Torrezuri y Larracoechea, Cipriano. Amorebieta-Echano (Vizcaya), 1761 – Cuba, 1798. Ingeniero ordinario.
Estudió en Vergara, siendo premiado por la Real Sociedad Bascongada en 1776 con noventa reales de vellón, en el concurso celebrado entre los alumnos de las tres escuelas gratuitas establecidas en la citada localidad. En 1785 era nombrado ayudante de ingeniero, figurando su nombre en la lista de suscriptores a Elementos de física teórica y experimental que publicó José Aignan Sigaud de Lafond, traducido por el capitán e ingeniero extraordinario Tadeo Lope.
En la noche del 16 agosto de 1790 un gran incendio (que duró nueve días hasta su extinción) destruyó parte de la Plaza Mayor de Madrid. Al inicio del fuego, el rey Carlos IV ordenaba a las unidades militares de la guarnición de Madrid que acudieran a sofocar el siniestro, quedando al mando del ingeniero en segundo, teniente coronel Miguel de Hermosilla y Vizcarrondo del Real Cuerpo de Ingenieros, nombrando expresamente para su dirección a Francisco de Sabatini, director general del citado Cuerpo. Además de él, intervinieron a sus órdenes el ingeniero en jefe, coronel Mariano Lleopart, dos ingenieros en segundo, ocho ingenieros ordinarios, seis ingenieros extraordinarios y cuatro ayudantes de ingenieros (entre los que se encontraba Torrezuri), además de seis oficiales voluntarios de otras Armas o Cuerpos. Al respecto, podría considerarse que esos ingenieros fueron los primeros bomberos militares, ya que pusieron todos sus conocimientos técnicos al servicio de la extinción de esa terrible tragedia.
Al ser nombrado Miguel Hermosilla en 1791 ingeniero director de las obras del canal del río Manzanares hasta Aranjuez, solicitó como ayudante suyo al ingeniero Cipriano de Torrezuri, quien durante algún tiempo reemplazó a Hermosilla en los trabajos hidráulicos iniciados.
En 1796 Torrezuri se incorporaba a la “Real Comisión de Guantánamo”, constituida por Manuel Godoy. La Comisión, mandada por el conde de Jaruco, Joaquín Santa Cruz y Cárdenas, estaba encargada de realizar proyectos de población y defensas en varios puertos de la isla de Cuba. Su finalidad era la de construir nuevas poblaciones en la bahía de Guantánamo junto a los caminos necesarios y un canal. A la idea inicial de fomento agrícola se unieron otras razones de índole política y militar. En efecto, el desarrollo de las comunicaciones, gracias a la construcción de caminos en las proximidades de La Habana, se completaban con un canal cuya utilización como medio de transporte estaba entonces en pleno auge. Todo ello resultó ser un factor importante para el progreso de la isla.
En 1798 ascendía ingeniero ordinario, falleciendo en Cuba en 1798, en el marco de la Comisión señalada ut supra.
Bibl.: Estados del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, 1789-1798; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; Á. Goicoetxea, “Los Ingenieros de la Bascongada”, en Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, 69, 1-2 (2013), págs. 383-392; J. I. Mexia y Algar, “Francisco Sabatini, Ingeniero Militar”, en Memorial del Arma de Ingenieros, 109 (julio de 2022); J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, “Anastasio Arango y Núñez del Castillo”, en Real Academia de la Historia, Historia Hispánica [en línea], disponible en https://historia-hispanica.rah.es/biografias/3136-anastasio-arango-y-nunez-del-castillo.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño