Pérez de Pineda, Juan. Montilla (Córdoba), c. 1495 – París (Francia), XII.1566. Biblista y publicista protestante, traductor de los Salmos y del Nuevo Testamento al castellano, editor de Juan de Valdés y autor de varios tratados de edificación y controversia.
Identificado por E. Boehmer (Boehmer, 1883, II: 53-100) con el doctor Juan Pérez, clérigo en funciones de secretario de la Embajada de España en Roma entre 1526 y 1530, aunque Menéndez Pelayo (Menéndez Pelayo, 1956, II: 103-110) expresa sus dudas, pero no prueba lo contrario —como tampoco ha sido probado después, no obstante, la cuantiosa documentación exhumada—, de forma que hoy es aceptado que Juan Pérez, clérigo diplomático, y Juan Pérez de Pineda, clérigo y publicista adscrito a la Reforma son una misma persona. De la primera fase de su vida apenas se tienen noticias, salvo su nacimiento en Montilla en los últimos años del siglo xv, su formación universitaria y ordenación sacerdotal en Sevilla, y su adscripción en circunstancias desconocidas (debió acompañar a algún prominente personaje) a la Embajada española en Roma (1526), empleo que hizo compatible con un beneficio eclesiástico en España.
Entusiasta erasmista, se mostró muy crítico con la relajación que halló en la curia pontificia, hasta el punto de ver la mano de la Providencia en el saqueo de la Ciudad Eterna por las tropas imperiales, episodio que vivió personalmente.
Al poco de su regreso a España en fecha imprecisa, pero no muy posterior a 1530, fue designado rector del hispalense Colegio de la Doctrina, puesto que desempeñó durante casi dos décadas. En ese tiempo conoció y trató a los doctores J. Egidio y Constantino Ponce de la Fuente, con cuyas ideas reformistas de corte luterano simpatizó. Al manifestarse la existencia de un foco disidente en Sevilla con el proceso al doctor Egidio (1550), Pérez no se vio involucrado por el momento y pudo permanecer en la ciudad, en tanto varios de sus correligionarios escapaban a Francia y Flandes. Pero sí marchó con una segunda oleada en 1555 (siete en total), todos ellos con destino a Ginebra, y a quienes no tardarían en seguir otros varios en superior número.
Pérez y sus compañeros encontraron en la ciudad de Calvino otros españoles de inmigración anterior afectos a la confesión reformada. Con ellos y con los que fueron llegando formó una congregación protestante de habla castellana, expresamente autorizada por los magistrados ginebrinos en 1558, a la que fue asignado el templo de Saint Germain, y reconocido el de Montilla como ministro de la misma (auxiliado en ocasiones por Casiodoro de Reina, el luego insigne traductor de la Biblia), funcionó hasta 1560 en que se disolvió (Boehmer, 1883, II: 71 y ss.).
Durante su estancia en Ginebra, Pérez de Pineda, que se titulaba doctor Juan Pérez, se mostró activo publicista. Su primer libro fue una traducción del Nuevo Testamento del griego al castellano, en 1556, impreso en la oficina del Jean Crespin, si bien con falso pie de imprenta: “En Venecia, en casa de Juan Philadelpho”. La traducción lleva por título El Testamento Nuevo de nuestro Señor y Salvador Jesu Christo.
La obra es dedicada a Felipe II, recordándole su obligación como príncipe cristiano de proteger y difundir el santo libro. Desde luego el texto de Pérez de Pineda, con un más bien moderado conocimiento de las lenguas bíblicas, no reviste la calidad de la traducción publicada por Francisco de Enzinas trece años antes (Amberes, 1543), que sin duda tuvo a la vista, así como otras versiones castellanas precedentes, incluida una anónima aparecida en Ginebra poco antes de su llegada, pero se halla escrito en muy buen castellano, y su prosa es sobria y vigorosa.
En el mismo año e imprenta Pérez publicó su Sumario breve de la doctrina Christiana, oficina de J. Crespin pero con pie simulado (Venecia, Pietro Daniel).
Se trata de un catecismo en preguntas y respuestas para niños y adultos, que en lo fundamental coincide con el de Calvino. En la presentación de la obrita el autor afirma haber sido aprobada por el Santo Oficio de España, lo cual debió irritar bastante a los inquisidores españoles, que la incluyeron de inmediato en su Índice expurgatorio.
Superior empeño y proyección tuvo la publicación al siguiente año de Los Psalmos de David, por el impresor J. Crespin, pero simulando haberlo sido en Venecia por P. Daniel. Dedica la obra a la reina María de Hungría, gobernadora de los Países Bajos españoles.
Traducción excelente, ha merecido unánime aplauso de la crítica, aunque acaso no alcance la altura de la de Juan de Valdés. Precisamente en esa época (1556 y 1557) Pérez publicó los Comentarios valdesianos a la Carta de san Pablo a los cristianos de Roma y la primera a los de Corinto, la segunda de las cuales dedica a Maximiliano, rey de Bohemia y futuro emperador Maximiliano II, en el cual los evangélicos tenían depositadas sus esperanzas para lograr un satisfactorio estatus jurídico. Ambas obras fueron impresas por J. Crespin con seudónimo de J. Philadelpho y simulando serlo en Venecia.
También por Crespin, en Ginebra y 1557, lo fue la Carta embiada a nuestro augustissimo señor príncipe don Phelippe, Rey de España..., en que se declaran las causas de las guerras y calamidades presentes, obra llamada a tener considerable resonancia. La ruptura del rey Felipe con el papa Caraffa (Pablo IV) por causa de la política antiespañola de éste en Italia, y la marcha del duque de Alba sobre Roma, fueron saludadas por los evangélicos de toda Europa como el principio del fin del Pontificado romano. Pero como era de esperar no fue así. Sin embargo, para Bataillon (Bataillon, 1966: 705) el año 1557, y más exactamente la publicación por Pérez de Pineda de su Carta a Felipe II, marca un antes y un después no ya en la obra de este autor sino en la publicística protestante española del exilio en general, radicalizada a partir de ese momento.
Después de permanecer un tiempo en Francfurt en el entorno de Melanchton, regresó a Ginebra, donde dio pruebas de actividad febril no sólo en el pastorado sino también con la pluma. Dio a las prensas tres libros en apenas dos años, impresos todos ellos en la oficina de J. Crespin, su impresor de confianza, con pie ficticio unas veces o prescindiendo de esa información otras. Estas obras fueron las siguientes: Dos informaciones dirigidas al emperador Carlos y a los estados del Imperio (traducción de sendas Orationes antirromanistas de J. Sleidanus, 1542 y 1544, con prólogo de Pérez demandando de Felipe II protección por cuanto los cristianos o evangélicos “[...] son calumniados, proclamados herejes e instigadores de rebeldías, perseguidos y matados” (Van Lennep, 1984: 214); Epístola para consolar a los fieles de Jesu Christo que padecen persecución por la confessión de su nombre (1560), documento ciertamente magnífico por su cristiana unción y por la humanidad que rezuma por encima de circunstancias y lugares concretos, más conocida como Epístola consolatoria, “maravillosamente escrita” no obstante sus “resabios protestantes” en el sentir de Menéndez Pelayo (Menéndez Pelayo, 1956, II: 110) y desde luego la más difundida de las obras de Pérez, publicada en momentos en que llegaban terribles noticias de España (autos de fe de Valladolid y Sevilla, 1559, etc.); y un Breve Tratado de la doctrina..., también en 1560, refundición para lectores hispanos del texto latino de U. Regius, según anota Boehmer (Boehmer, 1883, II: 93).
Disuelta la comunidad evangélica española de Ginebra en 1560, Pérez permaneció en la ciudad, convertida en activísimo foco de difusión de publicaciones protestantes con destino a los dominios españoles, tarea en la que halló un eficiente colaborador en Julián Hernández, otro refugiado (J. E. Longhurst, 1960: 90 y ss.). Pero en 1562, habiendo mejorado las condiciones de tolerancia para los protestantes en Francia, aceptó pastorear la comunidad de Blois, desde donde pasó luego al castillo de Montarguis como capellán de la princesa Renata, hija de Luis XII y duquesa viuda de Ferrara, conversa a la fe reformada. Aquí se hallaba el evangelista español en compañía de Antonio del Corro y otros refugiados cuando le llegó un llamamiento del consistorio protestante de Amberes para ser su pastor el 28 de mayo de 1566, encargo que declinó en razón de su edad y achaques. Estos inconvenientes no le impidieron desplazarse a París aquel mismo año para hacer una reimpresión de su Nuevo Testamento al objeto de difundirlo en los dominios del Rey de España. Cuando los trabajos de impresión se hallaban iniciados, falleció en la capital francesa en diciembre de 1556. en sus últimos momentos le asistió del Corro. Con la desaparición de Juan Pérez de Pineda, la causa de la Reforma en España perdía uno de sus más activos y eficientes propagandistas.
Obras de ~: El Testamento Nuevo de nuestro Señor y Salvador Jesu Christo. Nueva y fielmente traducido del original Griego en romance Castellano, Ginebra, J. Crespin, 1556; Sumario breve de la doctrina Christiana hecho por vía de pregunta y respuesta en manera de coloquio [...], Ginebra, J. Crespin, 1556; Comentario o declaración breve y compendiosa de la Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos [...], por J. de Valdés, Ginebra, J. Crespin, 1556; J. de Valdés, Comentario o declaración compendiosa sobre la primera Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios [...], ed, de ~, c. 1557 (reed. de esta y la precedente obra por L. Usoz y Río, Reformistas Antiguos Españoles, ts. X y XI, Madrid, 1856, y reed. del facs. por D. Gómez Flores, Barcelona, 1982); Carta embiada a nuestro augustíssimo señor príncipe don Phelipe, Rey de España [...], en que se declaran las causas de las guerras y calamidades presentes, Ginebra, J. Crespin, 1557; Dos informaciones muy útiles, la una dirigida a la majestad del Emperador [...] Y la otra a los Estados del Imperio [...] Con una Suplicación a la Majestad del Rey [Felipe II], Ginebra, J. Crespin, 1559; Epístola para consolar a los fieles de Jesu Christo, que padecen persecución por la confession de su Nombre, Ginebra, J. Crespin, 1560 (hay reed. por L. Usoz y B. B. Wiffen, Reformistas Antiguos Españoles, t. II, Londres, 1848, y trad. catalana por X. Vilaró, Barcelona, 1994); Breve Tratado de la doctrina antigua de Dios y de la nueva de los hombres [...], Ginebra, 1560 (trad. inglesa en Londres, 1560, y reeds. españolas en el t. VII de Reformistas Antiguos Españoles, Madrid, 1852 y 1872, y Barcelona, 1982); Breve sumario de induljencias: en apéndice: una carta de Antonio del Corro, Madrid, 1862 (Col. Reformistas antiguos españoles, XIX) (ed. Barcelona, 1982; trad. inglesa en Londres, 1576); B. Ochino, Imagen del Anticristo [...], trad. de ~ (ed. Imagen del anticristo; Carta a Felipe II, Barcelona, Librería de Diego Gómez Flores, 1981).
Bibl.: J. Galiffe, Le refuge italien de Géneve, Ginebra, H. Georg, 1881; E. Boehmer, Bibliotheca wiffeniana. Spanish reformers [...], t. II, Estrasburgo-Londres, 1883; M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, t. II, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1956; J. E. Longhurst, “Julián Hernández, Protestan Marthyr”, en Bibliotheque d’Humanisme et Renaissance, 22 (1960), págs. 90-118; M. Bataillon, Erasmo y España [...], México, Fondo de Cultura Económica, 1966; P. J. Hauben, “In Pursuit of Heresy: Spanish Diplomats vs. Spanish Heretics in France and England during the Wars of Religion”, en Historical Journal, IX, 3 (1966), págs. 275-285; J. C. Nieto, Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia, México, Fondo de Cultura Económica, 1979; M. F. Van Lennep, La Historia de la Reforma en España en el siglo XVI, Grand Rapids (Michigan), 1978 (reed. Grand Rapids [Michigan], Subcomisión. Literatura Cristiana, 1984); G. A. Kinder, “Juan Pérez de Pineda (Plerius). Un ministro calvinista español del Evangelio en el siglo xvi en Ginebra”, en Diálogo Ecuménico, t. XXI, 69 (1986), págs. 31-64; B. A. Vermaseren, The Life of Antonio del Corro (1527-1591), Bruselas, 1990; J. C. Nieto, El Renacimiento y la otra España [...], Ginebra, Librairie Droz, 1997; W. Thomas, La represión del protestantismo en España, Lovaina, Leuven University Press, 2001.
Juan Bautista Vilar