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Darío Casado y López Novoa

Biografía

Casado y López Novoa, Darío. Burgo de Osma (Soria), 9.X.1865 – ?, p. m. s. xx. Militar, caballero laureado de San Fernando.

Al cumplir los diecinueve años ingresó en el Ejército como soldado quinto y fue destinado al batallón de Cazadores de Alba de Tormes, en el que al poco tiempo alcanzó el empleo de cabo segundo. En 1886 pasó voluntariamente al Ejército de Filipinas y ascendido a cabo primero tan sólo llegar a Manila, donde sirvió en el Regimiento del mismo nombre, con el que inmediatamente entró en operaciones.

En 1887 formó parte de la guarnición del destacamento de las Mercedes, en Davao; en ese mismo año fue recompensado con una Cruz Roja al Mérito Militar por su destacada actuación en combate.

En 1889 pasó a prestar servicios como escribiente en la Capitanía General de Manila y en ese mismo año ascendió a sargento segundo y continuó en el mismo destino hasta que, en 1890, se le concedió la incorporación a su compañía en Zamboanga.

Regresó a la Península en 1891 por haber cumplido su compromiso y pasó a servir en el batallón de Cazadores de Manila, de guarnición en Aranjuez. Dos años después se le permitió el pase, como escribiente provisional, al Cuerpo Auxiliar de Oficinas Militares, con destino en el Gobierno Militar de Madrid.

En 1896 fue ascendido a escribiente de segunda y confirmado en su destino; poco después ingresó en la escala de reserva con el empleo de segundo teniente y destino en el Ejército de la isla de Cuba, pero posteriormente fue trasladado al batallón de Cazadores Expedicionario n.º 2 de Filipinas.

Enseguida entró en operaciones contra los rebeldes y se distinguió en abril de 1897 en la defensa del destacamento de López (Tayabas), en la que se batió cuerpo a cuerpo con un enemigo superior, consiguiendo derrotarlo, pero recibió dos heridas; por todo ello se le recompensó con una Cruz Roja al Mérito Militar.

En el mes de octubre acudió con su compañía en auxilio de Baler, sitiada por los rebeldes, y allí, una vez dispersado el enemigo, quedó prestando servicio de guarnición y obtuvo como recompensa otra Cruz Roja al Mérito Militar.

Se hizo cargo del mando del destacamento de Cápiz (Visayas) en 1898, demostrando su heroísmo en Lalab, el 22 de abril, donde al iniciarse la acción comenzó el ataque sobre la extrema vanguardia, en la que él marchaba, y fue comisionado por el jefe de la columna para que pidiese refuerzos a la retaguardia.

Al regresar con ellos, tuvo que abrirse paso entre nutridos grupos de rebeldes que le causaron una grave herida en la pierna derecha, no obstante lo cual avanzó hasta la extrema vanguardia, donde siguió combatiendo, salvando del gravísimo peligro en que se encontraban a su capitán, caído en tierra y rodeado de enemigos, así como a un soldado que, abrazado a un insurrecto, rodaba por una pendiente; para ello se vio obligado a luchar al arma blanca y a dar muerte a tres de sus adversarios, y a pesar de la nueva y grave herida que le causaron, continuó al frente de su tropa hasta caer desvanecido por la pérdida de sangre.

Tras ser tratado en el hospital militar de Ilo-Ilo, se le concedió al año siguiente la Cruz de María Cristina por su participación en este hecho, mientras se incoaba el expediente de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz de San Fernando de 2.ª clase, Laureada.

Una vez recuperado, salió de operaciones por la provincia de Antique y volvió a ser herido de gravedad en el mes de octubre; como recompensa ascendió a primer teniente y recibió una nueva Cruz Roja al Mérito Militar.

Aún convaleciente de la herida, se ofreció voluntario para formar parte de una columna con la que defendió el pueblo de Molo (Ilo-Ilo); su destacada actuación fue premiada con una quinta Cruz Roja al Mérito Militar.

En 1899 fue trasladado al batallón provisional de Visayas y Mindanao, con él que asistió en el mes de mayo a la defensa de la plaza de Zamboanga, resistiendo el ataque de la población sublevada hasta su embarque para la Península pocos días después; a su llegada se le concedió por esa defensa la sexta Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo.

Después de servir en la zona de reclutamiento de Madrid, en 1901 fue nombrado teniente del Cuerpo de Seguridad de dicha provincia y en agosto del año siguiente se le concedió el retiro provisional del Ejército, de acuerdo con la Ley de 8 de enero de 1902.

Hasta 1903 no recibió la Cruz Laureada para la que había sido propuesto por la acción de Lalab (Batán), que le fue concedida por Real Orden de 30 de mayo de dicho año.

En 1894 se había casado con Ezequiela Fernández Alonso, que falleció dos años después, y contrajo matrimonio posteriormente con Encarnación Lorente Valverde, a cuya muerte pasó la pensión en 1929 a su hija Felisa Amalia Casado Fernández.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Sección 1.ª, leg. C-1735.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

José Luis Isabel Sánchez

 

 

 

 

 

 

 

Casado y López Novoa, Darío. Burgo de Osma (Soria), 9.X.1865 – ?, p. m. s. XX. Militar, caballero Laureado de San Fernando.

Al cumplir los diecinueve años ingresó en el Ejército como soldado quinto, pasando destinado al Batallón de Cazadores de Alba de Tormes, en el que al poco tiempo alcanzó el empleo de cabo segundo, siendo en 1886 destinado voluntariamente al Ejército de Filipinas y ascendido a cabo primero tan sólo llegar a Manila, pasando a servir en el Regimiento del mismo nombre, con el que inmediatamente entró en operaciones.

En 1887 formó parte de la guarnición del destacamento de las Mercedes, en Davao, siendo en ese mismo año recompensado con una cruz roja al Mérito Militar por su destacada actuación en combate.

En 1889 pasó a prestar servicios como escribiente en la Capitanía General de Manila, siendo en ese mismo año ascendido a sargento segundo y continuando en el mismo destino hasta que en 1890 se le concedió la incorporación a su Compañía en Zamboanga.

Regresó a la Península en 1891 por haber cumplido su compromi­so, pasando a servir en el Batallón de Cazadores de Manila, de guarnición en Aranjuez. Dos años después se le permitió el pase, como escribiente provisional, al Cuerpo Auxiliar de Oficinas Militares, con destino en el Gobierno Militar de Madrid.

En 1896 fue ascendido a escribiente de segunda y confirmado en su destino, concediéndosele poco después el ingreso en la Escala de Reserva con el empleo de segundo teniente y destino al Ejército de la Isla de Cuba, pero posteriormente fue trasladado al Batallón de Cazadores Expedicionario núm. 2 de Filipinas.

Enseguida entró en operaciones contra los rebeldes, destacando en abril de 1897 en la defensa del destacamento de López (Tayabas), en la que se batió cuerpo a cuerpo con un enemigo superior, consiguiendo derrotarlo pero recibiendo dos heridas, siendo por todo ello recompensado con una cruz roja al Mérito Militar.

En el mes de octubre acudió con su compañía en auxilio de Baler, sitiada por los rebeldes, y donde, una vez dispersado el enemigo, quedó prestando servicio de guarnición, obteniendo como recompensa otra cruz roja al Mérito Militar.

Se hizo cargo del mando del destacamento de Cápiz (Visayas) en 1898, demostrando su heroísmo en Lalab, el 22 de abril, en la que al iniciarse la acción comenzó el ataque sobre la extrema vanguardia, en la que él marchaba, siendo comisionado por el jefe de la columna para que pidiese refuerzos a la retaguardia. Al regresar con ellos, tuvo que abrirse paso entre gruesos grupos de rebeldes que le causaron una grave herida en la pierna derecha, no obstante lo cual avanzó hasta la extrema vanguardia, donde siguió comba­tiendo, salvando del gravísimo peligro en que se encontraban su capitán, caído en tierra y rodeado de enemigos, como a un soldado que, abrazado a un insurrecto, rodaba por una pendiente, viéndose para ello obligado a luchar al arma blanca y a dar muerte a tres de sus adversarios, a pesar de la nueva y grave herida que le causaron, continuando al frente de su tropa hasta caer desvane­cido a causa de la pérdida de sangre.

Tras ser tratado en el hospital militar de Ilo-Ilo, se le concedió al año siguiente la Cruz de María Cristina por su participación en este hecho, mientras se incoaba el expediente de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz de San Fernando de 2.ª clase, Laureada.

Una vez recuperado, salió de operacio­nes por la provincia de Antique, volviendo a ser herido de gravedad en el mes de octubre y recibien­do como recompensa el empleo de primer teniente y una nueva cruz roja al Mérito Militar.

Estando aún convaleciente de la herida se ofreció voluntario para formar parte de una columna, con la que defendió el pueblo de Molo (Ilo-Ilo), siendo premiada su destacada actuación con una quinta Cruz roja al Mérito Militar.

En 1899 fue trasladado al Batallón Provisional de Visayas y Mindanao, asistiendo con él en el mes de mayo a la defensa de la plaza de Zamboanga, resistiendo el ataque de la población sublevada hasta su embarque para la Península pocos días después; a su llegada se le concedería por dicha defensa la sexta cruz al Mérito Militar con distintivo rojo.

Después de servir en la Zona de Reclutamiento de Madrid, en 1901 fue nombrado teniente del Cuerpo de Seguridad de dicha provincia, concediéndosele en agosto del año siguiente el retiro provisional del Ejército, de acuerdo con la ley de 8 de enero de 1902.

Hasta 1903 no recibió la Cruz Laureada para la que había sido propuesto por la acción de Lalab (Batán), que le sería concedida por real orden de 30 de mayo de dicho año.

En 1894 se había casado con Ezequiela Fernández Alonso, que fallecería dos años después, contrayendo matrimonio posterior­mente con Encarna­ción Lorente Valverde, a cuya muerte pasó la pensión en 1929 a su hija Felisa Amalia Casado Fernández.

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), secc. 1.ª, leg. C-1735.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

José Luis Isabel Sánchez

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