Amberes, Domingo de. ¿Vitoria?, p. s. xvi – Burgos, 1572. Ensamblador y arquitecto de retablos.
Su apellido, Amberes o Enberes, según firmaba, ha hecho creer en su origen nórdico, cuando lo cierto es que parece que nació en Vitoria, ciudad en la que vivían sus padres. Falleció en Burgos el año 1572. Con toda probabilidad se formó artísticamente en Vitoria y debió de llegar a Burgos atraído por la abundancia de trabajo. Así parece mostrarlo el hecho de que desde el principio de su estancia en Burgos aparece relacionado junto a notables maestros, con los que colabora en algunos importantes trabajos. En Burgos contrajo matrimonio con Catalina de Juan Caballero, vecina de Sopeña de Ausín, para cuya iglesia parroquial y ermita de San Miguel labró dos de sus primeros retablos. Desarrolló toda su actividad en el territorio diocesano burgalés y sus condiciones personales de seriedad y honradez le permitieron llegar a gozar de una situación profesional muy sólida y un prestigio social muy superior al alcanzado por sus colegas. Llegó a ser mayordomo y apoderado de la cofradía de Santa Catalina, en la iglesia de San Lesmes, y su hijo, Domingo de Amberes, llegó a ser escribano, sucediendo en el cargo a Pascual de la Cruz, amigo del padre.
Su especialidad fue la de ensamblador, si bien ampliada con la de arquitecto al ser el proyectista de los retablos que contrataba y labraba en su taller.
Esto hace que a partir del estudio de la imaginería no sea posible definir unos caracteres formales definitorios de un estilo personal, ni tampoco establecer una secuencia evolutiva dada la variedad de modos de hacer presentes en cuantas obras se documentan a su nombre.
Dificultad que no ha sido superada hasta el momento, a pesar de que se conocen muchos de los nombres y caracteres de los diferentes artistas que trabajaron con Domingo de Amberes. Todos de gran calidad, pero de muy distinta concepción formal, que intervinieron no en calidad de oficiales permanentes del taller, sino de colaboradores temporales y más o menos ocasionales. Entre ellos: Juan Picardo, Agustín Ruiz, Sanjuán de Albiz, Domingo de Bérriz, siendo Martín Ruiz de Zubiate el más distinguido por su permanencia al lado del maestro, acaso debida a que no era imaginero, sino también ensamblador y arquitecto.
Domingo de Amberes contrató sus primeras obras burgalesas hacia el año 1535 y hasta 1550 no introdujo notables novedades en ellas. Los retablos citados de Sopeña de Ausín, el lateral de la iglesia parroquial de Palacios de Benaver y los principales para las de Quintanilla de la Presa y Revillarruz, junto a otros desaparecidos, pertenecen a esta primera etapa en la que en general, en arquitecturas e imaginería se atuvo a las trazas sencillas en la arquitectura, a juego con la imaginería de estilo ecléctico propia de los sucesores de Diego de Siloé y Felipe Bigarni.
Poco antes de 1550 introduce sustanciosas novedades en obras de mayores dimensiones que las anteriores.
Ante todo, enriquece y solemniza la traza con el empleo, uno a cada lado, de soportes de orden gigante coronados por imágenes, definiendo conjuntos de un elegante y amable manierismo, sin violencia lineal ni gestual, que forman una serie iniciada en el retablo mayor de Pampliega, tasado el año 1558 en 2.000 ducados, de cuatro cuerpos y siete calles y entrecalles, con abundantes representaciones en relieve y bulto redondo dedicadas a la Infancia de Cristo, Pasión de Cristo, Historia de San Pedro y a la Virgen María.
El año 1557 concertó otra de sus mejores obras: el retablo para la iglesia de Isar, compuesto de banco y tres cuerpos con amplio remate y cinco calles, con dos desarrolladas alas en las que destacan las consabidas columnas rematadas por figuras. Fue tasado el año 1567, por P. López de Gámiz y R. de La Haya en 29.670 reales.
Entre sus obras desaparecidas destacan, además de los retablos hechos para conventos burgaleses, los pactados con la iglesia de Quintanapalla, uno dedicado a san Bartolomé y otro a san Martín, por los que le entregaron dos cargas de trigo. Por las mismas fechas, el año 1566, se obligó a hacer el retablo mayor de la iglesia de San Miguel de Mahamud. Conjunto de grandes dimensiones y el retablo más logrado de toda su obra, que la muerte le impidió terminar.
No ha mermado en ningún momento la fama de Domingo de Amberes al que, siguiendo la conducta empleada en otros autores, se atribuye la autoría de obras que nada tienen que ver con su modo de hacer, pero en las que hay que admirar la dignidad y honradez del oficio servida por una excelente técnica, prueba de que con su obra y su influencia, Domingo de Amberes contribuyó a mantener la escultura del foco burgalés en un correcto segundo plano frente a la genial exuberancia de los artistas afincados en Valladolid.
Obras de ~: retablo mayor, iglesia parroquial, Sopeña de Ausín (Burgos), 1535; retablo, ermita de San Miguel, Sopeña de Ausín (Burgos), 1535; retablo de Berzosa de Bureba (Burgos), 1538; retablo de la Virgen, Iglesia parroquial, Palacios de Benaver (Burgos), 1540; retablo mayor, iglesia parroquial, Quintanilla de la Presa (Burgos), c. 1545; retablo mayor, iglesia parroquial, Revillarruz (Burgos), c. 1545; retablo, capilla de D. Andrés de Papua, Monasterio de la Santísima Trinidad, Burgos, 1546 (desapar.); retablo mayor, iglesia parroquial, Pampliega (Burgos), 1550; retablo mayor, iglesia parroquial de San Martín, Isar (Burgos), 1557; retablo de San Bartolomé, iglesia parroquial de Quintanapalla (Burgos), 1560 (desapar.); retablo de San Martín, iglesia parroquial de Quintanapalla (Burgos), 1560 (desapar.); antepecho del coro, iglesia parroquial, Pampliega, 1562; Concierta la hechura de un retablo con Rodrigo de La Haya, para la capilla del Obispo Bernardo Manrique en el convento de la Trinidad, 1562; retablo mayor, iglesia parroquial, Mahamud (Burgos), 1566.
Bibl.: T. López Mata, “Mahamud y el retablo de la iglesia de San Miguel”, en Boletín de la Comisión de Monumentos, Burgos, V (1938-1941) págs. 255-260; J. M.ª Azcárate, Escultura del siglo xvi, en Ars Hispaniae, t. XIII, Madrid, Editorial Plus Ultra, 1958; A. C. Ibáñez Pérez, “Escultura del siglo xvi en Burgos”, en Historia de Burgos, III, Edad Moderna (3), Burgos, Caja de Ahorros de Burgos, 1995, págs. 107-111.
Alberto C. Ibáñez Pérez