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Miguel Antonio de Escurrechea e Itúrburu

Biografía

Escurrechea e Itúrburu, Miguel Antonio de. Pasajes (Guipúzcoa), 16.I.1703 – Potosí (Bolivia), 1756. Mercader de plata.

El coronel de Dragones de los Reales Ejércitos Miguel Antonio de Escurrechea, era natural de Pasajes de San Pedro en Guipúzcoa, siendo sus padres Juan de Escurrechea e Iriarte y Mariana de Itúrburu y Otazo, ambos naturales de Alza, también en Guipúzcoa. En Potosí se desempeñó sucesivamente como alcalde de la Santa Hermandad en 1729, alcalde ordinario en 1733, y conductor del situado de comercio a Buenos Aires en 1735. A pesar de esos cargos y actividades, no tenía “un real propio” cuando se inició en el rescate y mercancía de la plata hacia 1736, aunque casó con Micaela Javiera de Ondarza y Galarza (bautizada en la iglesia Matriz de Potosí, el 9 de marzo de 1704, y fallecida en su villa natal, donde otorgó testamento el 22 de julio de 1770), nacida natural y legitimada por el subsiguiente matrimonio de sus padres, Josefa Téllez y Miguel de Ondarza y Galarza, un rico azoguero potosino.

Prosperó Escurrechea durante los años de mayor corrupción en la minería potosina de la mano de José de Palacio, que ese año había sido promovido de factor a contador de las Cajas Reales. En efecto, durante el siglo xvii se había establecido en Potosí la institución del “avío” o crédito a la producción. Los “mercaderes de plata” o “aviadores”, por un lado, adelantaban a los productores el crédito necesario para el giro normal de minas e ingenios, ya fuere en dinero o en bienes, que era cancelado mediante la entrega de plata sin acuñar a un precio convenido previamente, y, de otra parte, encargaban a la Real Casa de la Moneda la afinación, ensayo y acuñación de la plata. Pero, durante la primera mitad del siglo xviii, los mercaderes de la plata se asocian con las autoridades de las Cajas Reales para disponer de los fondos de la Corona para sus negocios privados. Respaldados Escurrechea y Palacios por Ventura de Santelices y Venero, el corregidor de la villa, pariente del I marqués de Santa María de Otavi, tendrán como máximo rival en el control de la mercancía de la plata a Isidoro Joseph Navarro, que había heredado el negocio del rescate de su tío Pedro Navarro a mediados de la década de 1730 y contaba con el apoyo del visitador de las Cajas Reales, el oidor Simón de Ribera y a través de él con el de la Real Audiencia de Charcas, así como de José de Herboso, contador mayor del Tribunal de Cuentas de Lima. A partir de entonces, toda la política de la Villa se agrupará en torno a la facción de Escurrechea o bien de Navarro. No obstante, ambos se reunieron en diciembre de 1746 con el tesorero de la Casa Real de Moneda, Juan de Lizarazu, para fundar la Compañía de azogueros. Se trataba, más que de un alivio de la situación de los azogueros sometidos a la usura de las mercancías de plata, facilitar parcialmente el avío de los productores en insumos varios gracias al capital acumulado por los mismos azogueros, lo que aumentaría aún más los beneficios de Navarro y Escurrechea, pues de este modo se garantizaban como clientela los azogueros, que al requerir anticipos en dinero, obtenían además su fidelidad. De este modo, el papel de las mercancías de plata no sólo no desaparecía sino que incluso se afianzaba. Ocurrió, sin embargo, que al año siguiente de la creación de la Compañía, Palacio fue separado de la contaduría de las Cajas Reales de Potosí, nombrando el visitador José Herboso a Navarro en su sustitución, cuando Escurrechea viaja a Cádiz en busca de accionistas para la Compañía. La mercancía de plata de Escurrechea comienza así su período de decadencia, pues a pesar de haber dejado la mercancía de plata en manos de su cuñado Pedro Francisco Iribarren y Forafuria, a la sazón alcalde mayor de minas, no pudo éste evitar que en adelante la Compañía funcionara para beneficio personal de Navarro durante casi cuatro años hasta que fue intervenida por el corregidor Ventura de Santelices y Venero, el 20 de julio de 1751, que tras la inspección confirmó el desfalco de Navarro de más de medio millón de pesos. La quiebra de Navarro arrastró a Escurrechea, que perdió también el apoyo del comercio y tuvo que retirarse del negocio de la mercancía de la plata, además de ser también judicialmente demandado para que rindiera cuentas.

Sin avíos de la Compañía ni créditos de los dos mercaderes de plata, repercutió también en el comercio potosino, quedando la Ribera de Potosí al borde de la parálisis mercantil total, trascendiendo incluso en Buenos Aires y Cádiz. Ante la grave situación económica que se había creado, la Corona decidió que el corregidor del Cabildo, Ventura de Santelices y Venero, reuniera en su persona también los cargos de alcalde mayor de minas, que entendía en los pleitos de minas, y el de visitador, que entendía de la Superintendencia de la Casa Real de Moneda y de la Mita, así como de la visita de las Cajas Reales y la responsabilidad de juez de extravíos, con el fin de rescatar la Compañía, que asumió el negocio de la mercancía de plata en monopolio. Pues, aunque la condena regia pareció dirigirse contra la facción de Navarro y Herboso, siendo Palacio restituido en la contaduría de las Cajas Reales, al tiempo que se le concedía el título nobiliario de marqués de casa Palacio, mientras que a Escurrechea, a pesar de encontrarse todavía en Cádiz, se le concedió el hábito de Caballero de la Orden de Santiago y fue designado auxiliar del corregidor y visitador general Ventura de Santelices y Venero para la implementar sus pioneros proyectos de reforma de la minería; este último no permitió que se encumbrara nuevamente una de las dos facciones enfrentadas en la escena potosina, y será el corregidor, que aprovecha la quiebra de las dos mercancías para descabezar las facciones y asumir todo el poder político y económico de la Villa. A partir de 1753, la Compañía o Banco de azogueros, como comenzó a llamarse, se fortaleció en la medida en que los productores percibían los beneficios de su existencia, siendo el más notorio el del aumento del precio de la plata. De esta guisa, cuando el fracasado mercader de plata Escurrechea falleció en 1756, al menos dejó a Josefa Eudivigis de Escurrechea y Ondarza, su única hija, en propiedad el ingenio Chaca en la Ribera de Potosí, que administró su marido Joaquín José de Otondo y Monroy, a la postre III marqués de Santa María de Otavi.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional (Madrid), Órdenes Militares, Caballeros de Santiago, exp. 2737; Archivo General de Indias (Sevilla), Charcas, 425, 576 y 607; Archivo General de la Nación (AGN) (Buenos Aires), Protocolos, reg. 3, 1732, f. 309; Reg. 3, 1735, f. 366; Reg. 1, 1741, f. 280v.; Reg. 3, 1741, f. 558; Reg. 3, 1742, fs. 466 y 378v.: Reg. 4, 1752, f. 152v.; Reg. 2, 1752, f. 335v. y 337; Archivo Nacional de Bolivia (ANB) (Sucre), Minas, 175 y 206.

B. Arzáns de Orsua y Vela, Historia de la Villa Imperial de Potosí, ed. de Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, t. III, Providence (Rhode Island), Brown University, 1965, págs. 288, 350, 360 y 398; E. Tandeter, Coacción y Mercado. La minería de la plata en el Potosí colonial, 1692-1826, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1992, págs. 156-163; E. R. Saguier, “La crisis revolucionaria en el Alto Perú y el gremio de azogueros”, en Historia y Cultura (La Paz, Bolivia), n.os 21 y 22 (abril-octubre de 1992), págs. 111-139; J. Gómez de Olea, “Los Marqueses de Santa María de Otavi”, en Boletín de la Academia Americana de Genealogía (Buenos Aires), año I, n.º 2 (julio-agosto de 1999) (2.ª ed., en preparación).

 

Iván F. Moreno de Cózar y Landahl, conde de los Andes

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