Escobar y Mendoza, Antonio. Valladolid, 1589 – 4.VII.1669. Jesuita (SI), escritor y predicador.
Fue este jesuita un autor de éxito del siglo xvii que se vio, como Miguel de Elizalde y Tirso González, implicado en las controversias de los sistemas morales del probabilismo y del probabiliorismo. Desde muy pronto demostró sus aficiones literarias. Tras haber entrado en la compañía en el noviciado de Villagarcía de Campos en marzo de 1605 y de haber desarrollado su proceso de formación, leyó humanidades por espacio de seis años e inició una etapa fecunda como operario. Se distinguió como prestigioso predicador y confesor, director espiritual en hospitales y cárceles, además de dos congregaciones habituales en los colegios de la compañía, una de seglares y la otra de sacerdotes. Entre sus hijos espirituales más destacados es necesario resaltar al duque de Osuna. No obstante, Antonio de Mendoza destacó muy especialmente por su capacidad de trabajo con la pluma en la mano, pues según expone Narciso Alonso Cortés, en su fecundidad literaria fue superado por pocos escritores de su tiempo, quizás tan sólo por el dramaturgo de moda que era Lope de Vega. Una fecundidad que condujo a acusaciones en las cuales se decía que en algunas obras, Antonio Escobar solamente había puesto su nombre a la autoría, guiándole sólo el interés de publicitar a la compañía.
En su dimensión de autor editorial de éxito habría que hablar de la reeditada obra de Historia de la Virgen María, conocida también como la Nueva Jerusalem María, muestra de su primera inclinación literaria a la poesía, además de al género dramático. Desde el principio, el teatro fue un instrumento pedagógico de los jesuitas. Con este medio se intentaba demostrar los progresos de sus alumnos de gramática latina. Se ha llegado a hablar de Antonio de Escobar como autor de ciento sesenta comedias. Ejemplos de dramas que, aunque llegaron a ser muy populares, según Alonso Cortés, no fueron impresos por deseo del autor, por lo que no se conserva ninguna de ellas. El propio Escobar adelantaba algunos de los temas a los que dedicó sus comedias, como era la defensa de la Concepción Inmaculada de la Virgen María y la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No olvidó títulos para las llamadas comedias de santos a las que hacía referencia con Ignacio de Loyola —El caudillo vizcaíno—; a Francisco Javier, ambos beatificados y en 1622 canonizados —El sol de Oriente, en dos partes—; a Francisco de Borja —El Duque sancto—, beatificado en 1624; a Luis Gonzaga —El Ángel en la Corte—, beatificado en 1604, y Estanislao de Kostka —El Perfecto en el Principio—, entre otros. Como poema heroico publicó en su ciudad natal uno escrito en octavas y dedicado a san Ignacio, años después de su beatificación. Incluso llegó a participar en algunos certámenes o justas poéticas, como las que se celebraron en Pamplona con motivo de las fiestas del Corpus Christi de 1610.
No solamente fue un predicador experimentado que se subía al púlpito casi todos los días, sino muy especialmente un confesor según plasmó en su conocida obra Examen de Confessores y Práctica de penitentes, en la cual continuaba la metodología de un catecismo y que conoció cincuenta y cinco ediciones. Una obra que está orientada a la administración del sacramento de la penitencia. En el ámbito de lo moral también es necesario incluir Liber Theologiae moralis (del que se hicieron cuarenta ediciones), un compendio de la doctrina moral de la Compañía de Jesús —en numerosas ocasiones identificada con el laxismo— que incluye algunas proposiciones (la 6, 8 y 53) que después fueron condenadas por el papa Inocencio XI, el Pontífice que apoyó algunas de las propuestas del también jesuita Tirso González, impulsor del probabiliorismo.
Mucho más amplia, y desarrollada en diez volúmenes, es la que será su última obra, publicada en Lyon (1652-1653) unos años antes de que lo hiciese uno de sus controversistas morales más destacados en la compañía, Miguel de Elizalde: se trataba de Universae Theologiae Moralis receptiores absque lite Sententiae. En ella, Escobar no se limitaba a un mero esquema de las opiniones, sino que las explicaba con detalle.
Antonio de Escobar transmitía en sus páginas una dimensión práctica, por encima de la especulativa, demostrada por sus muchos trabajos sobre la acción, no limitándose a la mera especulación. Por eso, sus éxitos editoriales se medían por las continuadas ediciones, aunque en algunas ocasiones las cifras se presentan poco creíbles. Pero también despertó encendidas oposiciones.
Entre ellas se encontraban las acusaciones de laxista que recibió continuadamente de Blaise Pascal en sus Lettres provinciales. Hasta tal punto, su apellido era objeto de sátira por autores como La Fontaine o Molière, que en el Diccionario de la Academia francesa de 1849, se incluye la voz “Escobar” como aplicable a aquel que se muestra “diestro hipócrita, que sabe resolver en el sentido conveniente a sus intereses los casos de conciencia más sutiles”, la adecuación a la opinión probable que más convenía, según respondía el sistema moral del probabilismo a las acusaciones de laxista. Narciso Alonso Cortés, dejando aparte su dimensión polemista en las distintas controversias morales por las que discurrió, resume indicando que ha sido uno de los escritores más destacados de su ciudad natal, Valladolid, “Corte literaria”, muy prestigiado en el siglo xvii por una larga vida de ochenta y un años.
Obras de ~: San Ignacio. Poema heroyco, Valladolid, por Francisco Fernández de Cordova, 1613; Historia de la Virgen Madre de Dios María, desde su purísima concepción sin pecado hasta su gloriosa Asunción. Poema heroico de D., natural de Valladolid, Valladolid, por Jerónimo Murillo, 1618 (ed. con el tít. Nueva Jerusalén María, Valladolid, por Juan Bautista Varesio, 1623); In Caput Sextum Ioannis, Valladolid, apud Viduam Fernández a Córdova, 1624; Breve summa de lo que es Peccado Mortal en los Preceptos de la Ley de Dios y de la Iglesia, Pamplona, por Juan de Oteyza, 1626; Examen de confessores y práctica de penitentes en todas las materias de Theologia moral, Pamplona, 1630; Ad/ In Evangelia Sanctorum Commentarii, Lyon 1642-1648, 12 ts.; Liber Theologiae moralis, Lyon, Prosa, Philippi Borde et Laurentii Arnaud, 1644; Vetus ac Novum Testamentum illustratum, Lyon, 1652-1667, 9 ts.; Sermones vespertinales, Lugduni, 1652; In Canticum Commentarius sive de Mariae Deiparae Elogiis, Lugduni, typis Laurentii Arnaud et Petri Borde, 1669.
Bibl.: C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. III, Bruxelles, Oscar Schepens, 1892, págs. 436-445; A. G azier, Blaise Pascal et Antoine Escobar. Étude historique et critique, París, Honoré Champion, 1912; A. Valbuena Prat, Historia de la literatura española, vol. I, Barcelona, Gustavo Gili, 1946, págs. 1048-1051; I. Elizalde, San Ignacio en la literatura, Madrid, Fundación Universitaria Española, Universidad Pontificia, 1983, págs. 136-143; N. Alonso Cortés, Noticias de una corte literaria, Valladolid, Ayuntamiento, 2003, págs. 148-154.
Javier Burrieza Sánchez