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Ramiro I de Aragón

Biografía

Ramiro I de Aragón. ?, c. 1006-1007 – Graus (Huesca), 8.V.1063. Primer rey de Aragón.

Ramiro I fue el primer rey de Aragón, reino formado tras la división de los territorios gobernados por Sancho Garcés III de Navarra. Nacido hacia 1006-1007, su primera actuación pública confirmando un documento de su padre tuvo lugar en 1011, momento a partir del cual se observa su presencia de manera regular en la Corte real. Era hijo del citado Sancho Garcés III y de una mujer llamada Sancha, procedente de una familia aristocrática de la comarca de Aibar, que vivía todavía en 1070. No pertenecía, por tanto, a la prole del Rey habida con Munia, la esposa oficial del Monarca. Esta circunstancia le apartaba de la sucesión directa, atribuida al primogénito de este matrimonio, García Sánchez, pero no lo marginó del conjunto de decisiones tomadas por Sancho el Mayor para ordenar su sucesión. Tradicionalmente, se ha interpretado esta posición de Ramiro como la de un hijo ilegítimo, pero esta categoría parece poco adecuada para la mentalidad de las familias aristocráticas del siglo XI y, en concreto, no sirve para explicar el hecho de que recibió el poder sobre una parte importante del Reino. Cabe pensar, más bien, en que este concubinado del que nació Ramiro era el fruto de una alianza con una facción nobiliaria, un acuerdo secundario frente a la prestigiosa vinculación con el linaje condal castellano, pero no desdeñable, que fue contraído en la fase más temprana del reinado de Sancho III. El signo ramirense colocado reiteradamente en los documentos reales, junto con la fórmula regulus, “régulo”, como testimonio formal de su aprobación del acto contenido en el pergamino, corrobora que recibía un trato paritario con sus hermanos.

En 1035, Sancho el Mayor completó el programa de reparto de sus posesiones entre sus hijos: Ramiro obtuvo las tierras comprendidas entre Vadoluengo (en Sangüesa, sobre el río Aragón) y Matidero (en Sobrarbe), es decir, un territorio que comprendía la actual Jacetania, los valles de Ansó, Echo, Canfranc y Tena, la cuenca media del río Gállego, las depresiones interiores de las sierras del Prepirineo y el norte de las Cinco Villas. Le fueron asignadas, igualmente, diversas localidades en Aibar, los alrededores de Pamplona, Estella y La Rioja, mientras que sus hermanos García y Gonzalo consiguieron algunas fortificaciones situadas dentro del Reino aragonés, en particular Petilla, Ruesta y Loarre. Ramiro I, como pone de manifiesto el propio documento original de la concesión de Sancho III, juró fidelidad y ayuda militar a García Sánchez, el futuro rey navarro, lo que sugiere que el diseño general de la división contemplaba la sumisión feudal de los tres dirigentes implicados (Ramiro, Fernando y Gonzalo) a la rama central de la dinastía.

Y, efectivamente, Ramiro se mantuvo acorde con esta previsión, si se exceptúa una crisis hacia 1037, cuando se enfrentó brevemente con García en un oscuro episodio militar apenas conocido. Al margen de este incidente, las relaciones con él, con Fernando I de León y con su sobrino Sancho Garcés IV parecen haber sido buenas. Existe una discusión historiográfica relativamente menor a propósito de si Ramiro se consideraba rey, puesto que, aparentemente, no utilizaba este título para referirse a sí mismo en los documentos de su cancillería. Es posible, ciertamente, que rehuyese emplear este signo de soberanía como muestra de respeto por sus parientes mayores navarros, pero es preciso tener en cuenta que se tienen muy pocas piezas originales para asegurarlo y, en todo caso, tanto en los documentos de sus hermanos como en los textos privados aragoneses es tratado como “rey” de manera habitual.

Pocos meses después de su acceso al poder, acaecido en septiembre de 1035, Ramiro contrajo matrimonio con Gisberga-Ermesinda, hija del conde de Foix (agosto de 1036), con el cual sellaba una alianza con un principado pirenaico cercano. Con ella tuvo, a partir de 1043, a Sancho Ramírez, su heredero, a García, obispo de Jaca (1076-1086), y a Sancha, Teresa y Urraca. Desaparecida a principios de los años cincuenta Ermesinda, el Monarca se casó hacia 1054 con una mujer llamada Inés, que probablemente procedía de la familia ducal de Aquitania. Cabe señalar que durante el lapso de tiempo en el que careció de sucesor (1036-1043), Ramiro I procreó un hijo, llamado igualmente Sancho Ramírez, que sufrió un exilio temporal hacia 1059, según indica el Rey en su primer testamento. Reconciliado con su padre y hermano, el conde Sancho Ramírez se convirtió en uno de los magnates más importantes del Reino hasta su muerte en 1105.

Los años iniciales del reinado permanecen en un discreto anonimato, tal vez porque en su transcurso se produjo el afianzamiento del nuevo espacio político y se consolidó la autoridad de Ramiro, procesos que han dejado poco rastro en las fuentes. Hacia 1043 se sentía lo bastante seguro de su posición como para anexionar Sobrarbe y Ribagorza, atribuidos por su padre a su hermano Gonzalo, un joven colocado al parecer bajo la tutela de García Sánchez y que murió no mucho tiempo después. A principios de 1044, los textos provenientes de esta región oriental indican que los nobles, los monasterios y el obispado rotense reconocían a Ramiro como rey, algo que, en principio, excluye una conquista violenta y apunta más bien a que los dirigentes sociales de estos territorios prefirieron un liderazgo firme y próximo a la posibilidad lejana de un soberano propio. Esta incorporación no solamente incrementó de manera apreciable las dimensiones del Reino aragonés, sino que implicó al Monarca en las disputas territoriales en la Baja Ribagorza.

La guerra contra el Islam en las fronteras ribagorzanas tuvo su origen remoto en la conquista del ilerdense valle de Ager por el vizconde Arnau Mir de Tost, hacia 1034. En los años siguientes, este éxito y otros semejantes dispararon el interés de los condes de Urgell y Barcelona, que intervinieron en la zona reclamando parias y estableciendo algunas fortificaciones en Caserras, Purroy, Pilzán y Estopiñán, entre otros lugares, en los años que median entre 1046 y 1058. Estos castillos se hallaban cercanos al río Cinca y, por tanto, a una vía natural de comunicación entre la montaña y el llano, que permitía a los nobles catalanes interesarse tanto por la ocupación de Lérida y Fraga como por la de Monzón y Barbastro. Todo ello afectaba obviamente a la esfera de influencia aragonesa, en las áreas que prolongaban hacia el sur los territorios de Sobrarbe y Ribagorza. Hacia 1055, Ramiro I se implicó decididamente en la lucha por el control de esta región, con la construcción de una fortaleza en Abizanda. A partir de entonces se inició una fase de negociaciones, en la que el rey aragonés cortejó al vizconde Arnau Mir y al conde de Urgell, Ermengol III, a los que se atrajo hacia 1062. En esta fecha tuvo lugar la toma de Benabarre, que por su situación central constituía una especie de capital comarcal en la Baja Ribagorza, y otros castillos de su entorno, alguno de los cuales fue atribuido como feudo a Arnau Mir.

Esta atracción revistió la forma de juramentos de fidelidad feudal, ya que así lo asegura el mismo Arnau Mir en su testamento, pero también adoptó el ropaje de una alianza matrimonial doble, llevada a cabo con el conde de Urgell. De este modo, Ermengol III tomó por esposa a Sancha, hija de Ramiro (fallecida en 1097), mientras Sancho Ramírez, el futuro heredero del trono, se casaba con Isabel, hija de Ermengol.

Un doble vínculo que tenía como fundamento la mutua colaboración contra los musulmanes.

Este acuerdo debe ponerse en relación con el vasallaje establecido a comienzos de 1063 con Sancho Garcés IV, por el que éste cedía al rey aragonés las poblaciones de Sangüesa, Lerda y Undués, a cambio de su consejo y ayuda. Con él se neutralizaba también la posibilidad de que los nobles navarros combatiesen en favor del Reino taifa de Zaragoza.

Reforzado con estas alianzas, Ramiro estaba en condiciones de plantear una decidida ofensiva en el valle del Cinca. Iniciado este ataque en la primavera de 1063, con el objetivo de tomar Graus, los aragoneses se enfrentaron con el ejército de la taifa de Zaragoza con un resultado desastroso, hasta el punto de que el propio Rey murió en la batalla, que tuvo lugar el 8 de mayo de 1063.

Es difícil describir las consecuencias de esta derrota, pero la pasividad que evidencia Sancho Ramírez en los años siguientes es todo un síntoma de la magnitud del desastre. Una pasividad que es tanto más significativa cuanto que en el transcurso de 1064 una gran expedición de nobles de diversas regiones francesas e italianas se reunieron y, con el aliento explícito del Papa, atacaron Barbastro y ocuparon la ciudad musulmana durante ocho meses, antes de la reconquista de al-Muqtadir. A medio plazo, el fracaso de Graus paralizó durante casi un cuarto de siglo los avances territoriales en este sector de la frontera con el Islam, pero este acontecimiento no puede ocultar el balance positivo del reinado de Ramiro I, que dejó a su muerte plenamente consolidado el Reino de Aragón, bien articulada la relación entre su heredero y la nobleza y, finalmente, un tejido de alianzas con otros principados feudales hispánicos y pirenaicos que culminaron en los decenios siguientes.

 

Bibl.: E. Ibarra, Documentos correspondientes al reinado de Ramiro I, desde 1034 hasta 1063, Zaragoza, A. Uriarte, 1904; A. Ubieto Arteta, Cartulario de San Juan de la Peña, Valencia, Gráficas Bautista, 1962-1963; A. Canellas López, Colección Diplomática de San Andrés de Fanlo (958-1270), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1964; A. Durán Gudiol (ed.), Colección Diplomática de la Catedral de Huesca, vol. I, Zaragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos, 1965; Ch. J. Bishko, “Fernando I y los orígenes de la alianza castellano-leonesa con Cluny”, en Cuadernos de Historia de España (CHE), XLVII- XLVIII (1968), págs. 31-135 y XLIX-L (1969), págs. 50-116; J. M. Lacarra de Miguel, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, Pamplona, Aranzadi, 1972-1973; A. Ubieto Arteta, Historia de Aragón. I. La formación territorial, Zaragoza, Anubar, 1981; J. A. Sesma Muñoz, “Instituciones feudales en Navarra y Aragón”, en En torno al feudalismo hispánico, Ávila, Fundación Sánchez Albornoz, 1989, págs. 343-371; A. Ubieto Arteta, Los orígenes de los reinos de Castilla y Aragón, Zaragoza, Universidad, 1991 (2.ª ed.) [revisa sus estudios anteriores: “Ramiro I de Aragón y su concepto de la realeza”, en CHE, 20 (1953), págs. 45-62 y “Estudios en torno a la división del reino por Sancho el Mayor de Navarra”, en Príncipe de Viana, 21 (1960), págs. 5-56 y 163-236, además de otros artículos secundarios]; C. Laliena y Ph. Sénac, Musulmans et Chrétiens: aux origines de la reconquête aragonaise, Paris, Minerve, 1991; A. Durán Gudiol, Ramiro I, Zaragoza, IberCaja, 1993; C. Laliena Corbera, La formación del Estado feudal. Aragón y Navarra en la época de Pedro I, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1996; “Expansión territorial, ruptura social y desarrollo de la sociedad feudal en el Valle del Ebro, 1080-1120”, en C. Laliena Corbera y J. F. Utrilla Utrilla (eds.), De Toledo a Huesca. Sociedades medievales en transición a finales del siglo XI (1080-1100), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1998, págs. 199-227; A. J. Martín Duque, “Navarra y Aragón”, en M. Á. Ladero Quesada (coord.), La reconquista y el proceso de diferenciación política (1035-1217), en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menénedez Pidal, vol. IX, Madrid, Espasa Calpe, 1998, págs. 239-326; Ph. Sénac, La frontière et les hommes. Le peuplement musulman au nord de l’Ebre et les débuts de la reconquête aragonaise, Paris, Maisonneuve et Larose, 2000.

 

Carlos Laliena Corbera

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