios de honor o probanzas de nobleza.
Colegial de Osuna, cursó estudios de Derecho Civil y de Derecho Canónico y además de profesor de esa Universidad ejerció como tal en la ciudad del Tajo mientras desempeñaba diversos cargos eclesiásticos.
Su carrera religiosa se inició ligada a la figura del cardenal Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo, quien le nombró su ayuda de cámara para que, como era costumbre, pudiera utilizar su asesoramiento como jurisconsulto, a la par que desempeñaba también el oficio de consejero en los asuntos pontificios. En la década de 1580 era tesorero de la colegial de Talavera, encargado de la custodia de los vasos sagrados y ornamentos y consultor del Santo Oficio. En 1587 fue nombrado administrador del Hospital de San Juan Bautista —erigido por el cardenal Tavera— por sus patronos, los marqueses de Malagón. Desempeñó este oficio, rico en rentas y en poder, durante veintisiete años, superando un momento de dificultad en 1605, cuando la marquesa de Malagón le intentó sustituir por otro clérigo, dando lugar a un litigio entre ambas partes. La culminación de su trayectoria eclesiástica tuvo lugar el 18 de julio de 1609 cuando el Cabildo de la Santa Iglesia de Toledo le admitió como canónigo penitenciario de la Catedral “atento que satisfizo al estatuto”, es decir que sus ascendientes “son y fueron no solamente cristianos viejos sino de mucha calidad, muy hijos dalgo y por tales avidos y tenidos en esta ciudad [...] sin que tengan ninguna rraza de moros judíos ni ereges ni penitenciados por el Ssto.
Ofo. de la ynqqón.”. Amigo personal de Domenico Theotocopulos El Greco, y receptor de varios cuadros del genial cretense —los conocidísimos Ciudad de Toledo con su planta o Toledo a la puerta de Alcántara—, Salazar de Mendoza se sirvió de su cargo de administrador del Hospital de Afuera para hacer varios encargos al pintor cretense. En 1596 contrató con el artista la ejecución de un tabernáculo de madera destinado a la capilla, después, en 1608 le encargó una serie de retablos para el mismo lugar, en varias ocasiones le adelantó dinero para ayudarle a superar apuros económicos. Su amistad también le ayudó en la formulación de las ideas religiosas que plasmaba en sus lienzos, moviéndose siempre dentro de la más estricta ortodoxia cristiana.
Historiador local que se propuso, al igual que otros coetáneos suyos —Francisco de Pisa, Pedro de Alcocer o Jerónimo Román de la Higuera—, glorificar el pasado de Toledo. El contenido de sus estudios trasluce no sólo un erudito en genealogía, derecho e historia sino un hombre preparado en teología, historia eclesiástica y en los clásicos. Nada mejor que el examen de la biblioteca que dejó a su muerte, compuesta por 1304 títulos y muchos más volúmenes, para verificar su inclinación típicamente renacentista hacia la antigüedad clásica, unido a una cultura cosmopolita que le llevó a leer autores en latín, griego, italiano y castellano, y a abordar una temática tan dispar como el derecho —civil y canónico, fundamental para el desempeño de su función como clérigo catedralicio—, la religión, también vital dada su condición de miembro del estado eclesiástico, la filosofía, geografía, filología, política, economía, literatura didáctica, la milicia y algunos libros científicos de materias como la medicina, el mar, la agricultura, sin olvidar su gran pasión: la historia, ya fuera universal, de lugares remotos, española o eclesiástica... nada escapaba a su entusiasmo por el conocimiento del pasado. Él mismo en su lecho de muerte expresó, entre sus últimas voluntades, su amor por la historia y su preocupación porque se editen investigaciones que deja manuscritas: “Item digo y declaro que en ratos libres de mis principales ocupaciones he entretenido el tiempo en algunos estudios de letras humanas. Particularmente en saber cosas de historia que son muy necesarias y de grande utilidad”.
Su producción como historiador genealógico puede dividirse en dos categorías de obras: las genealógicas y las propiamente históricas. De las primeras ha sido considerado uno de los grandes especialistas, así lo valora Luis de Salazar y Castro, maestro en esta ciencia. En este grupo, cabe citar sus Dignidades Seglares, el Gran Cardenal Pedro González de Mendoza, sus crónicas de la Casa de los Ponce de León, la Historia del cardenal Tavera, Crónica de la Casa de Sandoval, de clara tendencia aduladora, Casa de Ayala... La mayoría de sus tratados genealógicos se relacionan con la ciudad de Toledo, casa de Fuensalida, Pantoja, cardenal Francisco Dávila, arcediano de Toledo. Respecto a la segunda categoría, realizó varias biografías de ilustres prelados toledanos, san Ildefonso, Juan de Tavera, Bartolomé de Carranza y, sobre todo, el cardenal Mendoza. Como experto en temas eclesiásticos escribió algunos tratados concernientes a órdenes religiosas e incluso abordó cuestiones de actualidad en su momento, como los memoriales sobre la expulsión de los moriscos en 1609, justificando su salida, o sobre los gitanos, a quienes critica con aspereza.
Con todo, sus dos grandes obras se puede decir que fueron el Origen de las Dignidades Seglares de Castilla y León y la Monarquía de España, que se publicó póstumamente. La primera, valorada como un texto de gran autoridad, está estructurada en cuatro libros siguiendo un orden secuencial de reinados, desde el mítico don Pelayo hasta el rey Felipe III. Junto a los monarcas analiza toda una extensa nómina de “dignidades”, tales infantes, ricoshombres, justicia mayor, condes, duques, marqueses, grandes... La Monarquía de España constituía su gran obra, su mayor aportación, de la que la anterior sólo sería un precedente. La devoción que siente por las crónicas históricas se aprecia de nuevo en el codicilo redactado un mes después del testamento, el 8 de julio de 1629, que prácticamente está dedicado en su integridad a precisar algunos detalles en relación con sus trabajos de investigación.
“La Monarquía de España ya la dejo acabada y con privilegio para poderse imprimir luego y si algo le falta es apretar un poco un argumento en lo que es el derecho que nuestros reyes tienen a las indias occidentales. También tratando de los derechos que tiene el rey N.S. al estado de Milán se me olvidó de poner entre ellos como le pertenece la Valtelina que es cosa muy antigua en la casa de Austria y del estado de Milán y poner cuatro o cinco autores que lo dicen. En cuanto a la Cronología de los arzobispos de Toledo también puedo decir que era acabada lo que yo ordené porque es muy poco lo que le falta y Diego Suárez Montes con los papeles que tiene de mi letra y de la suya lo podrá acabar”. En cuanto a las fuentes que utilizó para elaborar sus estudios, se pueden citar historias nacionales y locales, crónicas de los reyes castellano-leoneses; textos legislativos como el Fuero Juzgo, las Partidas, la Nueva Recopilación; tratados genealógicos y cronistas, sin olvidar las archivísticas, en particular y de forma destacadísima el archivo capitular de la Iglesia toledana, al que hay que añadir los procedentes de conventos y monasterios castellanoleoneses.
Obras de ~: Chrónica del Cardenal Don Juan Tavera Arzobispo de Toledo, Toledo, Imprrenta de Pedro Rodríguez, 1603; El glorioso doctor San Ildefonso arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, Toledo, Imprenta de Diego Rodríguez, 1618; Origen de las Dignidades seglares de Castilla y León, con relación sumarial de los Reyes de estos reynos, de sus acciones, casamientos, hijos, muertes, esculturas; de los que las an criado y tenido y de muchos ricos-hombres confirmadores de privilegios, Toledo, Imprenta de Diego Rodríguez, 1618 (ed. facs., est. prelim. de E. Soria Mesa, Granada, Universidad, 1998); Chronicon de la Excelentísima Casa de los Ponce de León, Toledo, Imprenta de Diego de Rodríguez, 1620; Coronica del Gran Cardenal de España Don Pedro González de Mendoza, Arzobispo de Toledo patriarca de Alexandría, Toledo, Imprenta de Diego Rodríguez, 1625; Historia de las Arzobispos de Toledo (inéd.); Origen de la Dignidad de Grande de Castilla (inéd.); La Monarquía española, Madrid, Imprenta de Ibarra, 1770; Vida y sucesos prósperos y adversos de don fray Bartolomé de Carranza y Miranda, Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, Chanciller Mayor de Castilla y León, Madrid, Imprenta Antonio Valladares de Sotomayor, 1788; Dificultades y objectiones cerca de San Tirso Mártir (inéd.); Institución del Canonicato Penitenciario (inéd.); Juramento del Príncipe y cómo se hace en España (inéd.); Memorial contra los gitanos (inéd.); Crónico de la Casa de Sandoval, dividido en XXII elogios, al Rey Católico D. Felipe III (inéd.); Crónico de la Casa de Ayala dividido en quarenta y tres párrafos (inéd.); Relación del linaje de los Pantojas originarios de la ciudad de Toledo (inéd.); Preconio de las yslas de Canarias en la eletción de su obispo fray don Francisco de Sosa, natural de la ciudad de Toledo (inéd.); Discurso sobre la fundación de nuevas Órdenes Religiosas (inéd.).
Bibl.: B. Bennassar, “Los inventarios post-mortem y la historia de las mentalidades”, en La documentación notarial y la historia. Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada, t. I, Santiago de Compostela, Universidad, 1984, págs. 139- 146; R. L. Kagan, Pedro Salazar de Mendoza as collector, schollar and patron of El Greco, Washington, National Gallery of Art, 1984; R. Sáez, “Le prince et le pouvoir monarchique dans la Monarchía de España de Pedro Salazar de Mendoza”, en Le pouvoir monarchique et ses supports idéologiques aux XIVe-XVIIe siècles, Paris, Sorbonne Nouvelle, 1990; R. G. Mann, El Greco y sus patronos tres grandes proyectos, Madrid, Akal, 1994; E. Soria Mesa, “Estudio preliminar”, en P. Salazar de Mendoza, Origen de las Dignidades Seglares, ed. facs., Granada, Universidad, 1998; A. Fernández Collado, La catedral de Toledo en el siglo XVI, Toledo, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1999; R. Sánchez González, Iglesia y sociedad en la Castilla moderna: El Cabildo catedralicio de la Sede Primada (siglo XVII), Cuenca-Toledo, Universidad de Castilla-La Mancha-Ayuntamiento de Toledo, 2000; “La cultura de las letras en el clero capitular de la catedral toledana”, en F. J. Aranda Pérez (ed.), Sociedad y elites eclesiásticas en la España moderna, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, págs. 163- 236; M. F. Gómez Vozmediano y R. Sánchez González: “Pedro Salazar de Mendoza (1549-1629): cronista nobiliario y bruñidos de linajes”, en Tiempos Modernos, núm. 3 (2015/2), págs. 393-422.
Ramón Sánchez González