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Francisco Moñino y Redondo

Biografía

Moñino y Redondo, Francisco. Murcia, 9.VI.1742 – Torrejón (Madrid), c. 1805. Diplomático, consejero y gobernador del Real Consejo de Indias.

Hermano menor de José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca y ministro de Estado en los reinados de Carlos III y de Carlos IV, Francisco Moñino nació igualmente en la ciudad de Murcia, en la que fue bautizado el 11 de junio de 1742. Su padre, José Moñino y Gómez, oficial mayor de visita en el obispado de Cartagena, hasta que, en 1735, fue nombrado notario mayor del número, archivero de la Audiencia episcopal y notario receptor, era también natural de Murcia, donde había sido bautizado el 3 de abril de 1702, y donde moriría el 10 de marzo de 1790. Se había casado, en la capital murciana, el 4 de febrero de 1728, con Josefa Francisca Redondo y Bermejo, natural de Sigüenza (Guadalajara), donde había nacido el 5 de enero de 1701, siendo bautizada el 16 del mismo mes y año. Fue José el primogénito de cinco hijos supérstites, al que seguirían Manuela, Gregoria, Fulgencio y Francisco.

Como en el caso de sus sobrinos y demás parientes, Floridablanca, que no habría de contraer matrimonio a lo largo de su vida, hizo merecedor a su hermano pequeño de toda su protección, cariño y beneficios.

Prueba de ello es que, tras estudiar Leyes, Francisco Moñino y Redondo, que realizó su pasantía en Madrid, con el letrado Francisco Ortuño Fernández, pasó a ejercer la abogacía en 1762-1763, obteniendo el título de abogado de los Reales Consejos en 1770, iniciando, desde entonces, una imparable y ascendente carrera burocrática. Coincidiendo con el encumbramiento de su hermano mayor, José, a la fiscalía de lo criminal del Consejo Real de Castilla (1766-1772), luego a la embajada del Rey Católico ante la Santa Sede (1772-1776), y, finalmente, a la Secretaría del Despacho de Estado (1776-1792), durante esos años se desenvolvieron sus éxitos profesionales: primero, como contador de las rentas reales en la Intendencia de Granada; después, muy pronto sería nombrado, el 11 de enero de 1775, intendente de la provincia de Soria. De este mediano empleo pasó nada menos que al Real y Supremo Consejo de las Indias, el 21 de diciembre de 1778, como consejero de capa y espada, en sustitución del difunto Casimiro Osorio Rubín de Celis, en una plaza de la que tomó posesión el 13 de marzo de 1779, cuando ya Floridablanca había logrado acceder a la primera Secretaría de Estado y del Despacho. Al igual que, poco después, su sobrino, Francisco Salinas y Moñino, Floridablanca incorporó a su hermano Francisco al mundo diplomático que él regentaba, situándole en destinos de particular confianza: de ministro plenipotenciario en el Gran Ducado de Toscana, con retención de su plaza de consejero de Indias, desde el 22 de octubre de 1781, una misión para la que fue escogido por Carlos III con preferencia a Simón de las Casas y Aragorri y a Miguel Gálvez y Gallardo, siendo portador de instrucciones fechadas el 25 de abril de 1782, con las que llegó a Florencia el 8 de junio, presentando sus cartas credenciales el 15 de junio de 1782; o al ocupar la vacante producida en la embajada en Venecia, con ocasión del deceso de su titular, Leopoldo de Gregorio y Masnata, I marqués de Esquilache, a la que fue promovido el 20 de octubre de 1785, pudiendo hacer entrega de sus credenciales el 15 de noviembre de ese mismo año, tras dejar Florencia el 29 de octubre y arribar a Venecia el 3 de noviembre de 1785. En la capital véneta residió apenas seis meses, hasta el 27 de abril de 1786, ya que fue presentado, el 28 de febrero de dicho año, para reemplazar a Carlos José Gutiérrez de los Ríos y Rohan Chabot, VI conde de Fernán-Núñez, en la embajada de Lisboa, quien, a su vez, tenía que sustituir a Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, X conde de Aranda, en la de París. A pesar de que fue hecha pública su promoción el 12 de mayo de 1786, nunca Francisco Moñino y Redondo llegaría a tomar posesión de su nuevo destino, ya que, hallándose en Madrid, a la espera del regreso y paso por la capital de la Monarquía del conde de Fernán-Núñez, fue nombrado, en sustitución del fallecido José de Gálvez, gobernador del Consejo de Indias el 10 de julio de 1787, entrando en posesión de este alto ministerio consiliar el 7 de agosto de 1787. Fueron frecuentes los permisos regios concedidos, durante su mandato, para descansar y tomar aguas medicinales con las que aliviar sus dolencias.

Pero la caída del poder y el destierro de su hermano, junto con el proceso global de responsabilidad política al que sería sometido Floridablanca desde el 11 de julio de 1792, le afectaron muy directamente, hasta el punto de tener que abandonar el gobierno del Consejo de las Indias el 19 de marzo de 1792, siendo confinado en la residencia de su suegro, sita en tierras manchegas, en la villa de Daimiel. En 1795 le fue otorgada una pensión anual de 60.000 reales de vellón; eso sí, con prohibición de volver a la Corte o de visitar cualquiera de los Reales Sitios. Sería autorizado, más tarde, a residir en Hellín, donde falleció hacia 1805. En esta villa de Hellín poseía Francisco Moñino y Redondo una casa, que fue en la que el conde de Floridablanca permaneció más de tres meses, de febrero a junio de 1792, cuando, en la madrugada del 28 de febrero de 1792, fue obligado a abandonar el Real Sitio de Aranjuez.

Mientras tanto, en Madrid, Francisco Moñino se encargó de tratar con el conde de Aranda, que había sido nombrado, por Carlos IV, decano del Consejo de Estado y secretario interino del Despacho de Estado, en sustitución de Floridablanca, todo lo concerniente al abandono de la residencia, muebles y papeles de la Secretaría del Despacho, que le habían sido incautados a su defenestrado hermano. En junio de 1792, Floridablanca se trasladó a Murcia, a su ciudad natal, pero, al retornar a Hellín, a la casa de su hermano menor, en la madrugada del 11 de julio de 1792 fue detenido, y conducido prisionero a la ciudadela de Pamplona. A su vez, una vez producido el óbito de Francisco Moñino, hacia 1805, Floridablanca, ya en libertad y absuelto de responsabilidades políticas con ocasión de la celebración de la Paz de Basilea, el 25 de septiembre de 1795, recibió en su casa de la capital murciana a su cuñada y a su sobrina, contribuyendo a sostener su costoso y elevado estilo de vida.

Caballero de la Real y Distinguida Orden española de Carlos III desde 1772, Francisco Moñino y Redondo había contraído matrimonio, en 1787, previa obtención de la pertinente licencia para desposarse, de 12 de diciembre de 1786, con María Ana de Pontejos y Sandoval, IV marquesa de Pontejos, heredera de una rica fortuna de más de 50.000 ducados de renta anual.

Nacida hacia 1752, era hija de Antonio de Pontejos y Rodríguez de los Ríos, III marqués de Pontejos, y de María Vicenta de Sandoval. Tuvieron una hija, Vicenta Moñino y Pontejos, V marquesa de Pontejos y II condesa de Floridablanca, que se casaría con el marqués de Miraflores, notable prócer del reinado de Isabel II. Ya viuda, la IV marquesa de Pontejos enlazaría, en segundas nupcias, con Fernando de Silva y Meneses, nacido en 1775, caballero de la Orden de Carlos III (1806); y, en terceras, con Joaquín Vizcaíno Pérez y Martínez- Moles, caballero de Santiago (1816). Este último, hijo menor de Vicente Vizcaíno Pérez, fiscal de la Audiencia de Galicia (1785) y regente de la de Asturias (1799), era militar de carrera, y llegaría a ser corregidor (1834) y jefe político (1836) de Madrid.

 

Bibl.: C. Alcázar Molina, Los hombres del despotismo ilustrado en España. El Conde de Floridablanca. Su vida y su obra, Murcia, Instituto de Estudios Históricos de la Universidad, 1934; F. Jiménez de Gregorio, “El testamento de Floridablanca”, en Anales de la Universidad de Murcia (Murcia), 5 (1946-1947), págs. 85-116; G. Bernard, Le Secrétariat d’État et le Conseil Espagnol des Indes (1700-1808), Genève-Paris, 1972, págs. 212 y 222; J. Hernández Franco, La gestión política y el pensamiento reformista del Conde de Floridablanca, Murcia, Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 1984; M. A. Burkholder, Biographical Dictionary of Councilors of the Indies, 1717-1808, Westport, Connecticut, Greenwood Press, 1986, págs. 81-82; F. Abbad y D. Ozanam, Les Intendants Espagnols du XVIIIe siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1992, págs. 135-136; D. Ozanam, Les Diplomates Espagnols du XVIIIe siècle. Introduction et répertoire biographique (1700-1808), Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez- Maison des Pays Ibériques, 1998, págs. 356-357.

 

José María Vallejo García-Hevia

 

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