Blanc Navarro, Luis. Barbastro (Huesca), 1834 – La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), X.1887. Dramaturgo, periodista y político republicano.
Hijo de un confitero acomodado y liberal llamado Agustín, que murió en un enfrentamiento con los carlistas siendo él muy niño. Poco después falleció su madre, Elena Navarro, siendo acogido por unos tíos maternos. Asistió a la escuela, pero por falta de recursos no pudo seguir una carrera literaria, a pesar de su inteligencia y facilidad para la escritura. En 1853 se trasladó a Madrid, donde entró de amanuense en las oficinas del duque de Fernán-Núñez, pero sus inquietudes políticas le hicieron ingresar en el Partido Demócrata y afiliarse a una sociedad secreta que dirigía Diego Pardo y de la que formaban parte otros demócratas aragoneses. Participó en la revolución de julio de 1854, defendiendo las barricadas junto a León Taillet y otros compañeros, y durante el Bienio Progresista fue primer teniente de una compañía de ligeros de la Milicia Nacional. Encontrándose en Barcelona por asuntos de familia desde abril de 1856, se batió en las calles contra las fuerzas del gobierno contrarrevolucionario en las Jornadas de julio, siendo herido en el enfrentamiento y ocultado en la casa de su tío Carlos Calleja. De vuelta a Madrid en 1857, se afilió con el alias de Kossuth en la sociedad secreta La Razón, en la que derribó su anónimo Directorio y lo sustituyó por una Junta revolucionaria demócrata que, bajo su presidencia, organizó a los paisanos armados hasta su desmantelamiento por el Gobierno. Agitador de otras sociedades clandestinas, pronto destacó como periodista y propagandista. En 1860 entró a escribir en el diario El Pueblo de García Ruiz, donde publicó poesías y enérgicos artículos políticos sin firma, siendo más tarde redactor de El Áncora Profesional. Para 1863 era miembro de la Junta directiva de El Fomento de las Artes, la principal sociedad para la instrucción de las clases jornaleras de la capital, en la que pronunció varios discursos que conectaron bien con el público y le dieron popularidad en los medios menestrales.
Para no depender de los preparativos de los progresistas, presidió la Comisión demócrata que organizó la participación de los artesanos y obreros en la manifestación del Dos de Mayo de 1864, acompañando dos días después al presidente de la comitiva demócrata, Manuel Becerra, en la manifestación que acompañó a las cenizas de Muñoz Torrero. Por entonces había comenzado a demostrar su capacidad como escritor, publicando el libro de poesías El Cantor del Pueblo (1863), que, dedicado “al Pueblo español”, estaba prologado por el poeta satírico Manuel del Palacio, y sus primeras obras dramáticas, que fueron representadas con éxito en la capital y le dieron a conocer en los círculos políticos y literarios. Ya en estas obras de teatro se puso de manifiesto su compromiso social y político: la recaudación de La quiebra de un banquero (1864), representada en el Teatro Novedades, sirvió para redimir a dos quintos que eran socios del Fomento y Los Amigos de los Pobres ayudó a dar mayor publicidad y recursos a la Sociedad de igual nombre que se dedicó a auxiliar a las familias de los barrios bajos de la capital durante la epidemia de cólera de 1865, circunstancia que facilitó la propaganda antidinástica al abandonar Isabel II la capital apresuradamente. Su interés por mejorar las condiciones de los trabajadores y de ganarse a éstos para la causa revolucionaria, le llevaron a fundar, a semejanza del Fomento de las Artes, que se localizaba en el Norte de la ciudad, el Casino Popular en los barrios del Sur, que llegó a contar con novecientos socios. Como presidente del Casino Popular, y para cumplir con sus fines de recreo e instrucción, estableció coros como los creados por Clavé en Cataluña, escuela para adultos, conferencias políticas y clases de esgrima, siendo él mismo quien enseñaba el manejo de las armas a los obreros. Al pronunciarse Prim en Villarejo el 3 de enero de 1866, intentó utilizar el Casino como centro de agitación revolucionaria del barrio de Lavapiés, cosa que impidió el Gobierno cerrando el local. Días después conspiró, junto a sus ayudantes José Elorza y Santiago Trapero, con algunos sargentos del Cuartel de la Montaña con los que acordó pronunciarse el 16 de enero, día señalado para el fusilamiento de dos sargentos rebeldes, pero el movimiento se frustró al no salir a la calle el regimiento comprometido, por lo que sus grupos de paisanos armados tuvieron que retirarse sin entrar en acción, huyendo él a Huesca. El 22 de junio tomó parte en la sublevación de los sargentos del Cuartel de San Gil de Madrid, lanzando a la calle a los artesanos del Casino Popular, fijando un bando en las esquinas de Lavapiés y repartiendo proclamas suyas en las barricadas, pero resultó herido en la de la calle Cañizares y tuvo que ser rescatado por sus compañeros, Trapero, Francisco Huertas, Pantaleón García, Enrique Rodríguez Solís y otros, que le ocultaron en una casa. Fracasada la intentona revolucionaria y pesando sobre él orden de captura, huyó a Barcelona con la intención de embarcarse para Marsella, pero, finalmente, se trasladó a Borja con su mujer e hija, donde vivió un tiempo con el falso nombre de José Mariano Vallejo al abrigo de sus correligionarios zaragozanos y en contacto con sus amigos de la capital. Tras volver secretamente a Madrid, creó una organización armada en el Sur de la ciudad con cuarenta y siete jefes de grupo y una Junta revolucionaria presidida por él. Como órgano de la misma creó el periódico clandestino La Revolución, del que llegaron a publicarse tres números bajo su dirección en octubre de 1866. También ayudó en esos días a organizar otra sociedad secreta similar en la parte norte de la capital. En enero de 1867 fue detenido y vejado públicamente, siendo paseado junto a su imprenta clandestina en un carro por las calles por orden del conde de Cheste. Sometido a un consejo de guerra que le condenó a dieciséis años de prisión, fue trasladado “en cuerda” desde la cárcel del Saladero de Madrid a la de Alcalá de Henares el 5 de febrero y posteriormente conducido al penal de Cartagena, al que llegó a primeros de abril de ese año. Después de dieciocho meses de presidio, en agosto de 1868 se acogió a un indulto y fue puesto en libertad con la condición de no vivir en ciudad populosa, por lo que se retiró al Santuario de Misericordia de Borja, donde le sorprendió el triunfo de la Revolución Gloriosa y dirigió el levantamiento del 29 de septiembre. Constituida la Junta revolucionaria de Borja, bajo la presidencia del entonces coronel José Díaz Ilarraza y de la que Miguel Lardies era vicepresidente, le ofrecieron la presidencia de honor de la misma y la del ayuntamiento, siendo nombrado socio de mérito del Círculo de la Amistad e hijo adoptivo de la localidad, el 5 de octubre. Tras organizar la milicia civil de Borja, inició un viaje triunfal y de propaganda por los pueblos hasta llegar a Zaragoza, donde fue recibido clamorosamente por los republicanos.
De regreso a Madrid, y militando en el Partido Republicano Federal, fue votado presidente del club Los Hijos de Padilla y primer comandante del batallón Tiradores de Madrid de los Voluntarios de la Libertad. En las elecciones de enero de 1869 fue elegido diputado por Huesca de las Cortes Constituyentes, de cuya minoría republicana formó parte. Tribuno popular sin las dotes oratorias del académico, tomó parte activa en las labores del Parlamento, defendiendo, entre otros asuntos, la abolición de las quintas, en la que hizo su más sentido discurso, el armamento de la milicia civil y la supresión de las cesantías para los ministros. Conocido masón, pronunció al aire libre un discurso en el entierro de su “hermano” Enrique de Borbón, muerto en duelo con pistolas con el duque de Montpensier en marzo de 1870. En mayo de ese mismo año firmó, junto a otros dieciocho diputados republicanos, un importante Manifiesto a favor del federalismo pactista del Directorio del Partido y en contra de la Declaración de la prensa republicana unitaria.
En estos años escribió mucho teatro político, destacando su drama La verdadera Carmañola, con el que respondió a La Carmañola del neocatólico Ramón Nocedal Romea, que fue estrenado en el Teatro Novedades de Madrid en febrero de 1870. En esta obra criticaba la doble moral de los carlistas y defendía los altos valores de justicia social y de fraternidad cristiana de los republicanos, apareciendo éstos como los verdaderos cristianos, y no los clericales católicos. También llevó a la escena otros temas muy queridos por los republicanos de entonces, como eran la abolición de la esclavitud (Romper cadenas, 1873), de las quintas (El sorteo, 1874) y de la pena de muerte (La pena capital, 1874), siendo prohibida la representación de su obra Camafeo y la porra por criticar en ella a la nueva Monarquía y a la Partida de la Porra, grupo de milicianos monárquicos que habían asaltado el teatro Calderón para impedir la representación de la obra de su correligionario Navarro Gonzalvo, Macarronini I, en noviembre de 1870. Durante el reinado de Amadeo I fue elegido diputado por el distrito de Barbastro en las elecciones de marzo de 1871 y de abril y agosto de 1872, disminuyendo progresivamente su participación en el Congreso de los Diputados. En estos años fue colaborador de La Igualdad (1868), La República Ibérica (1869), el Anuario Republicano Federal (1870) y El Jurado Federal (1871), y director de La Redención del Pueblo (1869), La República Federal (1870), periódico que le reportó varias causas judiciales, y La España Federal (1873). Miembro de la Asamblea Nacional que proclamó la República en febrero de 1873, organizó bajo su mando un batallón de los Voluntarios de la República que ayudó a frustrar el golpe de Estado de los radicales del 23 de abril en Madrid. En mayo fue nuevamente elegido por su distrito natal diputado de las Cortes Constituyentes, en las que tuvo poca actividad. Declarada la República Federal por las Cortes y ante las dificultades que éstas encontraban para aprobar la Constitución federal, trató de sumarse en julio al movimiento cantonal en Barbastro, pero, al fallarle el apoyo de los federales de Zaragoza, desistió de proclamar el Cantón Aragonés y regresó a Madrid, siendo desarmada la milicia barbastrina por el Gobierno Salmerón. En septiembre de 1873 firmó, junto a Orense, Benot, Cala y otros diputados, el Manifiesto de los federales intransigentes contra el Gobierno Castelar.
En noviembre su batallón de la milicia protagonizó un grave incidente en la Plaza Mayor de la capital. En la última reunión de las Cortes republicanas, en la que Castelar fue sometido a censura parlamentaria, votó contra éste, momentos antes de que fueran disueltas aquéllas por las tropas del general Pavía el 3 de enero de 1874. Tras la proclamación de Alfonso XII fue detenido diez días en Zaragoza y desterrado siete meses a Toledo (1875). Durante la Restauración, aunque no abandonó sus ideales republicanos, se mantuvo apartado de la política y de las luchas periodísticas, pasando a dirigir su propia Compañía Dramática Infantil en 1877 y siendo director de escena del Teatro Cervantes (1877-1878). Con dicha compañía infantil recorrió a partir de entonces los teatros de España y difundió los valores liberales y cristianos entre los más jóvenes. Sobre el escenario trabajaron niños de entre cinco y doce años, siendo la primera actriz su hija Teresa Luisa. Para esta compañía escribió algunas obras cortas, pero en estos años sus mayores éxitos los alcanzó en los teatros madrileños como autor de las zarzuelas El sacristán de San Justo, escrita junto a Calixto Navarro y estrenada en el Teatro Apolo el 24 de diciembre de 1880, Las tres auroras (1884) y Perico, el aragonés (1884), con música de su paisano Justo Blasco. Prolífero año este último en el que publicó también tres novelas. Como en el caso de sus poesías y artículos de prensa, su compromiso moral, político y patriótico con la “causa del pueblo”, estuvo muy presente en su obra teatral, dejando una notable producción de dramas, comedias y zarzuelas, de indudable interés literario, aunque muchas fuesen concebidas, especialmente hasta 1874, como vehículo de difusión de la cultura republicana y de su proyecto político al que siempre se mantuvo fiel.
En 1882 Jaime Martí-Miquel daba a conocer que Blanc utilizó el seudónimo José Mariano Vallejo en 1866. A falta de una investigación sobre la identidad del republicano José Mariano Vallejo (que publicó teatro entre 1867 y 1882), es muy posible que las obras de éste sean en realidad de Blanc y no del también periodista y dramaturgo Mariano Vallejo, al que habitualmente se adjudican. Éste sería el caso de El artículo treinta y tres (1869), Don Baldomero (1870), Las células de vecindad (1871) y de otras obras dramáticas.
Obras de ~: El Cantor del Pueblo, Madrid, Imprenta de Martínez y Bogo, 1863; La quiebra de un banquero. Drama en tres actos y en verso, Madrid, Imprenta de J. Rodríguez, 1864; Los aventureros. Drama en cuatro actos divididos en ocho cuadros, Madrid, Imprenta del Centro Industrial y Mercantil, 1865; Los Amigos de los Pobres. Drama en cuatro actos y en prosa, Madrid, Imprenta de M. Minuesa, 1865; Bernardo el Calesero. Drama en cinco actos, Madrid, Rodríguez, 1866; Basta de farsa (folleto); El 5 de marzo de 1838 en Zaragoza. Drama histórico en un acto y en verso, Zaragoza, Imprenta de A. Peiró, 1868; La verdadera carmañola. Drama en tres actos y en prosa, Madrid, Rodríguez, 1870; Camafeo y la porra. Apropósito en un acto y tres cuadros en verso, Madrid, Imprenta de J. A. García, 1870; La independencia de España (apropósito, 1870); El proscripto. Drama en un acto en verso, Madrid, Imprenta Española, 1871; Romper cadenas. Drama en tres actos y en verso, Madrid, Imprenta de la Asociación del Arte de Imprimir, 1873; La pena capital. Drama en un acto y en verso, Madrid, Rodríguez, 1874; El sorteo. Drama en tres actos en prosa, Madrid, Rodríguez, 1874; Doña Blanca de Gandesa; El Mártir del Gólgota (drama, 1877); con C. Navarro, El sacristán de San Justo. Zarzuela en tres actos y en verso, música de M. Fernández Caballero y M. Nieto, Madrid, Hijos de A. Gullón, 1880 (2.ª ed., 1883); La pasión del dinero (novela), Madrid, Imprenta de V. Gómez, 1884; Majas y toreros (novela), Madrid, Gómez, 1884; Pasionaria (novela), Madrid, Gómez, 1884; Las tres auroras. Zarzuela en un acto y en verso, música de R. Taboada, Madrid, F. Fiscowich, 1884; Perico, el aragonés. Zarzuela en un acto y en verso, música de J. Blasco, Madrid, Rodríguez, 1884; Justicia suprema o patria y libertad (drama, 1885); Los Hijos de Lavapiés (drama, 1885); La virgen de la Paloma y los manolos de Madrid (drama, 1885); Los manolos, ¿1874?; El triunfo de la Libertad, ¿1875?; Luz divina (antes de ser refundida, Luz divina en Belén), ¿1878?; La gitana; La princesa Ozoria; ¡Viva España!; Juan el Churrupito; Los estudiantes españoles; El anticipo forzoso; María, la barbiana.
Bibl.: A. Fernández de los Ríos (dir.), La Asamblea Constituyente de 1869, Madrid, Imprenta de T. Rey, 1869, págs. 209- 217; “Luis Blanc y Navarro”, en Anuario Republicano Federal, Madrid, J. Castro, 1870, págs. 1536-1570; Biografía del republicano Luis Blanc, diputado de las Cortes Constituyentes de 1869, s. l., s. a.; A. M. Segovia, Figuras y figurones, t. XVII, Madrid, 1881 (2.ª ed.), págs. 95-108; J. Martí-Miquel, Marqués de Benzú, Luis Blanc. Apuntes biográficos, Madrid, Imprenta de F. Cao y D. de Val, 1882; M. Ossorio y Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo xix, Madrid, J. Palacios, 1903, pág. 47; F. Flores García, Memorias íntimas del teatro, Valencia, F. Sempere, [1909], págs. 43-57; Recuerdos de la Revolución. Memorias íntimas, Madrid, Ruiz Hermanos, 1913, págs. 138-140; J. Alvarado (coord.), Poder, economía, clientelismo, Madrid, Marcial Pons, 1997, pág. 178.
Gregorio de la Fuente Monge