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Pedro Gutiérrez Bueno

Biografía

Gutiérrez Bueno, Pedro. Cáceres, 28.IV.1743 – Madrid, 11.VI.1822. Farmacéutico, químico, introductor de la nomenclatura química de Lavoisier en España.

Su padre, Francisco Javier Gutiérrez, era natural de Garrovillas de Alconétar, un pueblo sito a unos treinta y cinco quilómetros de la capital de la provincia. Su madre, Mariana Jiménez de la Poza, nació en Cáceres.

Luego de cursar sus primeras letras, entró en los Reales Estudios de San Isidro durante el año 1771, con lo que se convirtió en uno de sus primeros discípulos. Allí cursó estudios de lógica, matemáticas y física experimental.

De manera simultánea, o a continuación, debió de pasar el tiempo entonces imprescindible como mancebo de botica, hasta examinarse ante el Real Tribunal del Protomedicato y recibirse como boticario en 1777. En esa fecha fue acogido en el Real Colegio de Boticarios de la Corte. Desde finales del año anterior poseía oficina de farmacia en la capital, en la calle Ancha de San Bernardo, esquina a la de Manzana.

Su inicial formación química especializada la realizó con el abate canario José Viera y Clavijo, en el gabinete químico establecido en Madrid en el palacio del marqués de Santa Cruz, con instrumentos adquiridos en París personalmente o enviados más tarde por Joseph-Aignan Sigaud de la Fond, a través del abate Antonio José de Cavanilles.

Cuando José Pérez Caballero, el intendente del Real Jardín Botánico, elevó un memorial al conde de Floridablanca, el 22 de julio de 1787, para indicarle la necesidad de crear un laboratorio de química, provisional y de poco conste, hasta la construcción de la Real Academia de Ciencias planteada por Carlos III en lo que hoy es el museo del Prado, se le eligió como catedrático interino por Real Orden de 18 de octubre de 1787. El centro era necesario para dar cumplimiento a la Real Cédula de 1780 por la cual se dividía el Real Protomedicato en tres Audiencias y de la docencia de los farmacéuticos se encargaba el jardín madrileño en lo referente a la botánica, el laboratorio de química y una prevista cátedra de farmacia que no fue establecida hasta 1805. Se acomodó el nuevo establecimiento en las piezas anteriormente ocupadas por la botica del convento del Carmen Descalzo, con entrada por la calle Alcalá. Las clases comenzaron el 2 de enero de 1788.

A la inauguración acudieron muchas y destacadas personas, presididas por Floridablanca. Pedro Gutiérrez Bueno leyó su lección inaugural. Explicó la utilidad de la química en muchos ámbitos, no únicamente terapéuticos, lo cual luego aplicó a su actividad científica.

Ese centro se institucionalizó con fuerza. A su desaparición, en 1799, para dar lugar a un laboratorio único en la calle del Turco, dirigido por Louis Proust, además de Gutiérrez Bueno, en calidad de catedrático primero, trabajaban en él Higinio Antonio Lorente, catedrático de química aplicada a la medicina, un profesor de colores, dos analizadores de plantas, un afinador de metales, un administrativo y un cirujano para atender al personal y, desde al menos 1790, su ayudante era Joseph Meneses. Todos bajo la dirección de Jerónimo de la Torre, dependiente a su vez del intendente del Real Jardín Botánico de Madrid.

Para la formación del futuro Fernando VII, los hermanos Felipe y Fernando Scio formaron un laboratorio en Palacio, a donde el entonces Príncipe acudía con frecuencia. Al ausentarse los sacerdotes, los experimentos en el laboratorio se hicieron bajo la supervisión de Pedro Gutiérrez Bueno. Godoy le había advertido sobre el gran cuidado que debía tener para evitar accidentes al heredero. Tenía como mozo a Antonio Moreno.

La relación con la Real Familia y sobre todo con el futuro Fernando VII debió de ser muy buena. Hacia 1805, cuando Juan Escóiquiz indujo al futuro Rey a traducir la Histoire des révolutions arrivées dans la Republique Romaine, del abate René-Aubert Vertot, y el Príncipe logró la autorización de don Juan Antonio Melón para imprimirla en la casa de Fermín Villalpando y publicarla, ante los consejos contrarios de sus padres, hizo depositar toda la edición en la casa de Gutiérrez Bueno y la recogió cuando era ya Rey. Pese a esa aparente familiaridad, no se liberó de dificultades tras la guerra contra el francés.

Por carta de Mateo Orfila a su padre, sabemos que el 7 de marzo de 1806 le consideraba el primer catedrático de Química de Madrid y maestro del Príncipe de Asturias.

Nada más ser nombrado catedrático interino del Real Laboratorio propiciado por la Secretaría de Estado, publicó un manual para el uso de los alumnos y tradujo la nueva nomenclatura química, apenas un año después de haber aparecido en suelo francés. Su texto fue sometido a crítica por parte de Juan Manuel de Aréjula y Domingo García Fernández. Su compañero Higinio Antonio Lorente tradujo los Eléments de chimie de Jean-Antoine Chaptal (1756-1832), el texto que hizo más por la divulgación de la nomenclatura de Lavoisier, en diversos tomos a lo largo de finales del siglo XVIII y principios del XIX. También el traductor de la obra de Morveau, Maret y Durande, procuró adecuar su nomenclatura a la traducida por Gutiérrez Bueno, con el fin de que sus alumnos pudieran seguirlos con facilidad.

La primera traducción de Gutiérrez Bueno no incluyó la sinonimia o diccionario de los viejos nombres con sus equivalentes modernos, ni las memorias de Hassenfratz y Adet y las tablas con los símbolos o caracteres químicos, aunque la sinonimia la había incluido como apéndice en el Curso de Química citado. Las objeciones de los otros autores se centraron, no en las posibles carencias de la traducción, sino en la forma de hacerlo con respecto a las denominaciones españolas de los productos químicos. Pedro Gutiérrez Bueno no las aceptó en la segunda edición del texto, redactada cuando era catedrático del Colegio de Cirugía de San Carlos, que sería una continuación de la primera, en donde se incluye el diccionario, la sinonimia, la tabla de nomenclatura y los nuevos caracteres químicos más una tabla de equivalencias del sistema métrico decimal –uno de cuyos autores había sido Lavoisier– al sistema español de pesos y medidas.

En 1790 dio a la imprenta su Memoria sobre el blanqueo del lino, algodón y otras materias, efectuada a partir de los trabajos de Berthollet. En 1803 cuando se extractó una información de los Annales des Arts sobre el blanqueo de los tejidos mediante el ácido muriático oxigenado, se resaltaba el aparato dispuesto por Pedro Gutiérrez Bueno para hacerlo. Antes, en 1800, publicó el Análisis de las aguas de Madrid; también su Arte de tintoreros de lanas. En 1801 publicó el Arte de tintoreros de sedas y el Arte de tintoreros de algodón y lino.

Una serie de textos químicos muy diversificados, no dedicados únicamente a las artes de curar, tal y como expresaba en su discurso de inauguración en el año 1788, al considerar a la química una ciencia eminentemente útil en varios ámbitos.

Los exámenes de química estaban a medio camino entre las pruebas académicas y las funciones de teatro, acorde con los de otras materias científicas durante el periodo ilustrado. En 1788 fueron presididos por Floridablanca y acudieron muchos curiosos de la alta sociedad. En los espacios muertos establecidos entre las exposiciones de los alumnos, actuó una orquesta. También Juan Pablo Forner y Leandro Fernández Moratín celebraron el establecimiento de la enseñanza de la química con la lectura de alguna de sus poesías.

Sus alumnos se dieron a conocer en la prensa con anuncios sobre diversas actividades útiles; desde la fábrica de un sucedáneo del carbón, hasta la fabricación de pajuelas, la perfumería o el blanqueo de telas.

Fue admitido en la Real Academia Médica Matritense (1780); en la Real Academia Médico-Práctica de Barcelona (1780); en la de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona (1788); en la Real Sociedad Médica de Sevilla (1794); en la Real Sociedad Económica de Madrid como socio de mérito (1795) y recibió el cargo de Boticario Mayor Honorario (1791). A raíz de este último nombramiento obtuvo el puesto de Alcalde Examinador de Farmacia (1791). Cuando se extinguió el Real Tribunal del Protomedicato por primera vez, en 1800, se le concedió una dieta anual de doscientos ducados, pero solicitó seguir percibiendo su anterior asignación.

El 10 de abril de 1780 estableció una fábrica de solimán (cloruro mercúrico), empleado como cosmético y medicamento pese a su gran toxicidad, en Cadalso de los Vidrios (Madrid). Al ver las otras existentes en la población de agua fuerte, se propuso abrir una él mismo para obtener un producto de mayor calidad. El 5 de septiembre de 1788 se le concedió permiso para instalarla por Real Orden. El profesor madrileño propuso a la Junta General de Comercio y Moneda la conveniencia de hacer pasar un examen a quienes quisieran fabricarla y formar una instrucción para pasarlo. Su idea fue aceptada y él mismo preparó el texto necesario para la prueba. Se trata del libro Instrucción práctica para destilar las aguas fuertes, y otros espíritus ácidos, al cual debían ajustarse todos los fabricantes. Además, propuso que su fábrica de la localidad sirviese de modelo a todas las demás. Su iniciativa fue aceptada por el monarca. Allí se preparaban otros “espíritus ácidos” para los laboratorios de química, las boticas y algunos drogueros.

El 23 de noviembre de 1788 se le concedió una Real Cédula, a nombre de Ventura Dávila y Compañía, para establecer una fábrica de aceite de vitriolo (ácido sulfúrico), única y primera del Reino.

En 1794 fueron aprobados por el monarca los doscientos ocho colores que presentó en lana, lino, algodón y seda y el 17 de enero de ese año le fue concedido un sitio, a orillas del Manzanares, para establecer un taller de tintoreros.

El 30 de agosto de 1796 se le dio facultad para arreglar todo lo referente a la fábrica de cristal del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, lo cual le fue encomendado por Carlos IV por una Real Orden de 20 de noviembre de 1795. Fruto de esa comisión fue la redacción de un Manual del arte de la vidriería.

Durante el periodo de catedrático del Real Laboratorio de la Corte efectuó multitud de informes a instancias de varias autoridades; entre ellos, ensayos sobre la pureza del aire, el 5 de septiembre de 1790, a raíz del terrible incendio declarado el 16 de agosto de ese año en la plaza Mayor de la capital. En 1793, por iniciativa de las señoras de la Asociación de la Caridad, analizó el aire de la prisión madrileña. En 1802 también analizó el aire del almacén madrileño de pescados frescos y en 1803 vuelve a demostrar su interés por la desinfección atmosférica a la que se atribuía en ese momento la transmisión de todo tipo de enfermedades epidémicas mediante un folleto sobre el aparato para desinfectar descubierto por Guyton de Morveau y modificado por él mismo. Por orden del Príncipe de la Paz preparaba unos frascos con mezcla de ácido nítrico, muriático y óxido negro de manganesa, de tamaño grande, mediano y chico, acompañados de un prospecto para indicar la manera de usarse, que se repartieron por toda la geografía española.

Hizo numerosos informes sobre diversos productos químicos; análisis geológicos y mineralógicos de muestras españolas y americanas. Fue uno de los primeros especialistas en el análisis de aguas. También se ocupó de analizar productos animales, vegetales, farmacológicos y alimenticios; entre ellos, la obtención del azúcar a partir de las remolachas. Visitó minas. Se ocupó de la meteorología madrileña y fue quien primero dirigió la instalación de pararrayos, en un almacén de pólvora de Cádiz y en diversas casas aristocráticas de Aranjuez y Madrid.

Aparte de todas estas tareas emitió muchos informes sobre libros de su especialidad.      

La cátedra de química del Real Laboratorio dependiente del Real Jardín Botánico y de la Secretaría de Estado y la del Ministerio de Hacienda se suprimieron y unificaron en el Laboratorio de química de la calle del Turco, dirigido por Louis Proust, mediante una Real Orden de 22 de enero de 1799.

El 1 de marzo de 1801, tomó posesión de la cátedra de química del Colegio de Cirugía de San Carlos. Dada su pertenencia al colegio de boticarios y su amistad con el catedrático de botánica, solicitó la cesión del su laboratorio y allí empezó las clases el 1 de marzo de 1801. En este puesto permaneció hasta abril de 1804 cuando las nuevas ordenanzas de los colegios de cirugía prohibieron la docencia en los mismos de médicos y farmacéuticos.

Durante esos pocos años, publicó la continuación de la nomenclatura química; un nuevo manual de química para sus estudiantes, texto rutinario con una extraña teoría de la combustión, como era habitual en sus libros y en muchos de los de sus coetáneos; la parte práctica la editó un año después, además de los exámenes efectuados en 1802.

Por si fuera poca su actividad, escribió unas instrucciones para el estañado de las vasijas de cocina, para intentar evitar envenenamientos, conforme a los conocimientos del momento. Las mismas serían consecuencia del reglamento redactado por Ignacio Ruiz de Luzuriaga y él mismo, respecto al estañado y vidriado. También unas observaciones sobre el galvanismo, en donde da cuenta de los experimentos de Galvani con la electricidad y de la manera de ser empleada en el tratamiento de enfermos.

El 18 de enero de 1804 fueron aprobadas las Ordenanzas de Farmacia. En las mismas se aprobaba la fundación de unos Colegios de enseñanza, al igual que los establecidos para la Cirugía durante el siglo anterior y en Francia con el esquema establecido por el químico Antoine-François de Fourcroy.

Al crearse el nuevo Colegio madrileño, llamado de San Fernando, la Junta Superior Gubernativa de Farmacia hubo de nombrarle catedrático de química y jefe local del centro hasta su jubilación en 1815.

Durante el mes de marzo de 1806 sufrió una hemiplejía, posiblemente a causa de un accidente cerebro-vascular, que le mantuvo en cama y doliente el resto de su existencia.

Pese a sus limitaciones, hizo que el Colegio continuase abierto durante la contienda contra los franceses. Continuó impartiendo clases en su casa, a las que concurrían sus alumnos junto a boticarios y oficiales del país invasor, todos interesados en los avances de la disciplina.

Esas actividades le obligaron a dar cuenta de las mismas tras la contienda, sin dificultad alguna por el gran número de testigos favorables a su forma de actuar.

Antes de jubilarse, el 23 de diciembre de 1815, publicó un último manual para los alumnos de farmacia, bastante anticuado, pues continuaba con los conocimientos de sus años de gloria, sin añadir ninguno de los nuevos descubrimientos, si bien tuvo el acierto de recomendar el libro de Francisco Carbonell y Bravo, acaso el mejor adaptado al nuevo paradigma químico de los publicados en su época.

Entre las hijas de su primer matrimonio destacó María Antonia Gutiérrez Bueno por su dedicación a la traducción de artículos científicos del francés al español y por ser la primera mujer en obtener permiso para entrar en la Biblioteca Real, ahora Biblioteca Nacional de España para consultar sus fondos.

 

Obras de ~: Instrucción sobre el mejor método de analizar las aguas minerales y en lo posible imitarlas, Madrid, Imprenta Real, 1777 (reed. Madrid, Imprenta Real, 1782); Instrucción práctica para destilar las aguas fuertes y otros espíritus ácidos…por orden de la Real Junta General de Comercio, Moneda y Minas, Madrid, Blas Román, 1787; “Extracto de la Oración inaugural que en la abertura de la Real Escuela de Química establecida en esta Corte a expensas del Rey nuestro Señor leyó D. Pedro Gutiérrez Bueno, Catedrático interino de dicha escuela, el día 2 de enero”, en Memorial Literario, nº LVI, parte segunda (febrero de 1788), págs. 302-309; “Oración que el día 29 de noviembre del año de 1788, leyó don…Catedrático de la Escuela de Química en la abertura del Curso”, en Memorial Literario (marzo de 1789), págs. 399-407; Curso de Química Teórica y Práctica para la enseñanza del Real Laboratorio de Química de esta Corte, Madrid, Antonio Sancha, 1788; Método de la nueva nomenclatura química. Propuesto por M. M. Morveau, Lavoisier, Bertholet y de Fourcroy, a la Academia de Ciencias de París y traducido al castellano por…, Madrid, Antonio de Sancha, 1788; Exercicio público de Química que tendrá lugar en el Real Laboratorio d esta Corte don Pascual Arbuxech, Don Mariano Martínez Galinsoga, Doln Josep Garriga, Don Francisco Campuzano baxo la dirección de Don Pedro Gutiérrez Bueno… el día 19 de julio a las seis de la tarde, Madrid, Oficina de Antonio Sancha, 1788; “Informe de don…catedrático de química, al Excmo. Señor Marqués de Santa Cruz, sobre la salubridad del aire en la Plaza Mayor”, en Memorial Literario, nº 117, parte primera (septiembre de 1790), págs. 73-78 (el informe se publicó también en Diario de Madrid, 16 de septiembre de 1790, págs. 1039-1040); Memoria sobre el blanqueo del lino, algodón y otras materias, sacada de lo que sobre este asunto publicó en francés Mr. Berthollet, y simplificada en quanto a su práctica, a fin de que el método que en ella se propone pueda ser útil a toda clase de personas, dedicada al Sr. Conde de Floridablanca, Madrid, Antonio Sancha, 1791; “Arte de vidriería”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos, t. VI, nº. 131 (1799) 131, págs. 7-16; nº 132, págs. 20-32; nº 133, págs. 42-48; nº 134, págs. 54-64; nº 135, págs. 70-80; nº 136, págs. 88-96; nº 137, págs. 102-112; nº 138, págs. 120-128; nº 139, págs. 143-144; Manual del arte de la vidriería, Madrid, Imprenta de Villalpando, 1799; “Del agua mineral de Puertollano”, en Seminario de Agricultura y artes dirigido a los párrocos, nº 142 (1799), págs. 188-192; “Observaciones de Don Pedro Gutiérrez Bueno sobre esta obra”, en Seminario de Agricultura y artes dirigido a los párrocos, nº 155 (1799), págs. 392-400 (opiata de Masdevall); Arte de tintoreros de lanas, Madrid, Imprenta de Villalpando, 1800; “Tratado de las aguas de Madrid”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos (1800), págs. 298 y ss.; “De las aguas de Madrid”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, nº 203 (20 de noviembre de 1800), págs. 330 y ss.; “Observación meteorológica”, en Seminario de Agricultura y artes dirigido a los párrocos, nº 177 (1800), págs. 335-336; 352 (también en los números, 204, 225, 235, 278, 305 y 331; en el 335 de 20 de octubre de 1803, pág. 256. En ese año se publicó lo mismo en Correo Mercantil de España y sus Indias, 8 de diciembre de 1803, pág. 778); Nomenclatura química para el uso de su escuela pública. Don… catedrático de Química en el Real Colegio de San Carlos. Segunda edición más cómoda para los profesores de las tres facultades del arte de curar, Madrid, Imprenta de Sancha, 1801; Arte de tintoreros de sedas, Madrid, Imprenta de Villalpando, 1801; Arte de tintoreros de algodón y lino, Madrid, Imprenta de Villalpando, 1801; Descripción de los Reales Baños de Arnedillo y análisis de sus aguas, Madrid, Imprenta de Fermín Villalpando, 1801; “Del azúcar de la raíz de la miseria o abundancia”, en Seminario de Agricultura y artes dirigido a los párrocos, nº 243 (1801), págs. 143-144; Curso de Química: dividido en lecciones para la enseñanza del Real Colegio de San Carlos, Madrid, imprenta Villalpando, 1802; Discurso con que abrieron el exercicio público de Chímica baxo la dirección de su catedrático Don Pedro Gutiérrez Bueno, en el Real Colegio de Cirugía Médica de San Carlos, los alumnos de él Don Juan Antonio Villarino y Don Luis María Maffei, Madrid, imprenta Villalpando, 1802; “Algunos experimentos sobre la canela de Ceylan y de Manila”, en Seminario de Agricultura y artes dirigido a los párrocos, nº 299 (23 de septiembre de 1802), págs. 205-208; “Esmaltes para los utensilios de hierro que se usan en las cocinas”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, (13 de mayo de 1802), págs. 302-304; Práctica del curso de química dividido en lecciones para la enseñanza del Real Colegio de San Carlos, Madrid, Imprenta Villalpando, 1803; Método práctico de estañar las vasijas de cocina y advertencias a los alfareros sobre los vidriados saludables, conforme a la práctica del curso de Química de Don Pedro Gutiérrez Bueno, Madrid, imprenta Villalpando, 1803; Observaciones sobre el galvanismo según se hallan en el curso de la práctica química de D…. con la descripción de los aparatos y modo de usarlos, Madrid, Imprenta Villalpando, 1803; “De un nuevo ingrediente para los tintes”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, nº 327 (7 de abril de 1803), págs. 221-224; “Del blanqueo de los lienzos por el ácido muriático oxigenado”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, nº 329 (21 de abril de 1803), págs. 253-254; “Del cultivo del achiote y preparación de su materia colorante”, en Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, nº 397 (9 de agosto de 1804), págs. 81-95 (el análisis de ~ en la última página); Descripción y uso del aparato permanente para desinficionar el aire descubierto por el sabio chímico de París Mr. Guiton de Morveau, Madrid, Imprenta Villalpando, 1805; con R. Moya de la Torre, Extracto de la análisis de las aguas termales de Ledesma Provincia de Salamanca, del papel de apuntamientos, que sobre ellas y sus baños, y de la representación que sobre sus defectos y mejoras, que pueden hacerse y pide la humanidad se hagan en beneficio de los enfermos, s.l., 1815; Prontuario de química, farmacia y materia médica: dividido en tres secciones, Madrid, Imprenta de Villalpando, 1815.

 

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Francisco Javier Puerto Sarmiento