Mir de Tost, Arnaldo. Tost (Lérida), c. 1005 – Áger (Lérida), 1071. Barón urgelés y primer señor de Áger.
Hijo de Mir de Tost, vicario de Tost, en el condado de Urgel, y de Sancha, emparentada con la casa vizcondal de Conflent, en el condado de Cerdaña. De su entorno familiar destacan tres rasgos: una notable holgura económica, en gran parte por las importantes posesiones de su madre en el Pirineo oriental (en Conflent, Rosellón, Vallespir, Ripollés y Bergadà); una proyección sobre la franja fronteriza con al-Andalus por parte de su padre, que participó de la coetánea dinámica de ocupación de estos espacios estableciendo castillos que presiden un término estable bajo la invocación de la presura; y una inserción entre el grupo dirigente, por el acceso al entorno condal, el parentesco con la casa vizcondal y la participación en el entorno episcopal, situando en ello a los tres hijos de Mir de Tost, Arnau (Arnaldo), Gerberga, que casó con el vizconde Miró II de Urgel, y Bernardo, que se acogió a la carrera eclesiástica como arcediano.
Sobre esta base, Arnaldo Mir de Tost, nada más alcanzar la mayoría de edad, en 1019, ya consta al final del listado de los prohombres que avalaban el juicio que debe limar las diferencias entre el vizconde y la catedral de Urgel, y estaba inserto en la casa condal, donde avaló los documentos emitidos por la condesa Ermesenda, que ejercía la tutoría sobre Armengol II en nombre de su hijo, el también menor Berenguer Ramon de Barcelona, posición que Arnaldo mantuvo al lado de Armengol II y de Armengol III. Gozando de la confianza condal, a partir de la década de 1030 solía ocupar los primeros puestos de la atestiguación documental y participó no sólo en actos solemnes —como la concesión de una porción de las parias a la catedral por parte de Armengol III en 1048— sino en negociaciones políticas notables, como el convenio de 1024 entre Armengol II y Berenguer Ramon I de Barcelona por los castillos de Alós, Rubió, Malagastre y Artesa, o el de 1040 entre Armengol III y Ramon III de Pallars Jussà por la posesión de Llimiana.
Su elevada posición se refleja en 1038, al compartir con la condesa y el obispo la condición de albacea de Armengol II. El afianzamiento señorial y la minoría de Armengol III facilitaron, en 1040, las tensiones del vizconde de Urgel contra la condesa tutora del menor, que Arnaldo secundó, como la mayoría de los barones, siguiendo también al vizconde en el ofrecimiento de fidelidad al vecino conde de Cerdaña. Arnaldo participó del acercamiento de posturas de 1041 entre el vizconde y la condesa y mantuvo su posición en el entorno inmediato del conde, siendo incluido, poco antes de mediar el siglo, entre los barones que constaban como rehenes a modo de garantía de los convenios entre los condes de Urgel y de Barcelona contra el de Cerdaña.
Al inicial patrimonio recibido de su madre (Travesseres en el condado de Cerdaña) y de su padre en el interior (Tost, Lletó, Clopedera) y en la frontera de Urgel, especialmente en el Llobregós (Figuera, Vallferosa, Llanera, Selvanyà), Arnaldo añadió importantes dominios acumulados al invertir su fortuna en adquirir castillos termenados a los condes de Urgel (Montanisell en 1030, Llordà en 1033, Artesa en 1039 y Malagastre en 1048, sumados a la donación de Biscarri en 1055, la transacción de Montmagastre y la cesión de Benavent) y a los de Pallars Jussà (San Lorenzo de Montsec y Espluga de Miralles en 1044 y 1046, Areny en 1055, además de la Guardia), que se sumaban a algunas otras adquisiciones destacadas, como la torre de Quer, en el valle de Lord (1043). De modo destacado, asumiendo la nueva dinámica de expansión armada sobre el territorio islámico del distrito leridano se afianzó en el Segre medio añadiendo las tenencias condales de Malagastre, Alós y Rubió (1024), a los que se sumó Santaliña (1035), consolidando el espacio con la plena posesión de los castillos termenados de Foradada, Montsonís Marcovau y Seró (1054).
Tras esta base, abordó una expansión que incorporó el valle de Áger, al que llegó desde el valle de Meià (y no desde Montsec, como creía la bibliografía tradicional), conquistó definitivamente afianzada en 1048, concatenando distintas unidades castrales (Claramunt, Pedra, Aspremon, Oroners, Espadella, Corsà, Portaclusa) y poblaciones (Agulló, Règola, Nor), y asegurada en 1065 por el sur al ocupar e incentivar demográficamente Vilamajor, Montclús, Montesquiu, Cas, Fontdepou y Queralt. Al oeste del Noguera Ribagorzana fueron incorporadas, en 1045, Girbeta, Montfalcó, Fet, Bellmunt, Vallsegura, Finestres, a las que se sumó Estañán (1059). Arnaldo Mir de Tost insertó estos dominios en el nuevo modelo feudal, que aplicó en la articulación del ejército, el reparto de las conquistas y las tenencias castrales, todo ello bajo los vínculos de fidelidad y los convenios mutuos.
Este formato le permitió vincularse a tres condes, un rey y un obispo. Efectivamente, las infeudaciones debidas al conde de Urgel (las mencionadas más Peramola, Comiols, Gavarra, Toló, Vall-llebrera, Alentorn, Vilves, Anyà, Collfred, Joval, Pedra), se combinaron con las efectuadas bajo el rey de Aragón y Ribagorza en el ámbito de expansión ribagorzano (Capella, Llaguarres, Lascuarre, Lluzás, Falcs, Viacamp), los condes de Pallars Jussà (Mur, Montañana, Llimiana, y temporalmente Areny, 1051) y de Barcelona (Camarasa y Cubells desde 1051, Purroy desde 1058, Estopiñán a partir de 1066 y Casserres desde que en 1067 Arnaldo vendió el lugar a Ramon Berenguer I para recibirlo como feudo, además de Miravet y Cercet). A este conjunto hay que sumar la infeudación a cuenta del obispo de Urgel de una treintena de parroquias, villas y derechos y de un par de castillos (Castellet y Llanera tras haber cedido Arnau el carácter alodial heredado), además de la adquisición de castlanías intermedias en Besora y otros castillos del Valle de Lord. Mediante convenio establecido en 1059 Arnaldo antecedió la fidelidad a Armengol III antes que la del conde barcelonés, de quien no recibió el castillo de Estopiñán ni ningún otro sin aprobación del urgelés y cuyas tenencias abandonaría en caso de conflicto entre los titulares de Urgel y Barcelona.
De hecho, en la década de 1050, Arnaldo había estrechado su relación con Ramon Berenguer I, con muchas estancias en su Corte, donde participó en la confirmación de importantes documentos, como en 1056 la dotación del conde a su esposa Almodis o establecimientos castrales como el de Tárrega en 1058, cosa que no le impidió participar también en la Corte de Urgel, donde en 1057 avaló con su firma la permuta del castillo de Solsona efectuada por Armengol III a favor de la sede urgelense. Arnaldo participó en los convenios establecidos entre los dos condes, como el de 1057 sobre Casserres y el reparto de parias y, destacadamente, el de 1058 que coordinó las actuaciones ante Zaragoza. Los convenios feudales permitieron congeniar los respectivos intereses con los diferentes Soberanos, como pactó en 1065 con el conde de Pallars Jussá comprometiéndolo en la protección de Areny. Las divergencias también se estructuran según las fórmulas feudales, como los agravios presentados por el pallarés Ramon V contra Arnaldo acusándole de falta de colaboración en las actuaciones contra la taifa zaragozana y de abusos y dilapidación de bienes en las tenencias castrales.
Concordando los vínculos establecidos, Arnaldo mantuvo buenas relaciones con los obispos urgelenses.
En 1040 el obispo Eribau no sólo le nombró albacea sino que le confirió la custodia de su sobrino Ramon Folch, futuro vizconde de Cardona. Mantuvo la presencia ocasional en la Corte episcopal, donde en 1063 siguió avalando, con su firma, las concesiones episcopales. Sostuvo cordiales relaciones con las personalidades de los condados vecinos, como Oliba, obispo de Vic y abad de Ripoll, que, a petición de la esposa de Arnaldo, le hizo llegar un conjunto de reliquias, muy probablemente para la consagración de la nueva iglesia de Tost, en 1040. En general, Arnaldo afianzó un reconocimiento que le permitió un claro arbitraje político: participó en el acuerdo entre el rey de Aragón y el obispo de Urgel sobre los derechos de éste en la diócesis de Roda, precisamente firmado en 1040 en el castillo de Lascuarre; ese mismo año actuó en las quejas por usurpación de bienes del obispo de Urgel contra el conde Ramon, seguramente de Pallars; tomó parte en los tratos diplomáticos culminados en los acuerdos de 1064 que pretendían solucionar los conflictos entre los dos condes de Pallars, el Sobirà y el Jussà, arrastrados desde la división del condado en 1010; y fue designado por Ramon Berenguer I de Barcelona, a partir de 1066, entre los árbitros que habían de dirimir sus diferencias con la condesa viuda Sancha de Urgel por el patrimonio que corresponde a ésta.
Desde esta posición, en el contexto feudal de “señorialización” y “castralización” como vías para privatizar y fragmentar en un marco favorecido por la debilidad condal, incrementada por las minoridades de Armengol II y sobre todo de Armengol III, Arnaldo afianzó su propia capacidad en las tres zonas donde concentró destacadas posesiones: la Conca Dellà en torno a Llordà; el Segre Medio, centrado en Montmegastre y donde incentivó a la población, para lo que consiguió franquicias condales, como en 1036 en Santaliña; y el oeste del Noguera Ribagorzana, donde fomentó establecimientos como la cuadra de Entenza, dentro del término del castillo de Casserres en 1063.
En cada una de estas zonas se concatenaron diversos grados y tipos de dominio feudal, lo que no pudo evitar el reconocimiento de los superiores vínculos preeminentes.
En cambio, Arnaldo quiso pretender un pleno dominio particular sobre el valle de Áger, porque él lo había arrebatado a los musulmanes con sus propias fuerzas. Claramente, en 1068 definió el valle no dentro sino al lado de Urgel —“iuxta comitatum Urgelli”—, fomentó la población de la zona (otorgó diversas concesiones particulares además de la carta de franquicias a la Régola en 1049), articuló el entramado defensivo de castillos termenados y cuadras, concedió las tenencias castrales a sus combatientes y estableció una verdadera Corte propia en Áger, participada por sus barones y dotada de indicadores como el ejercicio judicial. La organización eclesiástica jugó un papel de primer orden en el mismo objetivo, al imbricar sus dominios a la canónica por él fundada en el mismo castillo de Áger. Arnaldo la hizo consagrar en 1048 no al obispo de Urgel sino al de Roda —lo que traerá consecuencias un siglo después, cuando la sede rotense se trasladó a Lérida— y tras consolidarla en 1059, invirtió una suma elevadísima de dinero en donaciones al papado para que Nicolás II en 1060 y Alejandro II en 1063 la declarasen exenta de cualquier otra vinculación que no fuera la establecida directamente con Roma, medida de gran trascendencia porque las distintas parroquias establecidas por Arnaldo se vincularon a esta canónica, incluidas, desde 1065, la canónica de Montgastre y el priorato de Llordà, que en su creación en 1051 y 1054 ya contemplaban la articulación eclesiástica de sus territorios, como en esta última se amplió y definió en 1061. Tras fracasar en 1066 el intento de vincular Áger a Cluny, se consolidó la comunidad como una canónica bajo la regla aquisgranesa en la que se mantuvo en vida de Arnaldo, quien la favoreció con sucesivas donaciones de derechos y propiedades en 1046, 1048, 1049, 1057, 1059, 1060, 1061, 1063, 1065, 1066, 1067, 1068 y 1071. Las concesiones jurisdiccionales a partir de 1067 amagaron la maniobra de consolidar, mediante la vinculación al papado, la ausencia jurisdiccional de dependencia condal. En 1065 la muerte de Armengol III en Barbastro y su traslado para ser enterrado en Áger permitieron ostentar a Arnaldo Mir de Tost su protagonismo sobre el conjunto del condado, si bien esta sepultura mantuvo la memoria del dominio condal en la zona.
Arnaldo participó de la religiosidad de la época, por lo que, tras enviudar en 1068, se dispuso a efectuar una peregrinación a Santiago de Compostela al tiempo que justificaba su actitud bélica con el combate al infiel, lo que se tradujo en donaciones para implorar la intercesión celestial. Favoreció sus propias fundaciones, no sólo San Pedro de Áger sino también las comunidades de Montmagastre y Llordà, además de iglesias como la de Tost, que renovó completamente.
Destacadas fueron las donaciones a la sede catedralicia, la mayoría de ellas en el interior o en la frontera consolidada a inicios de siglo en el suroeste del condado, incluyendo diversos castillos y villas, como Figuera, Llanera, Castellet, Travesseres, Lletó y Clopedera. También benefició a comunidades benedictinas como Sant Andreu de Tresponts y Santa Cecilia de Elins, presentes en su testamento.
Arnaldo Mir de Tost, casado en 1031-1032 con Arsenda, tuvo dos hijos, Arnaldo y Guillermo, que fallecieron en vida de él, como también su hija Sancha y dos muertas en infancia. Otras dos hijas permitieron enlazar con linajes formalmente superiores, casando a Valencia con el conde Ramon V de Pallars en 1055, y a Letgarda, con el vizconde Poncio de Cabrera hacia 1065. Arnaldo mantenía unas estrechas relaciones de vecindad con el primero, mediante el establecimiento feudal de estrategias y vinculaciones no exentas de tensiones, mientras que con el gerundense había trabado relación en las estancias en la Corte del conde de Barcelona, donde ambos, por ejemplo, avalaron en 1050 la concesión de propiedades en Camarasa al monasterio de Ripoll, por parte de Ramon Berenguer I o, en 1056, el esponsalicio del mismo conde a Almodis. Letgarda y Poncio, en nombre del hijo común Guerau, le sucedieron al morir en Áger en 1071.
La enorme base patrimonial y la calculada ambigüedad sobre numerosas tenencias, incluyendo el señorío de Áger, estallaron inmediatamente al reclamar Poncio a Armengol IV su carácter alodial.
La memoria posterior ha mantenido la admiración por Arnaldo Mir de Tost, a raíz del elevado volumen de sus posesiones, sus fundaciones religiosas, su amplia autonomía jurisdiccional centrada en Áger y un destacado nivel de riqueza material, incluyendo numerosos indicadores de lujo, como telas o juegos de ajedrez de marfil y de cristal, según testimonian el inventario de bienes de Arnaldo de 1068 y los testamentos de ambos esposos (1068 y 1071). Inicialmente enterrado en la galilea del templo, junto a su hijo Guillermo y el conde Armengol III, en el siglo xiv se quiso resaltar trasladándolo a una elaborada tumba gótica en el presbiterio del templo, y ante la ocupación militar del monasterio en el siglo xix, con la Primera Guerra Carlista, sus restos se pretendieron preservar trasladándolos a la iglesia parroquial de Áger, donde se le dedicó un laudatorio epitafio. La historiografía, desde el siglo xviii hasta el siglo xx, aún acercándose al personaje desde el análisis documental, le ha respetado un trato elogioso y mitificado.
Bibl.: E. Corredera, El archivo de Áger y Caresmar, Balaguer (Lérida), Artes Gráficas Romeu, s. f.; P. Sanahuja, “Arnau Mir de Tost, caudillo de la reconquista en tierra de Lérida”, en Ilerda, I (1943), págs. 11-27 y 155-169; II (1944), págs. 7-21; III (1944), págs. 53-147; VI (1946), págs. 25-55; A. Mundó, “Entorn de la carta de l’abat Oliba Arnau Mir de Tost”, en Analecta Montesrratina, IX (1962), págs. 207- 216; E. Corredera, Noticia de los condes de Urgel, Lérida, Instituto de Estudios Ilerdenses, 1973; J. Lladonosa, Arnau Mir de Tost, Barcelona, Rafael Dalmau, 1974; J. Villanueva, Memorias cronológicas de los condes de Urgel, Balaguer [Ayuntamiento], 1976; P. Araguas, “Les châteaux d’Arnau Mir de Tost. Formation d’un grand domaine féodal en Catalogne au milieu du xie siècle”, en VV. AA., Actes du 106e Congrès National des Sociétés Savantes, Perpignan, Comité des travaux historiques et scientifiques-Comité d’histoire de la Sécurité sociale, 1981, págs. 61-76; C. Baraut, “Els documents, dels anys 1010-1035, de l’Arxiu Capitular de la Seu d’Urgell”, en Urgellia, IV (1981), págs. 7-186; “Els documents, dels anys 1036-1050, de l’Arxiu Capitular de la Seu d’Urgell”, en Urgellia, V (1982), págs. 7-158; “Els documents, dels anys 1051- 1075, de l’Arxiu Capitular de la Seu d’Urgell”, en Urgellia, VI (1983), págs. 7-244; F. Fité, Reculls d’Història de la Vall d’Ager. Període antic i medieval, Áger (Lérida), Centre d’Estudis de la Vall d’Àger, 1985; P. Freedmann, “Jurisdictional disputes over Sant Pere d’Àger (Catalonia) in light of new papal documents”, en Church, law and society in Catalonia, 900-1500, vol. VII, Aldershot (Gran Bretaña), Ashgate Publishing Limited, 1994, págs. 1-29; F. Sabaté, “Organització administrativa i territorial del comtat d’Urgell”, en El Comtat d’Urgell, Lérida, Edicions de la Universitat, Institut d’Estudis Ilerdencs, 1995, págs. 17- 70; G. Feliu y J. M. Salrach (dirs.), Els pergamins de l’Arxiu Comtal de Barcelona de Ramon Borrell a Ramon Berenguer I, Barcelona, Fundació Noguera, 1999; F. Sabaté, Història de Lleida. Alta edat mitjana, Lérida, Pagès, 2003.
Flocel Sabaté Curull