Alonso Bermejo, Antonio. Venerable Hermano, Hermano Antonio. Nava del Rey (Valladolid), 17.I.1678 – 14.XI.1758. Franciscano (OFM) terciario y benefactor del Hospital de San Miguel.
Nació en 1678 el día de san Antonio Abad, a quien debe su nombre, en el seno de una familia de terratenientes y fue el menor de tres hermanos. Las hagiografías presentan a Antonio Alonso como una persona fervorosa, estricta y muy disciplinada religiosamente, desde su infancia hasta su muerte. En plena juventud, orientó su vida a la beneficencia tomando el hábito hospitalario de San Juan de Dios, si bien no llegó a profesar por un defecto en la vista y una extraña debilidad de fuerzas. No obstante, afanoso de entablar una vida religiosa, ingresó en la Venerable Orden Tercera (VOT) de San Francisco de Medina del Campo, tomando el sobrenombre de Hermano Antonio, con el que incluso rubricaba. La muerte de sus familiares más directos le movió en 1705 a retirarse de la vida ordinaria en el hospital de San Miguel de Nava del Rey, al que legó en 1709 los cuantiosos bienes heredados, donación que estuvo condicionada a numerosas cláusulas. La acción piadosa marcará un antes y un después en el hospital, pues recibió el impulso necesario para mejorar sus dependencias, principalmente el pequeño oratorio que se convertirá en una espaciosa iglesia, donde en 1710 logró asentar la VOT de San Francisco. Asimismo, en 1722 erigió la Hermandad de la Santa Escuela de Cristo, que fue reconocida dos años más tarde con la correspondiente bula; en 1730 fundó la cofradía de la Virgen del Carmen y en 1751 instauró en el hospital la práctica de los ejercicios del Oratorio de San Felipe Neri. Por entonces, Nava del Rey era un esplendoroso y pujante centro vinícola y textil; así lo atestiguaban sus más de cinco mil habitantes, que convertían esta villa en una de las más pobladas de la Corona de Castilla, superando a sedes catedralicias como Ávila, Alcalá de Henares, Lugo o Ciudad Rodrigo.
La vida del hermano Antonio se caracterizó por un sinfín de acciones caritativas y sobrenaturales o milagrosas que despertarán una especial admiración entre sus coetáneos, estima que se tornará en devoción cuando en la tarde del 14 de noviembre de 1758, a los ochenta años de edad, fallezca en su habitación del hospital de San Miguel. Su cuerpo estuvo expuesto tres días y cuatro noches en la iglesia del hospital y recibió sepultura junto al altar mayor de la parroquia de los Santos Juanes. Seguidamente, se promoverá la causa de beatificación; de este modo, en 1760 el ayuntamiento creó la Comisión de Postuladores y en febrero de 1761 se abrió el proceso diocesano sobre non cultu y Virtudes, que en julio de 1762 fue remitido al Vaticano. En 1763 el papa Clemente XIII designó como ponente al cardenal Ganganelli —futuro Clemente XIV— y el proceso siguió su curso con numerosos interrogatorios, reseñando las declaraciones y gestiones del patrono del hospital y regidor perpetuo José Agustín Monge y de los ilustres Agustín González Pisador —obispo de Oviedo— y Francisco Rodríguez Chico —obispo de Teruel—, que regresaron a su natal Nava del Rey para deponer en la causa.
Desde mediados de 1778 el proceso estuvo detenido atendiendo a una Real Orden de Carlos III, si bien en octubre de 1782 se concedió licencia para retomarlo nuevamente. La causa de beatificación dará lugar a una amplia impresión de estampas y hagiografías que se distribuirán en conventos y hospitales de varias diócesis. La imagen del hermano Antonio será difundida especialmente por los grabados de los hermanos Juan Antonio y Manuel Salvador Carmona; su modelo iconográfico es casi invariable y se le representa de cuerpo entero o medio, ataviado con el sayal franciscano, capa, bonete bajo el brazo, bastón en la mano derecha y rosario en la izquierda, así como la peculiar llaga gangrenosa del pómulo izquierdo, ocasionada —según algunas biografías— por un familiar que le golpeó brutalmente cuando el terciario adjudicó sus bienes al hospital y no a sus allegados.
El proceso de beatificación pasó por diferentes y tortuosas etapas. Así, ante la falta de caudales, en 1806 el jesuita y paisano Manuel Luengo —residente en Roma tras el segundo exilio de la Compañía— se hizo cargo de la causa altruistamente. Tras diversas vicisitudes, en 1858 se abrió una suscripción popular para sufragar los gastos en el Vaticano. El 8 de diciembre de 1860 el papa Pío IX publicó el decreto que reconoce las virtudes del hermano Antonio en grado heroico, dictamen que Nava del Rey celebró festivamente el 17 de enero de 1861. En 1884 el prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos informó de que sólo restaba el examen de los milagros, si bien a finales del siglo xix la causa progresó tímidamente hasta decaer. En 1912, el cuerpo del hermano Antonio se trasladó a la capilla parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, donde yace actualmente en sepulcro de mármol. Posteriormente, en todas las épocas se pretendió retomar el proceso aunque ninguna iniciativa se ha consolidado.
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José Manuel Rodríguez Rodríguez