Ayuda

García

Biografía

García. ?, p. s. XII – Oseira (Orense), 8.IX.1166 post. Monje del Císter (OCist.), fundador y primer abad del monasterio de Oseira, diplomático, canonista, hombre espiritual.

La primera noticia documental sobre este monje, piedra angular de la gran abadía de Oseira, comienza con la referencia que da el primer documento de 1137 en que aparecen cuatro monjes: García, Diego, Juan y Pedro, haciendo vida eremítica en la cuenca del río Ursaria, que dio nombre al monasterio iniciado allí, cuyo significado es “lugar de osos”, o “adecuado para vivir osos”. Era un paraje selvático y alejado por completo del comercio del mundo. Lo encontraron excelente para establecer allí su morada de paz y consiguieron que Alfonso VII se lo otorgara en posesión, con todos sus alrededores. Después de algún tiempo, deseando vivir vinculados a una orden religiosa, pusieron los ojos en la cisterciense, que en aquellos años se hallaba en el culmen de su apogeo debido a la vitalidad que le comunicara san Bernardo. El santo les envió algunos monjes para que les instruyeran en las nuevas observancias, y teniendo que elegir superior, todos pusieron los ojos en García, que quedó constituido oficialmente primer abad de Oseira.

Los comienzos fueron muy duros, porque carecían de todo, hasta de albergue, que fueron construyendo, en un principio rústico, pero luego en el estilo grandioso en el que que se construían los demás monasterios.

Nada queda de aquellos primeros tiempos, a no ser la iglesia, que comenzó a construirse en la segunda mitad del siglo XII.

A García se atribuyen tres fundaciones, o al menos se pusieron bajo su gobierno, sobre las cuales tenía que velar: San Esteban de Chouzán, en la margen derecha del Miño, San Lorenzo de Melias, no muy distante de la anterior, reducida más tarde a granja, y Santa María de Junias, al norte de Portugal muy próxima a la frontera española. Aunque los orígenes de este monasterio no aparecen claros, hay indicios de que a mediados del siglo xii fueron enviados monjes de Oseira para ocuparlo, habiendo dependido de Oseira durante siglos, excepto en algunas épocas en que se metieron por medio abades comendatarios, o bien hubo problemas entre España y Portugal. Permaneció dependiente de Oseira hasta 1835, año en que desaparecieron de allí sus monjes al igual que los de España.

Al poco tiempo de incorporarse al Císter, se presentó en Oseira un aspirante entrado en años para tratar con García el problema de la vocación. Escuchó con atención el desarrollo de su vida y a la vez los deseos que le manifestó de incorporarse a la vida monástica.

Se trataba de un peregrino alemán que rondaba los cincuenta años, que llevaba peregrinando desde su juventud y había recorrido Italia, Tierra Santa y llevaba tiempo en España, y había ido a Santiago de Compostela. Se había enterado de la estancia de los monjes en Oseira y sentido el carisma de abrazar la vida cenobítica, y por eso fue a ver al abad. Sopesadas por éste todas las circunstancias que rodeaban al pretendiente, le admitió en la comunidad, recibió el hábito y se internó entre los monjes. Se llamaba entonces Quardo, equivalente a Gerardo, y no se sabe más de él sino que a los pocos años aparecía llevando vida solitaria en el priorato de San Lorenzo de Melias, dependiente del monasterio, y poco después había pedido autorización al abad para volver de nuevo a Italia para continuar su vida de peregrino. Estando allí, al dirigirse a la ciudad de Galelesse, le fue revelado que aquél era el lugar de su descanso. Falleció allí, en efecto, santamente, conservándose su cuerpo incorrupto y siendo patrono de la ciudad. Se halla en el catálogo de los santos y, a causa de los muchos milagros y debido a la fama adquirida, el Papa ordenó que se le llamara san Famiano, que no deja de ser una gloria legítima de Oseira, y de su abad García.

Dejando a un lado multitud de hechos notables, hay que fijarse solamente en uno que ocasionó a García no pocas preocupaciones. Hacia 1150 ingresó en Oseira un personaje relevante, Diego Arias o Aries, quien, habiendo servido a la reina Urraca en el mundo, al retirarse de la milicia, la Reina le agració con el coto de Marín, del cual era señor. Al morir su esposa Sabina y verse solo en el mundo, solicitó el ingreso en Oseira, y el abad García, después de sondearle y ver que aquella vocación parecía que provenía de Dios, le admitió a la toma de hábito, y luego a la profesión.

Como antes de la profesión debía hacer testamento disponiendo de todo lo que tenía, lo adjudicó al monasterio libremente. El abad, sospechoso de lo que iba a pasar, ordenó al nuevo pretendiente que se personara en la Corte de Alfonso VII —acompañado de dos monjes— para darle cuenta del cambio de vida que había decidido ingresando entre los monjes, y a la vez que ratificara todo cuanto había dispuesto en el testamento a favor del monasterio. Una vez cumplimentados los requisitos del viaje, regresaron a Oseira y se integró en la vida de comunidad.

Pasado algún tiempo, los fervores de fray Diego se eclipsaron, llegando al extremo de apostatar y huir de Oseira a tomar el hábito de los caballeros de San Juan, sin duda porque le atraía más aquella vida relacionada con las armas, que estar cantando en el coro en un idioma que no entendía. Enterado García del indigno proceder de fray Diego, se esforzó por todos los medios en hacer que regresara para librarse de la pena de la excomunión en que había incurrido por fugarse del monasterio sin la dispensa de votos. Como no lo conseguía, recurrió al Papa dándole cuenta de la apostasía de aquel monje. Tampoco hizo caso de las admoniciones del padre común de los fieles, siguió en su apostasía, y en ella murió al poco tiempo.

En la tozudez de este monje tuvieron no poca culpa los caballeros de San Juan, a quienes interesaba no tanto la persona del candidato que les fue a pedir el hábito, por ser un viejo, sino la cantidad de bienes que había poseído. Entonces se inició un pleito muy reñido que duró varios años y, al fin, después de muchos trámites, dieron la razón a Oseira, a quien pertenecía toda la hacienda de Diego Arias, por haberla dejado en testamento válido y aprobado por el Rey, pero conscientes los monjes de que los caballeros iban a quedar con la boca amargada, les cedieron algunos bienes que les pertenecían, para que quedaran contentos.

El último documento en hablar de García es una donación hecha por Onega Yáñez al monasterio para que se diera a los monjes todos los años una ración de vino el día en que estaba firmado el documento, el 8 de septiembre de 1166. Se supone que falleció poco después.

 

Bibl.: A. de Yepes, Corónica general de la orden de San Benito, vol. VII, Valladolid, 1617, pág. 1279; A. Manrique, Cisterciensium seu verius ecclesiasticorum Annalium a condito Cistercio, IV. Comp. Observantiae Castellae, vol. I, Lugduni, sumpt. Haered. G. Boissat & Laurentii Anisson, 1642, pág. 411; T. de Peralta, Fundación, antigüedad y progresos [...] del imperial monasterio [...] de Oseira, Madrid, 1677 (c. I, II), passim; D. Yáñez Neira, El Monasterio de Oseira, León, Everest, 1980; El monasterio de Oseira, cincuenta años de restauración, León, 1988, pág. 8; “El monasterio de Oseira cumplió ochocientos cincuenta años”, en Archivos Leoneses, 85 y 86 (1989), págs. 158-160.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía