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Hidacio de Mérida

Biografía

Hidacio de Mérida. ?, m. s. iv – c. 400. Obispo de Mérida (380-400).

En la nomina del episcopologio emeritense sucede a Florencio, primer metropolitano. Sulpicio Severo nombra a Idacio con ortografía latina, mientras que para otros es Hydacio, que correspondería a la griega.

Al propagarse la herejía de Prisciliano, los obispos Instancio y Salviano se adhirieron. Entonces Hygino, obispo de Córdoba, que después se pondría de parte del heresiarca, recurrió a Idacio para que preservase su sede, como metrópoli de la Lusitana. Pronto actuó con enérgico y excesivo celo contra el obispo Instancio y sus partidarios. Éstos reaccionaron con dureza, lo que llevó a los obispos de España y algunos de la Galia a reunirse el año 380 en el Concilio de Zaragoza, donde presentaron un memorial o Commonitorium condenando la doctrina de Prisciliano. Recibieron una carta del papa san Dámaso prohibiendo que se condenase a los inculpados sin previamente oírles. En las actas figuran, entre otros, los obispos Idacio de Mérida e Itacio de Ossonova, quienes condenaban a sus colegas Instancio y Salviano y a los laicos Helpidio y Prisciliano, así como al antiguo delator cordobés.

La reacción fue peor al nombrar los obispos rebeldes a Prisciliano como obispo de Ávila. Las partes beligerantes se agudizaron y, mientras que Idacio e Itacio recurrieron al emperador Graciano para que fueran excluidos de sus iglesias, Instancio, Salviano y Prisciliano recurrieron al papa Dámaso de Roma y Ambrosio de Milán y a la Corte Imperial, de la que consiguieron un decreto de restitución en 382.

Instancio y Prisciliano —Salviano ya había muerto en Roma— volvieron envalentonados e Idacio comunicó al pueblo emeritense las decisiones conciliares; ello provocó una denuncia contra él. Idacio, ayudado por Itacio de Ossonova, consiguió del emperador Graciano un decreto de destierro para los “priscilianistas”, fundado en razones de orden público. Prisciliano aprovechó la situación de Mérida y la visitó, originándose una subversión popular que le obligó a salir precipitadamente de ella. Se refugió en Tréveris, acogido por el obispo Brito, cuando Magno Clemente Máximo, después de vencer a Graciano, se proclamó “Emperador de las Galias, Britania y España”. El sagaz Itacio le dirigió un memorial sobre los errores y vicios de la secta. Apresados Prisciliano y sus secuaces, fueron conducidos al Sínodo de Burdeos, que se celebró el año 384. La intervención de san Martín de Tours y san Ambrosio para evitar la condena civil fue inútil. El heresiarca, temiendo ser condenado, recurrió al Emperador, fue juzgado por Evodio, prefecto del Pretorio y sentenciado a muerte, y, confirmado el veredicto por el mismo Máximo, fue rápidamente ejecutado.

Idacio e Itacio fueron mal vistos por el episcopado debido a su influjo en dicha ejecución: el primero le llevó a renunciar espontáneamente a la sede emeritense el año 389 y murió desterrado, en tiempo de Teodosio y Valentiniano, antes del 392; el segundo fue expresamente expulsado de su sede de Ossonova. Sus obras no se conservan.

 

Bibl.: San Ambrosio, “Epístola 24”, en Padres Latinos (PL), 16 (1039); Sulpicii Severi, “Historia sacra”, 1. II, parágrafo XLVI, en PL, 20 (1055); San Ambrosio, “Sancti Isidorii Hispalenses Episcopi de Viris Ilustribus”, en PL, 83 (1092), caput XV, n.º 19; B. Moreno de Vargas, Historia de la Ciudad de Mérida, 1633 (3.ª ed., Mérida, Patronato de la Biblioteca Pública Municipal y Casa de la Cultura, 1981, págs. 215- 219); E. Flórez, España Sagrada, t. XIII, cap. VIII, Madrid, Imprenta de D. José del Collado, 1816, págs. 149-160; Liber ad Damasum, vol. XVIII, Viena, editio Gregorii Schepess CSEL, 1889, págs. 35 y 39; E. Suys, “La sentence portée contra Priscillien”, en Revue d’Histoire Ecclesiastique, 21 (1925), págs. 530- 538; Z. García Villada, Historia eclesiástica de España, t. I, 2.ª parte, Madrid, Blass, 1929, págs. 357-361; M. Martins, Corrientes da filosofía religiosa em Braga dos seculos iv-vii, Porto, 1950, pág. 159; A. Camacho Macías, La antigua Sede metropolitana de Mérida, Roma, 1965 (pro manuscrito fols. 79-82); U. D . del Val, “Hidacio de Mérida”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. II, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, Madrid, 1972, pág. 1093.

 

Teodoro Agustín López López

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