Rodríguez, Cristóbal. Navas del Marqués (Ávila), 1677 – Madrid, c. 1735. Paleógrafo, archivero, calígrafo, grabador y comisario del Santo Oficio.
Cristóbal Rodríguez se trasladó en su juventud a Ávila, donde cursó sus estudios en el Colegio de San Millán.
Aquí también se ordenó sacerdote y poco después —en torno a 1705— fue elegido archivero catedralicio.
Esta ocupación, que le permitía el continuo contacto con libros y documentos anteriores en el tiempo, le inspiró, en 1708, la elaboración de un manual de paleografía, en el que reproduciría los modelos gráficos más característicos en el devenir histórico de la escritura. Con el fin de completar su colección documental llegó a Madrid hacia 1724, momento en que tuvo noticia del celebrado estudio De re diplomatica, libri sex, publicado en París, en 1681, por el maurino Jean Mabillon, del que reprodujo más de veinte láminas previas a la centuria undécima.
A continuación intentó buscar a alguien que costease la obra, una vez que en 1725 había conseguido las autorizaciones para la publicación de su Bibliotheca universal. Por la qual se enseña a leer sin maestro todos los instrumentos antiguos de archivos, bibliotecas reales generales y particulares de iglesias catedrales, parrochiales, comunidades y otros desde la venida de Christo, de todos los reinos y dominios de España, Roma, Francia, Saxonia, Portugal y de toda Europa, pues tal era el título pensado para la misma; aprobaciones, entre otras, del historiador Juan de Ferreras, del escritor Juan Interián de Ayala y del benedictino Francisco de Berganza.
Tres años después se avecindó en Madrid, con el cargo de archivero del duque del Infantado. Al mismo tiempo actuaba como comisario del Consejo Supremo del Santo Oficio, una vez que también lo había desempeñado en los tribunales locales de Toledo y de Valladolid.
Asimismo, para ahorrar costos, él mismo aprendió el arte del grabado con el fin de burilar las láminas que insertaría en su obra, la cual tenía prácticamente terminada en 1730, tras veintidós años de ardua labor investigadora. Pero, a pesar de que consiguió nuevas licencias para su edición (fray Juan de San Antonio, fray José de San Juan, fray José Álvarez de la Fuente, fray Pedro Manso, Andrés Díez Navarro, Miguel Beltrán de Luna, etc.), no encontró el anhelado mecenas que la patrocinase. La muerte le sorprendió en tierras madrileñas cinco años después.
No obstante, Felipe V, a instancias de su confesor Guillermo Clarke —que conocía la obra de Cristóbal Rodríguez—, ordenó al bibliotecario mayor de la Real Biblioteca, Blas Antonio Nasarre y Ferriz, que dirigiese su impresión, como una actividad editorial de la misma. Prologada por este insigne catedrático aragonés, vio la luz en 1738.
El presbítero Cristóbal Rodríguez está considerado como uno de los pioneros en el campo de la paleografía, encuadrado en el período tradicional de esta ciencia —junto a Esteban Terreros, Andrés Marcos Burriel y el escolapio Andrés Merino, entre otros—, pero su labor como calígrafo no ha recibido buenas críticas, pues el trazado de su escritura no es claro ni lineal.
Obras de ~: Bibliotheca universal de la Polygrahia española, Madrid, Antonio Marín, 1738.
Fuentes y bibl.: Biblioteca Nacional de España, mss. 9205, 9234, 9239 y 12724; Biblioteca de Castilla-La Mancha (Toledo), Fondo Antiguo, ms. 1/7344; Universidad Complutense de Madrid, Biblioteca Histórica, Fondo antiguo, DER 16562.
M. Rico y Sinobas, Diccionario de calígrafos españoles, Madrid, Real Academia Española, 1903, págs. 147-148; E. Cotarelo y Mori, Diccionario biográfico y bibliográfico de calígrafos españoles, t. II, Madrid, Visor Libros, 2004, págs. 205-208.
Juan Carlos Galende Díaz
