Postíus Sala, Juan. Berga (Barcelona), 8.VIII.1876 – Solsona (Lérida), 23.VIII.1952. Sacerdote claretiano, jurista, escritor.
Con doce años ingresó en el Seminario menor de los misioneros claretianos en Barbastro (Huesca); realizó su noviciado en Cervera (Lérida), donde emitió su profesión religiosa en 1892. Cursó el estudio filosófico y teológico en Cervera (1892-1897) y en Santo Domingo de la Calzada (1897-1900); en 1900 fue ordenado sacerdote. Debido a su extraordinaria dotación intelectual, los superiores le destinaron inmediatamente a Roma para especializarse en Derecho y Arqueología; en el Instituto Jurídico Apolinar tuvo como condiscípulos a Eugenio Pacelli (futuro papa Pío XII) y a los futuros cardenales La Puma y Tedeschini; con todos ellos conservó la amistad y colaboración en el futuro. En 1903 recibió el doctorado in utroque Iure y durante dos años explicó Derecho Canónico en el teologado claretiano de Santo Domingo de la Calzada. En 1905 pasó a Madrid, inicialmente a la comunidad de la calle Colegiata, n.º 9, y luego, hasta 1934, a la de la calle Buen Suceso, n.º 22.
Ejerció como director espiritual del Seminario de Madrid desde 1905 hasta 1922, y continuó siendo confesor de un buen grupo de seminaristas —entre ellos, varios futuros obispos— hasta 1932. Pero en estos años se dedicó sobre todo al apostolado de la prensa, desde el principio como colaborador asiduo en la revista claretiana El Iris de Paz (que hoy, cien años después, continúa publicándose), de la que al año siguiente desmembró una sección con la que fundó Ilustración del Clero, publicación de información eclesial, teológica, jurídica y pastoral, de enorme influjo en el clero español y americano hasta los días del Concilio Vaticano II; él mismo dirigió la Ilustración hasta 1936, dirección que simultaneó largas temporadas con la tarea de redactor jefe, e incidentalmente director de la mencionada El Iris de Paz; en 1922 Ilustración tenía unas seis mil suscripciones, y siete mil ochocientas El Iris de Paz; ambas eran quincenales.
Postíus publicó en ellas más de cuatrocientos artículos.
De la pericia jurídica del padre Postíus da testimonio, entre otras, su monumental obra El Código de Derecho Canónico aplicado a España (1926). Conocida su competencia en derecho concordatario, el obispo de Madrid-Alcalá le eligió como abogado en sendos contenciosos con la Compañía de Jesús (1925) y con las comendadoras de Calatrava (1933) acerca de la propiedad del llamado Colegio Imperial de la Compañía y de la iglesia y Convento de Calatravas de la calle de Alcalá respectivamente. Postíus apareció aquí como abogado objetivo e imparcial, pues en el primer caso su alegato fue a favor del obispado y en el segundo a favor de las monjas; los tribunales fallaron en ambos casos en la dirección indicada por Postíus.
Los escritos del padre Juan Postíus —bastantes siguen inéditos— son cerca de ochocientos; y no se limitan a temática jurídica y eclesiástica, sino que se asomó a campos tan variados como el arte, la heráldica, política, numismática, ateísmo, indigenismo...
Su saber fue verdaderamente enciclopédico.
Las tensiones de la Iglesia con la Segunda República le prestaron la oportunidad de nuevos servicios eclesiales. Organizó las órdenes y congregaciones religiosas en el llamado Secretariado Nacional de Institutos Religiosos o SENIR, más tarde Secretariado de los Institutos Religiosos Españoles o SIRE (precedentes cercanos de la actual CONFER, Confederación Española de Religiosos), cuyos estatutos él mismo redactó, y buscó el valioso apoyo social de la AFAR (Asociación de Familiares y Amigos de los Religiosos). Fue presidente del SENIR o SIRE hasta que en 1934 su domicilio en Roma le impidió seguir prestando tal servicio. Desde esa presidencia defendió ante las autoridades estatales los derechos de los religiosos españoles y ofreció a los superiores mayores todo tipo de subsidios y orientaciones para moverse dentro de la nueva legalidad. Aprovechando la relativa bonanza del llamado “bienio negro”, en estrecha colaboración con el nuncio F. Tedeschini, con los cardenales Vidal i Barraquer, Ilundáin y el exiliado Segura, con varios obispos, y con el embajador español ante la Santa Sede, el padre Postíus redactó un borrador de concordato entre la Santa Sede y la República española, que nunca llegó a firmarse.
En 1922 Postíus había sido elegido, para doce años, segundo consejero dentro del gobierno general de la Congregación Claretiana; en 1930, por fallecimiento del primer consejero, el padre Francisco Naval, quedó él como vicesuperior general. En 1934 fue elegido procurador general (representante ante la Santa Sede) de los claretianos y postulador de las causas de beatificación y canonización, cargos para los que fue confirmado en 1937 —en un capítulo al que no pudo asistir por estar retenido en el Madrid republicano— y en los que permaneció hasta 1949. A sus valiosas gestiones ante el rey Alfonso XIII y su Gobierno se debió el establecimiento y ulterior consolidación de la presencia de los claretianos en la misión española de París y Marsella para atención pastoral de emigrantes.
Juan Postíus fue también procurador de las misiones claretianas del golfo de Guinea —hoy Guinea Ecuatorial—, a favor de las cuales realizó con todo éxito numerosas gestiones ante las mismas instancias.
En marzo de 1936, tras el triunfo electoral del Frente Popular y ante el peligro que corrían los centros formativos de la congregación, fue enviado por el superior general, el padre Felipe Maroto, a Madrid para seguir de cerca “la situación de España”. En esos meses previos a la Guerra Civil extremó su diligencia en buscar refugios en Francia, Andorra y Portugal para los Seminarios Claretianos de Cervera (Lérida), Barbastro (Huesca) y Zafra (Badajoz). Cierta lentitud de las instancias superiores en dar luz verde a sus propuestas costó a la congregación el elevado precio de unas ciento treinta y cinco vidas humanas, en su mayoría jóvenes formados. Su perspicacia previsora le llevó, el día 12 de julio, a ofrecer formalmente al Ejército la casa e iglesia de los claretianos de Madrid, en la calle Buen Suceso, n.º 22, para hospital de sangre, considerando —como así fue— que sería el modo de evitar su incendio o destrucción en la inminente Guerra Civil.
El padre Postíus sirvió a su congregación no sólo como gobernante, sino también con numerosas investigaciones acerca de sus orígenes e identidad, con estudios críticos sobre el fundador, del que encontró gran cantidad de cartas diseminadas por varios archivos, y muy especialmente con el descubrimiento y la adquisición, en 1927, del llamado “Tesoro de Barriosuso”, auténtico arsenal de documentación de primera mano sobre el trabajo apostólico de san Antonio M. Claret en Cuba y en El Escorial; había sido reunida por Dionisio González de Mendoza, gran colaborador de Claret, cuyos familiares lo conservaban en su pueblo natal, Barriosuso de Valdavia, y en Tablares (Palencia).
Juan Postíus fue el factótum de la Iglesia española en los años 1910-1934. Por encargo de los obispos fue el organizador (con título de secretario, vicepresidente, etc.) de varios congresos eucarísticos y marianos, nacionales e internacionales. Tuvo sus propias ponencias en los de Einsiedeln (Suiza, 1906), Salzburgo (Austria, 1910), Tréveris (Alemania, 1912), Roma (1924), etc. Participó igualmente en congresos misionales, catequísticos y de acción católica en España. En servicio a la Iglesia universal, fue consultor de la Congregación de Religiosos y de la de Sacramentos.
El padre Postíus se movió en un mundo muy amplio; cultivó amistad personal con el rey Alfonso XIII y varios de sus hijos, y con su tía la infanta Isabel (La Chata). Trató también muy de cerca a José Canalejas, Antonio Maura, Víctor Pradera, Romanones, Vázquez de Mella, y a bastantes políticos de la República: Manuel Azaña, Miguel Maura, Alejandro Lerroux, Fernando de los Ríos, Besteiro, Ortega y Gasset, Marañón, Portela Valladares, Calvo Sotelo, Gil Robles; gozó de la sincera amistad de Niceto Alcalá Zamora, Juan Negrín, Martínez de Velasco, Pita Romero...
El 20 de julio de 1936, obligados los claretianos a abandonar su casa de la calle Buen Suceso, el padre Postíus se presentó espontáneamente en la Dirección General de Seguridad (DGS). Tras dos largos meses de cárcel, primero en los sótanos de la DGS y luego en la establecida en el Convento de San Antón, reclamado por el secretario de Estado de la Santa Sede, su viejo amigo el cardenal Pacelli, fue liberado y pasó a vivir en la Nunciatura; suprimida ésta en diciembre del mismo año, se trasladó a la embajada chilena, y luego a la francesa, hasta que ésta le facilitó en enero de 1938 un viaje, por Valencia, a Marsella; finalmente, el 25 de ese mes, se encontraba ya en su comunidad romana, reanudando sus actividades de procurador y postulador, y dando nuevo impulso a las lentas obras del templo votivo al Corazón de María.
En 1947 hubo de ser internado en la clínica Villa di Salute de Brescia, donde le diagnosticaron “síndrome melancólico senil angustioso”; tenía clarividencia para todo excepto para consigo mismo, remordimientos, temores, atroz sufrimiento espiritual. En algunos meses se repuso ligeramente y pudo regresar a su comunidad religiosa. El capítulo general de 1949 le exoneró de todos sus cargos, lo que le permitió regresar a España y vivir en relativa paz sus tres últimos años.
Obras de ~: Manual de la Archicofradía del I. Corazón de María, Madrid, 1910; Manual de la Archicofradía del Santísimo Sacramento, Madrid, 1910; Catecismo cíclico completo según el texto del V. P. Antonio María Claret, Madrid, 1916; El Código Canónico. Descripción y resumen del Codex Iuris Canonici aplicado a España en forma de Instituciones, Madrid, Imprenta Ibérica, 1918; El Código Canónico ampliado con la disciplina española, Madrid, 1919; Instituciones de Derecho Canónico de conformidad con el nuevo código, seguida de las lecciones de disciplina eclesiástica de España, Madrid, 1919, El sacerdote y las misiones, Madrid, 1922; La prensa al servicio de las misiones, Madrid, 1922; El Código Canónico aplicado a España en forma de Instituciones, Madrid, Corazón de María, 1926; La Iglesia y la Catequesis. Síntesis canónico-legal sobre la enseñanza religiosa en España, Madrid, 1929; La ley de confesiones y congregaciones religiosas. Texto, fuentes, crítica, Madrid, 1933.
Bibl.: F. J. Ruiz, “Postíus Sala, Juan”, en Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 2011; T. L. Pujadas, El Padre Postíus: un hombre para la Iglesia, Barcelona, Claret, 1981; P. Codinachs, Holocausto Claretiano de Barbastro (1930-1936). Los hechos y sus causas, Barcelona, Claret, 1997.
Severiano Blanco Pacheco, CMF