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Martín Rodríguez

Biografía

Rodríguez, Martín. ?, ú. t. s. XII – León, 16.I.1242. Arcediano, obispo de Zamora (1218-1238) y de León (1238-1242).

Martín Rodríguez, antes de acceder a la Cátedra zamorana, obtuvo la dignidad de arcediano de la Iglesia de León durante al menos tres años, desde diciembre de 1214. Debió de tomar posesión de la sede zamorana a finales de 1217, ya que el 9 de enero de 1218, el papa Honorio III ordenó al Cabildo de León conferir el arcedianato de León por estar vacante al haber sido nombrado su titular obispo de Zamora.

Entre el 1 de mayo y el 4 de diciembre de 1238, don Martín en las fórmulas regnante de la escribanía episcopal leonesa aparece como obispo de Zamora pero postulado para León. El Cabildo de León había enviado procuradores a Roma para que el 22 noviembre de 1238, el pontífice Gregorio IX confirmará al obispo de Zamora Martín Rodríguez, elegido por el propio Cabildo leonés. Desde el día 22 hasta el 24, la cancillería pontificia expidió litterae exsecutoriae y litterae curiales, ordenando al Cabildo y diócesis de León y a misma la ciudad que mostrasen la obediencia y reverencia debida al nuevo rector de la diócesis.

Al rey Fernando III le pidió que apoyase al obispo, y devolviera las rentas episcopales retenidas en el período de sede vacante.

Martín Rodríguez sucedió en Zamora a Martín Arias. Desde septiembre de 1216 hasta el 24 de febrero de 1219 no hay ningún dato. Este período de transición coincide también con la muerte de Inocencio III en julio de 1216 y consagración en el mismo mes de Honorio III. El profesor Peter Linehan ha interpretado este período como un cisma capitular, donde un grupo de canónigos informó al nuevo Papa de la situación desastrosa de la diócesis, y, en consecuencia, el 23 de junio de 1217 ordenó a Martín Arias que cediese voluntariamente su cargo pastoral en manos del obispo Pedro de Astorga. Esta sucesión episcopal fue contemporánea a un relevo de la dignidad de deán, cuyo titular era don Juan, por un brillante jurista como don Florencio.

En su relación con la curia romana a nivel personal fue buena, obteniendo la promoción a dos obispados.

Su episcopado en Zamora estuvo, por una parte, mediatizado por la influencia de los legados pontificios, Juan de Abbeville (1228-1229), y sobre todo por el patrocinio del cardenal Gil Torres (card. 1216-1254), de origen zamorano, según la última investigación de P. Linehan. Y por otra parte, el ser Zamora un centro de expertos juristas servidores de Honorio III y Gregorio IX como jueces delegados pontificios.

En la sede zamorana se aunaba la tradición legada por otro importante jurista y glosador como su antecesor, y la ubicación de la diócesis en la frontera con Portugal. Era un lugar seguro para ayudar y auxiliar a los obispos lusos en enfrentamientos constantes con los reyes de Portugal.

Entre 1216 y 1243 don Martín, sus deanes y dignidades recibieron ochenta comisiones pontificias. Pero es necesario precisar que una vez promocionado a León, el obispo no recibió ninguna, y destacar la figura de don Florencio arcediano con Martín I desde 1209 y deán desde 1219 hasta su muerte 1237, que colaboró en sesenta comisiones. Como conclusión, se puede decir que era tan importante el equipo de dignidades zamoranas como el prestigio intelectual del prelado.

La problemática situación de la iglesia portuguesa, en concreto, los problemas de los canónigos de Coimbra (1218-1220), y la usurpación de derechos y rentas del obispo de Oporto por el Rey (1227), provocaron cuatro comisiones ordenadas por Honorio III. Con el papa Gregorio IX siguieron los conflictos entre el rey Sancho II y el obispo Julián de Oporto (1227-1234), y con el obispo de Lisboa don Suero (1231). También recibió comisiones para arbitrar cuestiones de las diócesis españolas, como la de Compostela (1232) y Salamanca (1228).

La influencia de los legados fue importante. En los pocos dos años de Juan de Abbeville, excomulgó al clero “rebelde” de Toro. El obispo solicitó ayuda a Gregorio IX y éste comisionó al obispo Martín de Salamanca para que dictaminase sobre la sentencia de excomunión (1230). Pero la huella más agresiva fue el patrocinio sufrido por el cardenal Gil, a través de la cual hizo la provisión de los beneficios entre sus familiares y dependientes. A este patrocinio el obispo y Cabildo ofrecieron una resistencia conjunta, y obtuvieron la “gracia” de Gregorio IX al concederles la merced de no verse obligados a aceptar ningún candidato para ocupar las cuatro prebendas por el obispo en su Catedral, ya que, según indica el documento, en los últimos diecisiete años, los trece beneficios de la Catedral no habían sido alcanzados por ningún clérigo o alumno del prelado. Esto provocó tensiones, ya que los alieni eran rechazados por los oriundi de la región, independientemente del apoyo pontificio.

Entre sus nepotes se encontraba el sucesor de Martín Rodríguez, Pedro I, el Bueno, sobrino del cardenal.

El programa reformador del cardenal Gil tenía como objetivos la división de la mesa episcopal y capitular, y que los prestimonia de los canónigos difuntos se pagasen a sus albaceas en el plazo de un año a contar desde el fallecimiento. En Zamora se dividieron las mesas hasta 1266 en el episcopado de don Suero.

Las constituciones generadas en su episcopado abarcan multitud de temas. Se inician con unas constituciones sobre peregrinaciones, expedidas entre 1218 y 1219, donde se motiva a sus miembros el viaje, reservándoles sus rentas dentro de los plazos señalados; otras regulan la forma de arrendamiento de las viñas y reparación de casas y aceñas (1236), y también regulación de la asistencia a los actos litúrgicos.

En relación a la Monarquía leonesa, y castellanoleonesa, Alfonso IX le donó el monte Novelas (Montelarreina, circa Toro) (1220), y le autorizó hacer una dehesa en su villa episcopal de Venialbo (1223); en el capítulo de la repoblación intra diócesis, Alfonso IX excusó de pechos a los que fueran a poblar la villa episcopal de Fuentesaúco (1224); y también defendió las villas episcopales, como en el caso de Venablo, contra el concejo de Toro (1219). El último documento del Monarca confirma el status quo y delimitación de las jurisdicciones tanto episcopal como realenga, prohibiendo la adquisición de bienes realengos sin autorización regia (1229). Fernando III también defendió al obispo contra el concejo extradiocesano de Ledesma para que no exijieran la tercia a Moraleja de Sayago (1231).

Al Cabildo catedralicio, Alfonso IX les eximió del pago de moneda tanto a los canónigos como los clérigos de Toro (1223).

Don Martín, como actor, compró la villa de Bamba al Monasterio italiano de Ursuaria (1223), posteriormente otorgó fuero de población a los herederos y moradores de la villa (1224), Honorio III confirmó la compra de Bamba en Roma en agosto de 1226, y finalmente el prelado donó la villa a su Cabildo (1230).

El obispo, como señor de su señorío, otorgó carta de población a los futuros pobladores de Venialbo (1220) y un fuero de población a Morales de Toro (1220).

Un apartado especial merece el protagonismo alcanzado con la encomienda santiaguista de Castrotorafe.

Sus predecesores mantuvieron una buena relación con la Orden y entre 1211 y 1220 formó parte del señorío episcopal, hasta que Alfonso IX la concediese al maestre Martín Peláez con toda su jurisdicción. Desde 1222 don Martín alcanzó acuerdos con los freires sobre los diezmos del peaje y aceñas de Castrotrafe, y el pago del portazgo en la encomienda por los hombres de la villa episcopal de Manganeses (1229). En mayo de 1229 el rey leonés llegó a un acuerdo con Pedro González, maestre de la Orden, donde les confirmó la villa, obligándoles a renunciar a sus derechos sobre Cáceres y a la protección de las infantas; al año siguiente, las infantas renunciaron al Trono a favor del futuro Fernando III a cambio de una renta anual, y retuvieron Castrotorafe como garantía del acuerdo confirmado por Gregorio IX (8 de diciembre de 1231).

Los problemas llegaron por los santiaguistas, que perdieron la villa a cambio de una renta análoga, y apelaron a Gregorio IX al considerar que el castillo era propiedad de la Santa Sede. En este punto, el 26 de febrero de 1233, el Pontífice comisionó al obispo Martín Rodríguez para que investigase la causa abierta por varios freires santiaguistas que habían apelado a Roma a causa de la entrega del castillo otorgada al Rey por el maestre general, para que posteriormente el Monarca lo cediese legítimamente a sus hermanastras, las infantas Sancha y Dulce.

Su Cabildo estaba formado por las siguientes dignidades: se sucedieron como deanes el magister Florencio (1219-1237) y también el magister Juan (1224- 1230); los arcedianos Munio Muñiz (1219), magister Florencio (1224), magister Juan (1223-1232), que actuó como arcediano de Toro, e Isidoro (1223-1238) como arcediano de Zamora; chantre Egas (1219) y García (1223-1230); maestrescuelas don Mamede (1219) y Pedro (1225); tesoreros, Rodrigo (1221), G. (1224), Pedro (1226) y Juan (1230-1234).

Falleció en León el 16 de enero de 1242, según los obituarios de la Catedral o el día 15 según su epitafio de su sepulcro de la Catedral de León, Era MCCLXXX et quot XVIII kalendas februari.

 

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José Carlos de Lera Maíllo