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Juan Amador Courtain y Herreford

Biografía

Courtain (o Courten) y Herreford, Juan Amador. Dunquerque (Francia), 1696 – ?, 1745. Coronel e ingeniero en jefe.

De ascendencia suiza, ingresó en el Cuerpo de Ingenieros en 1724 como ingeniero ordinario. En 1730 era propuesto por el ingeniero general Verboom para pasar a Indias, aunque antes debía asistir en Cádiz a la construcción de fortificaciones, bajo la dirección del ingeniero Ignacio Sala.

En 1732 se le destinaba a Puerto Cabello (Venezuela) comisionado para la construcción de los fortines de Tucatas y Yaracuy. Puerto Cabello hasta entonces era un puerto franco utilizado por los holandeses. En junio de ese año (1732) se le ascendía a ingeniero en segunda, continuando en Puerto Cabello para la ejecución de las obras que debían hacerse en dicha plaza, en la que proyectaba el fuerte de San Felipe, aprobado por S.M. el 17 de diciembre de 1735. Respecto al citado fuerte, Juan Amador Courten en 1732 realizaba un diseño de planta pentagonal al que le introdujo la alteración de una gran cortina curva, convirtiendo, también, en dos medios baluartes los de sus extremos. La compleja estructura incluía el camino cubierto, una amplia plaza de armas, un nutrido sector de cuerpos de guardias, cuarteles, pabellones, almacenes, y recintos para la comandancia y una iglesia localizada junto a una plataforma que luego habría de avanzar desde la cortina curva. También se dotó al sitio de unas baterías externas de carácter “interino” y otro camino cubierto.

En 1733 estaba encargado de las fortificaciones de Venezuela al tiempo que se le nombraba comandante del citado fuerte San Felipe de Puerto Cabello. En un informe de 8 de enero de 1733, cuando se iniciaba el reconocimiento del terreno donde se establecería la ciudad, Courten expresaba las disposiciones para prevenir lo necesario al establecimiento y abrigo de los obreros y dependientes de las obras, así como también preparar los materiales de construcción. De sus palabras se concluía que la ciudad comenzó desde cero: “No teniendo Puerto Cabello otra habitación que la del almacén de la Compañía Guipuzcoana, y no siendo este a propósito ni suficiente para la comodidad de tanta gente, se sigue la forzosa necesidad de construir algunas casas para capilla, cuarteles para operarios y dependientes, almacenes de pólvora y herramientas, fraguas, etc., y generalmente todo lo demás perteneciente a las obras de esta magnitud”. Proponía, entonces, que se construyeran las casas provisionales en madera “porque, acabados los edificios proyectados, toda la madera de aquellas casas servirá para puertas, ventanas, etc.”. Al siguiente año, realizaba el mapa general de la entrada del golfo de Cumaná, el plan general de las fortificaciones de Puerto Cabello y el plano del castillo de Arroyo de Araya, en Venezuela.

Otra aportación interesante es el plano de Courten firmado en 1734, conocido como Plan General de los contornos de Puerto Cabello, con situación de iglesias parroquiales y otros edificios, así como caminos de la zona, tejares del rey, hornos de cal y canteras. También en ese año enviaba un Ynforme que, de orden del Rey nro. Señor, hace sobre las utilidades del Fuerte de Santiago de Araya, dando razones sobre la inutilidad del castillo, así como sobre la situación de la salina. La boca, que en principio tenía 86 brazas de ancho por 230 de largo, con fondo de 3,5 brazas, al año siguiente estaba “estrechada ya a cinquenta y quatro brazas de ancho” y “su fondo era solo de dos brazas escasas”, continuando su estrechamiento. El ingeniero Courten añadía que “[e]n caso de combenir que se cierre luego, juzgo que se podrá proceder a ello en la forma siguiente: Se cerrará esta boca con quatro filas de estacas de diez pies de alto y seis pulgadas de diámetro por la caveza, de los quales los quatro pies se clavaron en tierra a empuje de martinete dejando entre una y otra fila quatro pies de claro y se correrá un listón sobre cada fila con otra… De distancia en distancia se llenará el intervalo de cada fila de una camada de faginas, y otra de piedras y tierra con lo que se quedará asegurada dicha boca […] Para este efecto se necesita a saber: 600 estacas, 800 clavos de 8 pulgadas, 2.000 faginas, 600 cargas de piedra, Total un mil ciento quince pesos salvo yerro”.

Finalmente, y siempre en el año 1734, proyectaba una serie de obras en Puerto Cabello, preparando su infraestructura, construyendo un muelle en ángulo para contención de las arenas en la orilla sur de la boca del puerto y una serie de estacadas para cerrar caños inútiles del mismo. Estas obras completaban un proyecto para la población en tierra firme, donde situaba la panadería y enfermería de la Compañía Guipuzcoana, mientras sus almacenes continuaban junto al castillo. Trasladaba, por último, los embarcaderos al caño del Puerto Nuevo, tras haber cerrado con estacadas los citados “caños inútiles”.

En 1735 regresaba a la Metrópoli, después de haberse ausentado de Puerto Cabello sin permiso durante ocho meses, al parecer por sus hondas desavenencias con el gobernador de Caracas. Posteriormente, se le reintegraban todos sus bienes y sueldos adeudados que se le habían incautado. Al tiempo, era destinado a la Dirección de Ingenieros de Castilla la Vieja, donde, en colaboración con el ingeniero Pedro Moreau, realizaba el plano de la villa y castillo de Fermoselle en Zamora, los planos de Las Fuentes de Oñoro en Alba de Tormes y el castillo de San Felices el Grande con parte de su villa, en Salamanca. También con el ingeniero Moreau, Courten realizaba un nuevo proyecto para el reducto de San Joseph, fuerte aislado, unido por un camino cubierto al fuerte de la Concepción, en Aldea del Obispo (Salamanca). En junio de 1737 levantaba los planos de la primera y segunda planta del arsenal general de Ciudad Rodrigo, así como los de la entrada principal al mismo. En 1740 era promovido a teniente coronel e ingeniero en jefe.

De su visión de ingeniero, surgieron los primeros testimonios gráficos de la bahía porteña y sus contornos, y de sus manos de constructor, dos hitos arquitectónicos del Puerto Cabello más antiguo: el castillo San Felipe y la Casa Guipuzcoana.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Simancas, Exps. Pers.

H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983; H. Capel, et al., De Palas a Minerva: la formación científica y la estructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII, Barcelona, Serbal-CSIC, 1988; R. Gutiérrez y C. Esteras, Arquitectura y Fortificación. De la Ilustración a la Independencia Americana, Madrid, Ediciones Tuero, 1993; M. G. Cano Révora, Cádiz y el Real Cuerpo de Ingenieros Militares (1697-1847). Utilidad y Firmeza, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994; J. A. Calderón Quijano, Historia de las Fortificaciones en Nueva España, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1996; C. Virgili Belda, “La proyección hispanoamericana de la Academia de Matemáticas de Barcelona”, en La Academia de Matemáticas de Barcelona. El legado de los Ingenieros Militares, Barcelona, Ministerio de Defensa, 2004; R. Gutiérrez, Fortificaciones en Iberoamérica, Madrid, El Viso, 2005; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.; C. Laorden Ramos, Fortificaciones en Cataluña. Tortosa y bajo Ebro, Madrid, Ministerio de Defensa, 2010.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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