Viladrich Vilá, Miguel. Torrelameu (Lérida), 28.III.1887 – Buenos Aires (Argentina), 5.VII.1956. Pintor.
Hijo de una familia acomodada campesina. Su infancia la pasó en Lérida —su padre, médico, era director de los Establecimientos de Beneficencia—, en donde estudió el Bachillerato al tiempo que dio sus primeros pasos, totalmente de modo autodidacta, en el Arte (escultura y pintura), si bien recibió algunas clases de José Plana Castillo, auxiliar de Cátedra de Dibujo del Instituto de Segunda Enseñanza. Su afición al dibujo y a la pintura le llevó a iniciar la carrera de Arquitectura en Barcelona (año 1906) que abandonó al cabo de un curso. Marchó en 1907 a Madrid, becado por la Diputación de Lérida para estudiar pintura en la Real Academia de Bellas Artes San Fernando. En 1909 presentó en Madrid su primera exposición individual, con la que fue catalogado como un pintor “rebelde”, por hallarse lejos de los academicismos al uso, pero aceptado por muchos intelectuales. Aquel mismo año con el escultor y amigo Julio Antonio, recorrió varias ciudades del norte de España. En 1910 tomó parte en Madrid en la Exposición Nacional de Bellas Artes con el tríptico Mis funerales presididos por la muerte, de alucinante simbolismo, además de recorrer Roma y Florencia, aprendiendo de los clásicos italianos. Al año siguiente marchó a Sevilla, donde vivió en el barrio de Triana. Allí realizaría su serie de cuatro cuadros Gitanos de Sevilla.
En 1912 volvió a exponer en Madrid. En 1913 viajó a París en donde, vestido de torero y toreando al escultor y amigo Julio Antonio, en la plaza de la Concordia, logró llamar la atención de la prensa. Allí ambos artistas conectarían con el artista catalán Anglada Camarasa, quien pudo ayudarlos económicamente.
Pronto compartió taller con Diego Rivera y con Julio Antonio, logrando exponer en el Salón Anual de la capital parisina. Vendió obra por vez primera para coleccionistas españoles y norteamericanos (Colección Conde de la Pradera, embajador de España en París, Colección Chauncey-Blair de Chicago y Colección de la Hispanic Society of America de Nueva York). Vuelto a España en 1915, vivió en Almatret (Lérida) y en Fraga (Huesca). En esta localidad el Ayuntamiento le cedió por noventa y nueve años el castillo que el pintor identificó con el de Urganda, la Desconocida (castillo citado por Cervantes en su Don Quijote), y que ocuparía durante algunos períodos y cuya entrada vetó a los leridanos para así saldar antiguas rencillas personales (no le había sido concedida, tiempo atrás, una beca por la Diputación ilerdense).
En 1917 y 1918 expuso en Madrid (Ateneo) y en Zaragoza, con notabilísimo éxito. En Madrid causó la admiración de Pío Baroja, Valle-Inclán y Ramón Gómez de la Serna. En la capital aragonesa conoció a la argentina Ana Morera, profesora de pintura, a la que siguió, viajando hasta Argentina, en donde casaría con ella en 1919. Aquel mismo año regresa a España, haciendo escapadas de trabajo a Francia e Italia. En 1922 volvió a Buenos Aires para pasar a Montevideo, en donde expuso con gran éxito de ventas y de crítica, salvo un serio incidente con un crítico de arte local.
Entre 1923 y 1925 realizó varias exposiciones en Argentina y Uruguay.
Entre 1925 y 1932 residió nuevamente en Fraga, y pintó sus tipos populares catalanes y fragatinos.
Un viaje a Nueva York (1926) le reportó la venta de treinta y seis óleos al mecenas Archer Milton Hutington, con los cuales se montaría la Primera Sala de la Hispanic Society of America. En 1928 le fue encargado pintar los plafones de la Escalera de honor del Ayuntamiento de Barcelona, que ornó con temática catalana (Barcelona: Cap y Casal de Catalunya) y también pudo participar en la Exposición Internacional de 1929, con dos importantes obras (El barón de Badet y Niña de Fraga). Asimismo, el alcalde barcelonés le encargó que pintara el retrato de S. M. el rey don Alfonso XIII, para lo cual se trasladó nuevamente a Madrid.
Tras una gira por España, en 1932 marchó a Marruecos y vivió en Tetuán durante dos años, efectuando allí una importante serie de retratos de tipos populares moros (veintisiete obras) y hebreos (tres obras), además del retrato del Jalifa marroquí Muley Hassan el-Mehdi. En 1934 expondría la totalidad de su obra marroquí. A la vista de sus éxitos, refrendados por la visita del presidente de la República Española, a la sazón en viaje oficial por aquellas tierras, el Gobierno español le otorgaría aquel año la Gran Cruz de Isabel la Católica. En 1935 expuso su obra en Madrid, estableciendo aquí su residencia, aunque por brevísimo tiempo.
El período de la Guerra Civil lo pasó en España, mientras vivía en Estadilla y en Barcelona, adonde se había trasladado, pero produjo poca obra, toda ella fuertemente influenciada por la tragedia que vivía el país. En 1937 la Hispanic Society of America neoyorquina le otorgó la Medalla de las Artes y la Literatura, concedida tiempo atrás también a otras relevantes personalidades (Rubén Darío, Manuel de Falla, Gabriela Mistral, Miguel de Unamuno e Ignacio Zuloaga). En 1938 viajó a México con la delegación de intelectuales españoles enviados por la República, viaje que aprovechó para pintar dos obras. Pocos días antes de finalizar la Guerra Civil, Viladrich con su esposa y dos de sus hijos cruzaron la frontera francesa. Embarcados en Marsella, pasaron a Argentina, en calidad de exiliados y vivieron en diferentes localidades (en Catamarca tres años, en Buenos Aires quince años). Viladrich produjo entonces su serie Tipos populares argentinos, además de completar la serie Negros de Montevideo. En 1942 la Galería Muller acogió una gran muestra de su pintura, que alcanzó una enorme resonancia. En 1944, en Buenos Aires publicó una obra con la reproducción de toda su producción en Argentina, cuyo título fue Miguel Viladrich: la obra del artista en la Argentina.
Su reconciliación en 1954 con Lérida, su ciudad, posibilitó que parte de su obra fuera depositada en el Museo Morera, obra que sería adquirida en propiedad más tarde por tal institución en 1974. Hasta su fallecimiento, en 1956, produjo unos setenta y cinco óleos de diferente temática, en los que predominan los retratos tanto de tipos populares como de personalidades.
En 1991 se celebró una retrospectiva en Buenos Aires, en el Palais Glacé, y se publicó un importante catálogo sobre su vida y su obra.
Su producción artística, muy personal —mucha de ella pintada sobre tabla—, sobresale por las calidades pictóricas y por su corte prerrafaelista y simbolista, que modificaría al final por tendencias surrealistas (caso, por ejemplo, de Aquelarre). Su dominio de las transparencias, las veladuras y la sencillez en la composición hicieron de Viladrich un verdadero maestro en opinión de Ramón Pérez de Ayala. Numerosos museos españoles (Lérida, Fraga, Barcelona) y americanos (Argentina, Uruguay, Chicago, Nueva York, San Diego de California), así como colecciones particulares, atesoran obra de Miguel Viladrich.
Igualmente fue un excelente escultor, según evidencia el busto de Jaumetó Canterelle de Fraga (hoy en el Museo Morera de Lérida).
Obras de ~: Prendiendo la luz del gas, 1902; Autorretrato, 1909; Mis funerales, 1909-1910; El alcalde de Almatret, 1910; Gitanos de Sevilla (serie), 1911; Metamorfosis de Dafne, 1913; La Boda de Fraga, 1918; Negros de Montevideo (serie), 1918- 1923; Retrato de la Marquesa de Salamanca, 1919; Sis hereus, 1919; Retrato de Gustavo Casares Lynch, 1923; Aguadora fragatina, 1925; Barcelona: Cap i casal de Catalunya, 1928-1932; Retrato de S. M. Alfonso XIII, 1930; Artes y oficios marroquíes (serie), 1932; Tipos populares argentinos (serie), 1939-1942.
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Federico Lara Peinado