Manrique de Lara, Pedro. Crotone (Italia), 1553- 1554 – Zaragoza, 7.VI.1615. Agustino (OSA), obispo de Tortosa, virrey de Cataluña y arzobispo de Zaragoza.
Hijo de Jerónimo Piñeiro y Francisca Manrique, nació en Crotone (Calabria) en 1553 o 1554, mientras su padre ejercía el gobierno de la ciudad. De ascendencia navarra, su padre fue caballero de la Orden de Santiago y señor de las villas de Iriete y Pasate. Tanto él como su hermana Ana Manrique se educaron en palacio: Pedro fue paje de Felipe II y Ana de la infanta Isabel Clara Eugenia, primero, y de la reina Ana de Austria, después. Su hermana casó años más tarde con Pedro Arias Dávila, conde de Puñonrostro. Tuvo otro hermano, Diego, fallecido antes de 1600.
Ingresó en 1569 en el convento agustiniano de Talavera de la Reina, dependiente de la provincia de Castilla, que había fundado cuatro años antes san Alonso de Orozco, y allí emitió la profesión religiosa el 9 de julio de 1570 en manos de fray Antonio Velázquez.
Realizados sus estudios de Artes y Teología, fue ordenado sacerdote en 1573 o 1574. Posteriormente fue prior de los conventos de Toledo, Segovia y Pamplona.
En 1591 residía en el de San Felipe el Real de Madrid con el cargo de predicador mayor, encargándose por ello del sermón en el entierro de san Alonso de Orozco.
En el Capítulo General celebrado en Roma en mayo de 1592, siguiendo el deseo del papa Clemente VIII, que había sido cardenal protector de la Orden desde 1587 hasta su elección pontificia en 1592, los capitulares nombraron dos asistentes del prior general, uno responsable de las provincias italianas y otro, denominado ultramontano, del resto de la Orden. Para ese último cargo fue elegido Pedro Manrique, que se encontraba en España. Emprendió su viaje en septiembre de 1592, hizo un alto en Pavía, en cuya Universidad alcanzó el doctorado en Teología el 21 de noviembre de 1592, y llegó a Roma a finales de ese año o en los primeros días de enero de 1593, pues ya fechó una carta en Roma el 20 de enero, informando al provincial de Castilla, Gabriel de Goldáraz, de la situación en que se encontraba el litigio en torno al título y jurisdicción del vicario general de Indias, anejo entonces al cargo de provincial de Castilla. En ese litigio, iniciado en el Capítulo General de 1592, que había quitado la jurisdicción sobre las provincias americanas al provincial de Castilla, Pedro Manrique tuvo que enfrentarse con el prior general Andrea Securani de Fivizzano y, con la ayuda del duque de Sessa, embajador en Roma, y el apoyo del cardenal protector Antonio Sauli y del cardenal Pietro Aldobrandini, consiguió que Clemente VIII anulara la determinación capitular mediante un decreto fechado el 28 de agosto de 1593. La decisión agradó particularmente a Felipe II, muy contrariado entonces por no haber conseguido que el general nombrado en 1592 fuera español. En esa misma línea se encuentra la decisión del Monarca de impedir que el padre Securani realizara personalmente la visita de las provincias españolas, y el prior general se vio obligado a realizarla mediante un visitador, por lo que designó para ello el 12 de diciembre de 1594 a Pedro Manrique.
El viaje de retorno a España se inició el 7 de febrero de 1595 y a su llegada a Madrid se entrevistó con el nuncio, monseñor Caetani, y poco después, a finales de abril o principios de mayo, fue recibido en audiencia por Felipe II. Como visitador comenzó presidiendo el Capítulo Provincial de Castilla, que se celebró en el convento de Dueñas en mayo de 1595, y los capitulares lo eligieron por unanimidad provincial el 20 de mayo. Fue confirmado en el cargo por el prior general Securani el 26 de julio. Como provincial y visitador general realizó, terminado el Capítulo, la visita de su provincia y, a continuación, visitó la provincia de Andalucía, en la que presidió el Capítulo Provincial celebrado en Granada en junio de 1595, y después la provincia de la corona de Aragón, en la que presidió el Capítulo Provincial en Zaragoza en septiembre de ese año.
Como provincial Manrique recibió orden del rey Felipe II para que ejecutara la sentencia dictada por el inquisidor Juan de Llano y Valdés contra Ana de Austria, hija de Juan de Austria y monja profesa en el monasterio de agustinas de Madrigal de las Altas Torres, por su participación en el famoso complot urdido por el “pastelero de Madrigal”, quien pretendía ser el desaparecido rey de Portugal, don Sebastián. Ana de Austria fue trasladada al monasterio de las agustinas de Ávila, privada de voz activa y pasiva, pero pronto fue rehabilitada y retornó a su casa de Madrigal, donde llegó a desempeñar el cargo de priora. Durante su provincialato, Manrique estableció en 1595 el convento de Nava del Rey como casa de estudios de los agustinos recoletos. El 25 de febrero de 1596 tomó posesión jurídica del convento de San Agustín, que había construido para los recoletos en Madrid Eufrasia de Guzmán, princesa de Ascoli. El 16 de mayo del mismo año autorizó la reimpresión de las Normae vivendi, o constituciones de los agustinos recoletos, nacidos poco antes y dependientes entonces de la provincia de Castilla.
El Capítulo Provincial celebrado en Madrigal en abril de 1598 nombró provincial al padre Agustín Antolínez, y Pedro Manrique fue destinado al convento de San Felipe el Real de Madrid, donde residió hasta su nombramiento para la diócesis de Tortosa.
Durante su estancia en San Felipe murió Felipe II y a él se le encargó el sermón fúnebre en las exequias del Monarca, organizadas en el convento de las descalzas reales, donde vivía la emperatriz viuda de Alemania María de Austria.
El 16 de septiembre de 1600, Felipe III le presentó para ocupar la sede de Tortosa. El 30 de septiembre el nuncio en Madrid, monseñor Domenico Ginnasio, inició el proceso consistorial que se cerró el 17 de noviembre y fue remitido a Roma, donde Clemente VIII realizó el nombramiento el 12 de febrero de 1601. Previamente Pedro Manrique había recibido el permiso de su provincial, Agustín Antolínez, para aceptar el obispado (Salamanca, 17 de septiembre de 1600), y el del vicario general, Fulvio de Ascoli (Roma, 19 de enero de 1601). Efectuó la entrada oficial en su diócesis el 18 de junio de 1601, y cuatro meses más tarde, el 18 de octubre, comenzó la visita pastoral que tuvo que interrumpir para participar durante enero y febrero de 1602 en el Concilio Provincial de Tarragona que había convocado el arzobispo Juan Terés. A su regreso a Tortosa continuó la visita de la diócesis y a finales de 1602 efectuó su primera visita ad limina, realizada por medio de procurador.
La segunda visita ad limina, realizada también por procurador, se cumplió en julio de 1607.
Durante su episcopado en Tortosa tuvo que afrontar el problema morisco, entonces candente. Partidario de procurar la conversión, formó parte de la junta de obispos que, por iniciativa de Pablo V, se reunió en Valencia a partir del 22 de noviembre de 1608. Participaron en la misma, además de Pedro Manrique, el arzobispo de Valencia, san Juan de Ribera, y los entonces obispos de Segorbe y Orihuela, presididos por el virrey de Valencia, Luis Carrillo de Toledo. Las conclusiones, remitidas a Felipe III, suponen un último intento en favor de la evangelización y conversión de los moriscos. Sin embargo, poco o nada se realizó, pues el Consejo de Estado ya había decidido la expulsión en enero de 1608, que hizo pública el 22 de septiembre de 1609. Varias cartas se intercambiaron entre el Monarca y el obispo en 1609, en las que informó el agustino sobre el desarrollo de la operación de extrañamiento de los moriscos de su diócesis.
A finales de 1610 Felipe III encargó a Pedro Manrique el gobierno del virreinato de Cataluña, en el que sustituyó al duque de Monteleón. El obispo se trasladó a Barcelona, y se ocupó principalmente de los problemas surgidos por la salida de los moriscos catalanes, el inventario y venta de haciendas, y allí residió hasta su traslado a Zaragoza en agosto de 1611, sede de donde había sido nombrado arzobispo ese 8 de abril. Tomó posesión el 28 de agosto. Realizó la visita ad limina por procurador en 1614, y desde el 1 de noviembre de ese año celebró en Zaragoza un Concilio Provincial que se clausuró el 1 de marzo de 1615. Las actas conciliares, que iban a ser publicadas, quedaron inéditas debido al inesperado fallecimiento del arzobispo el 7 de junio de 1615 y el manuscrito se encuentra hoy en el British Museum de Londres.
El cadáver fue sepultado en la capilla de Nuestra Señora de las Nieves de la sede de Zaragoza, reconstruida y restaurada por su hermana y heredera Ana Manrique.
Bibl.: J. Quijano (OSA), “Memorias para la historia de la provincia de Castilla de N. S. San Agustín” (ms. c. 1633), en Archivo Agustiniano, 56 (1962), págs. 65, 79 y 209-210; T. de Herrera, Alphabetum Augustinianum, vol. II, Madrid, Gregorio Rodríguez, 1644, págs. 269-270; Historia del convento de San Agustín de Salamanca, Madrid, Gregorio Rodríguez, 1652, pág. 399; P. Elssio, Encomiasticon Augustinianum, Bruselas, Typ. E Vivienni, 1654, pág. 579; A. de San Nicolás, Historia general de los religiosos descalzos de la Sagrada Orden de los Hermitaños de San Agustín, Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1664, págs. 154, 281; J. Jordán, Historia de la provincia de la corona de Aragón de la sagrada orden de los Ermitaños de N. gran Padre San Agustín, vol. III, Valencia, 1712, págs. 178-179; J. Lanteri, Eremi Sacrae Augustinianae, vol. II, Roma, 1875, pág. 87; V. Maturana, Historia general de los Ermitaños de San Agustín, vol. IV, Santiago de Chile, 1913, pág. 171; G. de Santiago Vela, Ensayo de una biblioteca ibero-americana de la Orden de San Agustín, vol. V, Madrid, Imprenta Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1920, págs. 120- 122; J. Matamoros, La catedral de Tortosa, Tortosa, Editorial Católica, 1932, pág. 113; A. Sanz Pascual, Historia de los agustinos españoles, Madrid, Editorial Senén Martín, 1948, pág. 165; E. Bayerri y Bertomeu, Historia de Tortosa y su comarca, vol. VIII, Tortosa [Algueró y Baiges], 1959, págs. 796-797; A. Manrique, “Manrique, Pedro, OSA”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1408; J. J. Vallejo Penedo, “Pedro Manrique de Lara, OSA. Obispo de Tortosa y arzobispo de Zaragoza (c. 1553-1615)”, en Analecta Augustiniana, 47 (1984), págs. 263-315.
Juan José Vallejo Penedo, OSA