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Alberto Sánchez Pérez

Biografía

Sánchez Pérez, Alberto. Alberto. Toledo, 8.IV.1895 – Moscú (Rusia), 12.X.1962. Pintor y escultor.

Nació en el barrio de las Covachuelas de Toledo y fue el segundo hijo de seis hermanos. Su padre fue pastor y panadero y su madre, sirvienta. A los cinco años asistió a una escuela de primaria que, más tarde, abandonó para dedicarse a la venta de pan ambulante; pero el negocio de la panadería quebró y comenzó a trabajar como ayudante en una herrería, donde la fragua le dañó la vista. En 1907, a la edad de doce años, se trasladó a Madrid con su familia, donde visitaba los museos de forma asidua, e intentó ingresar en la Escuela de Artes y Oficios, aunque se le denegó el acceso porque apenas sabía leer y escribir. Consiguió instruirse gracias a un amigo farmacéutico, aprendió el oficio de zapatero y comenzó a desarrollar su vocación artística cuando entró como aprendiz en el taller del escultor y decorador José Estanys, pero dejó el oficio muy pronto.

A partir de 1910, y durante dieciséis años, comenzó a trabajar como panadero por las noches. Ingresó en las Juventudes Socialista y fue allí, en el Círculo Socialista del Sur, donde conoció al artista Francisco Mateos, en 1914, con el que concibió el proyecto de una vanguardista Casa del Pueblo y con el que viajó a Lisboa un año después. Con Mateos admiró las primeras representaciones plásticas de vanguardia (cubistas) que se dieron en Madrid.

En 1916, coincidiendo con su servicio militar en Melilla, descubrió su capacidad creadora a partir del poder inspirador del paisaje y realizó sus primeras esculturas, de corte naturalista.

Pasó largas horas dibujando en el Café de Oriente, en la Puerta de Atocha, donde conoció al pintor uruguayo Rafael Barradas en 1922, con el que entabló una estrecha amistad, convirtiéndose en su verdadero maestro intelectual y artístico. Gracias a Barradas, Alberto comenzó a establecer contacto con círculos intelectuales y artísticos madrileños y publicó algunos de sus dibujos en Alfar y Ronsel. En ese momento, sus primeras obras reflejaron la estética y las tendencias de todos los escultores del momento, con una importante influencia de Pablo Picasso y del cubismo.

En 1924 participó en el Salón de Otoño con cuatro dibujos y, en 1925 tomó parte en la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos con nueve esculturas y algunos dibujos, lo que hizo que se le considerase un artista de vanguardia por parte de varios intelectuales y artistas, que consiguieron que la Diputación de Toledo le concediese una pensión para que Alberto Sánchez pudiera dedicarse íntegramente al arte. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1926, en el Ateneo de Madrid (repitió en 1927 y 1930) y, en el mismo año, fundó junto con Benjamín Palencia y Rafael Alberti (entre otros) la Escuela de Vallecas.

En 1929 Alberto y Palencia participaron en la exposición celebrada en el Jardín Botánico madrileño por los artistas españoles que residían en París; allí expuso su Bailarina (1929), aún de corte cubista.

Durante todo este período intentó plasmar en sus obras las técnicas vanguardistas internacionales, dándole su propia visión con el paisaje castellano. Sin embargo, en los años previos a la Guerra Civil, su lenguaje escultórico sufre una evolución: abandonó progresivamente el cubismo y se inició en el surrealismo, desarrollando un estilo original y propio, que le convirtió en uno de los principales exponentes de la llamada escultura organicista.

En 1932 Alberto Sánchez dictó una conferencia en el Ateneo sobre su ideario y metodología artística (cuyo texto se publico más tarde en la revista CNT) y, entre noviembre y diciembre del mismo año, aportó cuatro esculturas y una veintena de dibujos en las exposiciones celebradas por la Sociedad de Artistas Ibéricos en Copenhague y Berlín.

En 1933 participó con una exposición del Grupo Constructivista, bajo la dirección de Torres García y en la I Exposición de Arte Revolucionario. Mientras tanto, también trabajó con compañías teatrales como La Barraca, de Federico García Lorca, con diseños y figurines para obras como Fuenteovejuna, de Lope de Vega, a la vez que ejercía de profesor de Dibujo en San Lorenzo de El Escorial, donde contribuyó a la defensa del lugar en los inicios de la Guerra Civil. Conoció a Neruda con unos decorados que le encargaron para Yerma y que no llegaron a terminarse.

Su presencia en el Grupo de Arte Constructivo y su compromiso político fueron reprochados por la revista valenciana Nueva Cultura, junto con sus implicaciones en el lenguaje visual, que consideraban que no se ajustaban al realismo social.

En 1936 presentó una exposición en el Centro de Exposiciones de Materiales de Construcción. Un bombardeo en Madrid destruyó su estudio madrileño, con la pérdida de un número indeterminado de obras. A finales de este año fue evacuado a Valencia, en calidad de profesor de Dibujo del Instituto Obrero, donde colaboró en las revistas Hora de España y El mono azul. Un año más tarde, participó en el pabellón de la Exposición Universal de París, con su famosa escultura de doce metros, El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella (1937), que supone un verdadero manifiesto y resumen de su pensamiento y de cuáles eran sus ideales estéticos, pero posteriormente fue destruida; en la capital francesa conoció a Pablo Picasso y a numerosos intelectuales franceses.

En 1938 marchó a Moscú, donde fue profesor de dibujo para niños refugiados. Además de su labor docente en la U. R. S. S., expuso las obras que trajo de España en la fábrica Stalin de Moscú y se dedicó también a la escenografía de teatro y cine durante los años comprendido entre 1940 y 1959, con decorados y figurines; una de sus colaboraciones más importantes fue su colaboración con el director ruso Grigori Kózintsev con los decorados de la película Don Quijote (1957), que recreaban los pueblos de La Mancha. También sacó tiempo para pintar varios paisajes, bodegones y retratos, con un matiz sombrío y melancólico.

En 1941 fue evacuado, junto con su familia, a la R. S. de Bashkiria, donde permanecieron dos años y donde Alberto realizó murales en su propia vivienda y confeccionó juguetes para niños refugiados.

Alberto Sánchez reanudó una etapa escultórica, a partir de 1956, que duró hasta el final de sus días y que dio como fruto casi un centenar de piezas, más estilizadas y líricas en su forma que las que realizó con anterioridad. En estas nuevas obras se aprecia el recuerdo y la añoranza de España, con nuevos efectos rusos en los materiales utilizados (algunas esculturas se realizan en madera) y la introducción de figuras de animales, nuevos paisajes y figuras femeninas. En 1959 expuso gran parte de su obra escenográfica en el local de la Unión de Pintores, Escultores y Escenógrafos de Moscú, plasmadas entre el surrealismo y la abstracción lírica.

Falleció en Moscú en el año 1962 y sus restos fueron enterrados en el cementerio Viedenskoye de la capital rusa. Fue un personaje creativo, con nuevas concepciones formales donde tenían cabida nuevas formas de metamorfosis, con la presencia indiscutible del surrealismo y del cubismo. Toda esa evolución creativa fue desarrollada en un período de apenas quince años. Contrajo matrimonio con Clara Sancha, con la que tuvo un hijo: Alcaén.

En 1930 obtuvo el premio del Ministerio de Instrucción Pública por la maqueta de un monumento a Góngora. Unos años después de su muerte (en 1968), se celebró una gran exposición de toda su obra pictórica y escultórica en el Museo Pushkin de Moscú y, en 1970, el Museo Español de Arte Contemporáneo plasmó en Madrid una importante muestra escultórica. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía le dedicó una gran exposición en 2001 con un amplio catálogo; un año más tarde, en 2002, se celebró un homenaje en su honor en forma de exposición monográfica en el Museo de Santa Cruz de Toledo, al que acudió su hijo.

 

Obras de ~: Una de moro y otra de mora, 1917; Signo de mujer rural en un camino lloviendo, 1927-1930; Bailarina, 1929; Pájaro de mi invención hecho con las piedras que vuelan en la explosión de un barreno, 1930; Monumento a los niños, 1930; Volumen que vuela en el silencio de la noche y que nunca puede ver, 1933; EL pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, 1937; Figurín para “Carolina”, 1946; Cazador de raíces, 1958; Monumento a la paz, 1958; Mujer toledana, 1958-1962; Toro y paisaje, 1958-1962.

Escritos: “El arte como superación personal”, en CNT (Madrid), 7 de enero de 1933, pág. 3; “Carta del escultor Alberto”, en Nueva Cultura (Valencia), 3 de abril de 1936; “Cuatro dibujos políticos de Alberto Sánchez”, en Nueva Cultura (Valencia), n.º 11, 3 de abril de 1936, pág. 6; “Mi autocultura en la historia de las artes plásticas” y “1,2,3,4” en AA. VV. Alberto, Toledo, Ayuntamiento, 1995, pág. 1 y págs. 292-296, respec.

 

Bibl.: P. Martín (Luis Lacasa), Presentación de Alberto Sánchez Pérez, escultor (1895-1962), Budapest, Ed. Corvina, 1964; V. Bozal, “El escultor Alberto Sánchez”, en Cuadernos Hispanoamericanos (Madrid), n.º 189 (septiembre de 1965), págs. 88-97; V. Aguilera Cerni, Panorama del nuevo arte español, Madrid, Guadarrama, 1966; S. Amon, “Lo vertical y el vacío en la escultura de Alberto”, en Nueva forma (Madrid, junio de 1969), págs. 67-75; VV. AA. Alberto (1895-1962), catálogo de exposición, Madrid, Museo Español de Arte Contemporáneo, 1970; E. Azcoaga, Alberto, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1977; J. Marín Medina, La escultura española contemporánea. 1800-1978, Madrid, Edarcón, 1978; M. Artola Gallego (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. 4., Madrid, Alianza Editorial, 1991; M. Antolín Paz (dir.), Diccionario de pintores y escultores españoles del siglo xx, Madrid, Forum Artis S. A. 1994, págs. 3901-3903; VV. AA., Alberto, Toledo, Ayuntamiento, 1995; Personajes de la Historia de España, Madrid, Espasa Calpe, 1999; J. M. Bonet, Diccionario de las vanguardias en España (1907-1936), Madrid, Alianza Editorial, 1999, págs. 34-35; VV. AA., Forma, palabra y materia en la poética de Vallecas, catálogo de exposición, Alicante, Diputación Provincial, 2011.

 

Gema Rivas Gómez-Calcerrada

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