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Manuel José Doyagüe Jiménez

Biografía

Doyagüe Jiménez, Manuel José. Salamanca, 17.II.1755 – 18.XII.1842. Maestro de capilla y docente.

Hijo de un artesano de Salamanca, como tal estaba destinado a seguir la humilde condición de su familia, pero desde niño mostró unas grandes aptitudes para la música, por esto ingresó como infante de coro en la catedral de su ciudad natal, donde estudió con el maestro Juan Martín. En 1781, siendo ya sacerdote, se retiró su maestro y él fue el designado para sucederle de forma interina como maestro de capilla de la catedral, al mismo tiempo se le confió la cátedra de Música en la Universidad. La unión de catedral y universidad dio gran prestigio a esta capilla musical, llegó a tener un amplio coro de veinticinco niños y una orquesta amplia. Esta situación se prolongó hasta 1789, el 12 de agosto de dicho año ganó por oposición la plaza frente a José Pons, de Madrid Bruno Molina, de Cuenca; Raimundo Luis Forné, de Plasencia; Pedro Estorcui, de Santo Domingo de la Calzada; y Pablo Santander, de Santa María de Ledesma. Estas oposiciones sirvieron de argumento a Eximeno para su novela satírica Don Lazarillo Vizardi. También se conoce este hecho por una oda escrita por Francisco Prieto de Torres, profesor de Teología en la Universidad, esto demuestra la preeminencia que ya tenía en esos días en la ciudad.

También en 1789 fue el año que abandonó la plaza de la cátedra de Música en la Universidad, que era suya desde la muerte de Aragüés, por no conseguir que saliese a oposición dicho puesto. Este puesto lo había obligado a dar dos horas diarias de clase de música teórica y práctica.

Entretanto, había terminado la carrera eclesiástica y había obtenido también una canongía de la catedral.

Es un personaje de cuya vida no se tienen demasiadas informaciones, parece que poseía un carácter tímido y poco sociable; Barbieri lo describía así: “De carácter modesto y retraído, huía siempre del bullicio mundano, sin parar la atención en otra cosa que las obligaciones de su ministerio y en la composición incesante de obras para la iglesia”. Permaneció hasta su muerte en Salamanca, sólo se tiene constancia de una visita a Madrid en 1817 para estrenar un Te Deum con el que se conmemoró el alumbramiento de la reina Isabel de Braganza.

Doyagüe pertenece a la generación en la que se realiza el tránsito del clasicismo al romanticismo, al mismo tiempo que seguía bajo la influencia de los grandes maestros de música religiosa españoles. Su creación musical responde al mismo tiempo a una clara evolución en el uso de la instrumentación, que fue incrementándose al mismo tiempo que aumentaba el número de músicos en la catedral de Salamanca.

Realizó gran cantidad de obras para Guadalupe, sin duda encargadas por su hermano, y en este caso tienen una instrumentación más sobria, característica general de los monasterios jerónimos. Destaca en sus obras el uso de los instrumentos de viento, trompas, oboes, clarinetes, flautas, bombardino, fagot, etc., propios de la eclosión instrumental de su época, justo anterior al momento de la desamortización de Mendizábal, con la que llegó un recorte de medios importante.

De entre sus obras, fueron muy conocidas en el siglo XIX su Magnificat a ocho voces, con orquesta y órgano obligado, y el Miserere llamado “Grande”, cuya copia pidió Rossini, que le dedicó una carta laudatoria en la que decía, según recoge Felipe Pedrell, “envidio vuestras obras religiosas”. Fue también especialmente famosa su Misa en sol, enviada a su amigo el guitarrista Dionisio Aguado y estrenada en la Capilla Real en 1830, con la presencia de músicos como Carnicer y Espínola, que alabaron de forma clara esta obra. Este trabajo le valió el título de profesor honorario del Conservatorio de Madrid.

Fue uno de los compositores de música religiosa más importantes del siglo XIX español junto con Bros, Andreví, Eslava y Cosme José de Benito. Sus obras se encuentran en casi todas las catedrales españolas y fue consultado frecuentemente para juzgar oposiciones en las catedrales.

Su personalidad fue objeto de numerosos estudios ya en el mismo siglo XIX, destacando el primero aparecido en 1866 en la Gaceta Musical de Madrid, ya que en este primer estudio se basan otros escritos sobre él realizados por Barbieri, Saldoni, Fétis y F. Pedrell.

Se trata de un compositor que trascendió a lo largo del siglo XIX y que fue en general bien considerado, salvo en el caso de Pedrell que pensaba que su trabajo estaba sobrestimado. Muy diferente es la imagen que da de él Soriano Fuertes en su Historia de la música española, donde dice: “D. José Doyagüe, este genio privilegiado de la música sacra, y cuyas obras son la admiración de nacionales y extranjeros, por la sencillez y sublimidad de sus cantos, y la profundidad de sus combinaciones armónicas”. Quizá por los pocos datos de su vida que se conocen su persona estuvo rodeada de cierto hálito romántico, como se ve en la cita de Simonet: “Los críticos de su tiempo se ocuparon de él, los poetas lo ensalzaron con magníficas odas, y los historiadores han trazado acabadas biografías que manifiestan la soberana influencia que ejerció en su tiempo y en el noble impulso que dio al arte de la composición sagrada”.

El archivo fundamental para conocer su obra es el de la catedral de Salamanca, donde se encuentran la práctica totalidad de su música.

 

Obras de ~: Misas. Misa a 4 voces en si bemol; Misa a ocho voces, 1783; Misa a 8 voces, 1786; Misa a ocho voces en sol, 1829; Misa a ocho voces y toda orquesta en Mi bemol; Misa a dos coros y orquesta en Si bemol; Misa de elafa o Mi bemol a ocho voces; Misa en Si bemol; Misa grande; Misa por befa; Misa por La mayor, 1748; Credo primero; Credo segundo. Oficios: Oficio solemne de difuntos; Parce Mihi. Antífonas: Salve, 1783. Cánticos: 3 Magnificats; 3 Genitoris; Himnos: Tantum ergo; 3 Te Deum.

Lamentaciones: Lamentación primera del miércoles; Incipit oratio, 1804; Aleph. Quomodo; Lamentación segunda del miércoles; Lamentación tercera del miércoles; Lamentación tercera del Miércoles Santo; Lamentación tercera de la feria quinta; Jod. Manum suam, 1788; Lamentación segunda del jueves; Lamentación tercera del jueves; Aleph. Ego vir videns; Misericordia Domini; Lamentación tercera del viernes. Motetes: Christus factus est; Cuatro motetes de difuntos; Ego sum panis vivus; Motete; Motete al nacimiento; Motete al santísimo; Motete de Calenda; Motete para la festividad de la Asunción de Nuestra Señora; Motete que se canta en la capilla de los agravios, acabados los maitines de la Asunción. Ofertorios: Ofertorio a la Asunción de Nuestra Señora; Ofertorio de Pascua de Resurrección; Ofertorio para la festividad de la Circuncisión. Salmos: Beatus vir; Beatus vir; Credidi; Credidi; Dixit Dominus Noster; 4 Dixit Dominus; 2 Laetatus sum; 4 Lauda Jerusalem; Laetate Dominum; Mirabilia; 3 Miserere; Principes. Arias: Ay, mi Dios, 1877; Con qué gozo; Cual amante mariposa; Dejas, oh Virgen pura; Dios eterno; Dios siempre; En aquel lecho pobre; En ti espero; En un amargo; Hombre que adormecido; Llegad pastores; Logre mi bien; Mi Dios; Navega el alma; Oh sola noche; Piedad Señor; Qué dulzura; Qué dulzura; Qué glorioso; Todo lleno de temores; Yo me perdí; ¿Qué es esto? Cantadas: Dulce hechizo, 1773; El Dios de los amores, 1774; Hermoso, desnudo, 1775; Rasgue la sombra, 1775; A la radiante lumbre, 1776; De un Dios de amor, 1776; Huye el alma ansiosa, 1776; La cierva ligera, 1776; Opuestos movimientos, 1776; Dichosa nave, 1777; Huye cobarde, 1777; No es mucho, 1777; Un Dios en la mesa, 1777; Alcázar Divino, 1778; Ay, dulce dueño mío, 1778; Cual corre el caminante, 1778; Descansa, dueño mío, 1778; Radiante luz, 1778; Aunque más el cierzo brame, 1779; Por ti, Niño dichoso, 1779; Tierno niño, 1779; Ansioso fervor aliento, 1780; Los que en el desierto, 1780; Luciente antorcha, 1780; Probad mortales, 1780; Un Dios guerrero, 1782; Llega, oh mortal; Hiere el parche; Hijo de mis entrañas; Oiga dichosa el alma; Todos se fueron. Villancicos a la Asunción: Angélicos ministros; Los cielos se pasman, la tierra se admira; Los cielos se preparan; Los cielos y la tierra de júbilo se llenen; Hagan la salva, voces unidas; Venid pecadores; Hoy la Reina del cielo. Villancicos al Santísimo: Aliente del hombre el eco y la voz; Ansioso te miro; ¡Ay Dios, qué prodigio!; Con regocijos y aplausos; El sacerdote eterno; La bélica trompa; La gracia y la dulzura. Villancicos de Navidad: Al portal con alegría; Albricias, mortales; Bato, vamos al portal; Confuso, tímido; Confuso, tímido, triste; Convocados los pastores; Decidme, selvas; Entonando allá; Entra, pastorcillo; Festivos zagales; Gime cautivo el mundo; ¿Hasta cuándo Señor?; ¡Hola!, que un barquerillo; ¡Hola, Bato, amigo!; ¡Hola, pastores, dejen el sueño!; La pastorela cantan; La pastorela canta, no hagan ruido; Los pastores; Los pastores y pastores; Mortales oprimidos del llanto; No hay Pascual aquesta noche; Oh, Dios incrado; Oh, qué rigor; Para cantarle tonada; Para divertir; Pastorela al Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo; Pastores que veláis; Pastores sencillos que al frío y hielo; Perdido de amores, hoy busco a mi bien; Porque el Niño nos defienda; Resonad esferas, valles resonad; Resonad esferas; Una bella serranita; Vamos que viene, vamos que llega; Vamos que viene; Vaya de festejo, de gracia y donaire; Viendo que en todo lugar; Vueltos en sí los pastores. Villancicos de Reyes: Al Niño Dios eterno; Como en la noche de Reyes; El mundo se turba de ver en campaña; El mundo se turba de ver en campaña; Qué reflejo tan hermoso; Salid Reyes gloriosos; Seguid, sabios magos; Una estrella divina nos guía; Venid, corred, llegad.

Otros villancicos: En dulces consonancias; Llore el hombre; Oh, qué maldad tan grave.

 

Bibl.: B. Fetis, Gil Sanz y A. Aguado, “Biografía de D. Manuel José Doyagüe, maestro de capilla de la Catedral de Salamanca”, en GM, 11 de noviembre de 1855; M. Soriano Fuertes, Historia de la música española desde la venida de los fenicios hasta el año de 1850, Madrid, Bernabé Carrafa, 1855; M. G. Lara, “D. Manuel José Doyagüe. Su vida. Sus obras”, en GM, 7 de abril de 1866; F. Pedrell Catàlech de la Biblioteca Musical de la Diputació de Barcelona, Barcelona, Diputación, 1908; J. J. Herrero, Tres músicos españoles: Juan de la Encina, Lucas Fernández, Manuel Doyagüe, y la cultura artística de su tiempo, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1912; S. Simonet, “Apuntes para la historia de la música en Guadalupe. Organistas célebres”, en El monasterio de Guadalupe, t. IX (1924), pág. 150; A. Barrado, Catálogo del archivo musical del monasterio de Guadalupe, Badajoz, Diputación, 1945; E. Esperabé de Arteaga, Diccionario enciclopédico, ilustrado y crítico de salmantinos ilustres y beneméritos, Madrid, Ibarra, 1952; D. García Fraile, Catálogo archivo de música de la Catedral de Salamanca, Cuenca, Diputación, 1981; “El maestro Doyagüe (1755-1842), lazo de unión entre la tradición universitaria salmantina y el Real Conservatorio de Madrid”, en RMS, t. XIV, 1-2 (1991); E. Casares Rodicio, “Doyagüe Jiménez, Manuel José”, en E. Casares Rodicio (dir. y coor.), Diccionario de música española e iberoamericana, t. IV, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, págs. 540-542.

 

Leticia Martín Ruiz