Sancho II de Castilla. ?, 1037 – Zamora, 7.X.1072. Rey de Castilla, de Galicia y de León.
Primogénito de los reyes de León Fernando I y doña Sancha, fue hermano de Alfonso, García, Urraca y Elvira. A diferencia de lo que ocurre con sus hermanos varones, se ignora quiénes fueron sus preceptos durante su niñez y adolescencia, aunque las fuentes cronísticas informan que, por deseo de Fernando I, todos sus hijos fueron educados en la lectura y en el ejercicio de las armas por igual, para que a un tiempo se mostrasen sabios a la par que buenos soldados.
Desde su juventud fue destinado por su padre a la frontera oriental del reino, donde estuvo desde 1060 a 1065. En 1063 dirigió personalmente la expedición de ayuda al Sultán taifa de Zaragoza en la batalla de Graus, enemistado con Ramiro I de Aragón, que allí encontró la muerte. Dos años más tarde, en 1065, apoyó el ataque de Fernando I a la taifa del Ebro por su negativa a tributar las parias comprometidas. Desde allí, el Monarca partió a sitiar Valencia, aunque la enfermedad que le condujo a la muerte le obligó a levantar el real y volver a León. Su desaparición hizo efectivo el primer reparto del viejo reino: Sancho, el primogénito, recibió Castilla con título de soberano, junto a las Asturias de Santillana y las antiguas tierras de los Banu Gómez: Liébana, Monzón, Saldaña y Carrión de los Condes. Junto a éstas, se añadían los derechos sucesorios en Navarra así como las parias de Zaragoza. Mientras, para Alfonso (VI) quedó reservado León y las parias toledanas y para el último de los varones, García, Galicia con el condado de Portugal y los tributos de Badajoz y Sevilla. Las dos hijas del desaparecido Fernando I recibieron sendos infantazgos además de los territorios de Zamora para Urraca y Toro para Elvira.
Probablemente Fernando I buscaba con este reparto someter las tierras al sur de la frontera e incorporarlas al gobierno de su estirpe, al tiempo que frenar la expansión natural de los restantes reinos peninsulares con la creación de estas tres marcas, pues si León y Galicia-Portugal se definían en su evidente expansión sureña, Castilla orientaba la suya hacia el valle del Ebro y su salida mediterránea, lo que hubiera bloqueado a Navarra, Aragón y los condados catalanes.
Pero lejos de satisfacerle esta división, Sancho consideró sus derechos de primogenitura mermados por la misma y centró su proyecto político en recuperar el reino de su padre, aunque aguardó para hacerlo a la muerte de su madre, doña Sancha, ocurrida el 7 de noviembre de 1067. Hasta entonces dedicó su atención a asegurarse el pago de parias de Zaragoza y a favorecer la unificación eclesiástica del reino, desde el Cantábrico al Duero, vertebrada coherentemente desde Castilla. También a consolidar su protagonismo frente a Navarra y Aragón.
Sus movimientos iniciales respecto a sus hermanos, Alfonso y García, acontecieron durante el verano de 1068. Cerca de Melgar de Fernamental, en Llantada, tuvo lugar el primer choque de armas entre Castilla y León, un encuentro que, en opinión de los especialistas, ha sido magnificado militarmente, pero que supuso una advertencia de relevancia suficiente como para que los dos más poderosos vástagos varones del difunto Fernando I, Sancho y Alfonso, se replanteen sus relaciones y aún el mismo futuro de sus reinos. De hecho, a finales de marzo de 1071, ambos definieron el reparto de Galicia, en manos de su hermano menor, y para ello contaban con la aceptación de las infantas Urraca y Elvira así como de parte de la nobleza de ambas tierras.
La agresión armada de Sancho a García de Galicia le alcanzó en Santarem, después de atravesar en su camino León sin que Alfonso le opusiera ningún tipo de resistencia en la empresa, antes bien: le facilitara el paso. Como resultado de esta intervención el castellano despojó a su hermano pequeño de Galicia, le aprisionó en el castillo de Burgos y, después de ofrecerle rehenes y rendirle vasallaje, le permitió partir a la taifa de Sevilla. A comienzos de mayo de 1071 Sancho y su esposa Alberta se intitularon en los diplomas reyes de Castilla y Galicia. En noviembre de ese mismo año, el reparto de los despojos territoriales de García ha sido formalizado entre castellano y leonés, pues ambos se denominaban en los documentos Sancho, soberano de Castilla y Galicia, Alfonso de León y Galicia.
En similares fechas, Alfonso comenzó a constar en los escatocolos con la fórmula imperial añadida a su intitulación, lo que alertó a Sancho para intervenir en el territorio de su hermano y, de una vez por todas, solucionar a su favor el, a su juicio, problema hereditario. En enero de 1072, ambos ejércitos, leonés y castellano, combatieron en Golpejera, a pocos kilómetros de Carrión de los Condes. Aunque la victoria favoreció a Alfonso y la hueste de Sancho huyó, durante la noche Sancho reorganizó a sus tropas y, lejos de aceptar la derrota, golpeó al vencedor, pillándole desprevenido y capturando a su hermano, que se había acogido a sagrado en la iglesia de Santa María de Carrión.
Mientras Alfonso era conducido preso a Burgos, Sancho se coronó a sí mismo en León el 12 de enero de 1072, ante la negativa para hacerlo del obispo leonés y la firme hostilidad del alto clero y de la nobleza, fieles a su vencido Monarca. Para abrir una brecha en el sistema de apoyos del derrocado Alfonso, se atrajo el favor de los abades de Eslonza y Sahagún con diversas confirmaciones territoriales. Pero el rechazo leonés superó lo esperado. Tal vez por ello, quizás para evitar problemas mayores, Sancho valoró la posibilidad de inhabilitar para el gobierno al depuesto Alfonso exorbitándole, aunque la oposición en el seno de su propia familia, de la mano de la infanta Urraca, la intermediación de san Hugo, abad de Cluny, y el rechazo abierto a tal medida entre los principales magnates leoneses le llevaron a permitir su exilio en Toledo.
Esta abierta confrontación con la nobleza tuvo un particular eje en torno a la estirpe Banu Gómez-Ansúrez, en cuyas tierras no sólo se rechazó la presencia de Sancho sino, también, se redactaron algunos diplomas con el nombre de Alfonso asociado a la dignidad real de la que su hermano le acaba de privar. A ello, además, hay que sumar la presencia en Toledo, junto al leonés, del conde Pedro Ansúrez, a la sazón jefe de este clan familiar.
Mas fue en Zamora, a cuyo frente se encontraba la infanta Urraca, donde se refugiasen no pocos nobles leoneses enemistados con Sancho o no dispuestos a obedecer sus órdenes como nuevo señor de León. Esta sublevación en la ciudad del Duero supuso una abierta amenaza para el castellano que en pocos días reunió a su ejército y, a marchas forzadas, salvó la distancia que desde Burgos le separaba de la urbe rebelde. Como prueba de las escasas simpatías que despertaba su usurpación de la dignidad real leonesa, a su paso por Carrión de los Condes se le negó la entrada y cualquier tipo de ayuda para su hueste.
Si se prescinde de la leyenda, los cantares de gesta y los romances que han contribuido, siglos después de estos sucesos, a desvirtuar el curso de los acontecimientos con un claro sentimiento antileonés, los hechos debieron acontecer de la manera siguiente: durante el cerco de Zamora, un caballero llamado Vellido Adaúlfiz, vinculado por parentesco con Pedro Ansúrez y los Banu Gómez, fingió desertar y pasarse al servicio del castellano, con quien revisó las defensas que ceñían Zamora el 7 de octubre de 1072. Aprovechando un descuido del Monarca, le dio muerte y huyó a la ciudad, donde fue acogido sin problemas, pues se documenta su existencia años después de este magnicidio.
Mientras el ejército castellano se replegaba con el cadáver de su Monarca, que había fallecido sin descendencia de su matrimonio con Alberta, Alfonso fue informado en Toledo de estos sucesos y, sin oposición, recibió el Reino reunificado por Sancho, que era inhumado, conforme a sus propios deseos, en el Monasterio de Oña, vinculado a la casa condal castellana.
Bibl.: J. Puyol y Alonso, Cantar de gesta de don Sancho II de Castilla, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1911; A. González Ruiz-Zorrila, Sancho II Rey de Castilla, Madrid, 1957 (tesis doctoral inéd.); C. González Mínguez, “El proyecto político de Sancho II de Castilla (1065-1072)”, en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 73 (2002), págs. 77-99.
Margarita Torres Sevilla