Cañas Cañas, José. Banyeres del Penedés (Tarragona), 23.V.1905 – Vendrell (Tarragona), 5.I.2001. Escultor y dibujante.
Nació en el seno de una familia de campesinos y siendo muy joven trabajó en las tareas del campo, ayudando a su padre a labrar los cultivos de cereales y participando activamente durante la época de la vendimia. Sin embargo, también de muy joven se dio cuenta de que su vocación no era la de campesino y orientó sus actividades hacia el teatro y, posteriormente, la escultura. Con quince años se trasladó a Vilanova i la Geltrú (Barcelona) y tuvo que conseguir romper las reticencias paternas para poder asistir a la Escuela de Artes y Oficios, donde conoció al pintor Joaquín Mir, con quien mantuvo una profunda amistad y se convirtió en su maestro y mecenas. Precisamente una de las más logradas obras de Cañas es el retrato en bronce del mencionado pintor, realizado en 1936 y que se conserva en el Museo del Monasterio de Montserrat (Barcelona). En 1924 llegó a Barcelona donde trabajó como pintor decorador. En 1931 Cañas hizo su primera exposición individual en la Sala Parés de Barcelona. Obtuvo una beca de la Diputación de Tarragona en 1932 que le permitió dedicarse a su obra. Tres años más tarde, con una bolsa de viaje de la Diputación de Barcelona, viajó a Londres donde conoció, sobre todo, la escultura griega, egipcia y siria expuestas del Museo Británico. Las obras de estos años revelan el conocimiento y la relación que tenía con la plástica noucentista como también con la escultura modernista.
Cronológicamente la figura de José Cañas pertenece a la denominada segunda generación noucentista. No en vano, su primera etapa recoge tipos rurales y mediterráneos, además de numerosas figuras femeninas desnudas, preferencia temática que coincide plenamente con la de los escultores noucentistas más reconocidos.
Durante los años de la República participó en las exposiciones oficiales, llamadas “de Primavera”, organizadas por la Junta Municipal de Exposiciones de Arte de Barcelona con una periodicidad anual.
Una de las circunstancias que, sin duda alguna, marcaron más significativamente la trayectoria de Cañas y la de tantos otros jóvenes de su misma generación fue la Guerra Civil española de 1936-1939. El escultor, quien al estallar la contienda contaba con treinta y un años y ya había conseguido una cierta fama en los ambientes artísticos de Barcelona, fue miembro activo del Sindicato de Artistas de la Unión General de los Trabajadores, secretario del Casal de Cultura de Cataluña y luchó en el frente del Ebro como soldado republicano. En 1937 esculpió una de sus obras más sobrecogedoras, El dinamitero, pieza inspirada en los hechos protagonizados por los mineros de Asturias, que fue adquirida por el Ayuntamiento de Barcelona y, posteriormente, pasó a ser propiedad del Museo de Arte Moderno de la misma ciudad. También son conmovedores los numerosos dibujos que hizo con escenas de la guerra. Al volver del frente, encontró destrozada su escultura titulada Níobe, inspirada en los bombardeos de Barcelona, y que quería convertir en un símbolo de paz.
Al terminar la Guerra Civil, a pesar de los tiempos difíciles, Cañas inició una de las etapas más productivas de su trayectoria y, cuando en 1943 presentó su segunda gran exposición individual, la crítica se mostró muy favorable.
El año 1947 fue decisivo para Cañas, quien triunfó en Madrid con una exposición celebrada en el Museo Nacional de Arte Moderno y viajó a los Estados Unidos para instalar en Carmelo (California) su obra Las misiones, dedicada a fray Junípero Serra (1713-1784), el fundador de las misiones franciscanas de la Alta California. A raíz de un viaje a México, también en 1947, Cañas, fuertemente impresionado por la cultura, el arte y la naturaleza de aquel país, decidió instalarse allí una temporada. Durante siete años de intensa actividad, su producción experimentó una transformación estilística notable mostrando una incontestable influencia del arte indígena y precolombino. Se dedicó a captar las esencias de unas etnias que afloran vigorosas sin romper la pureza, unidas a sus orígenes ancestrales. Para conseguir su objetivo, el escultor decidió convivir con los indígenas y trabajar con ellos. Creó unas figuras de pequeño formato, pero con una concepción monumental, volúmenes fuertes y definidos, cada vez más simplificados, para irse quedando con los elementos esenciales, resaltando determinados rasgos étnicos. Destaca en su producción la serie de retratos realizados principalmente a mujeres, pero también a hombres de las diferentes etnias mexicanas. Trabaja con fidelidad todos los detalles del vestuario y ornamentos, pero sin caer en el folklorismo. De esta etapa son las numerosas obras de carácter antropológico que recrean los rasgos étnicos de diversos tipos autóctonos mejicanos, como Maternidad txamula, Tehuana, Cabeza de oaxaqueña, Zapoteca, Tipo de Chiapas, tres figuras de Oaxaca, Tipo tarahumara y San Jorge de Méjico.
En septiembre de 1955 Cañas finalizó su larga aventura mexicana y regresó a Barcelona, donde participó en una de las exposiciones más importantes celebradas en aquellos años: la III Bienal Hispanoamericana de Arte en la cual expone veintitrés esculturas en piedra realizadas en México.
De la obra escultórica de Cañas de la década de 1960 sobresale su producción en el campo de la escultura monumental con obras como el Monumento a los Castellers (1963, Villafranca del Penedés), el Monumento a Juan Maragall (1963, Barcelona), el Monumento al doctor Jaime Ferran Clua, descubridor de la vacuna contra el cólera (1972, Barcelona), el Monumento a la bailarina gitana Carmen Amaya (1966, Barcelona) y el Monumento a la Sardana (1966, Barcelona).
Aunque la escultura es la faceta artística más conocida de José Cañas, cabe señalar también su producción como escritor, autor teatral y, sobre todo, como dibujante. Así, con menos de veinte años estrenó el drama Camí d’espines (Camino de espinas) y un año más tarde la obra Amor, vida o mort (Amor, vida o muerte) en el Teatro Principal de Tarragona. En 1975 se publicó El vandalismo glorificado con texto e ilustraciones de Cañas, y con la obra 700 rostres (700 rostros), publicada en 1986, dejó constancia de su apasionada y perseverante dedicación al dibujo.
En su villa natal de Banyeres del Penedés (Tarragona) existe un museo dedicado a su obra.
Obras de ~: Hombre desnudo, 1930-1931; Retrato del pintor Pidelaserra, 1932-1933; Niño desnudo, 1933-1934; Busto de chica, 1936; Retrato del pintor Joaquín Mir, 1936; La pirámide / Primavera, 1936; El dinamitero, 1937; La Níobe, 1937; Ramona, 1940; Descanso, 1940; Cristo yaciente, 1940-1942; San Francisco de Asís, 1942; Maternidad, 1944; Enamorada, 1948; Las misiones, 1948; Fray Junípero Serra, 1948; Maternidad txamula, 1948-1955; Tehuana, 1948-1955; Tipo de Chiapas, 1948-1955; Mujer con manto, 1948-1955; Mujer contemplativa, 1948-1955; La Dulce Carga, 1948-1955; Pescador, 1957; Vasco, 1957; Monumento a los Castellers, El Vendrell (Tarragona), 1963; Monumento a Juan Maragall, 1963; Relieve de la Sardana, Parque del Retiro, Madrid, 1964; Monumento al doctor Jaime Ferran Clua, 1965-1972; Monumento a la bailarina gitana Carmen Amaya, 1966; Monumento a la Sardana, 1966.Escritos: Mèxic, Els meus Anys amb els indígenes, Barcelona, Viena Art, 2000.
Bibl.: M. Capdevila, Catàleg Exposició Cañas, Barcelona, Llibreria Argos, 1943; VV. AA., 700 Rostres, Barcelona, Edicions de Nou Art Thor, 1986; Homenatge a Josep Cañas, Banyeres del Penedés, Ayuntamiento, 1987; G. Karsunke, Josep Cañas. Escultures, catálogo de la exposición celebrada en la Capilla de Santa Águeda de Barcelona, Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 1992; J. Subirachs Burgaya, “L’escultor Josep Cañas i Cañas. Noranta anys d’un franctirador”, en Serra d’Or, 430 (Barcelona), octubre de 1995, págs. 50-54; J. R. Triadó y J. Subirachs, Escultura moderna i contemporània. Art de Catalunya, vol. VII, Barcelona, Ediciones L’Isard, 1998; A. Salcedo Miliani, “Cañas l’Art del Mestissatge”, en El Punt, 14 de enero de 2001, pág. 15.
Antonio Salcedo Miliani y Judit Subirachs Burgaya