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José Dueso Rins

Biografía

Dueso Rins, José. Plan (Huesca), 20.IX.1869 – Madrid, 13.II.1943. Claretiano (CMF), propagador de la prensa católica.

Nació en una familia profundamente religiosa y extremadamente pobre, como jornaleros del campo que eran. Entró muy pronto en la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos), profesando en Cervera el 16 de diciembre de 1886. Terminada su carrera eclesiástica en Santo Domingo de la Calzada (Logroño), recibió la ordenación sacerdotal en dicha ciudad el 13 de mayo de 1894.

Inmediatamente fue destinado a Madrid, adonde llegó ese mismo año. Y con él llegaron infinidad de iniciativas para la difusión de la prensa católica. Pretendía crear una prensa católica prestigiosa y fuerte que hiciera frente a la prensa liberal de la época. En 1899 se hizo cargo de la revista Iris de Paz. Esta revista, que había sido fundada por el padre Diego Gavín en Bilbao en 1889, pasó a Madrid en 1891. El padre José Mata la hizo crecer en prestigio y en suscriptores por toda España. El padre Dueso la impulsó y, con su gran espíritu de iniciativa, proyectó nuevos modos de llegar al público a través de opúsculos y colaboraciones en diversas revistas. El Iris de Paz pronto se convirtió también en el órgano oficial externo de la propaganda de su congregación. En poco tiempo alcanzó no sólo gran prestigio, sino también la mayor tirada de España. En 1909, el padre Dueso emprendió dos proyectos de gran calado: la fundación de un diario católico y nacional, que pudiera competir con los diarios liberales de la capital, y el sostenimiento, mediante suscripción de acciones y aportación de donativos, de la Prensa Asociada, una Agencia Católica de Información promovida por él, que se había creado el año anterior bajo la protección de los obispos.

En 1898 se había creado en Sevilla una Asociación Diocesana de Buenas Lecturas y Liga de Oraciones a favor de la nueva prensa. En 1900 pasaba a ser Asociación Nacional. En 1904 celebraba su Primera Asamblea Nacional de la Buena Prensa, y se decidió celebrar la segunda en Zaragoza en 1908. Justo en medio de estas asambleas aparece el padre Dueso.

Su Escándalo, Escándalo (1907) estaba incendiando la sociedad española, poniéndola en guardia contra la prensa liberal. Asistió, lleno de ilusión, a la Asamblea de Zaragoza, pero allí recibió una gran desilusión al ver el trasfondo político y de intereses que se respiraba.

No obstante, de allí salió un único acuerdo práctico: crear una Agencia Católica de Información, que comenzó a funcionar en Madrid con el nombre de Prensa Asociada. Pero los cimientos de aquella iniciativa no aguantaban, sobre todo los económicos.

Fue el padre Dueso y su revista Iris de Paz los que salieron en su ayuda vigorosamente, salvándola de su desaparición. Fue entonces cuando abrió en la revista una Suscripción Nacional. Esta suscripción tenía un doble objeto: formar el capital permanente para el mantenimiento de la agencia y conseguir recursos para las necesidades más perentorias. Como instrumento eficaz de propaganda, el padre Dueso editó un segundo folleto: La Grande Obra (1911), con 215.000 ejemplares, que mereció la expresa bendición de san Pío X.

Recorrió toda España a partir de 1910 promoviendo la prensa católica, la “Buena Prensa”. En un discurso en Sevilla, el 10 de octubre de 1910, fue donde lanzó la idea de fundar la Asociación de Legionarios de la Buena Prensa. El Correo de Andalucía hizo una tirada especial de su disertación, lo cual ayudó a que su idea se extendiera por toda España. Todavía fue más notorio el discurso que pronunció el 1 de octubre de 1911 en el Teatro Arriaga de Bilbao en un acto organizado por La Gaceta del Norte y otro al año siguiente en el Palau de la Música de Barcelona con motivo de la ampliación y modernización de los talleres de El Correo Catalán. Otro de los lugares donde intervino fue en el Teatro de la Comedia de Madrid. Ello le acarreó la antipatía de los anticatólicos; en una cita del periódico El Radical se lee lo siguiente: “Los neos de la asquerosa laya del Dueso han conseguido causarnos inmensos daños. También por idiotez y por necio orgullo nos resistimos a confesar esta desdicha; sin embargo, es cierto, y aquí en El Radical, como no queremos pasarnos de menos y carecemos de ese orgullo póstumo, declaramos lealmente que la prensa no católica va de mal en peor, hacia su ruina, más cercana de lo que parece, y eso antes que a nuestros errores y a los de las empresas se lo debemos a la perenne conjura, al esfuerzo incesante y a la infame labor de zapa de los neos, que no paran un momento [...]. Es bochornoso que sabiendo por la voz fatídica de sus administradores que El Imparcial ha quedado reducido a la mitad de su antigua tirada, y que El Heraldo baja, y que el Trust tiene que atender, y nos consta, con los productos de El Liberal a esos dos colegas [...] no le devuelvan al Dueso y a los neos las pedradas. Porque si quisieran esos tres colegas, sólo ellos tres, ¿adónde habría ido ya el Padre Dueso con su Orden, su Iris y sus tracamundanas difamatorias? [...]”. En 1920 eran sesenta y cuatro los periódicos que recibían el servicio de Prensa Asociada.

Pero las iniciativas del padre Dueso no tenían límite.

El 11 de enero de 1911 iniciaba la publicación de la revista El Legionario de la Buena Prensa, suplemento de Iris de Paz, que llegó a editar setenta mil ejemplares semanales en los años veinte. Los legionarios trabajaron también como cosa propia “El Día de la Buena Prensa”, fiesta anual que se celebró desde 1916 a iniciativa de Ildefonso Montero, canónigo de Toledo, para recaudar fondos. En 1924 comenzaba la publicación de la revista infantil Titirimundi, que en un año de existencia publicó cincuenta y cuatro números con una tirada de trece mil ejemplares. En 1925 inició un nuevo proyecto llamado Nuestra Novela, una novela semanal que sirviese de contrapeso a las novelas cortas que inundaban semanalmente los quioscos y librerías. Se mantuvo con vida un año.

En 1934 todo este complejo creado por el padre Dueso pasó a depender de la Junta Nacional de Prensa Católica, constituida por la jerarquía y en manos de Acción Católica. Lejos de retirarse de la acción, el padre Dueso comenzó a imaginar una segunda época, en la que los legionarios de la “Buena Prensa” pasarían a llamarse “legionarios de la Propaganda Católica”. En ella se abarcarían cine, radio, carteles, hojas volantes, libros, folletos, cursillos y conferencias... El folleto titulado Legionarios de la Buena Prensa tuvo una tirada de 560.000 ejemplares.

Pero la guerra le sorprendió trabajando en los estatutos de los nuevos legionarios. Terminado el conflicto, minada ya su salud, todavía tuvo tiempo para lanzar un lema obsesivo: “Se ganó la guerra; pero hay que ganar la paz”. Es decir, terminó la batalla defensiva, ahora ha llegado el tiempo de la propaganda católica. Con estos nuevos proyectos se agotó su apasionante vida en Madrid el 13 de febrero de 1943.

La columna de Herminio Polidori en L’Osservatore Romano lo despedía con las siguientes palabras: “No sabríamos definirlo de otra manera que un Apóstol, un gran Apóstol, sobre todo de la Prensa Católica, que por sí solo puede llenar un capítulo en la historia del catolicismo español de nuestro siglo. Era una de aquellas almas grandes que la Providencia suscita de tanto en tanto en el seno de la Santa Iglesia para responder a las necesidades de una época, para marginar los errores y los vicios de la sociedad y renovar el verdadero camino cristiano. Hablar de su amplia actividad significa recordar páginas gloriosas de la Buena Prensa española” .

 

Obras de ~: Escándalo, Escándalo, Madrid, Iris de Paz, 1907; La Grande Obra, Madrid, Iris de Paz, 1911; Los legionarios en marcha, Madrid, Corazón de María, 1924; Nuestra Novela, Madrid, 1925; Legionarios de la Buena Prensa, Madrid, 1936.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Congregación (Roma).

H. Polidori, “La Buona stampa in Ispagna e l’opera del Padre Dueso”, en L’Osservatore Romano, Vita Cattólica, 18 de agosto de 1943; C. Fernández, Compendio Histórico de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, Madrid, Coculsa, 1967; J. Álvarez, “El padre José Dueso, incansable campeón de la Buena Prensa”, en XX Siglos (Madrid), vol. XII, n.º 47 (2001/1); V. Sanz y A. Bellella, “Los Misioneros Claretianos, 125 años en Madrid”, en Studia Claretiana (Roma) (2002).

 

Vicente Sanz Tobes, CMF

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