Andrés, Pedro. ¿Benavente? (Zamora), s. m. s. xii – Astorga (León), IV.1226. Obispo de Astorga (1205- 1226), cortesano.
En su testamento, dictado poco antes de su muerte, Pedro Andrés deja entrever su nacimiento en Benavente; asimismo, se adivina un posible y cercano parentesco con su antecesor en el obispado de Astorga, Lope Andrés. Siendo clérigo administrador de los bienes de la catedral, y su deán más tarde, tenía cierto ascendiente con el Rey Alfonso IX a quien acompañaba en sus correrías guerreras, al mando de las huestes del obispo.
Fue el prototipo de obispo cortesano y guerrero hasta su muerte, recibiendo del rey, aún antes de su pontificado, numerosas dádivas personales. Su consagración episcopal se efectuó el día 18 de diciembre de 1205, celebrando su primera misa de pontifical el 2 de febrero de 1206; acto éste al que acudió personalmente el Monarca con toda su Corte; con este motivo Alfonso IX le concede todo el realengo de Astorga y su comarca, amén de otras mercedes.
Continuó Pedro, sin que lograra solucionar definitivamente los pleitos que sus antecesores tenían pendientes; con los Templarios sobre varias iglesias en el valle del Tera; con el arzobispado de Santiago en torno a Cacabelos y San Martín del Terroso y con el de Braga que le usurpaba los territorios astorganos de Braganza y Aliste; asimismo, se enfrentó a los hospitalarios que se entrometían en varias iglesias del obispado y monasterios como el de San Martín de Montes.
En 1215 estaba nuestro obispo en Roma, asistiendo al IV Concilio de Letrán. Aprovechó la ocasión para exponer, personalmente, ante el papa Inocencio III el problema de obediencia que tenía con el monasterio de San Martín de Castañeda; al concilio había acudido, también, el abad de este monasterio, Diego, si bien el problema no tuvo solución en este momento.
Resultado del concilio fue la idea de celebrar una Cruzada, por lo cual Alfonso de León y Enrique I de Castilla celebraron, conjuntamente, Cortes en Toro, en agosto de 1216. Acordaron una paz de, al menos, cuatro años para obedecer las órdenes conciliares; el obispo astorgano fue designado y autorizado, junto con el arzobispo de Compostela y el obispo de León, para lanzar excomunión contra el Rey castellano si rompía el tratado de Toro.
Asimismo, Alfonso IX hace a Pedro garante de la palabra de su hijo Fernando III, en el acuerdo que ambos reyes firmaron el año 1218 en Toro.
En 1224 la salud del prelado se resiente. Concierta con el Cabildo catedral una separación de bienes; haciendo una buena cesión de los suyos propios a la iglesia diocesana. Sin embargo, en el verano de 1225 vuelve a ponerse al frente de sus mesnadas y acompaña al Rey en una incursión por Extremadura. Ateniéndose a ese delicado estado de salud y ancianidad, ese mismo año, posiblemente a su vuelta de esta campaña, solicita de Honorio III le admita la renuncia a la sede. El Papa no se la aceptó.
Su espíritu guerrero no se doblegaba y en abril de 1226 hace testamento “estando para marchar al ejército contra los moros, con el rey de León”. No pudo realizar esta expedición, pues el primero de mayo ya había fallecido. Fue enterrado en el claustro de la catedral, en la misma capilla donde reposaba su antecesor, y sus propios padres.
Fuentes y bibl.: Archivo Catedral de Astorga, Testamentos, n.º 52.
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Martín Martínez Martínez