León Pinelo, Antonio de. Valladolid, 1590-1591 – Madrid, 21.VII.1660. Letrado, cronista mayor de Indias, polígrafo, bibliógrafo y bibliófilo.
En la introducción a la Historia de Lima, Antonio de León Pinelo consigna que es originario de Valladolid, y lo ratifica en sus Anales de Madrid y en las informaciones para obtención de los hábitos de Órdenes Militares.
Finalmente, el obispo poblano Palafox en una epístola fechada en enero de 1645 también precisa que León Pinelo había nacido en Valladolid. Sin embargo, José Toribio Medina, gran estudioso de la historiografía americana, afirma que su origen estaba en Lisboa, pues sus padres —Diego López de Lisboa y Catalina de Esperanza Pinelo— eran de allí, donde residieron hasta que tuvieron que huir de Portugal en dirección a España, por temor a ser juzgados y condenados por la Inquisición portuguesa, ya que tenían origen judío.
Diego López de Lisboa, su esposa y su hijo mayor, Juan, se dirigieron a Valladolid, donde nació Antonio y en esta ciudad castellana habitaban, cuando el padre decidió pasar a las Indias en busca de mejor fortuna.
Fue en Valladolid donde Antonio de León Pinelo inició los estudios de Humanidades bajo la tutela de su tío el carmelita fray Antonio López. Posteriormente, tras obtener la licencia regia, extendida en Valladolid el 28 de enero de 1604, pasó al Río de la Plata, en compañía de su madre, hermano y una tía.
Después de haber vivido unos años en Buenos Aires y en Córdoba del Tucumán, en 1612 Antonio de León Pinelo fue enviado a Lima, con el fin de que cursara estudios superiores, en compañía de su hermano Juan, al que ya se le había admitido en las órdenes menores. Comenzó estudiando Leyes en el colegio de San Marcos, donde recibió clase de Cánones y Derecho Civil. Al terminar el curso de 1613, consiguió aprobar Artes (Lógica, Física y Metafísica); tres años más tarde obtuvo las insignias de bachiller en Cánones y Teología. Finalmente consiguió la licenciatura de Derecho en 1619. Tanto destacó en sus estudios que, inmediatamente fue contratado en calidad de catedrático sustituto de Derecho Canónico.
De estos últimos años de estudiante es su obra sobre la Relación de las fiestas que a la Inmaculada Concepción de la Virgen se hicieron el Lima, un poema impreso en 1618.
León Pinelo posteriormente recorrió una gran parte del sur peruano, ya que tras licenciarse obtuvo la plaza de alcalde mayor de Oruro, de donde pasó después a ser asesor letrado del corregidor de Potosí. De su estancia en tan riquísima villa surgió la obra sobre su historia, sobre el hallazgo del cerro y sus importantes extracciones; obra que quedó inédita, como la similar Historia de Lima.
Sin embargo Antonio de León aspiraba a no quedarse en el virreinato del Perú, sino que deseaba pasar a la Corte, donde pudiera llevar a cabo sus ambiciosos ideales, entre los que figuraba la elaboración de un código de la legislación indiana. Igualmente su viaje a la Corte estaría marcado por los problemas de su familia en Buenos Aires, donde su padre, que participaba en el comercio ilícito de mercancías y esclavos que desde Angola, Portugal y Brasil llegaban hasta Potosí, temía que las autoridades le sometiesen a juicio, como había ocurrido con muchos otros, a no ser que su hijo, experto en leyes, le defendiese ante el Consejo de Indias. Así mismo el Cabildo de Buenos Aires le encargó la misión en agosto de 1621, de defender los intereses locales, actuando como procurador general de las provincias rioplatenses.
A principios de 1622 León Pinelo llegó a Madrid, donde estaba asentada la Corte y donde residirá hasta su muerte. En primer lugar, revalidó el titulo de abogado a fin de poder ejercer sus actividades forenses también en España. Pero también se dedicó a publicar los memoriales de las solicitudes que le habían encomendado al partir de las Indias. De este modo, en 1623, publicó un memorial para respaldar la solicitud de Potosí, La Serena, Córdoba de Tucumán y Buenos Aires, para que se les autorizara el comercio de esclavos, procedentes de Guinea, a través del puerto bonaerense. En enero de 1624, preparó otro memorial para argumentar la libertad de comercio por el puerto de Buenos Aires, de donde se exportarían, con un cupo determinado, las mercancías propias del área hasta Sevilla, Brasil y Angola.
Igualmente en este año de 1624 elaboró otro magnífico informe sobre el procedimiento seguro para portear los caudales beneficiados en Potosí, evitando la ruta de Tierra Firme, a través de Buenos Aires, de esta forma se evitarían los piratas holandeses que infestaban las costas de Chile y Perú. En todas estas obras se pone de manifiesto la gran versatilidad de León Pinelo, tratando bien temas de rentas fiscales, industria, producción y comercio en la amplísima área del Alto Perú y las comarcas rioplatenses. En 1624 también publicó un discurso en que pregonaba la necesidad que entendía de instituirse una Audiencia que en las provincias del Río de la Plata, Tucumán y Paraguay, con capital en Buenos Aires. No obstante, también relazara la importancia de la Audiencia de Santiago de Chile, oponiéndose de este modo a su traslado a Concepción.
Sin embargo, tampoco desatendió su papel de abogado en defensa de los comerciantes bonaerenses encartados en los procesos por actividades ilícitas. En particular, tuvo a su cargo la procuraduría del capitán Diego de Veiga, socio de su padre en el comercio ilícito de mercancías y esclavos procedentes de Portugal y Brasil, y encausado junto a él. El descargo de Veiga también forma parte de las obras impresas del autor.
Y continuando con su papel de abogado defensor de los intereses indianos, a principios de 1629 salió en defensa de la Universidad de San Marcos, rebatiendo en nombre de ella las pretensiones de las jerarquías eclesiásticas y autoridades seculares de La Plata y Potosí, para que en el colegio fundado por los jesuitas, pudiera obtenerse grados académicos. León Pinelo solicitaba que de acuerdo con las sentencias libradas por el Consejo de Indias se ordenara la clausura del colegio competidor de la Universidad de San Marcos de Lima.
El 7 de octubre de 1629 Antonio de León Pinedo contrajo matrimonio, con previa dispensa pontificia, con una remota pariente suya, María de Ugarte y Grimaldo.
De esta unión nacieron cinco hijos: Francisca María, Diego Antonio, Pedro, Isabel María y Diego Antonio. Vivió junto a su esposa e hijos en Madrid, hasta que ella falleció el 28 de agosto de 1654. León Pinelo fallecerá seis años más tarde, el 21 de julio de 1660, siendo enterrado en el convento de Santa María Magdalena, donde él había solicitado ser enterrado.
De todos los ámbitos en los que destacó León Pinelo cabe resaltar su tarea en la elaboración de un código que contuviera las leyes fundamentales expedidas para el gobierno de América. De ahí su magnífica labor en la recopilación de la Legislación del Consejo de Indias, organismo en el que trabajará con una gran vocación y donde va a ser nombrado en abril de 1624 ayudante del licenciado Aguiar y Acuña, encargado oficialmente de llevar a cabo la Recopilación. Para dicho nombramiento se tuvo bien en cuenta su obra elaborada en el virreinato peruano. No obstante, nada más arribar a la Corte ya había publicado un opúsculo que contenía el decálogo de las normas a que, a su entender, debía arreglarse la estructura de dicho repertorio legal: Discurso sobre la importancia, forma y disposición de la Recopilación de Leyes de las Indias Occidentales, una detallada metodología sobre la forma y disposición que afectaría el proyectado cuerpo legal indiano. En su propuesta la recopilación constaría de varios libros (como después se hizo), en los que se tratarían las diferentes materias que incidían en el ámbito indiano, así como los distintos organismos a ambos lados del Atlántico. En su riguroso trabajo en el Consejo de Indias y tras haber realizado el examen de las leyes, provisiones, cédulas y ordenanzas custodiadas en el archivo del Consejo, preparó a mediados de 1625 el folleto Libros Reales de Gobierno y Gracia de la Secretaría del Perú.
A principios de octubre de 1626 se le encomendó realizar a sus expensas, investigaciones en el Archivo de Simancas y extraer una copia de cuanto estimara de interés. En dicha comisión debía estudiar todos los papeles del archivo que tuvieran relación con la legislación indiana, reunir las disposiciones emanadas de la Santa Sede referentes al régimen eclesiástico y religioso de las posesiones en Ultramar y, por último, estudiar los documentos que pudieran servir al cronista Tribaldos de Toledo para proseguir su historia de Chile.
Durante los años siguientes cooperó con el licenciado Aguiar de Acuña en llevar a buen término el código indiano, de tal forma que en 1628 aparecieron los sumarios de la proyectada recopilación, que aunque fue obra de Pinelo, figuraban a nombre de Aguiar y Acuña En febrero de 1629 se le agració con una futura aplaza de relator, debiendo en consecuencia abstenerse de continuar en las gestiones propias de su cargo de abogado y ocupándose exclusivamente en la preparación de la Recopilación de las Leyes, que tan importante era para el gobierno de las posesiones ultramarinas. El 20 de octubre de 1635 depositaba en la Secretaría del Consejo su borrador del código, con una serie de interrogantes que examinó el consejero Solórzano Pereira, cuya aprobación definitiva la dictó el 30 de mayo de 1636. Su informe favorable ayudó a que el 7 de noviembre de 1636 entrara a servir en propiedad la plaza de relator.
Su labor de expurgo y recopilación de la abundante legislación indiana fue enorme y repasó íntegramente los cedularios; leyó más de doscientas mil cédulas y ordenanzas reales en quinientos libros originales de los que sacó treinta mil que redujo a diez mil disposiciones legales. Dicha Recopilación de leyes, provisiones, cédulas y ordenanzas de las Indias Occidentales, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, constaba de tres volúmenes en folio, que al imprimirse, harían unos mil pliegos. En 1640 había obtenido la licencia y privilegio de edición. El proyecto comprendía nueve libros.
El primero trataba materias eclesiásticas; el segundo se refería al Consejo y a la Casa de la Contratación; el tercero a la navegación a Indias; el cuarto contenía las disposiciones a los virreyes; el quinto a las Audiencias; el sexto a los jueces ordinarios; el séptimo sobre el régimen de las poblaciones, el octavo sobre los indios y el noveno sobre cuestiones fiscales y hacendísticas.
León Pinelo desde 1636 hasta 1658 continuó acumulando las nuevas disposiciones que aparecieron entre tanto, e hizo con todas ellas trescientas veintitrés leyes generales, recogidas posteriormente en la Recopilación de 1680. En 1650 la compilación ya estaba ordenada y acabada incluyendo toda la legislación del año anterior; sin embargo, dificultades económicas impidieron su publicación, y, en consecuencia, la pérdida de los originales. Así mismo la pérdida de los once tomos de borradores y minutas de la Recopilación de 1680 hace muy difícil la tarea de comprobar lo que ésta debe a León Pinelo, que debió ser mucho.
No obstante, Guillermo Lohmann Villena, en la edición de la obra El Gran Canciller de Indias (Sevilla, 1953), apunta que en la Recopilación de 1680 se utilizó sobre todo el amplio material acumulado por León Pinelo.
Si una buena parte de las obras de carácter legislativo de León Pinelo fueron impresas, no ocurrió lo mismo con las materias eclesiásticas y canónicas, obras todas ellas de gran interés para el conocimiento y guía espiritual de las Indias. De este modo se debe citar Gobierno espiritual y eclesiástico de las Indias, Historia eclesiástico-política de las Indias, Patriarcado de las Indias y el Bulario Índico, un compendio de las bulas y breves apostólicos que los Sumos Pontífices habían concedido a los Reyes Católicos de Castilla.
De toda esta gran obra legislativa y espiritual se puede confirmar que León Pinelo fue durante gran parte de su vida un investigador del Consejo de Indias, e incluso consiguió otra de sus aspiraciones dentro de la carrera administrativa del Consejo de Indias: la plaza de cosmógrafo mayor o de historiógrafo oficial del Nuevo Mundo. Pero también desde 1625 postuló al oficio de cronista mayor, presentándose por segunda vez en 1641. Por fin lo consiguió en 1658, por consulta de la Cámara del 3 de junio, a la muerte de González Dávila. Sin embargo, este nombramiento le llegó muy tarde, pues ya estaba enfermo y dos años después fallecerá. Y fruto de esta vocación realizó trabajos geográficos y cartográficos, insertos en la Política de las Grandezas como una descripción geográfica e hidrográfica del Nuevo Mundo. Igualmente tenía planeado editar una historia general náutica, que, a su entender, sería útil para el Consejo, pues en tal narración se podrían exponer temas de historia junto con geografía y gobierno de Indias.
Sin embargo, León Pinelo no se dedicó únicamente a las tareas burocráticas del Consejo, también concurrió a los cenáculos literarios madrileños, en los que mantuvo vinculaciones amistosas con Lope de Vega, Ruiz de Alarcón, el pintor y poeta Juan de Jáuregui, Julepe Antonio González de Salas, Manoel de Faria y Sousa, George Cardoso o Tribaldos de Toledo, entre otros. Todos ellos le enriquecieron aún más si cabe, aumentándole al mismo tiempo su valiosísima biblioteca, convirtiéndole en un importante bibliógrafo y bibliófilo. Y de este modo, en 1629 salía a la luz el invalorable Epítome de la Biblioteca Oriental i Occidental, Náutica i Geográfica, dedicado a Ramiro Núñez Felípez de Guzmán, duque de Medina de las Torres, que contiene los escritores de las Indias Orientales y Occidentales y reinos vecinos. De esta obra se hizo una segunda edición en Madrid, en 1737 y 1738, en tres volúmenes. Posteriormente se editaría en Buenos Aires, 1919; Washington, 1958 (con estudio preliminar de Agustín Millares Carlo); y en Barcelona, 1982 (con introducción de Horacio Capel).
Asimismo si se analizan sus estudios misceláneos, asombra la gran variedad de temas tratados por León Pinelo, desde incursiones poéticas como Avisos para la muerte, de 1634; y las solemnes descripciones de las honras fúnebres celebradas en noviembre de 1644, en memoria de la esposa de Felipe IV, la Pompa funeral, Honras y exequias en la muerte de doña Isabel de Borbón, hasta tratados de numismática, como Monedas varias de Indias, pasando por los estudios sobre la cronología del calendario azteca, en Anales de Indias; el origen de los godos que reinaron en España, en Península Septentrional o la traducción del latín al español de un texto del emperador de Oriente León VI, llamado el filósofo: El Aparato Bélico, sumario discurso sobre el arte militar. Tampoco podían faltar obras genealogistas, como el Discurso genealógico de la ilustre Casa i descendencia de Avellaneda, dedicado a Gaspar González de Avellaneda y Haro, primogénito de los condes de Castrillo. También elaboró una compilación sobre la nobleza de las Indias, en donde recogió las mercedes, hidalguías y escudos de armas otorgados a los vecinos de los territorios hispanoamericanos desde la época de la conquista hasta ese momento, llegando a reunir más de cuatro centenares de blasones.
Pero también hemos de resaltar su cálido fervor mariano, que le llevó a reunir una biblioteca mariana de mil doscientos volúmenes, que legó al convento de San Francisco de Madrid, dispersa como el resto de sus numerosos libros. Valga como ejemplo de sus trabajos sobre este tema la Oración panegírica a la presentación de la Sacratísima Virgen, que en 1650 dedicó al presidente del Consejo de Indias y en la que analiza los misterios de la festividad de la Presentación de la Virgen, así como las distintas advocaciones de la Virgen María, existentes en las Indias.
Igualmente hay que resaltar su gran respeto por la villa de Madrid, primera residencia tras su regreso de América, que puso de manifiesto en los Anales de la insigne y coronada Villa de Madrid y Corte de España, que contenían heterogéneas noticias de los acaecimientos ocurridos en esta población desde el primer año de la Era Cristiana hasta agosto de 1658, igualmente de esa misma época serían una descripción histórica- topográfica de la Villa y un cronicón de la misma.
Aunque también se registra, como suya, Memorias para la Historia de Madrid.
Por último, conviene destacar su importante disertación acerca del oficio de gran canciller de las Indias dedicado al conde-duque de Olivares, para granjearse su favor y amparo. El tratado de León Pinelo, que publicó con estudio y notas Guillermo Lohmann Villena, resulta ser un corolario de la rehabilitación de la dignidad u oficio de gran canciller de las Indias, con que Felipe IV quiso galardonar en 1623 a su favorito, el conde-duque de Olivares. Así mismo, en esta monografía añade algunos apartados dedicados al funcionamiento del Consejo de Indias, a las formalidades de la refrendación de los documentos emanados del Consejo. Se trataba, pues, de una investigación y estudio sobre “los privilegios, antigüedad, grandeza y ejercicio” de la Chancillería del Consejo de las Indias, que debía servir a su destinatario de “manual”, pues en él se resumían todas las reglas y nociones propias del ejercicio del citado oficio, sin olvidar, claro está, los “deseos de favorecer” al ministro de Felipe IV.
Obra de notable valía que se suma a toda la extensa bibliografía indiana de este ilustre escritor, de gran circunspección científica.
Obras de ~: Relación de las fiestas que a la Inmaculada Concepción de la Virgen N. Señora se hicieron en la Real Ciudad de Lima en el Perú, y principalmente de las que hizo la Congregación de la Expectación del Parto en la Compañía de Iesus, año 1617. Dirigida al Excelentísimo Señor Príncipe de Esquilache Virrey de estos Reynos, Lima, 1618; Memorial al Rey nuestro señor don Felipe Quarto. A favor de la Villa Imperial de Potosí, de la ciudad de la Serena, en el Reyno de Chile, del Monasterio de Monjas de Santa Catalina de Sena de la ciudad de Cordova de Tucumán, y de la ciudad de la Trinidad, Puerto de Santa Maria de Buenos Ayres, y Governación del Río de la Plata. Sobre la licencia, y permissión que han suplicado para que entren por aquel Puerto esclavos de Guinea, Madrid, 1623; Libros Reales de Gobierno y Gracia de la Secretaría del Perú, que por mandado del Real Consejo de Las Indias y orden del señor licenciado don Rodrigo de Aguiar y Acuña, a cuyo cargo está la recopilación dellas, ha leydo y passado el Licenciado Antonio de León, Madrid, 1627; Memorial sobre la exempción del Arte de la Pintura, Madrid, 1629; Epitome de la Biblioteca Oriental i Occidental, Náutica i Geográfica. Al Excelentísimo Señor D. Ramiro Núñez Pérez Felipe de Guzmán, Madrid, 1629; Tratado de Confirmaciones Reales de Encomiendas, Oficios i casos, en que se requieren para las Indias Occidentales. A Don Lorenço Ramírez de Prado del Consejo del Rey N. 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(inéd.); Compendium devotionum erga B. V. Mariam ex diversiis auctoribus collectum, s. f. (inéd.); Vida de Jesucristo en el vientre de la Santísima Virgen Maria. Traducido del italiano del P. D. Luis Novarino, clérigo regular, s. f. (inéd.); Relación de la casa y servicios de D. Antonio de León y Pinelo, s. f. (inéd.); Historia eclesiástico-política de las Indias, s. f. (inéd.); Bulario Indico, s. f. (inéd.).
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Emelina Martín Acosta