Arce y Otálora, Juan de. Valladolid, 3.IX.1606 sup. – ?, 7.X.1669. Oidor de la Real Chancillería de Valladolid, gobernador del Principado de Asturias, consejero de Castilla, caballero de la Orden de Santiago y jurista.
Nace en el seno de una familia de hidalguía notoria, cuya nobleza se remonta oficialmente al siglo xv. Sus orígenes hunden sus postreras raíces en su tatarabuelo Juan Pérez de Otálora Larrarte, natural de Azpeitia y escribano de Cámara de la Real Chancillería de Valladolid, quien obtuvo ejecutoria de hidalguía en 1492; en su bisabuelo Pedro de Arce, que trabajó al servicio de la reina Isabel la Católica, y en la insigne figura de su abuelo paterno, Juan Arce de Otálora, natural de Valladolid, ilustre tratadista de Derecho nobiliario y oidor de las Reales Chancillerías de Granada y Valladolid, quien fue el iniciador de una culta y prolífica familia castellana de ascendencia guipuzcoana, y que habría de dejar necesariamente huella honda e indeleble en sus numerosos descendientes, a quienes tuvo a bien tener incluso presentes en los derechos de autor futuros que su obra pudiera generar. En una nota fechada en Madrid a 29 de julio de 1569 firmada por Antonio de Erasso por mandato del rey Felipe II se señala que Juan Arce de Otálora, primero de esta estirpe familiar, tuvo muchos hijos, acordándose en esta cláusula prorrogar por diez años más los beneficios de la venta de su obra De nobilitatis e inmunitatis Hispaniae causis, para que los herederos pudiesen disfrutarlos, puesto que, como se dice en el texto de dicha nota inserta en la edición salmantina de 1570: “[...] dexó muchos hijos y con necesidad [...]”.
Según García Carrafa en su Enciclopedia heráldica y genealógica hispanoamericana (1923), el apellido Arce de Otálora encuentra su procedencia, de un lado, en la noble rama familiar de los Arce de Valladolid, originaria también del solar de Villarias, que florecía ya en aquella ciudad por los años de 1550. Y de otro lado, se halla vinculado con la casa solar de Otálora de Azpeitia (Guipúzcoa). Así, su padre fue el licenciado Diego de Arce y Otálora, natural de Valladolid, y fallecido en Madrid en noviembre de 1629, quien fue corregidor de Olmedo y de Soria. Su tío, hermano de su padre e hijo también del ilustre patriarca Juan Arce de Otálora, Pedro Arce de Otálora, fue alcalde del Consejo de Su Majestad, según consta en una partición de fecha 1604 que obra en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Su madre fue Francisca de Rivero y Espinosa, natural de Medina del Campo, hija de Andrés de Rivero y Espinosa, natural de Medina del Campo, y de María Velázquez Verdugo, vecina de Olmedo y originaria de Cuéllar, quienes fueron sus abuelos maternos. Los Rivero eran una conocida familia de Medina del Campo, que tenían su capilla en el convento de San Bartolomé. Los Velázquez Verdugo eran originarios de Cuéllar. Dos hermanos de María ocuparon puestos destacados: Diego de Velázquez fue alcalde de Hijosdalgo de la Chancillería de Valladolid, y fray Juan Velázquez, dominico, obispo de Ávila de 1596 a 1598.
Diego de Arce y Otálora y Francisca de Rivero y Espinosa tuvieron, además de a Juan de Arce y Otálora, a dos hijos más: Andrés de Arce y Otálora, que residió en Valladolid, y Catalina de Arce y Otálora, religiosa en el convento de Santa Catalina de Siena, de Valladolid. Juan de Arce y Otálora contrajo matrimonio en enero de 1643 con Beatriz Astete de Monroy, natural de Valladolid, hija de Miguel Astete Monroy, natural de Valladolid, y de Ana María de Villapadierna y Pereira, natural de Madrid y originaria del lugar de Zalamillas, del partido judicial de Valencia de Don Juan, en la provincia de León. De dicha unión nacieron los siguientes hijos: Manuel de Arce Astete y Otálora, el primogénito; Diego Esteban de Arce y Astete, que nació en Pamplona en 1651, que fue colegial mayor de Oviedo, de Salamanca, corregidor de Ávila y caballero de la Orden de Alcántara, en la que ingresó el 18 de agosto de 1664, y José Antonio de Arce y Astete, también natural de Pamplona, nacido en 1649 y caballero de la Orden de Calatrava, en la que ingresó el 18 de agosto de 1664, y fraile capuchino en Alcalá de Henares. El primogénito, Manuel de Arce Astete y Otálora, nació en Oviedo, hallándose sus padres de paso en aquella capital, en la que su progenitor, Juan de Arce y Otálora, desempeñaba el cargo de gobernador del Principado de Asturias.
Fue bautizado el 13 de septiembre de 1644 y falleció el 25 de marzo 1705. Perteneció al Consejo de Su Majestad en el Real de Castilla, de 1690 a 1705; tomó posesión el 16 de febrero de 1690, siendo nombrado por Real Decreto por Carlos II, y fue presidente de la Real Chancillería de Granada, en cuyo frontispicio reza la inscripción latina que da razón de aquella noble arquitectura: “que la magestad del Tribunal no fuera inferior a la grandeza de las cosas que aquí se tratan”, y caballero de la Orden de Santiago, en la que ingresó el 12 de junio de 1657.
Contrajo matrimonio en Valladolid con María Josefa de Arrieta y Barrientos, natural de Valladolid, hija de José de Arrieta, de la misma capital, y de María de Barrientos, natural de Medina del Campo. Este matrimonio entre Manuel de Arce Astete y Otálora y María Josefa de Arrieta y Barrientos se celebró en Valladolid el día 15 de abril de 1674, para el cual se aportó como dote un mayorazgo de 16.500 reales de renta, más otros dos posibles mayorazgos, y 30.000 reales, entregándose arras de 44.000 reales. De esta unión nacerían los siguientes hijos, nietos de Juan de Arce y Otálora: Juan de Arce y Arrieta, natural de Valladolid, capitán y caballero de la Orden de Santiago, en la que ingresó el 29 de agosto de 1698; José de Arce y Arrieta, natural de Valladolid, colegial del Mayor de Oviedo, en la Universidad de Salamanca, presidente de la Real Chancillería de Granada, y caballero de la Orden de Santiago, en la que ingresó en la misma fecha que el anterior; Miguel de Arce y Arrieta, natural de San Sebastián, colegial mayor de San Bartolomé de Salamanca, y también caballero de la Orden de Santiago, en la que ingresó en el mismo día y año que sus hermanos; Diego de Arce y Arrieta, caballero de San Juan de Jerusalén; Agustín de Arce y Arrieta, igualmente caballero de San Juan de Jerusalén, y Francisco de Arce y Arrieta, que nació en Granada, hallándose sus padres de paso en esta capital, en la que su padre desempeñaba el cargo de presidente de su Real Chancillería, y que fue caballero de la Orden de Calatrava en 1790. En total, de esta unión conyugal nacieron ocho hijos, pero dos hijas murieron jóvenes y los varones son los seis hijos citados.
Como apunta García Carrafa, de esta misma vertiente familiar fueron también Pedro de Arce, vecino de Valladolid; Juan de Arce, vecino de la misma capital y de Santovenia; Andrés de Arce, natural de Medina del Campo y vecino de Rejas (Soria), y Nicolás de Arce, vecino de Geria. El primero prueba su hidalguía en Valladolid en 1570, el segundo en 1654, el tercero en 1600, y el cuarto en 1635. Puede afirmarse que los miembros de la familia Arce de Otálora se caracterizaron por ocupar cargos públicos de gran relevancia hasta el siglo xviii, forjándose una estirpe de notables juristas de acrisolada nobleza.
No debe confundirse a Juan de Arce y Otálora con Juan de Arce, casado, según establece Antonio Pérez Martín en su Proles Aegidiana, con Ana de Leyva, natural de la localidad de Gurieco (Burgos), uno de cuyos hijos, Antonio de Leyva, fue un conocido clérigo burgalés que estudió Teología en la Universidad de Bolonia entre 1529 y 1531. En el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, en la Sala de Hijosdalgo, consta un pleito de hidalguía sobre Juan y Sebastián de Otálora, vecinos de Segovia, del año 1554 (leg. 122-7). Además, en el Catálogo de la Colección de la Spanish Society of America llevado a cabo por José María Regueira y Arnold J. Reinchenberger, que se titula Spanish Drama of the Golden Age, se hace mención de un autor llamado Juan Antonio de Arce, que realizó una obra manuscrita titulada Entremés del zapatero vizcaíno (B. 2604/2). La obra tiene unas trescientas cuarenta y siete líneas y está versificada en endecasílabos y dodecasílabos. En la Biblioteca Nacional de España (BNE), en la sección de manuscritos, hay una obra de un autor llamado Juan de Arce, titulada Relación del Estado de Portugal desde que se rebeló hasta el año 1642, que se hallaba prisionero (número 18.661). También consta a nombre de Juan de Otálora un manuscrito titulado Pleito de doña Guiomar de Onor y Francisco Vélez de Velaóstegui sobre agravios en tiempos de Carlos V (número 6.388), así como una carta original de Juan de Otálora (número 9.372), además de otra dirigida al presidente del Consejo de Castilla, del año 1659, de Juan Antonio de Otálora.
Por su parte, también en la BNE se halla la obra En los fúnebres obsequios que en su mayor iglesia consagró a la memoria de doña de María Luysa de Borbón, Reyna de las Españas, la ciudad de Valladolid, un sermón que pronunció su autor, llamado Juan de Arce, y publicada en Valladolid en el año 1689 por el impresor Antonio Rodríguez de Figueroa.
En los Libros del Acuerdo de la Real Chancillería de Valladolid aparece el nombre del doctor Juan de Arce y Otálora, quien fue juez mayor de Vizcaya en la Real Chancillería de Valladolid hasta que se le nombra oidor en la misma por título de 19 de marzo de 1639, tomando posesión en el Acuerdo del día 28 de ese mes. El 6 de abril de 1643 es enviado como corregidor al señorío de Vizcaya, regresando a Valladolid a ocupar su plaza de oidor el 9 de junio de 1647. Al año siguiente se le nombra regente del reino de Navarra.
Fue, además, gobernador del Principado de Asturias y caballero de la Orden de Santiago, en la que ingresó el 2 de marzo de 1644. Asimismo, fue nombrado por el rey Felipe IV, el día 6 de enero de 1657, consejero de Castilla, cargo que desempeñó de 1657 a 1669.
Desde la perspectiva económica, Juan de Arce y Otálora llegó a atesorar una importante fortuna personal, pues había heredado en 1648 de su padre, el corregidor Diego de Arce, varios censos: uno de 9.456 reales (321.504 maravedís) contra el estado del duque de Alburquerque, constituido en 1601; otro de 16.000 reales (544.000 maravedís) contra un hidalgo; un tercero de 12.500 reales (425.000 maravedís) contra el estado de Osuna, en 1586, y otro, por último, de 12.353 reales (420.002 maravedís) contra Madrid en 1584. A su vez, él mismo constituiría catorce efectos de préstamo, multiplicando así su haber.
Durante los doce años que perteneció al Consejo de Castilla había llegado a alcanzar la cifra de 618.700 reales (21.035.800 maravedís) en censos y créditos.
Como señala Janine Fayard, habría preferido colocar sus ingresos en préstamos a interés mejor que en la tierra. En efecto, en el reinado de Felipe IV y en el de Carlos II, ya sea en los cuerpos de hacienda como en los mayorazgos, se encontraban más censos y créditos —rentas sobre particulares y ciudades— que juros —rentas sobre el Estado—. Juan de Arce y Otálora, como consejero de Felipe IV, contaba con 807.199 reales (27.444.766 maravedís) en censos y créditos y 63.569 reales (2.161.346 maravedís) en juros, esto es, un 59,43 y un 4,67 por ciento. Destacados son los censos sobre los estados de Leganés y Béjar (1670 y 1706) relativos a los bienes de Juan de Arce y Otálora y de su hijo, Manuel de Arce y Astete. Todo lo cual revelaba el nivel de vida de las antiguas familias de la rancia aristocracia castellana, y el endeudamiento y precaria situación del campesinado. Así, las fortunas de algunos consejeros podían competir con las de los Grandes de España; sin embargo, en otras ocasiones, sobre todo en los mayorazgos de los descendientes, se hacía patente el endeudamiento de su cuerpo de hacienda y en consecuencia su reducción en relación con la importancia del mayorazgo cuando fue recibido de su progenitor. En este sentido, el cuerpo de hacienda de Juan de Arce y Otálora ascendía en 1670 a 46.191.550 maravedís, y sin embargo, el de su hijo Manuel de Arce y Astete, a 23.730.810 maravedís en 1706, con lo cual puede observarse que no había incrementado el mayorazgo heredado, al cual su padre sí había sumado 6.092.800 maravedís, es decir, más de 16.000 ducados. No obstante, Lucas Manuel Arce Arrieta Salcedo, descendiente de Manuel de Arce, hijo de Juan de Arce y Otálora, disfrutaba de ocho mayorazgos en los últimos años del siglo xviii.
Tras el fallecimiento de Juan de Arce y Otálora, en el reinado de Carlos II, su viuda, Beatriz de Astete, cobró una pensión o gratificación concedida por el Monarca, por haber sido su marido consejero de Castilla, a partir de 1669. Sin embargo, Juan de Arce y Otálora no sólo recibió como herencia una importante fortuna de sus antepasados, que después transmitiría a sus descendientes a su fallecimiento, sino que entre sus bienes destaca su espléndida e importante biblioteca, que manifestaba su amor al saber y a la cultura, así como su carácter de bibliófilo; ésta llegó a albergar 1.654 volúmenes, de los que el 55 por ciento eran de ciencia jurídica, el 24 por ciento de teología y moral, y el 21 por ciento de historia y literatura.
Juan de Arce y Otálora vive en el siglo xvii, época que va a suponer un período de declive y crisis para la nobleza en España, que ya se empieza a gestar en el siglo precedente. Sin embargo, como observa Janine Fayard, las solidaridades raciales basadas en el linaje se hacen muy fuertes, estableciéndose una tupida red de vínculos que se extienden a varias familias con influencia política emparentadas entre sí; éstas van a desempeñar un papel esencial en el reclutamiento de los miembros de la alta Administración y en la promoción de magistrados, especialmente desde el reinado de Felipe IV. Así, Manuel de Arce y Astete, hijo de Juan de Arce y Otálora, quien ya fue consejero de Castilla desde 1657 hasta 1669, ocupó el mismo cargo de 1690 a 1706. Las familias más insignes y de más rancia tradición aparecían entrelazadas mediante certeras uniones matrimoniales que reforzaban aún más su poder político y su peso e influencia social. Uno de los hijos de Alonso Márquez de Prado se casó con la nieta de Juan de Arce y Otálora. La misma vocación hacia determinados altos cargos de la Administración por parte de los miembros y descendientes de estas familias ocasionó una inevitable endogamia y el dominio, en consecuencia, de los núcleos de poder.
Además, toda una compleja red vertical de clientelas y relaciones de “fecunda amistad” con la alta nobleza ponía todavía más de manifiesto el elevado posicionamiento político, económico y social de estas familias de rancio abolengo castellanas. El duque del Infantado fue designado ejecutor testamentario por Juan de Arce y Otálora en su testamento en fecha 5 de octubre de 1669, y junto a él aparecieron consejeros de Castilla y antiguos alumnos del Colegio Mayor de Oviedo.
La brillante trayectoria jurídica y política de Juan de Arce y Otálora es muestra de la importante tradición administrativa inherente a su familia y prueba irrefutable de la acrisolada nobleza hidalga de sus antepasados, cuyo patriarca fue su ilustre abuelo Juan Arce de Otálora. Así, los Arce de Otálora se convertirían hasta bien entrado el siglo xviii en una notable familia castellana de arraigada hidalguía patrilineal, en la que la estirpe no sólo era manifestada mediante su noble linaje, sino mediante su amor al saber y su talante humanista. Esta adecuada combinación de tradición y espíritu humanista convirtió a sus miembros en auténticos intelectuales que desde una posición de privilegio presenciaron la transformación de la sociedad feudal medieval en el Estado moderno.
En efecto, desde una inteligente perspectiva, sabrán contemplar y asumir los nuevos tiempos, en los que se detecta, como apunta Fernand Braudel, un proceso evolutivo de carácter social en las sociedades mediterráneas a comienzos del Estado moderno y su desarrollo, en concreto en el lapso de 1550 a 1600, lo cual originó una transformación de las funciones que hasta ese momento había asumido la nobleza, y en particular la hidalguía, un cambio social que se acentúa con la llegada del siglo xvii y con la profunda crisis que se manifiesta con los tres últimos reyes de la Casa de Austria.
Juan Arce de Otálora y su nieto Juan de Arce y Otálora significan el inicio y el término de una fecunda etapa de la historia de España, en la que esta familia castellana de estirpe hidalga contempla los nuevos tiempos a través de los ojos y el espíritu inquieto de sus sucesivas generaciones. A partir de ahora, la nobleza habrá de adaptarse a una época en la que, bajo el auspicio de Felipe V, duque de Anjou, la dinastía de los Borbones llega a España y se desarrollará una política centralista.
Fuentes y bibl.: Biblioteca Nacional de España, Genealogía auténtica del apellido Arce, ms. 12.543; Executoria original de los de este apellido Arce vecinos de Antequera, ms. 9.157.
A. y A. García Carrafa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispanoamericana, vols. X y LXVI, Madrid, Imprenta de A. Mazo, 1923, págs. 235-236, y págs. 104 y 109-110, respect.; A. Pérez Martín, Proles Aegidiana, II. Los Colegiales desde 1501 a 1600, Bolonia, Publicaciones del Real Colegio de España, 1979, pág. 685; J. Fayard, Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746), Madrid, Siglo xxi, 1982, págs. 86, 124, 228, 255-256, 264, 280, 305, 314, 345, 357, 361, 367, 368-369, 404, 447, 448, 465, 510 y 511; J. M. Regueira y A. J. Reinchenberger, Spanish Drama of the Golden Age. Catálogo de la Colección de la Spanish Society of America, vol. I, New York, The Spanish Society of America, 1984; A. Montilla Tascón, Índice de testamentos y documentos afines (Segunda serie), Madrid, Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, Dirección de Archivos Estatales, 1987, pág. 12; M.ª I. Lorca Martín de Villodres, El jurista Juan Arce de Otálora (s. xvi): Pensamiento y Obra, Madrid, Fundación Francisco Elías de Tejada y Erasmo Pércopo, 1997, págs. 22, 24-30 y 34-36; “El jurista Juan Arce de Otálora: Un apologeta de la nobleza de sangre (la hidalguía)”, en Boletín de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País (Donostia-San Sebastián), año LIII, n.º 2 (1997), págs. 611-654 (espec., págs. 613-617); La Nobleza en los comienzos del Estado moderno. El pensamiento del jurista Juan Arce de Otálora, situado en la encrucijada del Medievo y la Modernidad, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2004, págs. 26-31 y 69-71.
María Isabel Lorca Martín de Villodres