Cruz, Pedro de la. Pero da Crus. Segovia, 1559 – Macao (China), 24.VI.1606. Misionero jesuita (SI) y teólogo.
Había estudiado Artes cuando entró en la Compañía de Jesús, en Segovia, en agosto de 1576. La formación la completó a su paso por el colegio de su ciudad natal y por los de Salamanca, Valladolid y un nuevo regreso a la ciudad del Tormes. Trabajó, en su dimensión como teólogo, en cuestiones relativas a la Trinidad, mientras se encontraba en Valladolid; o a la “ciencia de Dios” en Salamanca, manifestando su interés en la convocatoria de un acto público en 1586, en el cual aceptó la “ciencia media”. Por entonces, Francisco Suárez no había defendido la “ciencia media”, y se había desarrollado en el ámbito universitario una tendencia antisuarista. Fue destinado a las misiones de las Indias portuguesas y fue menester su paso por Lisboa, donde se encontraba en 1586. Allí pudo conversar con Luis de Molina y sin duda no fue ajeno el mencionado encuentro a los problemas teológicos anteriores.
Cuando arribó a la ciudad de Goa, Pedro de la Cruz enseñó Teología entre 1587-1588. Era aquélla una “pequeña Lisboa”, en la que encontró antiguos manuscritos de Francisco Suárez, los cuales trató de denunciar ante la autoridad del prepósito general, Claudio Aquaviva. Un año más tarde vivía en Macao, siendo 1589 el prólogo a su llegada al Japón, estableciéndose en Arima. En 1592 era profesor de Teología en el colegio de Todos los Santos de Nagasaki. Posteriormente se encargó de leer casos de conciencia y dogmática, como ocurrió en 1603. Regresó a Macao, ya atacado plenamente por la última enfermedad.
No compartió con Alessandro Valignano la idea de que en el Japón solamente permaneciesen misioneros jesuitas. Fue un destacado estudioso de la cultura japonesa, lo que plasmó en obras como Relación de la naturaleza, cualidades y estados de esta nación japonesa.
Desde su carácter especulativo, explicó ciertos misterios, manifestando una notable preocupación por la ortodoxia, a pesar de su permanencia en la lejanía del Oriente. Por esa razón, expresó las críticas que realizó a la obra del padre Gabriel Vázquez, también de la Compañía de Jesús, a través de los tratados de aquél, de Gratia y de Incarnatione. Se mostró, como se ha indicado antes, un polemista destacado respecto a las ideas del primer Suárez sobre la “ciencia de Dios”. A la crítica añadió su teoría personal cuando escribió los once capítulos de Concordia diviniae Providentiae et liberi arbitrio, concluida en 1592. Entonces ya moraba en Oriente. Igualmente, escribió un tratado sobre la Santísima Trinidad, titulado De santisima Trinitate, del cual envió unas páginas a Roma para que fuesen censuradas en el Colegio Romano, donde fue debatida la distinción que hacía de las tres personas de la Trinidad. Pedro de la Cruz manifestó su intención de escribir un tratado sobre el valor de las obras. Todavía no han sido localizados los manuscritos de todas ellas, aunque se cuenta con referencias, a través de las cartas que eran enviadas al prepósito general en Roma, además de por lo que sus contemporáneos resaltaban.
En su doble condición de escritor y teólogo con proyección docente, Pedro de la Cruz se mostró como un notable ejemplo del intercambio que existió entre jesuitas que trabajaban en los campos de la Teología, en la orilla europea y en la de las misiones.
Obras de ~: Cartas, en Archivum Romanum Societatis Iesu, Japsin 11-2, 12-1, 13-2.
Bibl.: J. López-Gay, “Censuras de Pedro de la Cruz, teólogo del Japón, a las doctrinas de Francisco Suárez, 1590”, en Archivo Teológico Granadino, 30 (1967), págs. 213-244; Monumenta Historica Iaponiae, Monumenta Historica Societatis Iesu, vol. I, Roma, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1975, pág. 1163; J. López-Gay, “Cruz, Pedro de la”, en Ch. O’Neill y J. M.ª Domínguez, Diccionario Histórico Compañía de Jesús, vol. II, Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu y Universidad Pontificia Comillas, 2001, pág. 1015.
Javier Burrieza Sánchez