Atón, San. ¿Badajoz?, 1070-1080 – Pistoya (Italia), 21.VI.1153. Monje benedictino (OSB), santo, obispo.
Nació en una familia modesta de la que poco se sabe, apenas hay noticias sobre su infancia y adolescencia, un período en el que la leyenda reemplaza la carencia de datos fehacientes. En 1605 con motivo del reconocimiento de Trento sobre el culto que se le tributaba, tres veces centenario, se busca el lugar concreto de su nacimiento, basándose en la firma: “Ego Fr. Atto pecc. mon et dict’pist eps”, muy usual en el Medievo. Así, Ludovico Sanllorente interpreta el pecc. por pacensis al que siempre continúa la ciudad de Badajoz (España), y Papebrochio por pecensis atribuyéndolo a los habitantes de Pescia (Italia). La primera, es la tesis sostenida por Solano de Figueroa y Enrique Flórez, quienes defienden que Atón era natural de Badajoz, ciudad de Extremadura, al interpretar la abreviatura pecc. por pacensis, sustituyendo la e por a. La historiografía contemporánea es unánime en afirmar que el título de pacense a la iglesia local de Badajoz es concedido en 1255, una vez reconquistada a los árabes. La segunda es defendida por los bolandistas y sostenida recientemente por Bruno Bruni, quienes sostienen la lectura de peccensis, que marca el origen en la ciudad de Pescia, en el valle de la Toscana, regado por el río Peza. En cuanto a la fecha del natalicio no es posible precisarla, aunque los biógrafos la sitúan en la década de 1070. El obituario de Pistoya dice: “21 de junio. Demetria Virgen. Fallecimiento del venerable padre Atón obispo pistoyense, que nos dejó dos medidas de trigo para su aniversario en el que se cante misa y se dividan (aquéllas) entre los capellanes y canónigos del apóstol Santiago. Año del Señor 1153” (tavola IX).
No así en cuanto a su insigne personalidad ejercitada a lo largo de su vida. Ingresa Atón como monje de la abadía de Vallumbrosa, en la diócesis de Fiesole, sufragánea de Florencia. Llegó a ser abad general de la Congregación Benedictina, que poco tiempo antes había fundado san Juan Gualberto.
Consta que en torno al año 1100 abraza la vida monástica en Vallumbrosa y hace profesión solemne, cuando presidía la floreciente congregación el abad Bernardo de los Ubertos, en donde el espíritu interior de reforma y la voluntad combativa de lo exterior son sus propósitos. Excelente escuela de formación para los futuros cargos de gobierno, que la providencia deparará a Atón.
El ideal “ora et labora” fue para Atón el programa de su vida, ocupando un primer puesto la oración litúrgica tanto en el cenobio como con el cabildo pistoyense de San Zenón. Con la oración alterna el trabajo manual en el campo, sin excluir el estudio diario de dos o tres horas.
Sucede al venerable Almario en la alta dignidad de abad general hacia 1118, fundándose en su mandato el monasterio de San Donato in Borgo, de Siena, y una nueva comunidad monástica, en la diócesis de Cremona, en el lugar llamado Torre Trentina, junto a la iglesia de San Vigilio.
En una época de gran prosperidad de la abadía, tuvo que defender sus privilegios y prerrogativas. De aquí, envió en 1125, a través de Dodone, obispo de Módena, una carta a Honorio II en la que abogaba por las libertades contra los excesos de los florentinos y las injurias de otros para evitar males mayores, al mismo tiempo que es una prueba de su exquisita prudencia al omitir los nombres de los culpables en asunto tan espinoso. Pronto la gran estima y consideración de la Curia romana confirma en 1130 los antiguos privilegios y prerrogativas a los monjes vallumbrosanos.
El obispo Ildebrando murió en 1133 y el cabildo catedralicio eligió a Atón. El papa Inocencio II por bula de 21 de diciembre de 1134 elogiosamente lo confirmó para la antiquísima diócesis de Pistoya, sujeta jurisdiccionalmente a Roma. En efecto, ejerció con gran celo pastoral, conservando la austeridad de la propia vida consagrada. Así, Mateo, cardenal de San Jorge, lo elogió públicamente con estas palabras: “Dichosa fuera la romana y apostólica sede si Atón, obispo de Pistoia, la gobernara”.
Su talante pastoral se manifestó en tres actividades prioritarias: primero, la defensa de los derechos de la Iglesia. Su espíritu luchador y caballeresco combate contra las investiduras, cuando los obispos y abades han obtenido gran significación política a cambio de que los reyes y los príncipes nombren los altos cargos eclesiásticos (simonía), con la consecuente corrupción moral del clero (nicolaísmo). En 1138 ante las intromisiones de los consili municipales, Rinaldo y Mónaco, apoyados por Gerardisio, los amonesta paternalmente, pero su pertinaz contumacia no encuentra otro remedio que la excomunión.
Después, su comunión eclesial con Roma es considerable: por una parte, ante los problemas del “Prepósito” y el clero de Prato, interviene con sendas bulas Inocencio II en tres ocasiones, instando a la obediencia del clero; por otra, actúa como árbitro en nombre de Celestino II en la controversia entre los obispos de Pisa y de Lucca por la jurisdicción del castillo de Walda, y en las disensiones entre los canónigos pisanos y el abad del monasterio de San Lussorio sobre las tierras del “Túmulo”.
Finalmente, brilló su caridad pastoral con los pobres, extraviados y culpables. Convierte de su vía mundana al notario y juez Ollioro, autorizando en carta de 5 de enero de 1138 su ingreso, junto con su hijo Arduino, como canónigos regulares de san Zenón.
Favorece a tres hospitales, de los cuales él fundó y dotó uno en honor del apóstol Santiago, cuya reliquia del cráneo consiguió del arzobispo de Santiago de Compostela, Diego Gelmírez, a través del diácono pistoyense Ranieri, que era maestro escolástico en Compostela. Dos breves obtuvo de Eugenio III indulgenciando el culto y las peregrinaciones de los devotos. Por escrito de 24 de abril de 1153 donó dos pedazos de tierra al hospital santiaguista “para utilidad y sostenimiento de los pobres”.
Piadoso, caritativo y pobre entregó su vida a Dios. Su tumba, que expresamente quería fuese pobre, estuvo en el baptisterio de Santa María in Corte, hasta que fue derruido el 25 de enero de 1337. Su cuerpo incorrupto y la inscripción “Acto ep. Pistor. Hic requiescit” fueron trasladados a la catedral de Pistoya sobre un altar marmóreo con forma de arcosolio, obra de Leonardo Marcacci. Hoy conservado como mausoleo artístico por la ornamentación de Marcacci (1606). En 1787 fue trasladado a la capilla de San Roque bajo el retablo de plata dedicado al apóstol Santiago hasta que en 1943, considerando que la urna barroca disentía con el dosel gótico, deciden trasladarlo al altar central de la nave lateral derecha, del 15 al 18 de mayo de 1953, tras el reconocimiento del cuerpo incorrupto, sobre una urna de bronce dorado, obra de Cleto Lapi (1952) con mascarilla del santo, trabajo de Bijno Bini (1953).
Bien pronto se estableció para Pistoya y Vallumbrosa una celebración litúrgica en su honor. Según las orientaciones tridentinas, Clemente VIII reconoce el culto prestado y autoriza su liturgia propia por bula de 24 de enero de 1605. Monseñor Beltrán de Guevara no tardó en pedir el rezo para sus diocesanos pacenses, que fue concedido por la Congregación de Ritos el 1 de marzo de 1614, y hoy continúa en los “propios diocesanos”, el 22 de mayo. No obstante, la liturgia benedictina lo celebra el 21 de junio. Rauty opina que una mala transcripción de XI Kalendas de iulii por iunii ocasionó las dos fechas celebrativas. También Beja (Portugal) lo incorporó a su calendario hasta la reforma litúrgica de Pío X, de 1914.
La iconografía lo representa con los ornamentos pontificales, llevando sobre su cabeza la mitra y en sus manos el báculo y una iglesia. La más antigua pintura de san Atón aparece en un fresco del claustro de San Pancracio, obra de Neri di Bicci, donde presenta a san Juan Gualberto en la gloria entre los santos vallombrosanos (siglos XIV-XV). Hoy se conserva en el monasterio de la Trinidad de Florencia.
A partir del siglo XVII se extiende la devoción popular y se le dedica una capilla en su honor en la abadía de Vallumbrosa, mientras que en Badajoz se construye una ermita con su cofradía —hoy desaparecida— y en la catedral una capilla en el claustro con su altar barroco tardío de mármol gris y blanco, obra de Juan de Estrada y una escultura policromada en el cuerpo segundo del retablo principal (1717).
El seminario diocesano de Badajoz, desde su fundación en 1664, lo proclama como patrón. El 17 de agosto de 1742 Benedicto XIV autorizó la apertura del sepulcro para coger el hueso radio, reliquia que se venera en el convento de monjas carmelitas de Badajoz.
Obras de ~: Comentarios sobre las Epístolas, s. l., s. f. (desapar.); Vida de San Juan Gualberto Firenze, s. l., s. f.; Vida del Beato Bernardo de los Ubertos, obispo de Parma, s. l., s. f.
Bibl.: L. de Sanllorente, Vita Attonis Pacensis Pistoriensis episcopi AD III. Et Rv.mo D. D. Beltrán de Guevara, Salenitanae quondam Archiepisc. nunc Pacensis Ecclesiae Anstistitem meritissimum, Roma, 1613; J. Solano de Figueroa, Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz, Badajoz, 1664 (Badajoz, Centro de Estudios Extremeños, 1929-1935); F. Ughelli, Italia Sacra, vol. III, Roma, apud Berdinardinum Tanum, 1647, cols. 294-297, 9 vols.; A. M. Rosati, Memorie per servire alla storia dei vecovi di Pistoia, Pistoia, Nella stamperia dell’Atto Bracali stampator vescovile, 1766, págs. 66-73; G. Breschi, Storia di S. Atto, vescovo di Pistoia, Pistoia, Toni, 1855; G. Beani, Diario sacro pistoiense, Pistoia, Tipografía Cino, 1887; E. Lucchesi, I monaci benedicttini vallumbrosani nella diocesi di Pistoia e Prato, Firenze, 1914; T. Lozano Rubio, Aportación a la Historia de Badajoz, Badajoz, Ediciones Arqueros, 1930, págs. 22-25; S. Ferrali, Vita di S. Atto, monaco vallombrosano e vescovo di Pistoia, Pistoia, Tipografía Pistoiese, 1953; [“Attone”], en F. Caraffa y G. Morelli (dirs.), Bibliotheca Sanctorum, vol. II, Roma, Istituto Giovanni XXIII nella Pontificia Università Lateranense, 1962; Anónimo, Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz, continuación de la escrita por D. Juan Solano de Figueroa, vol. II, Badajoz, Viuda de Antonio Arqueros, 1945, págs. 168-178; P. Rubio Merino, El Seminario conciliar de San Atón, de Badajoz, Badajoz, 1964 (Madrid, Maribel, 1964); J. A. Muñoz Gallardo, “San Atón, gloria del Episcopado católico”, en Revista de Estudios Extremeños, XXVII (1971); T. A. López López, “San Atón y la ciudad de Badajoz”, en Apuntes para Historia de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, III (2005).
Teodoro Agustín López López