Fernández de Córdoba, Alfonso. Titular de la casa de Córdoba (V), señor del estado y mayorazgo de Aguilar (II). ?, s. m. s. XIV – Montilla (Córdoba), 18.X.1424 post. Noble, caballero.
Hijo segundo y heredero del mayorazgo instituido por Gonzalo Fernández de Córdoba. Heredó un amplio dominio señorial en el reino de Córdoba, constituido por tres núcleos: Cañete, al este; Priego, al sudeste, y al suroeste, el estado de Aguilar, compuesto por ésta y otras villas y lugares cercanos en la campiña, como Montilla, Monturque, Puente de Don Gonzalo y Castillo Anzur. Durante los cuarenta años en que rigió los destinos del linaje, se sabe de su intervención en la política urbana de Córdoba, continuando la tónica de actuación de sus predecesores, en este caso como regidor, y de su participación en los disturbios protagonizados por el sector oligárquico, que provocó constantes desórdenes y abusos de poder, según denunciaron los jurados cordobeses a Enrique III.
En el marco militar parece segura su participación en los enfrentamientos contra Portugal en la batalla de Aljubarrota, pero su ámbito de acción preferente fue la frontera granadina. Tras la ruptura de la tregua por el rey de Granada, creció el sentimiento antigranadino de Enrique III y se sucedieron frecuentes enfrentamientos, con tres años de extraordinaria alteración en la frontera, entre 1407 y 1410; por entonces, el titular de la casa de Aguilar intervino en las tomas de Zahara, Setenil y Ortegícar, aunque no está demostrada suficientemente su participación en la conquista de Antequera. Su fama de avezado militar se demostró, entre otras ocasiones, cuando participó con éxito, en 1399, en un duelo entre cuatro guerreros granadinos y cuatro cristianos, por lo que fue recibido, junto a los otros, por el Rey en Valladolid, con grandes festejos. Desempeñó la tenencia de Alcalá la Real, donde ejerció, además, el cargo de alcalde mayor. En esta localidad de frontera vivió largos períodos, entregado a la defensa y cuidado de la ciudad y su fortaleza. Allí estaba, por ejemplo, en 1394, cuando llegó, decidido a invadir el reino granadino, el maestre de Alcántara, Martín Yánez de la Barbuda, a quien Alfonso Fernández de Córdoba, junto con su hermano Diego, intentó disuadir, sin lograrlo. En cuanto a la fortaleza de Priego, perteneciente a su señorío, y muy cercana al reino nazarí, recibía de la Monarquía cada año una cantidad de dinero para hacer frente a los gastos defensivos y las pagas de trigo y cebada para la población, a distribuir entre caballeros y peones. También en el ámbito fronterizo destacó como alcalde entre cristianos y musulmanes, cargo que heredó de su padre y en el que alcanzó probada fama.
Su sucesión provocó problemas. El primogénito Gonzalo, nacido de su unión con Teresa Venegas, murió, pero dejó un niño, Alfonso, a quien debía haber correspondido el mayorazgo, pero su decisión, en cambio, se inclinó hacia su segundo hijo. A la muerte de éste, en lugar de volver a la línea primogénita, representada por su nieto mayor, continuó la preferencia de la segunda línea, debido a lo cual otorgó el mayorazgo a su otro nieto, también llamado Alfonso, lo que abrió un largo pleito entre los primos en la siguiente generación. Al final de su vida se retiró a su señorío de Montilla, donde redactó su testamento el 18 de octubre de 1424 y murió poco después.
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María Concepción Quintanilla Raso