Blay Fàbrega, Miquel. Olot (Gerona), 8.X.1866 – Madrid, 22.I.1936. Escultor.
La familia de Miquel Blay era de condición modesta; su padre fue albañil y su madre costurera. Aunque no poseían muchos estudios, y a pesar del sacrificio económico que les supuso, siempre respetaron y apoyaron las inquietudes artísticas de su hijo. Varios artículos que biografían la primera etapa del escultor coinciden en afirmar que el talento artístico de Miquel Blay se dejó entrever ya desde muy joven. Considerando estas inclinaciones, sus padres le permitieron estudiar en la Escola Pública de Dibuix d’Olot, que entonces dirigía el pintor Josep Berga i Boix, y que funcionaba como filial de la de Barcelona.
Miquel Blay ingresó en la Escola Pública de Dibuix a los catorce años y figura en los listados de alumnos hasta el curso 1886-1887. Al margen de estos estudios artísticos, Blay entró también de aprendiz en el taller de imaginería religiosa El Arte Cristiano que dirigían el mismo Josep Berga y los hermanos Joaquim y Marian Vayreda y que estaba dedicado a la construcción, decoración y venta de esculturas religiosas, siguiendo las pautas francesas del denominado “Art de Saint Sulpice”. Desde los catorce años hasta los veintiuno, trabajó de imaginero en este taller. De hecho, el taller El Arte Cristiano y la Escola Pública de Dibuix estaban relacionados. En el edificio de la sociedad había una sala dedicada al estudio y práctica del dibujo y los aprendices tenían que asistir obligatoriamente a estas clases y a las de la Escola Pública de Dibuix. Por otra parte, el taller funcionaba, en cierta manera, como salida profesional para los alumnos de la escuela con mejores aptitudes.
Paralelamente al trabajo en El Arte Cristiano y a la asistencia a las clases nocturnas en la Escola Pública de Dibuix, Miquel Blay trabajaba como botones y también como modelo en el Centro Artístico. La citada entidad era el centro de reunión de una serie de olotenses ilustres que, junto con el mismo Joaquim Vayreda, dedicaban su tiempo libre a la literatura, a las teorías estéticas y a las Bellas Artes.
Dos hechos marcarán la trayectoria artística de Miquel Blay en esta primera época de formación, que abarca hasta los veinte años: la mentalidad abierta de unos padres que pese a la exigua situación familiar apoyan la vocación de su hijo y la magnífica oportunidad, pese a encontrarse lejos de los grandes centros urbanos, de asistir a una escuela de cierto rango y tomar contacto con el ambiente artístico que en aquellos tiempos se vivió en Olot, centrado principalmente en la figura del paisajista Joaquím Vayreda y siguiendo la línea ideológica del Cercle Artístic de Sant Lluc.
En 1887, con el apoyo de sus maestros, Berga y Vayreda, y a instancias de este último, entonces diputado provincial, se propuso a Blay como candidato a una beca de ampliación de estudios artísticos. La Diputación Provincial había dado ya una beca de este tipo al pintor Josep Pagès Ortiz y la Diputación de Barcelona una a Marià Fortuny. Ésta sería la primera que se concedería en la modalidad de escultura. Una vez resuelto el concurso oposición para dicha beca, se acordó por unanimidad conceder un pensionado a Miquel Blay de tres años en París.
En París Blay asistió a la Académie Julian, donde siguió clases del escultor Henri-Michel-Antoine Chapu, conocido sobre todo por su faceta medallística.
Cuatro meses más tarde, después de un intenso trabajo, Blay ingresó en la École Royal et Spéciale des Beaux-Arts, máxima jerarquía oficial, consagrada a la enseñanza de las artes y dirigida, en los años que nos ocupan, por el escultor Paul Dubois.
En enero de 1891, en vista de una comunicación dirigida a la Diputación Provincial por el escultor Henri M. Chapu, se acordó prorrogar un año más la beca de estudios de Blay. La recomendación que hacía Chapu no podía ser más satisfactoria y corroboraba, por otra parte, la impresión recibida por la misma Diputación por los trabajos enviados cada curso por el becado. Desgraciadamente, el mes de mayo siguiente moría Chapu en plenitud de talento y Blay, con el fin de agotar la prórroga concedida, decidió trasladarse a Roma para continuar su formación.
En Roma, en un modesto taller compartido con el pintor argentino Carlos Baca-Flor, Blay modeló el pequeño grupo Los primeros fríos, compuesto por un anciano y una niña, así como la versión a mayor tamaño del mismo tema, con los personajes desnudos —en principio titulado Estudio y posteriormente también Los primeros fríos— con el que obtuvo el primer premio de la Exposición Internacional de Bellas Artes de 1892 de Madrid y que le supuso el primer gran reconocimiento. El grupo, obra precoz realizada a los veintiséis años, aún en el pensionado y sólo cuatro años después de haber dejado su Olot natal, se convertiría en una obra de referencia para el escultor.
Es un ejemplo del realismo social por el que sentía predilección el público de la época, pero a la vez, está tratado con tanta elegancia y exquisitez que irradia un elevado y especial sentimiento. Es también la obra que para los estudiosos señala la entrada o al menos una cierta vinculación del escultor con la modernidad escultórica. Aunque el grupo fue modelado en Roma está impregnado de las nuevas concomitancias estéticas que Blay ha intuido durante su pensionado en París, que además coincide temporalmente con la estancia en esta misma capital —tan determinante para el arte catalán— de Ramón Casas y Santiago Rusiñol.
Después de un paréntesis de unos meses en Olot con la familia, Blay regresó de nuevo a París, donde permaneció doce años más. Allí, en 1895 Miquel Blay contrajo matrimonio con Berthe Pichard, de cuya unión nacieron cinco hijos, los cuatro mayores en la capital francesa y el más pequeño, más tarde, en Madrid.
La segunda etapa parisina de Miquel Blay fue la más rica en realizaciones de libre creación y las que presentan un aire renovador de manera unificada. Pueden citarse, como ejemplos, las obras: Mujer y Flores, Ondina, Flor boscana, Pensativa, Hacia el ideal, Eclosión, Persiguiendo la ilusión o Le Boulet, entre otras. En estos años Blay participa regularmente en todas las ediciones del Salón de la Société des Artistes Français, y acude también a las Exposiciones de Bellas Artes de Madrid y Barcelona. Blay consiguió diversos premios y galardones en los citados certámenes como el Gran Prix de l’Exposition Universelle de 1900 o el nombramiento, al año siguiente, de Chevalier d’Honneur de la Legion Francaise.
Las esculturas de Miquel Blay de este período están claramente influenciadas por estéticas francesas, un rastro de las cuales permanecerá para siempre impreso en su obra, más o menos diluido y, que de alguna manera, determinará parte del carácter del escultor.
Las obras de estos años presentarán progresivamente y en paralelo ciertas características personales que asimismo se mantendrán en las obras futuras: robustez en la complexión de las figuras, serenidad y nobleza en la expresión y equilibrio y moderación tanto en el movimiento como en las influencias estilísticas.
En esta etapa aparece en Blay una tipología de personajes que se repetirá con frecuencia en composiciones posteriores. Por un lado, la figura femenina, desnuda o con un velo, que mantiene una estética simbolista y que el escultor utilizará como personificación de ideales o de aspectos inmateriales y, por otra parte, la figura masculina —a menudo de un rudo obrero— que servirá para representar aspectos reales o cualidades humanas y modelada con un tratamiento más realista que la figura anterior.
Paralelamente a la realización de obras de libre creación, Blay modela también durante estos años retratos como los de Piedad Iturbe, Francisco Silvela, Marquesa de Ivanrey, Piedita o el busto de Federico de Madrazo, así como otros encargos que le proporcionaban los ambientes aristocráticos y burgueses de la capital francesa.
Del mismo modo Blay se dedica también a la escultura funeraria, de la que hay un magnífico ejemplo en el panteón de la familia Errazu que se levanta en el cementerio Père Lachaise de París y en el cual el escultor se distingue por un elevado simbolismo y espiritualidad. Coincidiendo con estos mismos años Blay ejecuta sus primeros encargos de escultura monumental, especialidad en la que trabajará regularmente a partir de su regreso a España en 1906. Pueden citarse como ejemplos el Monumento a Víctor Chavarri en Portugalete (1902), el Monumento al doctor Federico Rubio del Parque del Oeste de Madrid (1906) y el grupo La Paz colocado en el Monumento a Alfonso XII del Parque del Retiro de Madrid en 1910.
Blay regresa a España en 1906 y se instala en Madrid, donde inicia una nueva etapa en la que se dedicará sobre todo a la escultura pública y también a la docencia. Continúa, aunque no tan regularmente, presentando obras a las exposiciones de Bellas Artes. En 1907 participa en la Exposición Internacional de Barcelona en el apartado del Cercle Artístic de Sant Lluc, consiguiendo en esta ocasión un Gran Diploma de Honor.
El contacto con su Cataluña natal se mantiene desde su taller de la calle Lista donde Blay empieza en 1907 el relieve alegórico La Canción Popular para decorar la fachada del Palau de la Música Catalana que se estaba construyendo en Barcelona y que se colocaría en el edificio en 1909. Realiza también la escultura funeraria de la condesa de la Vall de Canet para la cripta del castillo de Santa Florentina de Canet de Mar y entre 1918-1920 el Monumento de Manuel Fuster y Arnaldo de Lérida.
Los conceptos escultóricos que regirán las obras monumentales de Miquel Blay aparecerán teorizados en el discurso de entrada de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando titulado El monumento público que el escultor pronunció el 22 de mayo de 1910. Días después de su entrada en la Academia, Miquel Blay era nombrado profesor con carácter interino de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, función en la que realizó una buena labor pedagógica elevando el nivel de las enseñanzas. Posteriormente fue profesor numerario y desde 1918 hasta 1926 ejerció como director de la misma.
La tipología monumental más utilizada por Blay será la de la columna, estructurando a su alrededor distintos núcleos escultóricos. Al repertorio de personajes descritos en la etapa anterior se añaden ahora figuras de niños y adolescentes, generalmente desnudos, con atrevidas y espontáneas posturas que aportarán calidez y viveza a las composiciones monumentales. Junto con la escultura monumental y, a veces, como complemento de ésta, cultivará también el relieve. De esta técnica cabe citar la calidad de sus realizaciones, siempre reflejo de la especial delicadeza y sensibilidad del escultor.
Entre los trabajos de escultura pública realizados estos años por Blay en Madrid cabe citar el relieve La Purificación para el Monumento de Alfonso XII del Parque del Retiro (1910), el Monumento al doctor Alejandro San Martín (1910), el Monumento a doctor Ramón de Mesonero Romanos (1914), el Monumento al doctor Cortezo inaugurado en 1921, el Monumento al Conde de Romanones de Guadalajara (1913), el magnífico Cristo de la Paz de la iglesia del Sagrado Corazón de los Jesuitas de Gijón (1919) y el conflictivo Monumento a Pi i Margall de Barcelona, que no se llegó a inaugurar.
Coincidiendo con un período de gran crecimiento y urbanización de las principales capitales y ciudades de América Latina, Miquel Blay, al igual que otros artistas españoles, pudo abrirse también camino allí, sobre todo en la faceta pública. Con destino al otro lado del océano Atlántico figuran, entre otros, los siguientes monumentos de Blay realizados en este período: el proyecto del Monumento a la Independencia de la República Argentina (1907), el Relieve en memoria de Juan Ponce de León de Puerto Rico (1909), el Monumento al doctor Ramón Santamarina de El Tandil (Argentina) (1909), el Monumento a Mariano Moreno de Buenos Aires (1910), el Relieve del Club Español de Buenos Aires (1910), el Monumento a San Francisco Solano de Santiago del Estero (Argentina) (1910), el Panteón Silvestre Ochoa del Buceo en Montevideo (1917), el Monumento a José Pedro Varela de Montevideo (1918), el Monumento a los Fundadores de la Facultad de Medicina de Buenos Aires (1920-1925) y en colaboración con Mariano Benlliure el Monumento a Vasco Núñez de Balboa de Panamá (1924).
Una larga lista de nombramientos y distinciones se añadirán al currículum del escultor durante estos años en Madrid; será vicepresidente de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid, vocal del Patronato del Museo Nacional de Arte Moderno, miembro del Consejo de Instrucción Pública, presidente de la Junta Consultiva para el Fomento de las Relaciones Artísticas con América, oficial de la Legión de Honor (1918), comendador de la Legión de Honor (1919), miembro correspondiente de la Academia Provincial de Bellas Artes de Barcelona (1919), de la Academia de Bellas Artes y Ciencias de Toledo (1919) y de la Académie des Beaux-Arts de l’Institut Français (1920) entre otros. Asimismo, en 1910 se le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII.
Blay había alcanzado, en aquel momento, una posición en el mundo artístico y se había ganado un lugar entre los académicos y pedagogos. En 1925 fue nombrado por la Corporación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma en sustitución de Eduardo Chicharro, cargo que ocupó hasta 1932, regresando luego de nuevo a Madrid, donde falleció en 1936.
Blay modeló en Roma para Cataluña los grupos escultóricos de la fuente monumental de la Plaza de España de Barcelona que había de ser inaugurada para la Exposición Universal de 1929 y el Panteón Nebot-Moreno de Lérida (1931-32). De entre las realizaciones de estos últimos años están los grupos escultóricos del Palacio de Justicia de Madrid (1926), la escultura Cuba del Monumento A Cuba del Parque del Retiro (1929) realizado en colaboración con Mariano Benlliure, Francisco Asorey y Juan Cristóbal y el grupo de la fachada del Banco Vitalicio de Madrid (1935- 1936).
A la lista de distinciones personales se añadirán ahora los títulos de socio de honor de la Insigne Artística Congregazione dei Virtuosi al Pantheon in Roma (1926), miembro correspondiente de la Hispanic Society of America (1926), académico correspondiente de la Reale Insigne Accademia di San Luca de Roma (1928) y presidente del Centre Català de Madrid (1934).
Obras de ~: Los primeros fríos, 1892; Mujer y Flores; Ondina; Flor boscana; Pensativa; Hacia el ideal; Eclosión; Persiguiendo la ilusión; Le Boulet; Retrato de Piedad Iturbe; Retrato de Francisco Silvela; Retrato de la marquesa de Ivanrey, Retrato de Piedita; Retrato de Federico de Madrazo, Panteón de la familia Errazu, cementerio Père Lachaise, París; Monumento a Víctor Chavarri, Portugalete, 1902; Monumento al doctor Federico Rubio, Parque del Oeste, Madrid, 1906; Monumento a la Independencia de la República Argentina, Buenos Aires, 1907; Relieve alegórico La Canción Popular para la fachada del Palau de la Música Catalana, Barcelona, 1907-1909; Relieve en memoria de Juan Ponce de León, Puerto Rico, 1909; Monumento al doctor Ramón Santamarina, El Tandil (Argentina), 1909; Escultura funeraria de la condesa de la Vall de Canet, cripta del castillo de Santa Florentina de Canet de Mar; relieve La Purificación para el Monumento de Alfonso XII, Parque del Retiro, Madrid, 1910; La Paz del Monumento a Alfonso XII, Parque del Retiro, Madrid, 1910; Monumento a Mariano Moreno, Buenos Aires, 1910; Relieve del Club Español, Buenos Aires, 1910; Monumento a San Francisco Solano, Santiago del Estero (Argentina), 1910; monumento al doctor Alejandro San Martín, 1910, Monumento al doctor Cortezo; Monumento al conde de Romanones, Guadalajara, 1913; Monumento a doctor Ramón de Mesonero Romanos, 1914; Panteón Silvestre Ochoa, Buceo, Montevideo, 1917; Monumento a José Pedro Varela, Montevideo, 1918; Monumento de Manuel Fuster y Arnaldo, Lérida, 1918-1920; Cristo de la Paz, iglesia del Sagrado Corazón de los Jesuitas, Gijón, 1919; Monumento a los Fundadores de la Facultad de Medicina, Buenos Aires, 1920-1925; Monumento a Vasco Núñez de Balboa, Panamá, 1924 (con Benlliure); Grupos escultóricos, Palacio de Justicia, Madrid, 1926; Cuba del Monumento A Cuba, Parque del Retiro, Madrid, 1929; Grupos escultóricos de la fuente monumental, Plaza de España, Barcelona, 1929; Panteón Nebot- Moreno, Lérida, 1931-1932.
Escritos: El monumento público (discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1910.
Bibl.: R. Casellas, “Exposición del Círculo de San Lucas. Primeros fríos”, en La Vanguardia, 13 diciembre de 1893; M. Vayreda, “Remitivo”, en Revista de Girona, 9 septiembre de 1893, págs. 284-285; J. Cabot Rovira, “Miquel Blay a París”, en La Reinaixença (Barcelona), 23 febrero de 1896, págs. 1181-1186; G. Martínez Sierra, Helios (Madrid), 3 (1903); F. Alcántara, “Miguel Blay”, en Blanco y Negro (Madrid), 877 (1908); J. Blanco Loris, “En el estudio de Miguel Blay”, en El Heraldo de Madrid, 12 de abril de 1912; E. Serrano Fatigati, “Nuestros grandes artistas contemporáneos. Miguel Blay”, en Ilustración Española y Americana, 30 de julio de 1913, págs. 51-60; R. Domènech, [Miquel Blay], en Blanco y Negro, 1216 (1915); G. Martínez Sierra, “En las regiones del arte: opiniones del escultor Miguel Blay”, en La Ilustración Española y Americana, 30 de marzo de 1916, pág. 188; P. Corominas, “Como se honra a Pi y Margall en Barcelona”, en La Esfera (Madrid), n.º extr. (1917); L. Torras Nató, “El nostre Fill Predilecte”, en Revista d’Olot, 9 (1926), págs. 7-10; F. Elias, L’escultura catalana moderna, Barcelona, Barcino, 1928; M. Rodríguez Codolà, “Miquel Blay”, en Boletín dels Museus d’Art de Barcelona, 58 (1936), págs. 81-88; J. F. Ràfols, Diccionario Biográfico de Artistas de Catalunya, Barcelona, Millà, 1951; R. Faraldo y E. Pérez Comendador, Marceliano Santa María, Aniceto Marinas y Miguel Blay. Exposición Nacional de Bellas Artes 1966, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia (1966); J. Cortés, “El escultor Miguel Blay”, en La Vanguardia, 9 de octubre de 1966; M. Oliva Prat, “La obra del escultor Miguel Blay en el Museo Provincial de Girona”, en Revista de Girona, 38 (1967); E. Pérez Comendador, “El escultor Blay y su época”, en Boletín Academia de San Fernando (1967); J. M. Infiesta Monterde, Un siglo de escultura catalana, Barcelona, Aurea, 1974, págs. 27-33; C. Sala Giralt, Miquel Blay, un gran mestre de l’escultura moderna, Olot, Diputació Comarques Gironines, 1981; S. Dalí Domènech, Vida secreta de Salvador Dalí, Figueres, Dasa, 1981, págs. 170 y 207-209; M. García Martín, Estatuaria pública de Barcelona, Barcelona, Catalana de Gas y Electricidad, vol. VII, 1984; F. Fontbona y F. Miralles, História de l’Art Cátala, vol. VII, Barcelona, Edicions 62, 1985; C. Verdaguer Illa, L’escultura a Olot. Diccionari biogràfic d’autors, Olot, Edicions Bassegoda, 1987, págs. 64-78; S. Salvador Prieto, “Los monumentos públicos de Miguel Blay en Madrid”, separata en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, t. 27 (1989), págs. 17-25; J. M. Bedoya, “Tres esculturas de artistas españoles en el Buenos Aires del Centenario”, en Boletín 13 del Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires (1989), págs. 33- 54 y 36-38; S. Salvador Prieto, La escultura monumental en Madrid. Calles, plazas y jardines públicos (1875-1936), Madrid, Editorial Alpuerto, 1990; M. Doñate, “L’escultura modernista”, en VV. AA., El Modernisme, cat. exp., Barcelona, Olimpiada Cultural, 1990, págs. 183-193; J. Busquets, J. Capdevila, P. Ferrés, T. Monturiol, J. Murlà, Ll. Panella y J. M. Solà Morales, Homenatge d’Olot a Joan Pere Fontanella, Olot, Edicions Municipals, 1991, págs. 35-44; L. Estepa y P. Franco de Lera, “París 1902, un año en la vida del escultor Miguel Blay”, en VV. AA., Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, vol. III, 1991, Universidad Autónoma de Madrid, págs. 161-198; P. Ferrés, Miquel Blay i Fàbrega (1866-1936) catàleg raonat, tesis doctoral, Universitat de Barcelona, 1993; J. M. Montijano García, La Academia de España en Roma, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1998, pág. 144; M. Freixa y C. Reyero, Pintura y escultura en España, 1800-1910, Madrid, Cátedra, 1999; Miquel Blay i Fàbrega, 1866-1936. L’escultura del sentiment, cat. exp., Girona, Museo Comarcal de la Garrotxa-Fundació Caixa Girona, 2000; P. Ferrés, “Miquel Blay, escultura y sentimiento”, en Descubrir el Arte, n.º 20 (2000), págs. 66-71; P. Ferrés, “Un sculpteur catalan au Père Lachaise: le Panteón Errazu”, comunicación al coloquio internacional La memoire sculptée de l’Europe, Estrasburgo, 2001 (inéd.); J. L. Melendreras Gimeno, “La obra de dos grandes escultores: Miguel Ángel Trilles y Miguel Blay”, en Boletín del Museo e Instituto Camon Aznar, 83 (2001), págs. 173-258; F. Fontbona (dir.), El Modernisme, vol. IV, Barcelona, Edicions de l’Isard, 2001- 2003; C. Reyero, “El triunfo de la escultura española en la Exposición Universal de París de 1900”, en Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, 91 (2003), págs. 297-312; L. Azcue Brea, Solidez y belleza: Miguel Blay en el Museo del Prado, cat. exp. Madrid, Museo Nacional del Prado, 2016.
Pilar Ferrés Lahoz