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Juan Fernández de Isla y Alvear

Biografía

Fernández de Isla y Alvear, Juan. Isla (Cantabria), 6.V.1709 – Madrid, 1788. Empresario.

Descendía por línea agnática del pariente mayor del linaje de los Isla, aunque de una rama segundona.

Heredero de pequeños mayorazgos, se entregó por tradición familiar a la actividad económica. De 1730 a 1747 se dedicó a adquirir alguna ferrería junto con los montes correspondientes y en 1742 fue nombrado contador de la Renta del Tabaco en las cuatro Villas de la Mar y su partido por 8.000 reales y con la obligación de pagar por ellos a sus oficiales. El tener que dejar la atención de sus haciendas por unas ganancias tan modestas demuestra la poca importancia de su patrimonio. Todo cambió desde 1748 hasta 1754.

En 1747 se inició la tala y conducción de los robles cántabros para construir los cuatro primeros navíos de setenta cañones de la flota proyectada por Ensenada, de acuerdo con el asiento firmado el 31 de diciembre de 1746 por el superintendente de Montes de Guipúzcoa a través de su subordinado Juan Bautista Donesteve. Al año siguiente, el 16 de noviembre de 1747, se firmó el segundo asiento de corta, labra, aserrío y conducción a riberos de la madera y los tablones necesarios para la construcción de otros cuatro navíos de setenta cañones entre el comisario de Marina de Santander en nombre del Rey con los asentistas Juan Bautista Donesteve y Marcos de Vierna, avalados por los fiadores el marqués de Rocaverde y Juan de Isla, en realidad los verdaderos contratantes.

A partir de 1748, Juan de Isla desplazó a todos y fue el único firmante y fiador de todos los asientos.

El 11 de diciembre de 1748 firmó un asiento similar al anterior por doce navíos. El 9 de noviembre de 1749 firmó otro asiento que apenas variaba del anterior para veinticuatro navíos. Pero habiendo decidido Ensenada construir los cuarenta y cuatro navíos conforme al modelo de Gaztañeta se cambió al sistema inglés, por lo que el 19 de diciembre de 1750 Isla firmó un nuevo asiento para aprontar el aumento de maderas y tablones que la construcción a la inglesa requería, además de las maderas y tablones necesarios para la construcción de seis fragatas. El 14 de octubre de 1751 se firmó un nuevo asiento para proveer la madera y el tablón necesarios para construir nueve fragatas. Los bosques de Cantabria fueron arrasados y sus robles transportados a elevados precios a las capitales de los tres departamentos, El Ferrol, Cádiz y Cartagena. El coste del transporte encareció los factores de producción y su beneficio fue conseguido sobre todo por los holandeses, los únicos que podían transportar las piezas más grandes.

Dado el despilfarro y el desbarajuste de los departamentos, Isla consiguió que se le encargase la construcción por asiento en Guarnizo de cuatro navíos de sesenta y ocho cañones por el sistema inglés y posteriormente otros cuatro más por el mismo precio que los que se hacían por entonces en los departamentos, rebajando 20.000 pesos en cada uno. La caída de Ensenada sólo le permitió construir seis de los ocho encargados.

Al mismo tiempo que contrataba con el Estado todos estos asientos, montó sus empresas particulares.

Cuatro ferrerías mayores, cuatro martinetes para adelgazar el hierro que salía de las ferrerías mayores, una fábrica de anclas, cien fraguas para confeccionar los diversos materiales exigidos por el mercado especialmente para la demanda del Estado. Además de la siderometalurgia, Isla puso en marcha otras muchas industrias: cordobanes, suelas, vaquetas, jabón, papel, jarcia, lona, motonería, loza, molinos, aguardiente, etc. El limitado desarrollo del mercado y la consiguiente escasa especialización del trabajo hizo que sus empresas privadas se pareciesen más al sistema de producción doméstico que al fabril. Consiguió enviar navíos de registro a América y comerciar con el mar del Norte y con el Báltico.

La pérdida de la protección del poder político puso al descubierto un nuevo Isla. Si en la época de los asientos se imponía a los otros asentistas por su mayor eficacia para llevarlos a cabo y a precios más baratos, entonces se convirtió en un cantor de la libertad económica, enemigo de los privilegios económicos y partidario de la adquisición de los medios de producción a través del mercado.

Apenas llegado el nuevo rey Carlos III a Madrid, el 10 de enero de 1960, se dictó el arresto y embargo de todos los bienes de Isla. Después de seis años y medio se le concedió la libertad y la audiencia en justicia de todas sus pretensiones. El juez que lo encarceló estaba vinculado a los intereses vascos exportadores de la lana castellana y su detención correspondió a los seis años de gobierno de Esquilache. El hecho de que la España ilustrada de Carlos III pusiese como modelo de noble empresario al paternalista y humanitario Goyeneche, mientras encerraba en la cárcel a Isla, es una prueba del rechazo de las relaciones sociales capitalistas por parte de la España carlotercista.

Una vez libre, Isla siguió pleiteando en Madrid con la Real Hacienda durante sus restantes veintidós años de vida. Murió en Madrid en 1788, sin haber liquidado sus cuentas. Isla representa un modelo de modernización próximo a personas que se movían en la órbita de los jesuitas y de carácter más capitalista que el que se impuso definitivamente en la España de Carlos III.

 

Bibl.: F. Fernández de Velasco, D. Juan de Isla. Sus empresas y sus fábricas, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1928; J. Maiso González, La difícil modernización de Cantabria en el siglo xviii: D. Juan F. de Isla y Alvear, Santander, Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Santander-Ediciones Librería Estudio, 1990.

 

Jesús Maiso González