Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla, José María. Logroño (La Rioja), 11.III.1920 – Madrid, 7.VII.2016. Teniente general y jefe de Estado Mayor del Ejército.
Aunque su intención era ingresar en la carrera judicial, siguiendo los pasos de su padre, la Guerra Civil trastocó sus planes En julio de 1936 se alistó como voluntario en el Tercio de Requetés Valvanera, sirviendo en el frente de Somosierra, de donde se desplazó a Granada, para realizar los cursos que le habilitaron como alférez provisional. Destinado en el frente de Cataluña, al acabar la contienda se incorporó, en 1941 a la Academia de Artillería de Segovia, obteniendo, al año siguiente el empleo de teniente de Artillería. Tras un fugaz paso de dos meses y medio en la División Azul en 1943, Sáenz de Tejada regresó a España y combinó su destino en el Regimiento de Artillería nº 24, con sede en Barcelona, con la docencia en la Instrucción Premilitar Superior (IPS). Entrando así en contacto directo con los universitarios catalanes que cumplían su compromiso militar.
Nombrado ayudante de campo del general jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ejército IV y de la IV Región Militar, durante los cinco años que permaneció en ese puesto se relacionó con los miembros del Servicio de Estado Mayor y decidió formar parte de él. En 1953, tras superar la prueba de acceso, ingresó en la Escuela de Estado Mayor, de donde saldría cuatro años después con el diploma correspondiente y un destino en la Segunda Sección del Estado Mayor Central del Ejército. El comandante Sáenz de Tejada accedió, en este momento, a lo que habría de ser su vocación y especialidad, los servicios de inteligencia militar que tendrá un punto de inflexión importante al hacerse cargo, en 1970, de la Segunda Sección Bis. Era este el departamento más especializado en información del Ejército. Con el empleo de teniente coronel, Sáenz de Tejada se dedicó intensamente a la reforma de los obsoletos servicios de inteligencia militar, prestando especial atención a la formación especializada del personal adscrito en todos los escalones, central, en el Cuartel General del Ejército; en la Capitanías Generales y a nivel de unidades operativas. Organizó, por todas las capitanías, ciclos de conferencias y cursos de técnica informativa, y otros para auxiliares de información. Se centraban sus misiones en controlar la subversión, dentro del Ejército, como la propaganda que el Partido Comunista de España intentaba hacer llegar a mandos y a tropa y conocer el estado de opinión de los jefes, oficiales y suboficiales en relación con el nivel de la moral y la disciplina.
Ascendido a coronel en 1971, para cumplir las condiciones de mando que podían habilitarle para el ascenso al generalato, en 1974 fue nombrado jefe del Regimiento de Artillería de Campaña nº 11. Pero no disfrutó mucho del mando, porque al año siguiente fue requerido para volver a la Sección de Información del Estado Mayor. Se trataba de un asunto grave, hacerse cargo de las investigaciones, ya iniciadas, sobre las actividades, consideradas subversivas, de los miembros de la Unión Militar Democrática (UMD). Terminado el proceso de desmantelamiento y detención de sus componentes, Sáenz de Tejada fue nombrado jefe del Estado Mayor de la División Acorazada Brunete nº1, al mando del general Jaime Milans de Bosch. El lunes 24 de enero de 1976, Milans, capitán general accidental de la Región Militar, le encargó que apaciguase los ánimos de un grupo de jóvenes capitanes y comandantes reunidos en el Centro del Ejército y la Armada, conocido popularmente como el Casino Militar de la Gran Vía madrileña. Pretendían hacer llegar a la superioridad su descontento por el clima de tensión generado tras el secuestro del Fiscal General del Estado, Antonio María Oriol Urquijo, que se unía al del general Villaescusa, el mes anterior. El coronel Sáenz de Tejada llegó al salón principal del centro, escuchó atentamente y disolvió con toda paz la reunión.
Disfrutando de este destino, en agosto de 1978 le llegó el ascenso a general de brigada y su designación como jefe del Estado Mayor de la Primera Región Militar, con sede en Madrid.
En febrero de 1981 seguía mandando el Estado Mayor de la Capitanía de la Primera Región Militar, a cuyo frente se encontraba, en este momento, el general Guillermo Quintana Lacaci. Sáenz de Tejada jugó un papel fundamental en el desmantelamiento del intento de golpe de Estado la tarde del 23 de febrero cuando, enterado por el coronel San Martín, jefe del Estado Mayor de la División Acorazada, de que se había ordenado la salida de las unidades para ocupar puntos estratégicos de la ciudad, dio cuenta al capitán general de esta intención. Inmediatamente el general Quintana y el mismo Sáenz de Tejada, por vía telefónica, contactaron con los mandos superiores de las unidades pertenecientes a la División Acorazada y consiguieron impedir la salida de las tropas cuando, prácticamente, se encontraban a las puertas de los acuartelamientos. En septiembre de este mismo año, ascendió a general de división y fue nombrado jefe de la División de Montaña Navarra nº 6. Cargo que llevaba aparejado el de gobernador militar de Pamplona y provincia de Navarra.
Ascendió al más alto empleo en el escalafón militar, teniente general, en mayo de 1983. En enero de 1984, el ministro Narcís Serra publicaba la Ley Orgánica de la Defensa Nacional y la Organización Militar. A la nueva Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM), que pasaba a ser presidida por el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), incorporó al teniente general José María Sáenz de Tejada como jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME). Sáenz de Tejada fue el último jefe de Estado Mayor del Ejército nombrado por el Ministro de Defensa, tras ser oído el Consejo Superior del Ejército. En los nombramientos sucesivos, el ministro comunicaría a este el nombre del general designado.
No fue fácil su tarea al frente del Estado Mayor del Ejército, fueron años en los que la organización terrorista ETA se ensañó especialmente con militares y guardias civiles. Fueron muchos los asesinados, entre ellos el general Quintana Lacaci. Y muchos los funerales a los que tuvo que asistir, incluido el de su propio cuñado, el teniente coronel retirado José Luis Prieto. Por cierto, que fue en este sepelio, donde escuchó una sencilla canción religiosa compuesta por el sacerdote Cesáreo Gabaráin titulada “La muerte no es el final”. Sáenz de Tejada encargó la armonización al compositor Tomás Asiáin y, desde entonces, constituye la pieza musical asociada a la ceremonia de homenaje a los que dieron su vida por España.
En el terreno de las reformas orgánicas, le correspondió poner en marcha el Plan de Modernización del Ejército de Tierra (META), que pretendía adecuar el Ejército de Tierra a sus homólogos de Europa, una vez integrada España en la OTAN. Se redujeron las capitanías generales de nueve a seis. Se suprimieron los Centros de Instrucción de Reclutas (CIR), pasando a ocupar sus instalaciones las unidades hasta ahora ubicadas dentro de los centros urbanos. Orgánicamente, el ejército de Tierra se organizó en Cuartel General, la Fuerza y el Apoyo a la Fuerza. También fueron suprimidas las Brigadas de defensa Operativa del Territorio. El 31 de octubre de 1986, cesaba como jefe de Estado Mayor, siendo sustituido por el teniente general Miguel Iñiguez del Moral, quien continuó la aplicación del Plan META. Sáenz de Tejada fue nombrado vocal eventual del Consejo Superior del Ejército y hasta 1990 presidió los jurados de los Premios Ejército, iniciativa que fue apoyada en su etapa de jefe de Estado Mayor, como un excelente modo de relacionar el Ejército con la sociedad civil.
Siendo el primer jefe de Estado Mayor nombrado por un gobierno socialista, Sáenz de Tejada procuró un buen ambiente de colaboración con los políticos del Ministerio de Defensa, incluido el ministro Narcís Serra. Pero no dudó en discrepar cuando lo consideró necesario, amenazando incluso con la dimisión, ante la posibilidad de que la amnistía aplicada a los miembros de la Unión Militar Democrática, permitiera su reingreso en las Fuerzas Armadas. Cosa que no ocurrió, mientras estuvo al frente del Ejército de Tierra.
En 1999, el Gobierno le promovió al empleo de general de Ejército con carácter honorífico.
Dotado de una sólida formación religiosa, al pasar a la situación de reserva inicia, una serie de visitas a enfermos ingresados en hospitales, al que se irán sumando antiguos compañeros y amigos, hasta constituir una eficaz organización no gubernamental, que continúa hoy en día con una importante actividad de voluntariado. Fundada con el nombre de “Desarrollo y Asistencia”, el general Sáenz de Tejada estuvo al frente durante diez años y al retirarse, de esta labor directiva, continuó visitando enfermos y personas mayores en varios centros hospitalarios.
José María Sáenz de Tejada fue un auténtico modelo de militar profesional que, desde el respeto a las ideas que defendió, desde muy joven, supo adaptarse perfectamente a las nuevas circunstancias que suponía la integración de las Fuerzas Armadas en una sociedad democrática. Fue un ejemplo para sus compañeros de armas, de los que siempre recibió un gran afecto y, sin duda, contribuyó a que el proceso de Transición pudiera discurrir de una manera pacífica.
Falleció en Madrid el 7 de julio de 2016, a los 96 años de edad y en su funeral, celebrado el 14 de julio en la iglesia catedral castrense de las Fuerzas Armadas, el ex vicario general castrense, monseñor José Manuel Estepa, dijo que el general fue un “gran servidor de la reconciliación de todos los españoles”.
Bibl.: F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, Madrid, Alianza Editorial, 2000; M. Platón, Hablan los militares, Barcelona, Planeta, 2001; F. Medina, Memoria oculta del Ejército, Madrid, Espasa, 2004; J. I. San Martín, Apuntes de un condenado por el 23F, Madrid, Espasa, 2005; J. Ortega Martín, La transformación de los ejércitos de España (1975-1990), Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2009; P. González-Pola, Preparando la Transición. El general Manuel Díez-Alegría, Madrid, Dykinson, 2018.
Pablo González-Pola de la Granja