Ayuda

Fronilde de Lemos

Biografía

Lemos, Fronilde de. ?, p. m. s. xii – Monasterio de Ferreira (Lugo), c. 1192. Monja cisterciense (OCist.), fundadora —o restauradora— del monasterio de Ferreira de Pantón, muerta en fama de santidad.

A pesar de que se ignoran la mayor parte de los datos sobre esta ilustre dama, se conocen los más interesantes para identificar su persona, como es su elevada alcurnia, la puesta en marcha de la vida monástica en el citado monasterio —que se hallaba semidesierto— y el alto ejemplo de piedad que dio a la sociedad de aquellos tiempos ingresando ella misma en Ferreira. Es conocida también con los nombres de Fronila y Froila, y son muy variadas las opiniones acerca de sus orígenes. Entre ellas, la que parece más conforme a la realidad histórica es la propuesta por Vázquez Sejas, quien afirma que “en 1175 ejercía el Patronato del cenobio de Ferreira de Pantón la Condesa D.ª Fronilde y la Infanta D.ª Sancha, hijas del famoso Conde D. Fernando Pérez de Traba”, opinión que se puede dar por válida, por cuanto tiene a su favor el apoyo de un documento: “Ego Fronilla Comitissa Fernandi” (“yo la condesa Fronilde Fernández”), cuyo parecer se ve avalado por fray Ángel Manrique, quien lo da a entender igualmente. Existe una duda: fray Mauricio Carbajo en su historia manuscrita sobre el monasterio de Sobrado, aporta un documento otorgado a este monasterio por el conde Fernando Pérez de Traba, en el que enumera los hijos de dicho conde, sin incluir entre ellos a Fronilde de Lemos, pero no descarta la posibilidad de que tuviera otros hijos fuera de los mencionados en dicho documento.

Nada se sabe de ella en relación con la fecha de su nacimiento, ni el lugar exacto de su origen. No obstante, se da por supuesto que descendía de la comarca de Lemos, donde radica el monasterio de Ferreira, cuya antigüedad es difícil precisar, según queda insinuado. Una vez reparados los edificios y acondicionados convenientemente, trató de darle vida, acudiendo al obispo de Lugo para que autorizara la fundación, y de acuerdo con dom Vidal, abad de Meira, reunió un grupo de mujeres piadosas —algunas de ellas de la clase noble— y con la aprobación del prelado diocesano, estableció en él la vida monástica, bajo la jurisdicción del abad de Meira. Manrique transmite el documento correspondiente, por el que se sabe la puesta en marcha de la fundación. De él son estas cláusulas: “Yo la condesa Fronilde Fernández, hago carta de fundación perenne a favor del monasterio de Ferreira, de la heredad que fue del propio monasterio, la cual yo heredé de mis abuelos y antepasados. La ofrezco por la salud de mi alma y la de mis padres, a Dios Omnipotente y a Santa María su Madre, y también a todos los santos; a saber, a aquellas religiosas que quieran perseverar en la santa religión, conforme a la disciplina de los monjes cistercienses y bajo la custodia del Abad Vidal y sus monjes del Monasterio de Meira. Y esto lo hacemos por consejo y con la aprobación de don Juan, obispo de Lugo”.

Los familiares de la fundadora que estaban presentes, asintieron en la cesión de aquellos bienes que les correspondía en favor de las religiosas: “A la donación de D.ª Fronilde se junta la de Doña María Sánchez que se llama Abadesa de Sobrado, y ofrece la parte que tenía en la Iglesia de Ferreira. Hablan luego las dos Señoras y dicen que dan todo lo expresado en la Escritura al Orden del Cister, y a D. Vidal abad primero de Meyra, y a todos los sucesores en la Abadía”.

Emilio Duro Peña coincide en la misma apreciación del parentesco existente entre Fronilde y María Sánchez cuando, al aludir a la fundación de Ferreira, escribe: “La reiteración del apellido Sánchez entre los nobles donantes nos hace pensar en una posible comunidad de sangre con nuestra abadesa, ciertamente de familia distinguida —como solían serlo todas— y que dona la parte que tenía en las iglesias de Ferreira”.

Pallarés y Gayoso, al historiar la vida de Juan obispo de Lugo, resume acertadamente los orígenes de Ferreira: “Según Gil González gouernaba la iglesia de Lugo quando la Condesa D. Froila hija del Conde D.

Fernando de Galicia, fundó el Conuento de Religiosas Bernardas en la villa de Ferreira en este Obispado año de 1175, siendo ella la primera que tomó el hábito”.

Una vez restablecida, o revitalizada, la vida monástica en Ferreira, quiso la piadosa condesa dar un alto ejemplo de piedad, por lo que renunció a las pompas mundanas e ingresó ella misma no como abadesa —según escriben algunos— sino de simple religiosa y bajo la autoridad de la primera abadesa, que pertenecía a su misma familia y había sido una de las firmantes del acta fundacional. “El exemplo y la devoción de la Condesa D. Fronilde movieron a otras personas ilustres a exercitar la misma piedad, enriqueciendo a su Monasterio de Ferreyra con donaciones que hacían a la misma Dña. Fronilde. En el año 1182 D.ª Elvira con el consentimiento de su marido D. Gutierre y de sus hijos la hizo una donación, conviniendo ambas Señoras en que si la donante u otra de su descendencia querían hacer vida religiosa en aquel Monasterio seria admitida y sustentada en él según las facultades que tuviese”.

También Risco ofrece un retazo del documento —sin especificar la fuente— y afirma que, enterado Fernando II del ingreso de Fronilde de Lemos en el claustro, hallándose con su hijo Alfonso IX en Mayorga, en febrero de 1180, enriqueció el monasterio de Ferreira con nuevas dádivas, “Attendens devotionem et obsequium quod saepissime dilectissima mea comitissa Domna Fronilla mihi exhibuit”. En atención —dice el documento— a mi amadísima condesa doña Fronilde por los servicios que le había prestado.

Según testimonio de Parga Sanjurjo, el ejemplo de Fronilde fue electrizante, pues arrastró tras de sí una pléyade de señoras que renunciaron a todo por amor a Cristo: “Las damas de la nobleza estimuladas por los piadosos ejemplos de la Condesa, apresuráronse a ceñir a sus virginales sienes las puras tocas de las esposas del Señor; y los próceres, emulando el desprendimiento de aquella esclarecida señora, no le escatimaron sus auxilios, antes se los prestaron por modo eficaz”.

Tampoco hay acuerdo entre los historiadores acerca de la fecha de su fallecimiento. Los modernos lo sitúan en 1189, porque en ese año su hija Guiomar ofreció al monasterio de Meira cierta cantidad de dinero para cumplir el testamento de su madre. El único que parece acercarse más a la fecha de su fallecimiento es Manuel Amor Meilán, aunque incurre en algunas inexactitudes. Así es cuando escribe sobre las posesiones con las que llegó a contar el monasterio en 1192: “Por entonces debía hacer más de diez y seis años que D.ª Fronilde vestía el hábito de religiosa, pues consta que en 1175 sometió el convento, que pertenecía a la Orden benedictina, a la de San Bernardo, a la sazón tan pujante y favorecida por monarcas y caballeros.

Más aún; el monasterio, que en sus comienzos fuera dúplex, esto es, de varones y hembras, pasó a ser solamente de monjas, probablemente también en los días de D.ª Fronilde. Ésta, que adoptó en el claustro el nombre de Sor María, fue elevada al puesto de Abadesa por sus hermanas en religión”.

A pesar de la opinión respetable de este autor, no se sabe de cierto —como queda insinuado— si sometió el monasterio o bien instauró en él la vida monástica, ni en ninguna parte consta que cambiara su nombre al ingresar religiosa, y menos aún que fuera abadesa.

Es posible que este autor confunda a Fronilde de Lemos con María Sánchez, abadesa de Sobrado de Trives, que pertenecía a su misma familia. No se conoce ningún documento que justifique la afirmación de la muerte de Fronilde de Lemos en 1185. Mientras no se demuestre lo contrario, es preferible seguir el parecer de Ángel Manrique, quien basándose en razones sólidas, retrasa su muerte hasta 1195, poco antes de que su hija Guiomar dictara el documento ratificando todo cuanto había ordenado su madre en favor de Ferreira y de Meira, documento fechado en 1196, sin especificar el día.

De aquella época de su gobierno datan las prosperidades y bienandanzas de las que, en lo sucesivo, gozó la santa casa. Ejemplar en su vida y en el régimen de su monasterio, a ella se alude en uno de los sepulcros —el de Alfonso de Lemos, del siglo xiv— que la llama virtuosísima. No debe de ser en este caso exagerado el superlativo, pues en opinión de santa falleció, como santa la tuvieron por muchos siglos aquellos comarcanos, en los cuales perdura aún la tradición de la santidad de la noble condesa. Muchos de los mismos historiadores no vacilan en darle el nombre de santa Fronilde de Lemos. Que Fronilde gozara fama de virtuosa, nadie lo pone en duda: “Vivió Fronilde —según Manrique— en el Monasterio de Ferreira hasta el año 1195 en que llena de días y rebosante en méritos, murió santamente y fue a recibir del Señor el premio merecido por sus obras”. La inhumaron en el claustro del monasterio, en un sarcófago de factura sencilla, abierto en el muro del ala norte y sin inscripción alguna.

Por este motivo se ignoró durante siglos el lugar exacto de su enterramiento, sobre todo a partir del revoque de yeso dado a las paredes de dicho claustro.

Aunque algunos escritores no dudan en llamarla santa Fronilde de Lemos, nunca ha gozado de culto.

 

Fuentes y bibl.: Monasterio de Ferreira de Pantón, Guía de Edilesa, s. f., págs. 3-5.

A. de Yepes, Corónica General de la Orden de San Benito, vol. VII, Valladolid, Francisco Fernando de Cordoua, 1617, fol. 327; A. Manrique, Cisterciensium seu verius ecclesiasticorum Annalium a condito Cistercio, vol. III, Lugduni, sumpt. Haered. G. Boissat & Laurentii Anisson, 1642, abad 1175, col. VI, n.º 10, pág. 28; P. Ciria Raxis, Vida de Santos y mujeres ilustres de la Orden de San Benito, vol. II, Granada, 1688, págs. 257-258; J. Pallarés y Gayoso, Argos divina, Santa María de Lugo de los Ojos grandes, fundación y grandeza de la Iglesia [...], Santiago, Imprenta del Doctor D. Benito Antonio Frías, 1700, pág. 378; M. Amor Meilan, “Historia de la provincia de Lugo”, en F. Carreras y Candi (dir.), Geografía general del Reino de Galicia, vol. II, Barcelona, Alberto Martín, ¿1928?, págs. 238-240; F. Vázquez Saco, “Iglesia parroquial de Santa María de Meira”, en Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Lugo, IV (1951), págs. 176-182; E. Duro Peña, “El Monasterio de S. Salvador de Sobrado”, en Archivos Leoneses, XXI (1967), págs. 11-12; G. Vázquez, Historia de Monforte, vol. I, Pontevedra, Everest, 1970, pág. 133; D. Yáñez Neira, “El Monasterio de San Salvador de Ferreira”, en Cistercium (1976), págs. 219-238; M. Risco, España Sagrada, vol. XLI, Oviedo, Pentalfa Microediciones, 1989, pág. 32; J. I. Fernández Viana, Colección diplomática del Monasterio de Santa María de Ferreira de Pantón, Lugo, Diputación Provincial, Servicio de Publicaciones, 1994, pág. 24.

 

Damián Yáñez Neira, OCSO

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares