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Fernando Rodríguez de Covarrubias

Biografía

Rodríguez de Covarrubias, Fernando. ?, p. m. s. XIII – León, 13.V.1301. Arzobispo electo de Toledo, obispo de León.

Conocido también como Fernando Ruiz, este notable eclesiástico castellano de fines del siglo XIII había obtenido la Abadía de la colegiata secular de Covarrubias, uno de los beneficios más destacados en Castilla, por lo cual a veces se le designa como Rodríguez o Ruiz de Covarrubias, aunque esta añadidura no corresponde a su apellido. Disfrutaba de una canonjía en Toledo y otra en Salamanca. Era un hombre nada vulgar, sin duda destacado por sus estudios y la brillantez de su carrera, pues había sido nombrado por Alfonso X el Sabio para su Cancillería, donde desempeñaba el oficio de notario al lado de otro destacado clérigo toledano, Gonzalo Pétrez, también notario y ya promovido al obispado de Cuenca y Burgos.

Sus dotes personales y los servicios prestados a la Corona debieron de inclinar al rey de Castilla a sugerir vivamente su nombre para suceder al arzobispo Sancho de Aragón, que había sido asesinado por los moros en Martos el 21 de octubre de 1275. El candidato se había distinguido por su ardoroso apoyo al rey castellano en el “fecho del imperio”. Reunido el Cabildo de Toledo en sesión regular, designó electo a Fernando, que como canónigo de Toledo tenía voto activo y pasivo.

Esta elección debió de tener lugar a fines del año 1275.

Para general sorpresa el electo comenzó a experimentar dificultades para la confirmación de su elección por parte de la Santa Sede, a la cual competía la confirmación de los metropolitanos. Aunque tratado por el Rey como arzobispo, apoyado económicamente por el Cabildo y él mismo actuando con facultades de arzobispo iure pleno, todos sus esfuerzos se estrellaron al tratar de recabar la confirmación canónica. Insistió una y otra vez, mostrando el apoyo del Monarca, pero todo fue en vano. Nicolás III resolvió el asunto de Toledo en contra de las pretensiones del electo, nombrando para Toledo a Gonzalo Pétrez, obispo de Burgos, que se hallaba en la curia pontificia. Debía de haber un escollo infranqueable que se desconoce.

Se ha especulado mucho sobre este punto. El obstáculo no pudo ser algún defecto moral del candidato, porque años después fue promovido a otra diócesis.

Rivera sospecha que todo partía de la excesiva adhesión personal de Fernando al rey Alfonso X en la cuestión del “fecho del imperio”, mientras que los papas que se sucedieron con rapidez en el solio pontificio (Adriano V, Juan XXI y Nicolás III) se contaban en su día entre los cardenales más opuestos a la candidatura del rey castellano para la dignidad imperial.

Otros creen que la negativa se basaba en algún defecto de forma en la elección defendido por su oponente Gonzalo Pétrez, con quien habría mantenido alguna antigua enemistad y que se encontraba en la curia durante todo ese tiempo.

La impugnación de su candidatura a Toledo no podía en cualquier caso ser de poco momento. Pero él debía de ser un hombre de gran dignidad personal. Fracasado en sus aspiraciones, obtuvo permiso para cursar estudios teológicos en el Studium Curiae. Su fuerte personalidad no le permitía pasar desapercibido. Cuando vacó la diócesis de León en 1289, el Cabildo propuso al vecino obispo de Astorga, pero el Papa anuló esta elección y designó directamente a Fernando.

 

Bibl.: E. Flórez, España Sagrada, t. XXVI, Madrid, Antonio Marín, [1771], pág. 333; C. Eubel et al. (eds.), Hierarchia Catholica Medii Aevi, vol. I, Padua, Il Messagero di San Antonio, 1960; J. F. Rivera, Los arzobispos de Toledo en la Baja Edad Media (s. XII-XV), Toledo, Diputación Provincial, 1969, págs. 65-66; R. Gonzálvez Ruiz, Hombres y Libros de Toledo, Madrid, Fundación Ramón Areces, 1997, págs. 337-341.

 

Ramón Gonzálvez Ruiz