Avellaneda, Diego de. ?, s. m. s. XV – Granada, 29.XI.1537. Obispo de Tuy y presidente de la Chancillería de Granada.
Hijo de Diego de Avellaneda y de Isabel de Proaño, Diego de Avellaneda inició su carrera como provisor del Obispado de Osma. Posteriormente, el 3 de julio de 1525, fue elegido obispo de Tuy, puesto del que tomó posesión en 1526. Sin embargo, no se consagró por entero a su diócesis, pues se dedicó, como muchos eclesiásticos por estas fechas, a la carrera administrativa.
Ya en 1525 fue propuesto para ocupar la presidencia de la Chancillería de Granada, aunque finalmente no obtuvo dicho empleo hasta 1530.
Avellaneda entró en Granada el 7 de septiembre de 1530. Durante los siete años que ejerció como presidente de la institución granadina tuvo que hacer frente a muchísimos problemas. Con claridad lo expresa fray Antonio de Guevara en sus famosas Epístolas Familiares, una de las cuales le dedicó a nuestro personaje. El célebre tratadista, que por aquel entonces estaba pleiteando en la ciudad del Darro, le advertía en su escrito que el oficio de presidente además de honroso “es muy congojoso”. En Granada tendría que enfrentarse, entre otros inconvenientes, a la crítica constante, al carácter astuto de los habitantes de la zona y a las incomodidades del edificio que albergaba la institución. No obstante, según Guevara, debía soportar tales estorbos con tranquilidad, ya que, le escribe, “venís a [la presidencia] no a morar, sino a medrar. El señor presidente vuestro antecesor entró en ella Obispo de Mallorca y salió de ella hecho Obispo de Ávila. Y así placerá a nuestro señor que como venís hecho Obispo de Tuy tornéis hecho Obispo de Sevilla, porque costumbre es ya antigua que nunca los presidentes son quitados hasta que son ya mejorados”. Avellaneda no logró el Obispado de Sevilla, tal y como le auguraba fray Antonio. En su lugar se le designó obispo de Pamplona, aunque no llegó a servir esta diócesis, pues falleció el 29 de noviembre 1537, cuando aún estaba en Granada.
Un año antes de morir, en 1536, Avellaneda había encargado a Felipe Vigarny dos sepulcros, destinados a su propia sepultura y a la de sus padres. Los monumentos funerarios se colocaron en la iglesia del monasterio de los Jerónimos de la Espeja, convento del que él era patrón desde 1525. Antes de acceder a dicho patronato, siendo aún provisor del Obispado de Osma, había donado a los religiosos la ermita de la Virgen del Castro con todas sus heredades. También patrocinó las obras de la capilla mayor y del presbítero del templo. Así consta en la inscripción conmemorativa: “Esta capilla y crucero de la reja adentro, dotó, reedificó y acabó de sus propios bienes el Ilustre Don Diego de Avellaneda, obispo de Tuy y presidente de la Real Chancillería de Granada”.
Bibl.: F. A. de Guevara, Epístolas Familiares. Traducciones y Razonamientos del Ilustrísimo Señor don Antonio de Guevara, Obispo de Mondoñedo, Predicador y Coronista de Carlos V, Madrid, 1732, págs. 62-64; P. Girón, Crónica del Emperador Carlos V, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1964, págs. 8 y 127; Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2601; I. Gómez González, La Justicia, el Gobierno y sus Hacedores. La Chancillería de Granada en el Antiguo Régimen, Granada, Comares, 2003, pág. 31.
Inés Gómez González