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Francisco Portes

Biografía

Portes, Francisco. Villa de Mora (Toledo), c. 1550 – Valbuena (Valladolid), 1613. Monje cisterciense (OCist.), teólogo e historiador de la Congregación de Castilla.

No sabemos gran cosa de este magnífico monje y escritor. Tomó el hábito en el Monasterio de Valbuena el 20 de octubre de 1667. Fue su fundadora la Condesa Estefanía, hija del conde Armengol, quien ofrece al Abad Pedro de la Orden de San Benito en 1143 “vallem bonan cum Terminis suis aliaque”, bajo la autoridad de Pedro, obispo de Palencia. Manrique escribe que se incorporó al Císter en 1151. Fueron sus filiales Río-Seco, Santa María de Palazuelos en Castila y otro Valbuena, en la diócesis de Toledo.

De este monasterio salieron numerosísimos hijos ilustres, siendo la casa que más generales reformadores dio a la Congregación: Martín Montalvo (1448), Martín Curiel (1453), Bautista de Ocaña (1467), Juan de Cifuentes (1477), Diego de Frías (1481), Bernardo Padilla (1496), Pacífico Liaño (1501), Ignacio Collantes (1522), Diego de Salvatierra (1525), Cristóbal de Orozco (1547), Pablo Suárez (1557), Jerónimo de Lalo (1563), Juan Guzmán (1572), Pedro de Lorca (1605), Luis de Estrada (1614), Gaspar de Úbeda (1620), Pedro de Andrade (1632), Alonso Guerrero (1653), Alonso de Nieva (1683) y Agustín López (1763).

Al decir de Henríquez, en su Phoenix Reviviscens: “Es digno de señalar que, por este mismo tiempo, Dios infundió en el ánimo de varios monjes de nuestra España emprender esta misma tarea, como si hubieran sido exhortados para dilatar la fama y el buen nombre de la Orden de Císter. Entre ellos destacan los nombres de Bernardo Brito, Ángel Manrique, Francisco Vivario, Bernabé de Montalvo, Bernardo de Villalpando, Gonzalo de Silva, Cristóbal Perales... Ignacio Fermín Ibero... Todos ellos, hasta el presente han escrito ya varios volúmenes”.

Efectivamente, la gran labor histórica llevada a cabo por los monjes de la Congregación cisterciense de Castilla, puede considerarse, más que como el resultado de los esfuerzos aislados de unos pocos, como una empresa común, en la que trabajaron los anteriormente citados, y otros más. Parece que había pasión por el estudio e investigación de la historia del Cister, en todas sus manifestaciones, una falange de monjes cuyos nombres duermen en el olvido, se dedicaron a ello. Otra de las glorias de la labor histórica cisterciense de la Congregación es el haber sido “universal”. Tarea, por otro lado, ambiciosa y casi diríamos quijotesca, dado el estado en que entonces se encontraba la historia de la Orden.

Abad de los Monasterios de Benavides, Belmonte y Valbuena, fue varón muy docto y uno de los poetas latinos más elegantes de su tiempo, como lo denotan los tres Epigramas y un Hexasticón que preceden a los tomos 1 y 2 de los Privilegios de la Orden, que recopiló, coordinó, y dio a la prensa siendo presidente o rector del colegio de Alcalá.

La tarea de recopilación de documentos realizada por él fue enorme, y destaca por su fino sentido de interpretación de los hechos que llevaron a la Congregación de Castilla a la reforma emprendida dentro del Císter español.

 

Obras de ~: Sacri Cisterciensium Ordinis Privilegiarum á Summis Romanorum Pontificibus, tum ab Orthodosis Principibus ab anno 1100. ad annum 1489. indulta, apte, concinneque in hoc volumine compilata, atque digesta, suisque summariis, ac numeris luculenter disposita. Primus Tomus, Alcalà, Juan Iñiguez de Lequerica, 1574.

 

Bibl.: C. Henriquez, Phenix reviviscens, Bruxellae, Typis Ioannis Meerbecii, 1626, págs. 348-349; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 266-267; E. Martín, Los Bernardos españoles, Palencia, Gráficas Aguado, 1953, pág. 26.

 

Francisco Rafael de Pascual, OCist.

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