Sáenz de Santa María y Martínez de Tejada, José Antonio. Muro de Cameros (La Rioja), 16.I.1726 – Cádiz, 14.I.1813. Arcediano, canónigo, presidente del Consejo de Gobernación, obispo de Segovia.
Miembro de una familia hidalga muy acendrada en La Rioja, obtuvo el doctorado en Cánones por la Universidad de Valladolid, alcanzando poco después la canonjía doctoral de la Catedral de Zamora, de la que pasó a la primada toledana, en la que fuera vicario general, arcediano de Madrid y presidente del Consejo de Gobernación de la sede toledana. Los muchos contactos con la alta burocracia borbónica que el desempeño de tales cargos le procuró fue la principal causa de su elevación episcopal (1797) a la muy avanzada edad por aquel entonces de los setenta años. Con su preconización para la mitra segoviana abrió la senda episcopal para sus sobrinos Raimundo —Tudela, 1819-1844— y José Antonio —Lugo, 1814-1825 y Cartagena, 1825-1840—, circunstancia singular en la sociología de la jerarquía eclesiástica española. El último fue, en realidad, el verdadero pastor de la silla de San Atanasio durante el mandato de su tío materno, acaparando los puestos más encumbrados de las dignidades catedralicias y, con ellos, las pingües rentas vinculadas a su desempeño. En la etapa inaugural de la Guerra de la Independencia, el anciano prelado se advino —junio de 1808— a los requerimientos del gobierno afrancesado de dirigir una exhortación pacificadora a sus fieles, negándose, sin embargo un trienio posterior a secundar los planes de los ministros de José I de permanecer al frente de la diócesis: “Creyendo que con esto servía más a Dios y a la Iglesia, que en permanecer entre los enemigos, quienes intentarían con los medios más violentos abusar de su autoridad eclesiástica para seducir a todos sus feligreses”. Huido a Cádiz en compañía de su sobrino, dirigió —12 de junio de 1812— a las Cortes una representación particular “pidiendo el restablecimiento del Santo Oficio de la Inquisición”, un año y medio después de que éste hubiera sido abrogado.
Muerto en el mismo año en que los Ejércitos napoleónicos abandonaran definitivamente Segovia —31 de mayo de 1813—, su propio sobrino se encargó de la sede vacante.
Bibl.: J. M. Cuenca Toribio, Sociología del episcopado español e hispanoamericano (1789-1985), Madrid, Ediciones Pegaso, 1986; M. Barrio Gonzalo, “Perfil socio-económico de una elite de poder: Los obispo de Castilla la Vieja, 1600-1840”, en Anthologica Annua, 28-9 (1981-1982), págs. 71-138; “La Iglesia de Segovia durante el Antiguo Régimen”, en Segovia 1088- 1988, Segovia, Diputación Provincial, 1991; “El poder económico de los obispos castellanos al final del Antiguo Régimen, 1750-1834”, en Iglesia, Sociedad y Estado en España, Francia e Italia (ss. XVIII al XX), Alicante, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1991, págs. 91-105; El Real Patronato y los obispos españoles del Antiguo Régimen (1556-1834), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004; R. Calvo Torre y C. Redondo Moreno, Hijos ilustres del Camero Viejo, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2005.
José Manuel Cuenca Toribio