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Victor Manzano y Mejorada

Biografía

Manzano y Mejorada, Víctor. Madrid, 11.IV.1831 – 11.X.1865. Pintor.

Manzano representa en el panorama artístico de su tiempo una de las primeras opciones de renovación pictórica desde el purismo académico hacia el realismo plástico, que quedó frustrada por su prematura muerte. Su relativa independencia de los ambientes académicos desde su más temprana juventud y su decidida actitud cosmopolita le permitieron acercarse con sinceridad a la captación realista del natural. Fallecido con poco más de treinta años, dedicó sus mayores empeños a grandes composiciones históricas, pero fue en sus retratos y sobre todo en algunos de sus estudios de figuras, como Un chiquillo sentado (Museo del Prado), donde se mostró como un adelantado. Sus obras, resueltas con una gran eficacia artística —en las que vuelve con franqueza sus ojos a Velázquez—, le convierten en un auténtico precursor del realismo para los artistas de la generación siguiente y el valor de sus hallazgos lo aprovecharía, fundamentalmente, Eduardo Rosales (1836-1873).

Nacido en el seno de una familia madrileña acomodada, Manzano comenzó a formarse como ingeniero civil, pero abandonó temprano sus estudios y, tutelado por el pintor y erudito Ceferino Araujo (1824- 1897), comenzó a copiar obras antiguas. Ingresó poco después en la Academia de San Fernando, donde fue discípulo de Joaquín Espalter (1809-1880) y Federico de Madrazo (1815-1894), de quienes tomó su primera formación artística al calor del purismo académico; lenguaje en el que debió producir algunas de sus obras más juveniles que actualmente sólo se conocen por referencias literarias.

Durante estos primeros años de su vida realizó un corto viaje de estudios a Italia, que le sirvió para desvincularse de los postulados idealistas en los que se acababa de formar. A su vuelta a España decidió continuar su formación en París, donde fue discípulo de François-Éduard Picot, formado con J. L. David, pero en cuyo estudio pujaban otros aventajados discípulos, como Alexandre Cabanel y los hermanos Benouville, con los que Manzano entró en contacto y por cuya etapa inicial se dejó influir sentidamente.

Allí copió además obras modernas, como el Harem de Delacroix, que determinaron en el artista el desarrollo de una gran sensibilidad hacia el color y realizó entonces algunas composiciones originales y retratos.

Vuelto a Madrid, recibió el apoyo de los marqueses de Remisa, que le encargaron numerosas obras, como San Lorenzo ante el emperador Valerio, pero sobre todo Santa Teresa en Pastrana, la primera obra que confirió cierto prestigio al pintor. Este cuadro compareció en la Exposición Nacional de 1858, en la que obtuvo un premio de 3.ª Clase, y presentó también con éxito Los últimos momentos de Cervantes (Madrid, Museo del Prado). Esa buena recepción dio origen a su carrera como pintor de Historia, al calor de las primeras Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. En 1860 presentó Los Reyes Católicos en el acto de administrar justicia (Madrid, Palacio Real), por el que recibió muy buenas críticas y obtuvo una 2.ª Medalla, y que ahora puede considerarse como la mejor de sus obras conservadas. En ese mismo certamen expuso Adiós para siempre, con la que concurrió también a las exposiciones de Bayona y París, y después la envió a la Exposición Universal de Londres de 1862. A Francia llevó además un boceto que finalmente adquirieron los duques de Montpensier, Los últimos días de Felipe II.

En la Nacional de 1862 presentó Rodrigo Vázquez visitando a la familia de Antonio Pérez en prisión (Nueva York, The Hispanic Society of America), por la que obtuvo de nuevo una Medalla de 2.ª Clase. El lienzo fue adquirido por el infante Sebastián Gabriel, reputado aficionado y coleccionista de la Corte isabelina, que además le nombró su pintor de cámara. Dos años después expuso Cisneros y los grandes (Museo del Prado), con el que obtuvo una consideración de 2.ª Medalla. Para la siguiente convocatoria comenzó a preparar un gran lienzo que representaba a Felipe II y don Juan de Austria, pero la cruel epidemia de cólera que asoló Madrid en 1865 terminó con su vida.

Aunque predominó la pintura de Historia en el grueso de su obra, fue autor de numerosos retratos en los que, como sucede con los estudios del natural, asoma una fuerte pulsión realista, que nunca llegaría a consumarse del todo, y que es perceptible en la amplia colección de retratos de su esposa y sus hijos y que, al morir uno de éstos, Carlos, fueron legados por su viuda al Museo del Prado, institución para la que éste había trabajado.

Manzano, además, practicó el grabado al aguafuerte, colaborando con una de las publicaciones ilustradas más interesantes de su época, El Arte en España, en la que publicó varios de sus mejores trabajos. Poco antes de su muerte, en abril de 1865, fue nombrado profesor de los estudios elementales de Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado.

 

Obras de ~: Santa Matilde, 1855; San Lorenzo ante el emperador Valerio, 1856; Últimos momentos de Cervantes, 1856; Odalisca dormida, 1856; Cristina de Suecia en el estudio del Guercino, 1856; Laura y Petrarca, 1856; Prisión de Quevedo, 1856. Otelo, 1857; Santa Teresa en el Palacio de los duques de Pastrana, 1858; Sancho Panza revela a la duquesa el secreto del encanto de Dulcinea, 1858; El convidado de piedra, 1858; Escena de la Inquisición, 1859; Un chiquillo sentado, 1859; Dorotea, 1859; La marquesa de Remisa, 1860; El marqués de Remisa, 1860; Felipe II recibe en embajada al conde de Montigny, 1860. Los Reyes Católicos administrando justicia, 1860; La reja, 1860; Adiós para siempre, 1860; Un frutero, 1860; Origen de la muerte del Giorgione, 1861; La familia de Antonio Pérez, 1862; El Sagrado Corazón de Jesús, 1862; Santa Adelaida, 1862; San Francisco de Borja, 1863; Paisaje de Arganda, 1863; Un pinar de Navacerrada, 1864; Alegoría de la Sociedad de Crédito ‘La Beneficiosa’, 1864; El confesionario, 1864; Anacreóntica, 1864; Don Quijote, 1864; Cisneros y los Grandes, 1864; Leon Bonnat, 1864; Felipe II y don Juan de Austria, 1865; Manuel Pérez de Seoane, 1865; La condesa de Villaleal, 1865.

 

Bibl.: E. Mélida, “Vida y obras de Victor Manzano”, en El Arte en España, V (1866), págs. 113-154; M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo xix. Madrid, 1884 [ed. facs. Madrid, Gaudí, 1975], págs. 413-415; J. A. Sánchez Trigueros, “Manzano y Mejorada, Víctor”, en VV. AA., Cien años de pintura en España y Portugal (1830- 1930), t. V, Madrid, Antiqvaria, 1991, págs. 163-168.

 

Carlos G. Navarro

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