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Silvestre Vélez de Escalante Fernández de los Ríos

Biografía

Vélez de Escalante Fernández de los Ríos, Silvestre. Treceño (Cantabria), 11.VI.1749 – Santa Fe, Nuevo México (Estados Unidos), 1.XI.1779 post. Franciscano (OFM), misionero y explorador de los Estados Unidos.

Nació en el seno de una familia hidalga poseedora de escudo propio, pero económicamente alcanzada, residente en Valdáliga (Cantabria), el 11 de junio de 1749, donde se le bautizó con los nombres y apellidos de Francisco Silvestre Vélez de Escalante Fernández de los Ríos.

Aunque parezca extraño, esta es la única fecha de su biografía que, de momento, consta con toda certeza, porque en adelante no se vuelven a poseer sobre él noticias ciertas hasta su época de explorador, iniciada en 1775.

A este respecto, solamente cabe conjeturar que tanto su ingreso en la Orden Franciscana como su ordenación sacerdotal no tuvieron lugar en España, como suelen afirmar sus biógrafos, sino en México, puesto que su nombre no aparece en las listas de misioneros que de España se dirigieron a América existentes en el Archivo General de Indias de Sevilla.

Esta conjetura adquiere mayor verosimilitud si se tiene en cuenta que al menos su padre y un tío suyo se encontraban ya en México en 1758.

Fue seguramente también esta circunstancia de su pertenencia a la provincia franciscana del Santo Evangelio la que le permitió incorporarse, en fecha que también se desconoce, a la circunscripción misionera denominada en la Orden “Custodia de la conversión de San Pablo”, situada en los actuales estados norteamericanos de Nuevo México, Arizona y parte de Colorado, integrada en ese momento por veinticinco misiones o centros de apostolado, en los que trabajaban entre unos treinta o cuarenta franciscanos.

La población indígena residente dentro de los límites de la custodia estaba integrada por tres familias fundamentales: los atapascos, los shoshones y los indios pueblo.

Los primeros, subdivididos en navajos y apaches, practicaban la antropofagia, aunque eran predominantemente cazadores; los segundos, subdivididos en yutas y comanches, se dedicaban primordialmente a la pesca y a la caza; mientras que los terceros, denominados así porque habitaban en poblados integrados por casas de adobe y desarrollaban además el sentido de la propiedad, eran sobre todo tejedores y agricultores.

Su actuación entre los indígenas es conocida sobre todo por sus escritos, en los que le presta mucha más atención a su labor descubridora que a la directamente misional.

Como muestra excepcional de esta última, valga el siguiente pasaje del 24 de noviembre de 1776 referente a los indios timpanogotzis: “Aquí hallamos la nación más dócil y más afable de cuantas se ha tenido noticia por estas partes. Anunciamos el evangelio con tan feliz suceso que quedan esperando españoles y religiosos para cristianarse habiéndoseles propuesto el modo en que habían de vivir siendo cristianos”.

La labor descubridora, que es por la que ha pasado a la posteridad, la inició mediante el viaje que realizó entre el 22 de junio y el 5 de julio de 1775 entre los indios navajos y hopis, en el cuadrante superior derecho de Arizona y confín de Nuevo México, periplo sobre el que escribió un valioso diario de veinte folios más un mapa de la geografía del terreno, usos, costumbres y tradiciones de sus habitantes y demás datos de interés referentes a los nativos.

Al año siguiente, el 29 de julio de 1776, inició una segunda expedición, que duró hasta el 2 de enero de 1777, en cuyo curso trató de explorar y de abrir un camino seguro entre los establecimientos del centro norteamericano (Nuevo México y Colorado) con los de la costa oeste (California).

La expedición partió de Santa Fe, duró 158 días, recorrió unos 3150 kilómetros y sobre ella redactó un valiosísimo informe, de caligrafía clara y firme, de más de 90 folios, con lo cual se adelantó en más de setenta años a las expediciones de exploración y penetración colonizadora de los aventureros norteamericanos por aquellas zonas pobladas de las tribus más belicosas del oeste americano.

Finalmente, el 29 de julio de 1776, a pesar de encontrarse “cansado y estropeado”, inició un tercer viaje de exploración en compañía del también franciscano Atanasio Domínguez y otros seis voluntarios para descubrir un camino que condujera desde Santa Fe hasta Monterrey (California).

En 1777 realizó un cuarto viaje de exploración, en compañía también del padre Domínguez, por los ríos San José y Colorado.

En una visión de conjunto, su actividad exploradora la desarrolló, partiendo de la base de Santa Fe en Nuevo México, a lo largo de la región oriental del estado de Arizona, a lo largo también de todo el límite oriental del estado de Utah, de todo el límite septentrional del estado de Colorado, al que además cruzó de sur a norte en toda su totalidad, y finalmente a lo largo de la distancia existente entre la ciudad de a Santa Fe, capital del estado de Nuevo México, hasta la ciudad californiana de Monterrey, en la costa del Pacífico.

Tan destacada actividad le ha merecido que Estados Unidos haya denominado con su apellido de Escalante a una ciudad del estado de Colorado, a sendas comarcas de las regiones más hermosas de Norteamérica lindantes con los estados de Utah y Arizona y, desde 1996, a un parque natural de más de 680.000 hectáreas situado en la zona de los grandes cañones fluviales del río Colorado.

Por una carta suya consta que el 1 de noviembre de 1779 aún seguía soñando con su labor exploradora, pero se desconoce cuándo, dónde y cómo falleció.

 

Obras de ~: Carta de fray Silvestre Vélez de Escalante al provincial fray Isidro Murillo sobre las misiones de Sonora y California, 16 de mayo de 1776; Exploraciones hechas hasta Monterrrey de Californias, ms.; “Diario y derrotero de los nuevos descubrimientos de tierras a los rumbos N. NOE. OE. del Nuevo México por los RR. PP. Fray Silvestre Vélez de Escalante y Fray Francisco Atanasio Domínguez”, en J. García Izcazbalceta, Colección de documentos para la historia de México, México, 1889; “Diario de su entrada a Moqui en el año 1775” y con F. A. Domínguez, “Diario y derrotero desde los 37.º y 33’ de latitud desde el pequeño río de Sr. San José. Derrota por el río Colorado y Cosmina, Santa Fe, 3 enero 1777”, en O. Maas, Viajes de misioneros franciscanos a la conquista del Nuevo México. Documentos del Archivo General de Indias, Sevilla, 1915, págs. 64-80 y págs. 98-133, respect.; “Carta al P. Morfi sobre el reino y las misiones de Nuevo México, el Tehuayo y la Gran Quivira. 1778”, en O. Maas, Las órdenes religiosa de España y la colonización de América en la segunda parte de siglo XVIII, Estadísticas y otros documentos, vol. II, Barcelona, 1929, págs. 37- 47; Pageant in the wilderness. The story of the Escalante expedition to the interior basin, 1776. Including the “Diary” and “Itinerary” of Father Escalante, translated and annotated by Herbert E. Bolton, Salt Lake City, 1950; E. B. Adams, “Letter to the missionaries of New México by Silvester Vélez de Escalante, 1777”, en New Mexico Historical Review (Albuquerque), 40 (1965), págs. 319-336; con F. A. Domínguez, The Domínguez- Escalante Journal. Their expedition through Colorado, Utah, Arizona and New Mexico in 1776, translated by Angelico Chávez, Provo (Utah), 1976.

 

Bibl.: E. B. Adams, “Fray Silvestre and the obstinate Hopi”, en New Mexico Historical Review, (Albuquerque), 38 (1963), págs. 97-138; “Fray Francisco Atanasio Domínguez and fray Silvestre Vélez de Escalante”, en Utah Historical Quarterly (Salt Lake), 44 (1976), págs. 40-58; J. M. Alonso del Val, “Fray Silvestre de Escalante, adelantado y evangelizador de la región del Colorado”, en Santander y el Nuevo Mundo, Santander, Centro de Estudios Montañeses, 1987, págs. 77-102.

 

Pedro Borges Morán

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